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sábado, 7 de diciembre de 2019

ENTREVISTA A LA ESCRITORA GRACIELA REPUN

Hoy el Hormiguero recibe a una de sus Hormiguitas primeras, que nos ha ido acompañando durante estos 10 (diez) años con su labor, con su obra y con su cariño. Graciela Repún no sólo es una Maestra de la LIJ por su obra escrita sino además, que hace honor al título de MAESTRA pues con sus talleres ha sido y es una verdadera formadora de nuevas y buenas plumas para el mundo de la literatura. Por eso es un orgullo para todo el HORMIGUERO tenerla aquí con sus reflexiones y respuestas. Gracias Graciela, gracias Maestra....!!!






Por qué se te ocurrió ser escritora?

 Porque se me cerraron algunos caminos y al mismo tiempo se abrieron otros relacionados con la escritura. Mis padres se separaron cuando yo era muy chiquita y por sus trabajos, me quedaba la mayor parte del día con mis abuelos. Tuve mucho tiempo para leer y para jugar con las amigas del barrio, en las puertas de nuestras casas, teatralizando historias inspiradas en lecturas, donde elegía ser Jo, de Mujercitas o una pirata como las de Salgari. En la primaria, me iba bien con las composiciones que, secretamente, también les hacía a mis compañeras. Por esos años, un atajo que encontré para decirles cosas sensibles a mi mamá y a mi papá, generacionalmente poco abiertos al diálogo, fue escribirles poemas. En las vacaciones, hasta que en casa desistieron de la esperanza de convertirme en una deportista, me mandaron varios veranos a colonias y clubes en los que me destaqué haciendo discursos y crónicas. Y en la secundaria, como muchos de mi división y bajo la fuerte influencia de los poetas que estudiábamos, fui parte de los que nos intercambiábamos poemas en los que nos definíamos, celebrábamos, descubríamos amigos, nos declarábamos enamorados y nos separábamos tristemente en rima o verso libre.

 —¿Se puede decidir ser escritor, o se nace?

En mi caso, no me quedó otra. No solo por lo que comenté previamente. También porque cuando nacieron mis hijos hubo muchos enamoramientos. Nos enamoramos de ellos, de sus libros, de leerles cada noche y de sus entusiasmos por algunos autores que gracias a sus preferencias comenzamos a conocer y admirar. Por esos enamoramientos, con mi primer cuento impreso en una mano, llevando a mi nena de dos años de la otra, y en la panza a mi hijo que estaba por nacer, me presenté a un concurso. Desde ese primer cuento sigo escribiendo hasta ahora.




 —¿Cuándo escribís, dejás volar siempre tu imaginación o mirás la realidad? 



Dejo volar la realidad. Mi imaginación la precede, acompaña, o rezaga, según el caso.

—¿De qué trabajaste antes de dedicarte a ser escritora?

Antes de ser escritora trabajé de escritora. Redactaba tarjetas de felicitación y posters. Creaba el concepto y sugería los temas a ilustrar. Era redactora creativa y jefa de Arte. Y mucho antes -comencé a trabajar a los dieciocho- fui vendedora, empleada y secretaria.

 —¿Cuál fue el libro que más te gustó escribir?

 No sé si hay uno que me haya gustado escribir más que los otros. No sabría separar esa sensación de las muchas que se combinan o se alternan en el momento de la escritura. Pero sé que predominó el disfruté en el proceso de los libros que hice en equipo. Como los que escribimos con Florencia Esses. Con toda mi familia. Con mi hijo. Con Carla Dulfano, Mariana Kirzner y Marcela Silvestro. Con Marina Elberger. Con Mariana Weschler. Con Ángeles Durini, Mario Méndez y Franco Vaccarini. Y en muchos que hicimos con Enrique Melantoni, mi marido.




Se habla mucho de la lectura y la escuela, ¿cómo es la relación dentro de la escuela? ¿Cómo te gustaría que fuera la escuela de hoy para los niños?

Los autores de literatura infantil, escritores e ilustradores, cuando nos invitan y podemos, visitamos las escuelas para charlar con nuestros lectores o para dar talleres a docentes. Es un contacto directo. Estos últimos años, en que se cerraron editoriales y se devastaron políticas públicas de lectura, nosotros vimos además los problemas de algunos edificios donde entramos, lo vapuleadas que están económica y socialmente muchas de las familias de las alumnas y alumnos con los que conversamos y nos enteramos de esas y otras dificultades con que se enfrentan los docentes cinco días a la semana. Se evidencia entonces el contraste entre las circunstancias y el esfuerzo y entusiasmo de las y los mediadores, que a pesar de todo, crean espacios de intercambio, nos leen, nos convocan, hacen llegar esos libros, historias, sonoridades, mundos a quienes por ahí nunca antes tuvieron un ejemplar en sus manos o les leyeron un cuento. Yo sueño con una escuela donde esos momentos, espacios, mediadores, se multipliquen y expandan. Pero para eso, tengo que pensar primero en una sociedad más amorosa y justa donde cada uno de los que integra la escuela, desde alumnos a autoridades, se sientan contenidos no abandonados. Y donde haya preguntas y herramientas para abrir preguntas y buscar respuestas, para así aprender explorando. Y no estoy imaginando la escuela como un planeta aislado donde la realidad quede afuera, pero si como un espacio que facilite hablar de lo que sucede, compartir lo que nos pasa, ponerlo en contexto, buscar las formas de enfrentarlo colaborando. Y dada a soñar, donde además de respetar las individualidades, haya muchos chicos jugando y leyendo juntos.


-- ¿Sos muy sensible, como tus personajes?

De chiquita me decían que era hipersensible pero aún con poquitos años ya me daba cuenta que según el contexto, cambiaba el significado y el epíteto podía ser sinónimo de sentimental, exagerada, dramática, pendiente, celosa, lírica, empática o dolorida militante de lo que fuere. Es muy posible que algo de esa sensibilidad se encuentre en mis personajes. Aunque también tengo otros sensiblemente insensibles. —¿Qué te hizo ser así? Ni idea… O al revés, demasiadas explicaciones posibles.

                         


 —¿Cómo ves la literatura infantil y juvenil en Argentina? ¿Y en Latinoamérica?

Dentro de la literatura argentina sigo encontrando cada vez algún libro al que amar, admirar, o en el que voy a reencontrarme con escritores que ya quiero. De la literatura Latinoamérica no conozco todo lo que quisiera. Solo los libros que se publican o difunden aquí y que, en general son, excelentes. Y algunos despropósitos que me traen a veces alumnos cuando viajan y que fuera de contexto, son publicaciones inexplicables.

 —Si un niño o niña quiere ser escritor, ¿qué tiene que hacer?

Leer. Escribir. Componer canciones. Jugar. Crear historias. Escuchar música. Ver pelis. Ir a museos. Pasar tiempo en la naturaleza. Estar atento a la calle. A su casa. Hacer teatro, rap, títeres, muñecos, historietas, voces. Inventar biografías. Imaginar mundos. Porque todo le será útil para escribir si eso es lo que más desea. Pero específicamente, si quiere que su deseo de ser escritora o escritor se sostenga, tiene que escribir, jugar con las historias que se le ocurren, cambiar las que ya conoce. Y si puede, después de poner sus idea por escrito, si ve que están muy alejadas de lo que hubiera querido decir, si el resultado no es lo que imaginaba, si no le encuentra la vuelta, que no se critique mucho, que guarde lo que escribió. Que vuelva a releerlo después de un tiempo, cuando tenga cierta distancia con lo escrito. Y que intente reescribirlo cuando pueda…

 



—¿Crees que la literatura debe ser estremecedora, conmovedora, molesta o indomable? ¿Por qué?

Quiero y me relaciono con la literatura como con una amiga. Y a mis amigos no les pido que sean de un modo particular. De ellos puede venir lo esperable, la reafirmación tanto como lo diverso e inesperado. Una amiga, un amigo, tiene el poder de hacerte fácil o difícil la relación en los momentos menos pensados. Pero no imagino lo cotidiano sin la amistad.





@ Eduardo Raúl Burattini

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6 comentarios:

  1. Maravillosa entrevista a una maravillosa escritora. Un placer...

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  2. ¡Qué gusto me ha dado esta entrevista! Eres maravillosa, Graciela.

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  3. Preciosa,amorosa e i teligente entrevista¡¡¡¡ bravo. Felicitaciones

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  4. Felicitaciones!!!!!! Me emociona tu entrevista y recuerdo tus escritos y tus juegos de la infancia.

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