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viernes, 28 de mayo de 2021

Un homenaje necesario a Rosario Vera Peñaloza, una pionera. En Argentina se la recuerda festejando el Día de los Jardines de Infantes

 




Por Marcelo Bianchi Bustos

Ph.D en Literatura Comparada, especialista en Literatura Infantil. Profesor del ISPEI 

“Sara C. de Eccleston” y de la Especialización en Literatura Infantil de la Sociedad 

Argentina de Escritores, Universidad Nacional de Villa María y Universidad del 

Norte Santo Tomás de Aquino. Vicepresidente de la Academia de Literatura Infantil 

y Juvenil y Director del Departamento de Literatura Infantil y Juvenil del Instituto 

Literario y Cultural Hispánico, con sede en California.



¡La Maestra de la Patria! De esta forma fue reconocida Rosario Vera 

Peñaloza, una gran impulsora del nivel inicial de la Argentina, en cuyo homenaje 

hoy se celebra el DÍA DE LOS JARDINES DE INFANTES Y LAS MAESTRAS 

JARDINERAS. Esta fecha tan significativa puede ser una excusa para repasar algunos

 datos biográficos y hacer referencia a su legado. Su obra se encuentra bastante 

diseminada en distintas publicaciones, algo publicó en vida y muchas de sus obras 

fueron recién conocidas luego de su muerte. En su testamento la pedagoga 

estableció que le dejaba toda su obra filosófica, docente y literaria a la profesora 

Marta Alcira Salotti, fundadora del Instituto SUMMA, para que la revisara y 

ordenara.

Se trata de una figura sumamente atractiva por su vida, por los distintos 

momentos históricos que atravesó, por haber cursado en 1892 el Profesorado en 

Kindergarten dirigido por Sara Chamberlain de Eccleston a pesar de que no hay 

pruebas de que se haya recibido y por haber sido una maestra que amó 

profundamente a la Patria. En ella se conjugan una serie de valores que se 

evidencian en uno de sus escritos, Mi credo patriótico, que mereció el primer 

premio post-mortem por el Instituto Nacional Sanmartiniano. Más allá de su 

extensión es muy interesante leerlo y pensar en el sentido que adquieren estas 

palabras que fueron llevadas a la acción en la vida de la pedagoga Rosario Vera 

Peñaloza



“- Creo en el amor a la Patria que inspiró a nuestros próceres para 

darnos independencia y libertad y en la bandera celeste y blanca, 

símbolo sagrado cuyo advenimiento se anunció en la Revolución de 

Mayo; que nació por santa inspiración de Belgrano y fue enarbolada 

en una isla del Paraná, frente a las barrancas del Rosario, en cuyas 

aguas reflejó sus colores. - Que fue bautizada con la sangre de sus hijos en los campos de 

batalla; que paseó triunfante por las más altas cumbres de los Andes 

para llevar la libertad a las naciones hermanas; que fraternizó en este 

propósito can todas sus hermanas de América; que desde entonces 

cobija bajo sus pliegues a todos los hombres de buena voluntad que 

quisieran habitar nuestro suelo y que no será abatida mientras palpite 

un corazón argentino."


 - "Creo que desde la cima excelsa de la gloria donde ascendió por el 

patriotismo de sus hijos que prefirieron morir por ella antes de verla 

humillada, inspirará nuestros actos para que sepamos vencer toda 

debilidad, olvidar intereses personales y llenar nuestras almas de la 

santa unción patriótica que nos haga fuertes para defenderla y dignos 

para honrarla."


 - "Creo en el resurgimiento de los Padres de la Patria en el alma de las 

generaciones argentinas; y que su espíritu, encarnado en los hijos de 

sus hijos, vivirá siempre en nuestra Patria, porque sabremos conservar 

inmaculada la enseña sacrosanta que Belgrano nos legó."


 - "Creo en la grandeza pasada, presente y futura de la Nación 

Argentina; por la riqueza de su suelo, por la libertad de sus leyes, por 

sus sentimientos de confraternidad universal que aseguran la paz, por 

la cultura y educación de sus hijos, por sus anhelos de progreso y por 

sus glorias inmarcesibles que perdurarán bajo la bandera celeste y 

blanca, por los siglos de los siglos".


-" Creo en el Magisterio Argentino y en su obra; y con esta fe pongo en 

sus manos este trabajo; a ellos toca formar las generaciones capaces 

de mantener encendida, siempre, la lámpara votiva que dejaron a 

nuestro cuidado los que nos dieron patria, para que jamás se apague 

en el alma argentina y para que sea el faro que nos guíe en todos los 

momentos dentro de nuestra vida nacional” (Peñaloza, 1990: 41 – 42).


Solo con este escrito el lector puede hacerse una idea de los altos ideales que 

tuvo a lo largo de toda su vida esta docente argentina. Cada una de estas ideas de 

su credo muestra un profundo patriotismo en el que el magisterio posee un papel 

especial. 



Sin intentar ofrecer una biografía solo se destacará que nació en la localidad de 

Atiles, provincia de La Rioja, en 1873. Puede ser considerada una figura 

paradigmática de la docencia argentina, ocupó durante su carrera docente los 

cargos de maestra jardinera, docente de grado, profesora, directora de la Escuela 

Normal N° 1 “Roque Sáenz Peña” de la Ciudad de Buenos Aires, inspectora de 

escuelas, fundadora de institutos educativos, entre ellos la Escuela Normal Nº 9 

“Domingo Faustino Sarmiento”, y capacitadora pedagógica en enseñanza primaria 

y media, tanto de gestión pública como privada. Participó en la creación del 

Instituto Bernasconi desde su inauguración en 1929 hasta 1947, siendo la 

responsable de diseñar y conformar el Primer Museo para la Escuela Primaria.

Padeció la persecución ideológica y como consecuencia de ello fue cesanteada en 

sus cargos docentes hasta 1924 cuando se le restituye su puesto de trabajo y es 

designada Inspectora de Enseñanza Secundaria Normal y Especial.

Pueden verse otros aspectos muy interesantes de su vida en el video producido 

por el Instituto Nacional de Formación Docente, disponible en 

https://www.youtube.com/watch?v=VVelrp51XGY

Desde la perspectiva de la pedagoga, una de las finalidades del Jardín de Infantes 

es el cuidado de las primeras manifestaciones, tanto físicas como espirituales. Lo 

concibe como una escuela de libertad y señala que en él debe estar presente 

siempre un ambiente de juego. Para el nivel inicial ella realiza una propuesta 

didáctica y establece que dentro de las 3 horas de clase deben desarrollarse 

conversaciones amenas y los cuentos favoritos de los niños, además de 

canciones y poemas. Para el cuento propone como actividad central que la 

maestra lo narre “patéticamente, esto significa desde lo etimológico que lo haga 

con emoción y sentimiento. Ella propone en sus escritos que en los días 

posteriores a la lectura de un cuento es importante permitirles a los niños 

preguntar u opinar. Lo que para hoy es una actividad común, no lo era en la época 

de Peñaloza en la que no se le daba importancia a la recepción de un texto 

literario ni a las ideas personales del lector, y menos aún si era un niño. 



Vera Peñaloza propone, siguiendo a las propuestas del pedagogo alemán 

Friedrich Froebel, que la literatura se haga presente cuando se trabaje con los 

distintos dones o juguetes que eran centrales en su propuesta didáctica, en 

especial los 1 y 2 que pueden verse en la fotografía de los materiales didácticos 

cedida por la Ludoteca del Instituto Superior del Profesorado de Educación Inicial 

Sara C. de Eccleston. Gracias a éstos, los niños se irán familiarizando con formas, 

colores y sustancias y propone que, siempre que sea posible, el trabajo se 

acompañe con cantos. Con una propuesta tan sencilla se pone en evidencia que

la literatura infantil conquistó posiciones ya desde el siglo XIX (Pardo Belgrano, 

1987) y que una serie de pedagogos como Pestalozzi, Herbart y Froebel – del cual 

Vera Peñaloza era seguidora de sus ideas y máximo exponente en nuestro país –

 reconocen la necesidad de profundizar los conocimientos acerca de la psicología 

del niño. 

Pero ¿qué literatura proponía trabajar en el Jardín de Infantes? Dentro de sus 

publicaciones hay una que se llama “Cuentos y poemas”, que contiene piezas 

literarias traducidas del holandés, inglés y alemán por E.S. de Kiehl y adaptadas 

por Rosario Vera Peñaloza.2 Los textos que abordaba eran provenientes del 

folklore u otros de autor pero reversionados y casi todos ellos con un tinte 

moralista, de acuerdo con los parámetros literarios de la época. 

En toda su propuesta lo lúdico ocupó un lugar de especial importancia. El juego 

adquiere desde su perspectiva un valor estratégico y esto se evidencia en una 

afirmación de la pedagoga al decir: “es así como trabajamos aunque parezca que 

jugamos”.

Su legado es inmenso. Un 28 de mayo de 1950 en Chamical, Rosario pasa a la 

inmortalidad. Por la Ley N° 27059 de 2014 se estableció que el 28 de mayo de

cada año se conmemorara el Día Nacional de la Maestra Jardinera, en homenaje 

a la pedagoga Rosario Vera Peñaloza.

Referencias bibliográficas

Bianchi Bustos, M. (2020) “- La maestra Rosario Vera Peñaloza y la literatura 

infantil. Ideas de una precursora” en: e- Eccleston. Temas de Educación 

Infantil. Año 16. Número 30. 2° Cuatrimestre de 2020. ISPEI “SARA C. DE 

ECCLESTON”. DFD. Ministerio de Educación. GCBA. Disponible en 

https://ieseccleston-caba.infd.edu.ar/sitio/wp-content/uploads/2020/12/Revista_30.pdf

Pardo Belgrano, R. y Galelli, G. (1987) Didáctica de la Literatura Infantil y Juvenil, Buenos Aires: Plus Ultra. 

Vera Peñaloza, R. (1959) “Prólogo” en: Salotti, Martha (1959) La lengua viva, Buenos Aires: Kepelusz. 

Vera Peñaloza, R. (1990) “Mi credo patriótico” en: Homenaje a Rosario Vera 

Peñaloza. La maestra de la Patria, Buenos Aires: Ministerio de Educación y 

Justicia de la Nación. 

1 En este escrito se ha tomado la decisión de mantener la ortografía y la puntuación del 

original como una forma de acercarse al pasado. 

2 Para ampliar sobre esta temática puede leerse el artículo de Bianchi Bustos consignado 

en las referencias bibliográficas.

Una nueva versión de la Hormiguita Viajera

 Hoy ha llegado una nueva versión de la Hormiguita.... Nuestra Hormiguita a este Hormiguero Lector, gracias a la creación del Maestro Juan Caminador...!!!

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miércoles, 19 de mayo de 2021

"José Martí, el gran pionero de la Literatura Infantil y Juvenil del continente americano"

 

 

(*)

 

Dr. Marcelo Bianchi Bustos

 

Instituto Superior del Profesorado de Educación Inicial Sara C. de Eccleston – Academia de Literatura Infantil y Juvenil – Instituto Literario y Cultural Hispánico

 

 

 

Porque es deber humano causar placer en vez de pena

José Martí

 

 

La Literatura Infantil y Juvenil de América tiene un gran pionero, el escritor cubano, JOSÉ MARTÍ. Hoy, 19 de mayo es la fecha del aniversario de su muerte ocurrida en 1895 en el campo de batalla. Fue un escritor, un político, un estratega, un hombre con muchos ideales que decidió luchar y morir heroicamente por su patria antes que quedarse frente a alguna cátedra, para lo que le sobraba capacidad, impartiendo teoría. Su obra es sumamente cuantiosa y comprende todo tipo de géneros pero son dos las publicaciones que es necesario tener cuenta cuando se hace referencia a la Literatura Infantil, Ismaelillo y La Edad de Oro.

Las dos obras son una muestra, no solo de la producción intelectual de Martí sino de lo que es capaz de  crearse en Hispanoamérica. Son el germen de una literatura que si bien comenzaba a existir no podía prosperar, desde la perspectiva del autor, hasta que toda América fuera verdaderamente libre. Su literatura no puede ser separada de la perspectiva ideológica y de un pensar desde lo político, hecho que precisamente se observa en la cita del epígrafe que hace referencia a una de las finalidades de lo literario si se lo piensa en relación con el mundo de los niños. La literatura debe estar vinculada con el placer, con el goce estético y eso es lo que en la obra martiana se vislumbra.

En este punto es necesario realizar una aclaración pues para muchos críticos Ismaelillo, una de las obras a la que se hará referencia en este artículo, no puede ser considerado como parte de la literatura infantil sino que todo el libro gira en torno a la figura de un niño. Desde este artículo se coincide con esa idea y es necesario remarcar que la gran obra pionera de Martí en el campo de la Literatura Infantil universal es La Edad de Oro pero sin embargo, por características que se mencionarán luego, el otro libro constituye un antecedente muy importante que no hay que dejar de lado al estudiar el origen de esta maravillosa literatura.

 

ISMAELILLO, un antecedente

 

Fue publicado en 1882 y es un hermoso libro de poemas dedicado a su hijo que comienza con una dedicatoria:

 

Hijo:

Espantado de todo, me refugio en ti.

Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti.

Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en esa forma, he cesado de pintarte.

Esos riachuelos han pasado por mi corazón.

¡Lleguen al tuyo!

 



 

Llama la atención el nombre del libro que es el diminutivo de Ismael, hecho que le da una sencillez, una pureza y una nota de cariño muy particular. El gran especialista Amado Alonso en un artículo sobre el uso de los diminutivos distingue entre los diminutivos afectuosos y los de carácter representacional. Los de la primera categoría tienen la función de encariñar un objeto amado, aspecto que se corresponde con el título del libro que connota afectividad, posesión y una cierta cercanía. Los representacionales también están presentes en este caso pues una representación imaginativa del objeto libro y al que el libro y su título refieren, es decir el hijo.

De todo el libro, en especial se destaca una de las poesías que a pesar de ser extensa merece ser leída para llegar a comprender por un lado el sentimiento de su poética y por el otro disfrutar del lenguaje maravilloso que utiliza, sin ningún tipo de análisis:

 

HIJO DEL ALMA

¡Tú flotas sobre todo,

Hijo del alma!

De la revuelta noche

Las oleadas,

En mi seno desnudo

Déjante al alba;

Y del día la espuma

Turbia y amarga,

De la noche revuelta

Te echa en las aguas.

Guardiancillo magnánimo,

La no cerrada

Puerta de mi hondo espíritu

Amante guardas;

¡Y si en la sombra ocultas

Búscanme avaras,

De mi calma celosas,

Mis penas varias,

En el umbral obscuro

Fiero te alzas,

Y les cierran el paso

Tus alas blancas!

Ondas de luz y flores

Trae la mañana,

Y tú en las luminosas

Ondas cabalgas,

No es, no, la luz del día

La que me llama,

Sino tus manecitas

En mi almohada.

Me hablan de que estás lejos:

¡Locuras me hablan!

Ellos tienen tu sombra.

¡Yo tengo tu alma!

Ésas son cosas nuevas,

Mías y extrañas.

Yo sé que tus dos ojos

Allá en lejanas

Tierras relampaguean,

Y en las doradas

Olas de aire que baten

Mi frente pálida,

Pudiera con mi mano,

Cual si haz segara

De estrellas, segar haces

De tus miradas:

¡Tú flotas sobre todo,

Hijo del alma!

 

Tal como observa el Dr. Carlos Manuel Tarácido (2020) es el hijo que le sirve al padre como espolón, le despierta de la inercia y le impulsa a obrar. Martí como personaje literario pasa de ser un sujeto pasivo a uno activo gracias a la acción de sus hijos que es el centro no solo de la obra sino de su vida. En otro de sus poemas, “Príncipe enano”, se observa claramente las tres funciones del hijo que son enunciadas dentro del Ismaelillo: “El para mí es corona, almohada, espuela”. Cada una de estas funciones posee un alto valor desde lo semántico y son verdaderos signos de algo muy importante que quiere destacar Martí. Siguiendo algunas de las ideas de Cirlot (2014), puede decirse que la corona se encuentra en la zona más alta del cuerpo pero no en el mismo nivel sino superándolo. Tal vez muchas de las ideas del escritor se concretaron gracias a su hijo que coronó con éxito un camino. La espuela puede verse como un símbolo de la fuerza activa pero que a su vez puede estar vinculado con una serie de virtudes defensivas de Martí.

Para el propio autor se trató siempre de una obra muy querida, tal vez por haberla escrito para su hijo con quien mantuvo a lo largo de su vida una relación muy particular. Lo cierto que es esa importancia se observa en un carta de despedida que le escribe a un amigo suyo, Gonzalo de Quesada, en la que le pide que ordene su obra si la desea publicar en caso de que muera pero que no publique ningún libro de versos antes de que aparezca el Ismaelillo pues desde su perspectiva ninguno valía un ápice en comparación con esta obra.

Ismaelillo fue considerado por muchos críticos como un antecedente del Modernismo que inaugurará el gran poeta nicaragüense Rubén Darío con la publicación de su libro Azul en el año 1888. El dominicano  Max Henríquez Ureña al hablar de Ismaelillo afirmó: “Ese volumen minúsculo abre nuevos horizontes a la poesía de habla española. Es el primer jalón en el camino del modernismo”.

La métrica, la metáfora, el uso del lenguaje que si bien es poético no deja de lado una perspectiva política hacen de este libro una obra de arte. Además a esto se suma un hecho importante, que fue pensado y tuvo como destinatario a su hijo de cuatro años de edad.

 

La Edad de Oro y el inicio de la LIJ en América

 

La Edad de Oro fue una revista mensual de 32 páginas que fue editada en los Estados Unidos gracias al aporte económico del acaudalado editor brasileño Aaron da Costa Gómez. Su edición significó la concreción de un viejo sueño de José Martí de escribir un periódico mensual que en un primer momento no lo había pensado para niños pero ante un pedido del editor, accedió a hacerlo. La síntesis entre lo que él deseaba y el pedido que recibió de hacer un periódico para niños es esta obra sobre la que Enrique José Varona dijo que era “un periódico para los pequeños, que merece toda la atención de los grandes”.

María Delia Paladini, profesora de la Universidad de Buenos Aires, realizó en una conferencia dictada en el Anfiteatro de la Facultad en 2 de junio de 1953 una caracterización de la obra y su importancia:

 

Para llegar a conocer y admirar a Martí hay caminos ya trillados: el de Ismaelillo, sus Versos libres y sus Versos sencillos, su epistolario, sus semblanzas de americanos. Buenos caminos que nos van acercando a distintas provincias de su mundo, pero hay otro que nos da algo de lo más personal: La edad de oro. La alegría que la oportunidad de dedicarse a este trabajo le produjo y el dolor con que lo deja, nos dicen de la importancia que él le daba y del entusiasmo con que se pudo a esta empresa. Armoniosa síntesis de saber y sencillez. Solo un alma como la suya pudo ofrecer el difícil estilo infantil que no es niñez ni oquedad sino claridad y ternura que enseñan ciencia y moral. Difícil arte que sólo puede darlo quien tienen el alma niña.

En los cuatro únicos números que del periódico se publicaron, dio a los niños inigualadas lecciones de historia, de literatura, de ciencia. Los llevó por el mundo fantástico del cuento y la poesía a través de los años y de los países (Paladini: 1953, 348).

 

Estos cuatro números que llegaron a publicarse marcaron un antes y un después en el mundo de la Literatura Infantil y Juvenil del continente americano. Sus tapas de color azul – celeste poseen una hermosa ilustración que sirve de pórtico a la obra:   

 



 

Como se puede observar hay un marco con una cortina que está atada en los dos extremos superiores con cuerdas que terminan en unas hermosas borlas. Se destacan en el borde superior dos ángeles sentados que están acompañados por otros tres que tratan de levantar la cortina en su lado derecho mientras que otros dos la abren a manera de telón para poder mostrar el óvalo central en el que se encuentran los datos de la obra. Tal como lo ha observado Herrera Moreno y Herrera Durán (2019) esta ilustración se basa en una escultura de bronce llamada “El espejo” del artista francés Gustave Doré, por quien Martí sentía admiración. 

En 1905, al producirse un aniversario de la muerte del héroe, un ex alumno suyo, Gonzalo de Quesada, compiló los cuatro números de la revista en el libro La Edad de Oro.

La obra comienza con una introducción escrita por el propio autor que se titula A los niños que lean la EDAD DE ORO. Son muchas los aspectos que llaman la atención de este texto introductorio. Una de estas cuestiones tiene que ver con la manera de referirse a los niños, y la demostración que el autor cree en ellos y en todo su potencial. En esa línea escribe en esa introducción: ”Los niños saben más de lo que parece, y si les dijeran que escribiesen lo que saben, muy buenas cosas escribirían” (Marti,2015: 7). Ese fragmento no pareciera estar escrito a fines del siglo XIX pues muestra una manera de concebir al sujeto como alguien que sabe y que es capaz de hacer mucho. Algo similar ocurre cuando escribe: ”No importa que la carta venga con faltas de ortografía. Lo que importa que es que niño quiera saber”. (Martí, 2015: 6). Se observa aquí una concepción especial sobre lo ortográfico con una revalorización de la intencionalidad del texto que es capaz de producir el niño por sobre la forma, algo totalmente opuesto a la concepción de la época en torno a la escritura.  

En la obra se encuentran distintos tipos de textos, desde biografías, cuentos, leyendas, poesías y artículos de reflexión. Este gran abanico textual permite al lector infantil ingresar a mundo de lo literario desde distintas tipologías que implican distintas estrategias de lectura pero que tienen en común un interés del autor, que los niños se diviertan y que al mismo tiempo aprendan aumentando sus competencias culturales. Como se dijo su escritura era literaria pero al mismo tiempo de formación política, pues no ocultaba en ningún momento sus ideales de libertad, de igualdad y la necesidad de ser independientes.

En concordancia con esto se desataca un texto titulado ”Tres héroes” que presenta aspectos biográficos de Simón Bolívar, el cura Hidalgo y José de San Martín. Como una manera de introducir lo que estos tres grandes hombres hicieron por el continente hace referencia al Verdadero sentido de la libertad:

 

Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. En América no se podía ser honrado, ni pensar, ni hablar. Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado. El niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir con honradez, debe trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres, y debe ser un hombre honrado. Martí, 2015 10).

 

Y de esa manera introduce a estos tres grandes próceres del continente. La biografía que da de nuestro José de San Martín es sublime pues se puede observar a uno de nuestros hombres más grandes en todo su esplendor.

Otro texto que llama la atención es una extensa poesía titulada Los zapaticos de rosa que aborda el tema de la pobreza y estar descalzo. Desde la antigüedad era una característica de los esclavos que puede ser vista en gran cantidad de obras literarias. Martí se hace cargo de esta temática tan compleja y presenta a una niña pobre que está descalza pero otra niña, Pilar, le regala su zapato y cuando su madre se entera de esta acción y de los que padecían la niña y su pobre madre le pide que también le dé la manta y el anillo. Aunque pareciera un simple hecho hay detrás de esto un profundo alegato contra la desigualdad pero pensada y escrita en un libro para los niños. Por esta cuestión de denuncia social, el tema de los derechos  de los niños, la injusticia y la desigualdad, considero que esta obra además de ser pionera en el mundo de la LIJ, es una clara demostración de lo que Álvaro Yunque denomina la literatura social.   

 

A lo largo de esta obra se pueden observar los distintos ideales martianos que tienen que ver con la educación del niño como un ciudadano de una América totalmente libre del dominio de potencias extranjeras.

Muchos autores han reseñado y estudiado la obra pero resulta de especial interés la crítica del escritor mexicano Gutiérrez Nájera publicada en El partido liberal el 25 de septiembre de 1889:

 

La Edad de Oro es buena porque enseña fuera de las escuelas y lo que no enseñan en la escuela. Porque cuenta cuentos tan entretenidos, tan hechicerescos, como los de brujas y que sin embargo son verdades, y porque enseña, en fin, no de repente, no de un golpe, sino paso a paso, poco a poco, como se les da el alimento a los niños…no abre las puertas para que entre la luz a torrentes y deslumbre a los niños que estaban despertando… no, las entorna y las va abriendo paulatinamente.

Martí, para escribir la edad de oro, ha dejado de ser río, se ha hecho lago, terso, transparente, límpido. Lo diré en un frase... se ha hecho niño… un niño que sabe lo que saben los sabios, pero que habla como los niños. No es Hércules hilando a los pies de Onfalía; es Hércules jugando con la reina Mab (Gutiérrez Nájera, 1995. 470).

 

La obra se convirtió en un verdadero éxito y esa primera edición cubana se agotó muy rápidamente. A la Argentina el libro llegó gracias a la cuidada edición de 1921 del editor y hombre de la cultura costarricense Joaquín García Monge.

 



Monumento a J. Martí en La Habana

 

A modo de cierre, un poco personal

 

Cuando en 2018 visité Cuba pensé en Martí al ver su imagen en tanta cantidad de rincones de La Habana, y de Trinidad. Sabía de él y había leído LA EDAD DE ORO pero no tenía el libro. Había ediciones facsimilares interesantes para adquirir pero una edición en particular me llamó la atención y la adquirí. Estaba editada por la Editorial Gente Nueva en un papel de muy poca calidad – tipo papel de diario - pero sin embargo tenía como gran atractivo que era la edición popular que tenían muchos de los habitantes de ese país. En la primera página se reproduce esta nota firmada por Fidel Castro y dirigida a los egresados de sexto grado

 


 

Un claro ejemplo de nacionalismo que no es otra cosa que valorar el legado literario de Martí a través de una obra que sigue estando vigente, no solo en Cuba sino en muchos países de Hispanoamérica.

Es muy significativa la última carta que le escribió a su hijo que dice

 

l0 de abril de 1895

Hijo:

Esta noche salgo para Cuba: salgo sin ti, cuando debieras estar a mi lado. Al salir, pienso en ti. Si desaparezco en el camino, recibirás con esta carta la leontina que usó en vida tu padre. Adiós. Sé justo.

Tu

JOSÉ MARTÍ

 


El legado de Martí pasó a su hijo y sus compañeros de lucha que hicieron que su obra viviera con ese llamamiento a todos los que conocemos sus libros. Seguramente a todos nosotros nos pide que seamos justos, libres y honrados.  Solo tres palabras pero sirven de síntesis de todo su pensamiento.

Su obra inspiró a autores como la chilena Gabriela Mistral, el colombiano José Asunción Silva y el nicaragüense Rubén Darío a escribir libros para niños. Además el nombre de La Edad de Oro fue utilizado por Joaquín García Monge de Costa Rica para una publicación periódica destinada a los niños. También puede pensarse a la revista de Martí como un antecedente de la revista Billiken de Constancio C. Vigil por la estructura y la diversidad textual que presentó a lo largo del tiempo. 

Como se dijo al inicio, un 19 de mayo murió este gran hombre pero sus ideales siguen vigentes pues tienen que ver no solo con esa justicia a la que se hacía referencia anteriormente sino también con la libertad de América.

 

 

 

Importante - Las dos obras de Martí pueden leerse en línea en los siguientes sitios

 

ISMAELILLO, disponible en https://biblioteca.org.ar/libros/656323.pdf

LA EDAD DE ORO, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-edad-de-oro-publicacion-mensual-dedicada-a-los-ninos--0/html/ 

(*) Ilustración del artista  cubano Alexis Gelabert.

 

Referencias

 

ALONSO, Amado.  El artículo y el diminutivo (Universidad de Chile, 1937).

CIRLOT, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos (Buenos Aires, Siruela, 2014).

HENRÍQUEZ UREÑA. Max. Panorama histórico de la literatura cubana, Arte y Literatura, reimpresión de la edición de 1963 (La Habana, 2001).

MARTI, José. La Edad de Oro (La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 2016).

TARACIDO, Carlos. El Ismaelillo de José Martí (Otro lunes, Revista Hispanoamericana de Cultura,   disponible en http://otrolunes.com/55/este-lunes/el-ismaelillo-de-jose-marti/ , 2020).

 

 

Para leer más

 

PIZARRO, Cristina, La edad de oro de José Martí: un llamado a la niñez americana que pervive en nuestros días, disponible en http://prensaactivadigital.com.ar/la-edad-de-oro-de-jose-marti-un-llamado-a-la-ninez-americana-que-pervive-en-nuestros-dias/

viernes, 7 de mayo de 2021

El día que los naipes se fueron todos al mazo

 



Por Adrián Ferrero

 

     Ese fue el día en que hubo barullo entre los naipes. La sota de bastos había estado discutiendo con el caballo de espadas, porque él había empezado a  provocarla. Le había arrebatado su porción de pollo al verdeo en el almuerzo. Y  como buen bribón, luego de una pelea pampa le clavó por la espalda, encima, el buen traidor, la punta de su espada. Le dejó una herida, no demasiado grave, pero sí lo suficientemente dolorosa y punzante como para que le saliera sangre.   

     La sota de bastos, herida (también en su orgullo), debió pedir auxilio al caballo de bastos, su primo hermano quien le dio los primeros auxilios. Fueron a un lugar de la caja de naipes específico. Es el lugar consagrado a sanar las heridas. De amor, de pena y las lastimaduras en el cuerpo. El caballo de bastos puso bastante desinfectante en gel en los antebrazos y en las manos. La curó con agua oxigenada. La vendó. Y así, envuelta, toda dura como una momia, la sota de bastos salió de la caja junto con su primo. Ahora, para tomar baños de inmersión, correr carreras de embolsado, jugar a la rayuela o simplemente hacer gimnasia, tendría que esperar mucho. No digamos para que alguien iniciara una partida de truco.

     La sota de bastos acudió al rey de oros, que era quien iluminaba el reino de los naipes y la caja, con esos ojazos color sol, miel y diamante, que encandilaban, si uno se acercaba demasiado, pero a una distancia prudente le daba calorcito. Le contó lo que estaba sucediendo. Y le dijo al rey de oros: “Si será ladino, si será tramposo este caballo de espadas. Así, armado, cualquiera se hace el valiente. Además, uno nunca puede comparar un basto con una espada. La espada tiene un filo aguzado, tiene punta, tiene una vaina. En fin, corre con ventajas por donde se lo mire”, le dijo la sota de bastos. El rey de oros, la miró con esos ojazos de los que emanaba tanta claridad, hizo silencio, puso el índice sobre los labios, y les dijo a la sota y al resto de los naipes que tenía que meditar. Que al día siguiente tomaría la decisión de lo que haría con el caballo de espadas. Si un castigo, una penitencia, o si directamente le ordenaba el ostracismo. El ostracismo consiste en cuando un rey expulsa de su reino a un naipe. Es lo peor de lo peor que le puede suceder a alguien. Sea naipe, persona o animal. Perder su lugar en el mundo. Andar deambulando por aquí y por allí. Haber perdido a sus hermanos y haber perdido la partida. Haber perdido la dignidad también. Porque en verdad lo que había perdido el caballo de espadas era la confianza del resto de los naipes.

      La sota de bastos se dijo que esto no podía quedar así. Un día de estos, iba a llamar a todos los aliados. Iba a solicitar justicia si el rey de oros no se la daba, por lo que le había hecho el caballo de espadas. Iba a llamar a una asamblea general de naipes, además del veredicto del rey de oros, para que de común acuerdo le hicieran el vacío, se apartaran del caballo de naipes como si tuviera mal aliento por no lavarse los dientes desde hacía siete meses.

    Al día siguiente el rey de oros, rey de todos los reyes del mazo, irrumpió en el mundo, con sus ojazos todos chispeantes y decidió que iba a hablar con el caballo de espadas. Hasta que se lo dijo. El caballo de espadas quedó paralizado. No sabía para dónde patear (¿o sería el caballo que no sabía para dónde dar coces?).  Lo cierto es que el caballo de espadas dijo que él no sabía muy bien por qué había actuado así. Que él no era ni malo ni dañino. Pero que en ocasiones jugar con espadas es jugar con fuego. El rey de oros lo miró como diciendo:”¿A mí con estos chistes, con esas excusas?”. El caballo de espadas, al ver la cara del rey de oros, no pudo sino confesar que sí, que había cometido una mala acción, que en realidad envidiaba a la sota porque no bajar del caballo para dar largas caminatas le provocaba dolores en el cuerpo. Sentía envidia por la sota porque todos la querían. El caballo de espadas no toleraba que a la sota de bastos, claro, inferior en el escalafón de los naipes, se le tuviera mayor afecto que a él, montado en su corcel blanco y púrpura. Con su traje elegante y su espada de lujo. Su manto azul que contrastaba con el blanco del papel brillante. Y esa espada que lanzaba chispas (¡se atrevería hasta a compararse con la máxima autoridad de los naipes! Si sería soberbio). Por otra parte, la sota de bastos, como dije, inferior, era tan, tan querida que el caballo de espadas sentía una profunda envidia porque él era el que quería ser el querido. El más querido de todo el mazo. Él quería que todas las miradas estuvieran puestas en él. Es que a este caballo de espadas no le faltaba un solo defecto. Era profundamente narcisista. Se aprovechaba de otros naipes con armas de menor poder. Era vanidoso. Era ambicioso. Y era violento. Y era destructivo. ¿Me quieren decir quién puede llegar a querer a alguien así? ¿cómo alguien puede apreciar a un naipe con ese carácter? Si llegaba a tener alguna virtud, estaba bien escondida. Más bien necesitaba unas cuantas lecciones de transparencia, bondad, generosidad y ser más solidario con el gran gremio de los naipes, el resto de los habitantes de la cajita de cartas de cartón plastificado. Pero ahora el caballo de espadas estaba más perdido que perro en cancha de bochas.



     Finalmente, decidió irse al mazo. No por miedo, sino porque se dio cuenta de que por donde se lo mirara, llevaba las de perder. Se fue a meditar,  que buena falta le hacía. La sota era una carta educada, tenía modales, no era agresiva (por más que tuviera un trozo de madera para golpear, lo no hacía jamás). Claro que la madera se puede usar para comer carne asada, para calentar un hogar en invierno, para una locomotora que anda a leña, para construir una cabaña, para usar de bastón (¿por qué no si uno la daba vuelta, un viejito que no tiene estabilidad no podía acudir a ella?). Entonces la sota de bastos pensó que lo mejor era hacer las paces. La sota de bastos no era rencorosa, tenía buen corazón, tenía buenos sentimientos (por eso era tan querida) y no le hubiera gustado que al caballo de espadas lo condenaran a andar de acá para allá como un perro cimarrón, de esos perros salvajes que no tienen amo, que comen de la basura o atacan a otros animales o personas, o bien estuviera condenada a vivir en otra caja nueva de naipes, ajena, que no fuera la suya, en la que estuviera de más, sobrara porque ya había un caballo de espadas y él fuera un caballo de espadas suplente. Que nadie le diera bolilla. Si el caballo de espadas, armado hasta los dientes, elegante en su montura, capturaba las miradas de todas las reinas y todas las damas de la corte, en las justas y las carreras entre caballeros, la sota de bastos, más humilde, con sus virtudes únicamente como atractivo, en cambio, conquistaba a la gente por su sobriedad y porque no pretendía agredir ni agraviar a nadie.

     La sota de bastos no era envidiosa. Era una carta feliz, plena. Le gustaba su basto. Le gustaba de vez en cuando visitar a sus primos, el rey de copas, primo mayor. Y luego el caballo de copas y el resto de los naipes de basto. De vez en cuanto raspaba su basto para sacarle el polvo o bien para evitar que se llenara de verdín, esa sustancia que es un hongo (tengo entendido) que suele atacar a veces a la madera. Y hay que limpiarla a costa de mucho esfuerzo. Un día estaba en el mazo, algo la despertó (¿el canto de una alondra? ¿de una ruiseñar? dos pájaros cantarines si los hay) y decidió que era el momento de hacer las paces con el caballo de espadas. Que aún no había sido castigado con el ostracismo por el rey de oros (se había tomado otra pausa antes de decidir). El rey seguía reflexionando acerca de su decisión, porque era un tema de suma importancia. Todo estaba en una pausa en el mundo. Todo estaba paralizado. Salvo la sota de bastos. Entonces la sota de bastos cocinó un rico bizcochuelo de vainilla. Lo cubrió todo de almíbar y crema, le agregó frutillas y se quedó satisfecha con su postre. Era muy temprano en la caja de cartas. Todos dormían como lirones. La sota de bastos dejó a un lado su basto, como para que quedara en claro que ella estaba en son de paz. No quería ni amenazar a nadie. Ni menos aún ser vengativa. Lo despertó suavemente al caballo de espada. Soplándole una oreja. Como no se despertaba le tocó de ese sombrero un poco ridículo que tienen los naipes pero que a ellos les parece perfectamente sobrio, que las sotas no se sacan ni para dormir. Y el caballo de espadas, medio somnoliento, bostezó, se levantó, se desperezó. Se lavó la cara. Se cepilló los dicentes. Hasta que se acercó a ver qué quería la sota de bastos. Algo malo se olía. No. En realidad algo rico se olía. Era el aroma de la torta de crema con frutillas y almíbar. Todavía estaba fresca la fragancia del bizcochuelo en el horno. Brindaron con leche merengada, una leche riquísima, llena de espuma. Y le agregaron chocolate batido. Y a continuación se dieron la mano. El caballo de espadas se sacó la espada en son de paz, de confianza, de lealtad. Se escuchó el: “Chin-chin”. Y los que habían estado tan enemistados, víctima y agresor, empezaron una amistad con una buena porción de bizcochuelo. Mientras el rey sol salía del mazo. Y de pronto la mañana irrumpió en millones de colibríes que no dejaban de refulgir en miríadas de cantos. Quizás porque ese día, las amenazas y los rencores se habían retirado de la caja del mazo. Y habían dado lugar a las buenas jugadas. El resto de los naipes, se fueron despertando, hicieron lo mismo que el caballo de espadas. De  pronto, hubo una pila de bastos, oros, espadas  y copas. Todos se desprendieron de sus partes más importantes. Era un día festivo. Y cuando vieron la torta estallaron de emoción. ¿qué podían hacer? Como mínimo pedir una cremosa porción.

     El rey de oros se dio cuenta de que no tenía nada que resolver entre dos naipes enemistados que estaban brindando. Y, más que nunca, iluminó la torta. La frutilla, del centro, se los puedo asegurar, se iluminó más que nunca.

Narradores y Cuentacuentos: Entrevista a la Narradora "Seño Norma"

  -¿Cómo y cuándo descubriste que tu destino estaba ligado a la transmisión de la cultura a través de la oralidad? Desde pequeña me encant...