Hoy el Hormiguero Lector, nos trae las reflexiones de un escritor argentino (Bahía Blanca, 1957), que nos habla desde sus ráices, desde su origen, estamos hablando de PABLO FREINKEL, cuyos libros tanto para jóvenes como para adultos, fluctúan entre el pasado histórico y el presente, ingredientes que son esenciales para la creación ficcional. Una ficción que nos provoca tener activa la MEMORIA, para poder buscar la VERDAD y la JUSTICIA...., para no olvidar. Pablo realiza una labor literaria, pero también pedagógica que permite en los lectores, en especial los jóvenes, entender el camino del hombre, del horror, pero también de la verdad con justicia. Pablo Freinkel es licenciado en bioquímica, periodista, pero sobre todo escritor, su labor literaria lo llevó a escribir el DICCIONARIO DE AUTORES BAHIENSES, y varias novelas, además, de trabajar en radio y en periódicos de la comunidad judía argentina
Por qué se te ocurrió ser escritor?
En mi caso, creo que la escritura llegó
como una consecuencia natural de la lectura. Desde niño me
interesaron los libros y así accedí a
ellos con curiosidad, buen ánimo y predisposición. Hice todo o casi el “cursus honorum”
de la literatura juvenil, es decir, Julio Verne, Salgari, los maravillosos
libros amarillos de la colección Robin Hood y de la colección Iridium, de tapa
dura, editados por Kapelusz. Un poco más grande quise averiguar si yo también
podía llegar a ese universo de la creación y un día me animé. Desde entonces,
la fantasía de la escritura convive en mi interior.
—¿Se puede decidir ser escritor,
o se nace?
Se puede decidir si querés dar ese paso. Lo que nace con uno es la
pasión por leer.
—¿Cuándo escribís, dejás volar
siempre tu imaginación o mirás la realidad?
Es imposible no mirar la realidad que siempre está alimentando la
imaginación. Aunque siempre un porcentaje de fantasía aliviana el peso del
mundo que nos rodea.
—¿De qué trabajaste antes de dedicarte a ser escritor?
Todas las actividades que realicé fueron paralelas a mi tarea de
escritor. Soy Licenciado en Bioquímica, si bien no ejerzo en este momento, y de
ahí para adelante todo fue complementario.
—¿Cuál fue el libro que más te
gustó escribir?
Siempre es el que todavía no escribí. Lo escrito, está escrito y
respondió a un momento determinado de mi vida. La indagación, investigar, el
proceso de crear personajes y situaciones son experiencias únicas en ese
devenir literario.
---Se habla mucho de la lectura y la escuela, ¿cómo es la relación
dentro de la escuela? ¿Cómo te gustaría que fuera la escuela de hoy para los
niños?
Los tiempos cambian y con ellos los métodos de enseñanza. Dicen que los
niños y jóvenes de hoy no leen. Me parece que es un concepto arbitrario. Lo
correcto creo que sería decir que no leen como leíamos nosotros o hace cien
años o quinientos. Tampoco tienen las inquietudes que nosotros teníamos. La
escuela debería ser el lugar donde los alumnos aprendan que son importantes,
que van a ser los dirigentes del mañana, futuros presidentes o premios Nobel.
Sos muy sensible, como tus personajes?
Trato de que mis personajes sean seres humanos reconocibles y para ello
recurro a toda la paleta de sentimientos, emociones, amores y odios. No busco
que sean perfectos ni paradigmáticos. Solo personajes que aprendan a conducirse
en los enigmas que nos presenta la existencia cotidiana.
—¿Cómo ves la literatura infantil
y juvenil en Argentina? ¿Y en Latinoamérica?
En verdad, no tengo contacto con la literatura comprendida en esa etapa
de la vida. Sé, sin embargo, que hay muchos y buenos escritores en nuestro país
que escriben y publican sus obras. De hecho, la Feria del Libro dedicada a los
más jóvenes siempre tiene excelente repercusión.
—Si un niño o niña quiere ser
escritor, ¿qué tiene que hacer?
Leer, leer, leer. En algún momento se enciende la chispa que convoca a
la luz.
—¿Crees que la literatura debe ser estremecedora, conmovedora, molesta o
indomable? ¿Por qué?
La literatura de ficción debe tener todos esos condimentos y muchos más.
Jamás debe ser complaciente o callar las injusticias.
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