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jueves, 23 de marzo de 2023

MEMORIAS DEL BOSQUE (recordando el 24 de Marzo de 1976)

 


Por  Manuel Camilo García Burattini (*)


Era una noche en el bosque. Hacìa frìo y el silencio era irreal. En un árbol, en su tronco, protegiéndose del frìo, vivía una familia de cuervos. Papà cuervo preparaba la cena, mamà cuervo empollaba el huevo y el joven cuervo recogía palitos. El problema era que estaba afuera, y sus padres ya le habían advertido que debía volver antes de que se hiciera de noche.




El joven miraba a sus costados cada vez que recogía un palito. Sin embargo, con la misma precaución, unos ojos se posaban sobre él. Cuando se inclinó para agarrar su último palito, escuchó un crac en el medio de la noche. Con el corazón acelerado, emprendió vuelo. La noche helaba cualquier alma. El afuera era el terror. De repente, cayó. Una bala en el medio del pecho. Dio un último graznido.

La luna iluminaba su cuerpo y el del otro, que tenía el fusil en la mano y un perro de compañía. Su cuerpo desapareció en el medio de la noche.

Solo habían pasado unos días desde la llegada del cazador, pero el terror había llegado desde antes.

Familias destruidas. Nidos vacìos.

La mamá perdió a su niño y a su huevo pero no era la única.




Se unieron. Ya no le temerían al silencio.

Una noche como tantas, el cazador salió a hacer lo de siempre: cazar. Pero esta vez lo rodearon los animales del bosque. Ya sin miedo. Nunca más estarían solos. Nunca más serían víctimas.


(*) Manuel Camilo García Burattini es un adolescente de 15 años, que ha comenzado a recorrer los senderos de la escritura creativa. Ávido lector y precoz creador.

martes, 21 de marzo de 2023

Día Mundial de la Poesía: Poeta María Laura Burattini





Dice Denise Levertov: Yo miro y miro./Mirar es un modo de ser: uno se vuelve,/a veces, un par de ojos que caminan./Caminan dondequiera que mirar te lleve./ Los ojos/ cavan túneles en el mundo.
Es para mí una excelente definición. Yo soy muy observadora. En esos túneles, encuentro mucho material para mis poemas.
Mi mirada siempre se posa en los detalles. Generalmente es un recorte, un ángulo lo que me atrae. Puede ser un paisaje, las relaciones humanas, una conversación, algún elemento de la naturaleza pero, por lo general, es un pedacito el que me convoca y al que atiendo. Un rayo de sol, el modo en que una persona apoya una taza sobre la mesa, una frase o una tarde de verano. Soy muy curiosa y mucho de lo que pasa por mis sentidos, me asombra. De ahí llegan las palabras, las frases, las imágenes que resuenan en mi mente y reflejo - o intento volcar- en los poemas. 

Un poema no siempre es el producto de la atención que presto sino que, en un primer momento, son sonidos o imágenes que me sorprenden azarosamente. Luego, se van acomodando hasta formar una trama. Ese es el momento en que tengo que dejarlas ir. Ahí resulta el trabajo de escribir y luego, por supuesto, el de revisar y corregir. Disfruto mucho de la búsqueda y del descubrimiento. No hay desconsuelo sino puro disfrute en la tarea de tender puentes. 





Escribir es una tarea artesanal. Eso es lo que hago: encastro, pulo, pruebo, emprolijo. Siempre hay asombro. Muchas veces el poema dice algo más, algo diferente a lo que primariamente intentaba contar. Además, siempre pudo haber sido diferente. No hay una versión definitiva sino la que uno deja ir cuando entiende que, como decía Verlaine, la palabra tiene algo del temblor del alma, cuando la palabra invita a la aventura. 

¿La sensación con el cuerpo? Cuando logro el poema, la respiración se acomoda y la sensación es de satisfacción, de cumplimiento. No es una tarea catártica, no. Corrijo a medida que escribo pero una vez concluido el poema, hay nuevas correcciones hasta lograr la versión que reúne los matices, la versión que uno deja de corregir, como decía Borges. 




Me gustaría compartir algo que Paul Verlaine enseña en su Arte Poética y que me parece esencial:

En la elección de tus palabras/Tienes que ser remiso:/Nada mejor que el canto gris/Que une lo Indeciso a lo Preciso./La intensa claridad del mediodía/Se vuelve dulce si es de otoño el cielo,/¡Ese amasijo azul de las estrellas!/Son más bellos los ojos tras el velo./Porque el matiz queremos todavía,/¡Y tan sólo el matiz, nunca el Color!/ ¡Oh, matiz, nuestra única esperanza,/Sueño en el sueño y canto en el rumor!


Poemas


VERANO

Estas ganas de aguacero
en los cristales
como el índice de Ariadna
dibuja
sinuoso
una máscara.

Tanta orfandad de fresco
de carozo y siesta
que rogamos lluvia.

El aire se aturde
de chicharras.

Mientras tanto
nos sometemos
al laberinto ahogado
de la espera.

***

SOLEDAD

Como los cañones y el silencio,
las nervaduras en el follaje
y la música que inunda los vientos,
andamos juntos.

Como dos huéspedes
que ahogan el espanto
en una taza de té.

A la mesa de un bar,
nos celebramos.


***

VIAJERA

Vuelve encantadora
a fraguar esta tarde
aún en llamas.

Un haz de colores
atraviesa
la lágrima carnal
de la inconsciencia.

Revivo en los dientes
esa duda
que tensa
imperiosa
mi sigilo
y acabo
en la espesura de los vientos
como un capullo incierto a la deriva.


***

LA SED

Una tarde
transcurre
frente al iris
que nos observa
juntos.

Compartimos la música.

Las caricias
son un tormento
débil atroz desesperado
una búsqueda,
un interrogante.

He guardado,
en el fondo de una caja,
la memoria.

La sangre no es de porcelana.


María Laura Burattini






Nací en Buenos Aires un 17 de noviembre de 1968 en la ciudad de Buenos Aires y decidieron llamarme María Laura, sin mayores discusiones. Me recibí de abogada y me animo a compartir saberes en las aulas universitarias. 
Nunca se me dio por treparme a los árboles ni por andar en bicicleta. En cambio, toda mi vida disfruté de la lectura y de escribir. 
Asistí a talleres de escritura y algunos de mis textos han formado parte de antologías varias.
Otros han sido ilustrados por los alumnos de la cátedra de ilustración –Lenguaje Visual 3- de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), lo que dio lugar a la confección de libros que han sido donados a distintas entidades de bien público. 
En diciembre 2019, asistí como poeta invitada al I Festival Internacional de Poesía de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Mi primer poemario El fondo de la caja acaba de ser publicado por la editorial Ediciones en Danza en Buenos Aires.   
mail de contacto: mlburattini@gmail.com

lunes, 13 de marzo de 2023

Las iluminadas páginas de Ray Bradbury

 

Por María Cristina Alonso 

A los doce años yo ya había leído casi todo lo publicado por la editorial Minotauro de Ray Bradbury. En las noches de verano, cuando todos se iban a dormir suspirando por el calor y los mosquitos yo me quedaba con la luz del velador encendida recorriendo junto a Montag esa pesadilla que era un mundo en el que los libros estaban prohibidos y eran quemados. Me gustaba sobre todo Clarisse Mac Clellan, la chica que de alguna manera le abre los ojos a ese futuro lector que es el bombero cuando aún no sabe que la lectura le dará vuelta su concepción del mundo y me indignaba con Mildred, su mujer, que era una boba mirando la televisión mural y tomando pastillas para soportar su vida alienada. Bradbury imaginaba en 1953 lo que vemos a diario en el siglo XXI: gente ausente mirando sus pantallas de celulares o riéndose de los payasos inconsistentes de la televisión. Quema de libros también hemos visto durante la dictadura. Así que en aquella novela leída en la adolescencia, “Farenheit 451” ya estaba nuestro mundo de hoy. Esas cosas tiene la ciencia ficción, nos cuenta el futuro cuando todavía no ha llegado.

Pero también estaban los cuentos melancólicos de “El país de octubre”. “El lago” narraba una historia triste de un adulto que reencontraba en la playa a la niña ahogada en un fin de verano de su infancia, intacta como cuando desapareció y junto a ella un castillo de arena sin terminar, y luego se alejaba sin volver la cabeza para no ver cómo las olas lo deshacían, “como se deshacen todas las cosas”. O el cuento de la ciudad muerta debajo de la ciudad real, un mundo al que se accedía por las alcantarillas los días de lluvia, un mundo que llamaba y llamaba y llevaba los cuerpos de los amantes que se encontraban después de muertos.

También recuerdo el cuento “Sol y sombra” de “Las doradas manzanas del sol”, donde Ricardo, un hombre de un poblado que se resiste a ser parte del escenario de un fotógrafo que hace fotos a una modela buscando en las grietas de las casas y la pobreza del barrio un escenario pintoresco, y se baja los pantalones para reafirmar su dignidad.

Y por no hablar de lo que me fascinaba en los primeros años de los 70, cuando el tema de los ovnis y de los extraterrestres era habitual en los diarios, leer “Crónicas Marcianas”, donde se contaba la colonización y el despojo de un mundo bello y melancólico para sustituirlo por quioscos de panchos y gasolineras. De ese libro, “Encuentro nocturno” me sigue pareciendo terriblemente bello. Dos hombres de épocas distantes se encuentran en el milagro de una noche de fiesta. El hombre que ha bajado del cohete y el marciano, ambos van a fiestas distintas, no saben en definitiva quién pertenece al pasado y quién al presente, porque en el mundo de Bradbury la magia disuelve toda certeza.

Bradbury fue mi infancia, me entrenó como lectora, me creó el deseo de contar historias melancólicas en las que una sirena llama desesperadamente desde las profundidad de un abismo (“La sirena”) o una vieja fascinante que enamora con sus relatos a un periodista que no ha salido nunca del pueblo, porque el muchacho puede ver todavía las plumas del cisne en las fauces del dragón.

Y así podría seguir citando de memoria otros cuentos que iluminaron mi vida, porque como la espalda del hombre ilustrado esas imágenes que fluyen de la escritura de Bradbury siguen moviéndose y armando otras historias en mi mente. Cuentos para nada inocentes, cuentos que, muerto su autor, seguirán en la memoria de los que lo hemos leído con fervor adolescente y lo releemos ahora para comprobar que los hilos de seda, las arañas de oro y las lunas mellizas, el lago de vino verde y las barcazas que recorren un mundo extinguido, son parte de la resistencia de la imaginación frente a la alienación tecnológica.

Releo la contratapa de Farenheit 451: “Mientras escribía Farenheit 451 pensé que estaba hablando de un mundo que aparecería dentro de cuatro o cinco décadas. Pero hace sólo cuatro semanas, una noche en Beverly Hill, un hombre y una mujer se cruzaron conmigo, paseando un perro. Me quedé mirándolos, absolutamente estupecfacto. La mujer llevaba en la mano un aparato radio del tamaño de un paquete de cigarrillos con una antena que temblaba en el aire. Unos alambrecitos de cobre salían del aparato y terminaban en un conito que la mujer llevaba en la oreja derecha. Allí iba ella, ajena al hombre y al perro, prestando atención a vientos y suspiros lejanos, a gritos de melodrama, sonámbula, mientras el marido que podía no haber estado allí, la ayudaba a subir y bajar las aceras. Esto no era ficcción; era un hecho nuevo en una sociedad que está cambiando."

Miro a mi alrededor: la gente va hablando sola por las calles con sus teléfonos celulares y las pantallas nos invaden en el espacio urbano y en el interior de nuestras casas. Muchos chicos ya no pueden escribir en cursiva porque teclean sus mensajes en las aparatos que la tecnología nos ha regalado. Bradbury nos contó el presente. Pero todavía quedan los lectores resistentes que recuerdan a Shakespeare, partes del Quijote, o la República de Platón. Los lectores que también llevan en su memoria los libros de este escritor que ha muerto pero que sigue más vivo que nunca en sus iluminadas páginas.

martes, 7 de marzo de 2023

Día Mundial de la lectura






Día Mundial de la Lectura:

 ¿por qué se celebra y cuáles son los beneficios de leer? 

Cada 7 de marzo, se celebra la lectura por una buena causa. Conocé cuál es y los beneficios de leer, en esta nota.  El día mundial de la lectura se celebra todos los 7 de marzo para crear conciencia de que en el mundo hay más de 700 millones de personas analfabetas. 

 Por eso, la manera ideal de festejaro es empezar un libro nuevo o releer alguno que nos haya gustado. También se pretende generar conciencia en los adultos sobre la importancia de la lectura, para así estimular a los niños a descubrir la pasión por la lectura y la literatura. 

 Algunos beneficios de la lectura: 

Hablamos con el doctor Adolfo García, director científico del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias –dependiente del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCYT)–, investigador del CONICET y profesor de la Universidad Nacional de Cuyo, quien nos contó qué sucede en el cerebro cuando leemos. - 



Las letras generan patrones de actividad intensos en el área temporo-occipital izquierda. Un área fundamental para el desarrollo de las capacidades lectoras. - 

El ejercicio sistemático y guiado de la lectura genera cambios en mecanismos que se asocian no solamente con la lectura sino con otras habilidades cognitivas. - 

Fomenta la “teoría de la mente”, la capacidad de inferir lo que sienten o piensan las otras personas, sin que lo digan. -

 El hábito sostenido de leer fomenta la "reserva cognitiva", que es la resistencia que tiene el cerebro ante el declive que supone envejecer.

Y por último, otra pregunta que nos hace reflexionar y pensar... Los niños lectores, ¿nacen o se hacen? El lector no nace, se hace y los padres tienen un papel fundamental que no deben delegar exclusivamente en la Escuela.  La escuela tiene una responsabilidad sobre el proceso de aprendizaje no centrado en el placer de la lectura; éste, como muchas aficiones, debe alimentarse desde casa, en el seno de la familia.

Narradores y Cuentacuentos: Entrevista a la Narradora "Seño Norma"

  -¿Cómo y cuándo descubriste que tu destino estaba ligado a la transmisión de la cultura a través de la oralidad? Desde pequeña me encant...