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viernes, 29 de abril de 2022

150 años de la publicación de Martín Fierro

 

Ni indios ni negros ni inmigrantes

por María Cristina Alonso

Ilustraciones: Marcelo Sosa

¿Qué pasó ese año en que José Hernández publicó la primera parte de su célebre poema El gaucho Martín Fierro? ¿Qué ideologías circulaban en la Argentina de 1872?  Es cierto que no es obligación de la literatura reflejar fielmente ala realidad, pero en ella se cuelan las voces, los pensamientos, la ideología de la época. Voces, ideas, prejuicios, racismo. De eso hay en abundancia en el libro que se convertiría en el más emblemático de nuestra literatura, el libro argentino que da cuenta de nuestra identidad: el Martín Fierro.


El gaucho Martín Fierro se publicó el 28 noviembre de 1872, en el diario La República. José Hernández, que había sido periodista, estanciero, soldado y político, lo escribió en su retiro de Buenos Aires, en el Hotel Argentino, en una libreta de pulpería de papel de estraza. El diario La Repúblicalo publicó por entregas y, ya en diciembre, apareció en formato libro, editado por la imprenta La Pampa. Costaba 10 pesos y no tardó en venderse en zonas rurales. Se leía en las  pulperías, se recitaba en los fogones. La historia de Martín Fierro, contada en primera persona, daba cuenta de las vicisitudes del gaucho en el fortín, la arbitrariedad y las injusticias cometidas por las autoridades militares y civiles contra él. Y, cada vez que algún letrado lo leía en voz alta, los paisanos se reconocían en la desgracia del protagonista.

Poco tiempo después, en virtud de las lecturas que hicieron Ricardo Rojas y Lugones, el poema que hablaba de un grupo despreciado y marginado de la campaña, se convertía en un monumento literario encabezando el canon argentino.

En 1879, cuando se publica la segunda parte –La Vuelta de Martín Fierro-, las penurias de ese tipo social tendían a desaparecer, sin embargo, la obra termina convirtiéndose en el paradigma de lo nacional, un texto que puede leerse de varias maneras y que intenta superar la dicotomía sarmientina civilización/barbarie.


Si para Sarmiento el gaucho era la barbarie y debía ser aniquilado, Hernández denuncia este destino dándole voz, contando sus penurias y padecimientos. Poema de denuncia, entonces, en la primera parte, pero planteo de solución en la segunda: «Debe el gaucho tener casa, / escuela, Iglesia y derechos».

Hernández -que había vivido en el campo, que conocía a los habitantes del mal llamado desierto, que había luchado en las montoneras junto a López Jordán- le da voz al gaucho, que es un marginal. Y en esto se opone a la opinión pública general de la época, ya que no se solidariza con otros sujetos subalternos que habitan las llanuras, tales como los inmigrantes, los indios y los negros.

Por lo tanto, en el poema laten cuestiones que se debatían en 1872. El desprecio a la raza negra, plasmado en la pelea con el Negro en la primera parte, y el duelo de guitarra con el Moreno, en la segunda, revelan un agresivo sentimiento de superioridad de Fierro. Los negros no eran “gente decente”para él.

En un discurso de 1866, Sarmiento había dicho:"Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres”. Curioso. Sarmiento nació muy pobre, así lo cuenta en Recuerdos de provincia.Y concluye: “Somos la gente decente, es decir, patriota".


El racismo de la segunda mitad del siglo XIX se continúa en el XX. Las personas de origen africano son invisibilizadas, se oculta la explotación a la que fueron sometidas, se niega su dignidad. A comienzos del siglo XIX había una población de entre 30 y 60% afro descendiente en el país y, a fines del siglo, la población negra había sido diezmada por diversas causas: muerta en las guerras de la independencia y civiles, principalmente en la guerra del Paraguay,o por las epidemias de cólera y fiebre amarilla que afectaron a los más pobres habitantes de Buenos Aires.

 En la pampa argentina que pinta Hernández, el desprecio por la raza negra es significativo. Antes de matar al Negro, Fierro se burla de la negra que lo acompaña y, cuando se refiere a él, lo menciona como “el de hollín”, “porrudo”, “con motas”.Y canta: “a los blancos hizo Dios, /a los mulatos San Pedro, /a los negros hizo el diablo/ para tizón del infierno”.

Lo mismo ocurre con los extranjeros. En el momento de la leva describe despectivamente al inglés “sangiador” (el de “inca la perra”) que debe huir a la sierra; al organillero que, “cuando le tocó el arreo/¡Tan grande el gringo y tan feo!/ Lo viera cómo lloraba”;al italiano enganchado en el fortín del que dice que “tal vez no fuera cristiano,/ pues lo único que decía/ es que era papolitano”. Expresiones socarronas que se transforman en críticas abiertas. Dice Fierro “Yo no sé por qué el gobierno/ nos manda aquí a la frontera/ gringada que ni siquiera /se sabe atracar un pingo.”

Precisamente en 1972, cuando se publica la primera parte de Martín Fierro, un grupo de paisanos,comandados por el gaucho Jacinto Pérez, disgustados por la presencia de extranjeros, idearon un plan de exterminio.Robaron sables en el Juzgado de Paz y, al grito de “¡Vivan la Religión y los masones!» y «¡Maten gringos y vascos!» degollaron al organillero de la plaza, a nueve vascos que viajaban en carretas, al almacenero y a toda su familia (entre ellos, una nena de cinco años y un bebé de meses) y a los dependientes y pasajeros que estaban en el lugar. En total, treinta y seis extranjeros, la mayoría vascos.


En ese contexto de descrédito de los paisanos hacia un nuevo grupoque venía a integrarse a la campaña, con hábitos y cultura diferentes, las palabras que Hernández pone en boca de Fierro no hacen más que repetir conceptos que circulaban entonces.

Tampoco puede esperarse una mirada piadosa a otro grupo social que está siendo eliminado en el mismo momento en que Hernández escribe su obra: el indio. Le da voz al gaucho, pero se la niega al indio. Y el gaucho no considera al indio como un semejante. Basta uno del los tantos ejemplos que pueden extraerse del poema:

“El indio pasa la vida/ robando o echao de panza. /La única ley es la lanza/ a que se ha de someter. /Lo que le falta en saber/ Lo suple con desconfianza.”

Hernández pone en escena, en Martín Fierro, el imaginario social alrededor del “problema del indio”. La opinión pública en general daba apoyo a su exterminio porque-como señala Vanni Blengino, en La zanja de la Patagonia- en la guerra contra el indio, el tiempo sustituye al espacio como horizonte del conflicto, se trata de un conflicto entre la modernidad y la prehistoria, y la campaña del desierto debe corregir ese anacronismo. La palabra desaparecer es frecuente en los escritos de la época al hacer referencia a animales e indios.

En la primera parte, Hernández ya había descripto a los indios como bestiales e inhumanos y, no obstante, sobre el final del poema, cuando con Cruz rompen con la civilización y se van a vivir a las tolderías dice: “Allá no hay que trabajar / vive uno como un señor”. Sin embargo, en la segunda parte no escatima imágenes de horror para describir su ferocidad y, desde luego, la necesidad de exterminarlos: “He presenciado martirios/ He visto muchas crueldades/ Crímenes y atrocidades/ Que el cristiano no imagina;/ Pues ni el indio ni la china/ Sabe lo que son piedades.”

En el año en que se publica La vuelta de Martín Fierro(1879),Roca -junto a un grupo de militares- enarbolan una bandera en Choele- Choel, celebran una misa y festejan. Hanlogrado, dicen, “el dominio de la civilización frente a la barbarie” y están convencidos de haber realizado la ocupación definitiva de la Patagonia.

Han sido en vano los intentos de Calfulcurá por mantener en vilo a los sucesivos gobiernos hasta ser derrotado en la batalla de San Carlos, en 1872. A su muerte a los 101 años, lo sucede su hijo Namuncurá, y, acompañado por sus guerreros, se propone cumplir el mandato de su padre. Pero el plan de exterminio de Roca determinó la derrota de los pueblos originarios. Fue en ese mismo año en que Hernández le hacía decir a Fierro: “Estas cosas y otras piores/ las he visto muchos años;/ pero si yo no me engaño/ concluyó ese vandalaje,/y esos bárbaros salvajes/ no podrán hacer más daño.”



En los dos años en que Hernández publica la primera y segunda parte de su Martín Fierro (1872 – 1879), se disputaban en la realidad algunas cuestiones que se colaron en el texto. Cada libro es hijo de su tiempo y es escrito desde un paradigmaideológico. Rojas y Lugones canonizaron al Martín Fierro entendiendo que la gauchesca era un modelo de integración nacional.Un poema épico que expresaba la vida heroica de una raza, como la Ilíada o la Odisea. Borges vio en él una interesante novela de un tipo que en la primera parte es un asesino y en la segunda da sabios consejos de autoayuda. Fernando Solanas, en su película de 1975, Los hijos de Fierro, encuentra una metáfora de las luchas sociales del siglo XIX que se replican el XX.

Hernández, no hay duda, escribió con la realidad repiqueteándole en la cabeza.

 

 

domingo, 24 de abril de 2022

DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO y de los DERECHOS DE AUTOR.

 




Discurso pronunciado por Federico Garcia Lorca en la inauguración de la biblioteca de su pueblo natal, Fuente Vaqueros, en 1931


"Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro."


Federico García Lorca


 



Para no olvidar que la cultura es nuestra vida y nuestro oxígeno, la única cosa que puede cambiar el mundo.


 


‎"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.


Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.


No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.


Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?


¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.



Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."


#conabip 

#bibliotecaspopulares 

#NoALaLey27432

jueves, 14 de abril de 2022

"Me revienta la novela rollo chino" : (sobre origen y desarrollo del hipertexto)

 

,por María Cristina Alonso 



Precursores del hipertexto

A mediados del siglo XVIII, un clérigo de Yorkshire, escribe un libro que no narra una historia convencional sino que, desde lo formal, emprende toda una proeza: proponerle un juego al lector, que arme él mismo el relato. Porque Laurence Sterne, en Tristam Shandy, escribe, en pleno siglo de las luces -cuando la razón ordena y reglamenta- una novela que escandaliza a sus contemporáneos. La dedicatoria aparece al principio del volumen noveno, el prólogo en el capítulo veinte del volumen tercero. Hay capítulos que parecen faltar y aparecen en otro lugar, hay una página toda negra en señal de duelo y otra toda en blanco sobre la que podremos leer lo que dicte nuestra imaginación. Hay capítulos extensos y otros que ocupan un renglón.
Sterne propone en su original obra una lectura peregrina, azarosa, porque como señala en el capítulo catorce del Volumen 1: “Si un historiógrafo pudiera conducir su historia como un arriero guía a sus mulas –siempre hacia adelante-, -por ejemplo desde Roma hacia Loretto, sin volver la cabeza ni una sola vez ni a derecha ni a izquierda, -podría arriesgarse a predecir cuándo va a llegar al término de su viaje, con una hora de más o de menos; pero la cosa es moralmente hablando, imposible: porque si es un hombre con un mínimo de inteligencia, le surgirán cincuenta desvíos que se aparten de la línea recta, para tomar tal o cual camino y no podrá evitarlos de ninguna manera”. Y así detalla Sterne los componentes que interceptarán la linealidad de su historia: relatos que compaginar, anécdotas que recoger, inscripciones que descifrar, cuentos que entretejer, tradiciones que examinar, personajes que visitar. Es decir, lo que nos propone este vicario que pronunciaba excéntricos sermones en su púlpito de Yorkshire, es la futura narrativa hipertextual.
El lector de los hipertextos en la red se vuelve un lector activo, es quien decide generalmente orientado por su propia intuición el camino que recorrerá. Leerá en función de sus intereses y conocimientos previos
En los hipertextos el usuario se convierte en "lector activo de información", él es quien decide, algunas veces orientado por la propia estructura del programa y otras por su propia intuición, qué camino recorrerá, a qué le prestará más atención, y por dónde orientará su búsqueda. Sin olvidarnos que en cualquier fase del proceso puede tomar la decisión de volver a replantearse las decisiones iniciales.
Así también lo concibe Julio Cortázar en su novela Rayuela, considerada una obra a precursora del los actuales hipertextos. En ella el lector participa, lee en forma aleatoria como lo propone la lectura digital. Cortázar ataca el modo de la lectura clásica, desarticula la concepción heredada del objeto libro, que es limitado.
Rayuela se divide en dos partes, la segunda es denominada por el autor “capítulos prescindibles”. En ella se conjugan reflexiones, citas, recortes de periódico, narraciones. El autor propone dos lecturas: ir del capítulo 1 al 56, si pretende ser un lector tradicional o ir saltando de capítulo en capítulo como lo sugiere en el “Tablero de dirección” con el que comienza el libro. No obstante hay más posibilidades de lectura, otros posibles órdenes que el lector puede seguir libremente. Dice Cortázar: “A su manera éste libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros"
En el capítulo 99, se plantea la estética de Morelli, uno de los personajes de los capítulos prescindibles: “Morelli es un artista que tiene una idea especial del arte, consistente más que nada en echar abajo las formas usuales, cosa corriente en todo buen artista. Por ejemplo, le revienta la novela rollo chino. El libro que se lee del principio al final como un niño bueno. Ya te habrás fijado que cada vez le preocupa menos la ligazón de las partes, aquello de que una palabra trae la otra... Cuando leo a Morelli tengo la impresión de que busca una interacción menos mecánica, menos causal de los elementos que maneja; se siente que lo ya escrito condiciona apenas lo que está escribiendo.”
En el capítulo 154 Morelli define a su obra: “Mi libro se puede leer como a uno le dé la gana. Liber Fulguralis, hojas mánticas, y así va. Lo más que hago es ponerlo como a mí me gustaría releerlo. Y en el peor de los casos, si se equivocan, a lo mejor queda perfecto”.
Hacer del lector un cómplice, un camarada de camino. El lector, según Morelli (capítulo 79) puede llegar a ser un copartícipe y copadeciente de la experiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento y en la misma forma. “…le da como una fachada, con puertas y ventanas detrás de las cuales se está operando un misterio que el lector cómplice deberá buscar (de ahí la complicidad) y quizá no encontrará (de ahí el copadecimiento)”.
Sterne en el siglo XVIII, Cortázar en el XX imaginaron un más allá del objeto libro, entendido éste como algo limitado y cerrado. Ya no la novela rollo, sino un texto, como el digital, por el que el lector pueda andar a su antojo, acaso como lo hiciera ese Cortázar de la infancia leyendo El tesoro de la juventud que, como toda enciclopedia es fragmentaria, poblada de ilustraciones, relatos, fotografías, resúmenes de obras. Una pre-wikipedia que propone lecturas aleatorias.
Como el Libro de Arena borgeano, la Internet nos propone un número de páginas infinito, por donde podemos realizar siempre diferentes lecturas. En ese libro el número de páginas es infinito “Ninguna es la primera; ninguna, la última. No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita admiten cualquier número”. El libro de Borges como la arena –como la web- no tiene ni principio ni fin.

Recorriendo los senderos de nuestra Patria Grande y sus Hacedores de LIJ: Oscar Pantoja, pionero de la novela gráfica en Colombia

  Reflexiones sobre literatura del escritor colombiano Öscar Pantoja ¿Qué y cómo leen hoy los jóvenes en Colombia?  Se está escribiendo desd...