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miércoles, 28 de agosto de 2019

El umbral en los libros álbum



por María Cristina Alonso

Como varios teóricos del género coinciden, el libro álbum es un género experimental, equiparable a las escrituras de vanguardia contemporánea para adultos. Como lo señala David Lewis (1999), en "La constructividad del texto: El libro-álbum y la metaficción", el acercamiento entre el libro álbum y la ficción "experimental" para adultos reconoce elementos metaficcionales, es decir pone en evidencia la condición misma de la ficción.

 Se entiende por libro-álbum a aquella producción literaria dirigida especialmente a un público infantil, en la cual se combinan imagen y texto con sentido de codependencia entre uno y otro.


Es diferente del libro ilustrado debido a que en este la imagen ilustra lo que el texto lingüístico dice y por eso, si se quitan las imágenes, se puede entender su contenido sin ningún problema. Mientras que en el libro álbum hay un aporte conjunto entre texto e imagen para generar el respectivo contenido.
Esta interdependencia del lenguaje visual y verbal propia de los libros álbum propone al lector un permanente desafío en la construcción de sentido dado que imágenes y palabras dialogan, se contradicen o amplían significaciones.
Libros que no abordan historias aleccionadoras sino que transgreden las reglas de la ficción realista y, en muchos casos, muestran las  técnicas de construcción  utilizadas para realizarlos. Así como también muchos de ellos, carecen de palabras, son los libros silentes, libros que desarrollan su narratividad y sedimentan las posibilidades de interpretación en la narración visual.
Para Cecilia Bajour (2016), en los libros álbum predomina la construcción de la sorpresa como clave principal del relato, recuerdan dos juegos emblemáticos de la infancia constituyentes de la cultura de los niños/as: la adivinanza y la escondida. Decir y callar, mostrar y ocultar propia de los juegos infantiles.



Los relatos empiezan antes de abrir el libro y terminan mucho después de acabar de leer la última frase de la historia o de observar la que parece ser la última ilustración narrativa.
 Un ejemplo es el libro Trucas del ilustrador mexicano Juan Gedovius. El verde personaje que aparece en la cubierta se asoma a nuestro mundo con cara de preocupación invitándonos a abrir el libro para enterarnos de lo que le ocurre y que no es más que una travesura gráfica.
Por lo tanto, la combinación entre imágenes y texto se realiza en forma sinérgica. Cada uno de los códigos que conforman el “texto” poseen medios expresivos particulares y sus propias convenciones.

Como obras posmodernas, los libros-álbum representan un mundo polifónico en el que se multiplican y diversifican distintas líneas narrativas obligando al lector a establecer coherencia entre ellas.

Otra de las cuestiones que plantean estos libros innovadores, como lo señala  Colomer (1996), es en torno a su temática. Aparecen temas duros que buscan un impacto emotivo y que antes quedaban fuera de la literatura infantil.


Rosa Blanca de Christophe Gallaz y Roberto Innocenti (Lóguez Ediciones, 1987),  es un libro ambientado en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y en él aparecen niños en campos de concentración nazi.
En general, los libros-álbum ponen en tensión las maneras de percibir el mundo cotidiano. Son libros incómodos, libros que invitan al lector a cuestionar, a mirar las cosas desde otros ángulos que no son los convencionales. Son libros que piensan en nuevos lectores y en nuevos modos de leer, productos de una sociedad en la que impera la imagen. Libros que esperan un lector activo desafiando marcas genéricas y proponiendo intertextualidades en el campo de la literatura, de las artes visuales, del cine, de la publicidad.

 Libros como los de Isol, interpelan a la infancia desde personajes que alteran lo esperado por la tradición, rompiéndola. Libros que demuestran que el humor es territorial y que, en oportunidades provocan ciertos desacoples entre la realidad y el contexto. 

El umbral en los libros álbum


Las historias en las que aparece el umbral que lleva a los personajes del mundo real a otro lugar donde las cosas funcionan diferente, se presenta también en los libros- álbum.



 En el libro La pequeña niña grande de Uri Orlev y Jacky Gleich, (Norma,1999)  Daniela, la niña protagonista,  parece preocupada desde el comienzo del relato por su tamaño. Hasta que un día, Daniela se despierta y se encuentra convertida en una persona muy grande mientras que sus padres han empequeñecido. Si bien el sueño aparece como el umbral en donde la niña pasa a ese “mundo del revés” en el que ella asume el rol de los padres, los apresta para ir a trabajar y los reprende frente a sus faltas, el umbral aparece en la imagen: una puerta que lleva a ese otro mundo en donde Daniela es grande y cambia de rol:







Así como los personajes de las novelas de aventuras suelen vivir las peripecias y los peligros como algo natural sabiendo que la aventura es los contrario de la vida cotidiana, en Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak, (Anagrama,1977) las travesuras de Max, el protagonista, son castigadas por la madre que lo manda a la cama sin cenar. La habitación de Max se convierte en un bosque poblado de monstruos al que el niño llega después de navegar en una pequeña embarcación. Sendak resuelve el pasaje de un mundo a otro a través de la diagramación de la página. Si al comienzo las imágenes del mundo real aparecen enmarcadas -son las seis primeras páginas- a medida que Max transita hacia  otro espacio y tiempo, el mundo de los monstruos, sin que se diga que es un sueño o una fantasía, la habitación se puebla de árboles y  la imagen se ensancha y ocupa todo el espacio de la página.



 Es decir el pasaje del mundo de Max al de los monstruos, se produce de manera paulatina, especialmente en la imagen, y sin que se expliquen con claridad las razones del cambio de mundos. En ningún momento se dice, ni en el texto ni en las imágenes, que se trata de un sueño o de una fantasía de Max, lo que, en definitiva, daría una explicación al extraño acontecimiento.




 En Flotante de David Wiesner, (Océano Travesía, 2007) el mar trae a la playa una antigua cámara de fotos que recoge un niño. Al revelar el rollo aparece un mundo marino surrealista y fantástico, extraños peces mecánicos, pulpos sentados en sillones burgueses, extrañas edificaciones hechas con caracolas. El mundo real, dibujado con un realismo extremo, contrasta con este otro que aparece en las imágenes rebeladas. El umbral, aquí se manifiesta a partir de un artefacto tecnológico, la vieja cámara que permite al niño vislumbrar un mundo distante en el que otros niños también usaron la cámara para retratarse. Es decir que se invierte el sentido de la credibilidad de la imagen. Se supone que a diferencia de la ilustración, la fotografía captura lo real, sin embargo aquí, descubre un mundo maravilloso.


Como sostiene Pablo De Santis al abordar la novela para niños, las entradas a esos mundos fantásticos son inolvidables para el lector, porque estos umbrales funcionan como metáfora de la lectura misma. “El héroe tironeado entre la realidad y el reino mágico se convierte en metáfora del lector,siempre vacilante entre la vida cotidiana y el oscuro poder de la ficción.También la lectura consiste en atravesar un umbral.” 




sábado, 24 de agosto de 2019

Entrevistas. Nora Hilb, ilustradora






Cuándo descubriste tu gusto por las artes plásticas? ¿Dibujabas de niña? ¿Provienes de una familia con sensibilidad artística?

Siempre dibujé... siempre. Llenaba de garabatos pequeños blocks de mi mamá que se encontraban al lado del teléfono para anotaciones. Inventaba historias ilustradas, hacía libritos, era una pasión. Y lo sigue siendo.

¿Qué te aportaron tus estudios académicos de Bellas Artes ?

Soy autodidacta... no tuve estudios académicos y gracias a la generosidad de colegas y amigos fui adoptando ciertas técnicas y adquiriendo nuevos conocimientos. De pinturas, técnicas, de diferentes tipos de papeles, sus gramajes, etc.

Durante algún tiempo fuiste y sos profesora de artes plásticas de niños. ¿Qué influencia tuvo esa etapa en tu quehacer profesional posterior?

Nunca fui profesora de artes plásticas. Me recibí de maestra jardinera pero solo ejercí una semana... Osada juventud la mía... Es que de verdad no sabía que podía ser una profesión la de ilustradora, por lo que seguí los estudios de jardinera, que era lo que había sostenido siempre que haría. Pero supe de un grupo de cine para chicos, y para allí fueron mis ganas, por lo que renuncié al trabajo en el jardín de infantes que me había convocado y comencé a dibujar para películas de animación. Como todos los integrantes del grupo, ad honorem, en C.IN.E. – Cine Infantil Educativo, con sede en Vicente López. De allí, muchos de nosotros emigramos a México en 1976, en los albores del golpe de estado, cuando comenzaron a perseguir a los grupos culturales.

¿Qué te atrajo de la ilustración de libros para niños y cómo te insertaste profesionalmente en ese mundo?

Lo que me gusta ilustrar, lo que busco plasmar en mis dibujos, es el humor y la ternura. Y sobre todo, me gusta ilustrar historias. No dibujo si no hay historia, si no hay relato, es lo que me gusta hacer. No dibujo nunca por el gusto de dibujar. Ponerle imágenes a un cuento, propio o ajeno, es lo que me mueve y conmueve.






Cuando se observan las ilustraciones de tu etapa inicial y las más recientes, se intuye un largo camino de búsquedas expresivas y de maduración profesional. Hoy día posees un estilo muy personal y fácilmente reconocible. ¿Cómo llegaste a conseguirlo?
Ilustro para los más chicos... quizá porque mi estilo a los editores les parece más adecuado para la infancia. O porque me causa placer pensar en un lector jovencísimo y agregarle pequeños detalles juguetones a las ilustraciones que ellos disfrutan y que quizá ni aparecen en los textos... Yo misma me defino como ilustradora de libros para los más pequeños.
Dibujo, buscando que la escena, los gestos, me conmuevan. Esto es algo muy personal... Siento que si me provoca determinado sentimiento o sensación la forma en que interpreté y dibujé alguna escena, también se la provocará al lector. Pero somos todos muy diferentes, y lo que me sucede a mí puede no pasarle a otro. Por lo que celebro la diversidad de ilustradores que somos. Tanto a la hora de elegir algún libro para mirar, leer, como para ilustrarlo desde la perspectiva del editor.

¿Con qué técnicas te sientes más a gusto, más vos?

Me encanta ilustrar con lápices de colores o simplemente con lápiz negro de grafito. Luego, gracias a la tecnología, corrijo los dibujos digitalmente, los retoco. Pero también uso tintas al agua.

¿Qué esperas del lector que se enfrenta a tus imágenes gráficas?

Espero siempre que el lector se emocione con lo que me emociono yo al ilustrar tal o cual texto. Que se ría y divierta como lo hago yo al inventar las imágenes...

¿En qué género te sientes más cómoda ilustrando: poesía o narrativa? ¿Tienen exigencias diferentes para ti?
Me gustan ambos géneros, por igual. Pero eso sí, me tengo que enamorar del texto. Si no es así, prefiero no ilustrarlo.

¿Qué libros de los que has realizado sentís que representan mejor tus búsquedas como creadora?

Hay libros que quiero especialmente... Libros ya de hace muchos años: "Tutú Marambá", de María Elena Walsh (Espasa); "Miedo" y "Azul", de Graciela Cabal (Sudamericana/Random); la colección del "Lobo Rodolfo", escrita junto a mis hermanas Vera y Claudia (Loqueleo); la colección "Cosas cositas", escrita por mí y con fotografías de mi hija Marcela Cabezas Hilb (La Brujita de Papel) y también de la misma editorial, "Bicho Patudo", de Norberto Rey; la colección de "Gastón Ratón y Gastoncito", escrita por mí (AZ Editora) y "Cu Canguro", de Gabriela Keselman (Norma). Y libros para el exterior, algunos de los cuales fueron para mí grandes desafíos. Entre ellos, "Nora´s Ark", escrito por Eileen Spinelli (Zonderkidz, USA).
Hay más... pero este es un resumen de algunos que me representan en mis búsquedas como ilustradora.



¿Qué creadores han marcado tu trabajo, bien como referentes o como paradigmas?
Me cautivó la ternura de un ilustrador español, Ulises Wensell, y el humor de uno alemán, Helme Heine. Luego hay muchos argentinos que admiro, pero no voy a mencionarlos porque temo olvidarme de alguno.

¿Cómo concibes la relación escritor-ilustrador-editor?

Concibo esta relación como una relación donde todos intentamos crear el mejor libro posible. Socios en una tarea. No siempre creo que sea necesario el intercambio con el escritor, pero puede resultar muy rico. Puede suceder también que nuestra interpretación, nuestra lectura del texto, varíe con la del escritor. En tal caso, quizá agreguemos elementos impensados a la historia, sin hacerle perder su esencia. Y quizá enriqueciéndola... todo es posible. También la insatisfacción del escritor al ver su obra, de algún modo diferente, a como la concibió.
Los ilustradores no adornamos los textos, los interpretamos, volvemos a contar la historia con imágenes, de un modo personal. El mismo cuento ilustrado por diferentes profesionales, será absolutamente distinto en todos los casos. Con improntas personales, con interpretaciones y lecturas varias. Concibo el libro resultante como un todo, donde interactúa el texto con la imagen y no se puede desprender uno del otro. Porque en muchas ocasiones el dibujo suele "decir" lo que el texto no...

¿Qué elementos de un texto son importantes para vos a la hora de acercarte a él plásticamente?
La tristeza, la alegría, la soledad... noche, día... todos elementos que me hacen "pensar" la ilustración desde diferentes perspectivas, en cuanto a colores, tamaños... Un ejemplo de esto es como pensé los miedos del chico en el libro "Miedo" (Graciela Cabal), de hace casi 20 años. Escenas oscuras... y a medida que los miedos se disipan cambia la técnica en cuanto al uso del color y la luminosidad de las escenas.

Cuando miras hacia atrás tu obra publicada, ¿qué piensas de ella?

Miro atrás... y querría que un montón de libros no existiesen más. Veo algunos y me sonrío... Se crece, en todo. En la ilustración también.
Fue un enorme camino de aprendizaje, sobre todo porque comencé a ilustrar en un momento de grandes posibilidades, en editoriales que daban oportunidades a recién llegados a la profesión. Tengo muchos agradecimientos que dar a aquellos editores que confiaron en mí. Los recuerdo a todos. Y gracias a libro tras libro tras libro he llegado hoy a ser una ilustradora cuyos libros "viven" en los jardines de infantes, las aulas y los hogares argentinos. Este, es para mí, un valiosísimo premio...


¿Qué libro te gustaría ilustrar?

Estoy esperando ilustrar el quinto libro de la colección del "Lobo Rodolfo" (Loqueleo), cuyo texto ya fue aprobado. Es uno de los proyectos más entrañables que tuve y tengo, junto a mis hermanas Claudia y Vera Hilb. Si hablamos de otros autores, querría seguir ilustrándole, entre otros, a Margarita Mainé, a Gabriela Keselman, cuyas obras disfruto verdaderamente.
Por último, para ser sincera, mi mayor deseo de ilustrar un libro determinado se cumplió. Fue "Tutú Marambá", de María Elena Walsh, hace muchísimos años. Siempre había querido ilustrar la Canción del Gato Confite incluida en el libro... Y lo hice. El libro fue editado por Espasa, los colores sobresaturados, una edición imperfecta. Pero yo, a pesar de eso, me sentí inmensamente feliz.



@ Eduardo R. Burattini


“Liliana Bodoc: marchar al  encuentro del semejante”

@ Adrián Ferrero




     Cuando en 2013 Liliana Bodoc publica su breve novela “El perro del peregrino” convengamos que asume un riesgo alto porque también sabe que la materia que abordará en ese libro cifrada en términos de un argumento literario sería polémica. Eso no la arredró en modo alguno. Es más, lo hizo como parte de un ejercicio a mi juicio completamente coherente con su proyecto creador que consistió, ya desde sus bases fundacionales, en un ejercicio de valentía. Hubo sin embargbo también mucho respeto. También agregaría a ella que Bodoc no conoció, al menos desde el punto de vista de las distintas materias que fue trabajando en su bibliografía, la cobardía. Se fue acentuando una cierta idea de que era de naturaleza sustantiva que una poética se atreviera a abordar ejes problemáticos en torno de asuntos políticos. No facciosos ni partidistas, pero sí apostando a ciertos principios que consideró los elementales para la dignidad de las personas: la dignidad, la libertad, la igualdad y el respeto del semejante. También el rechazo de toda forma de la violencia. Es posible rastrear estos temas, desde una dimensión compleja, en toda su producción, abordados desde puntos de vista y fábulas diferentes y también desde una mirada prismática que tampoco se permitía los lugares comunes en torno de lo que debía ser un discurso combativo. En efecto, Liliana Bodoc fue inteligente, por un lado. Y tuvo grandeza, por el otro. No aspiró a descalificar a nadie. Pero sí se apresuró a realizar fuertes señalamientos e intervenciones de una intensidad sin precedentes en el marco de la literatura infantil y juvenil (además de la de para adultos) argentina en torno de discursos o prácticas que atentaran contra los valores humanistas arriba señalados. Un utopismo que jamás la abandonó la hizo privilegiar, por ejemplo, el sustrato aborigen como referencia natural de sus sagas “de comienzos”. Más tarde llegarían otros.


     Pero vayamos a “El perro del peregrino”. El sintagma que compone su título pone en un segundo plano al amo y, en cambio, lo sustituye, cambiando el foco, por su mascota. Esto nuevamente es otro indicio: a Liliana Bodoc le interesa no tanto concentrarse en formas tradicionales tanto de referir historias como en el modo de hacerlo de modo renovador pero sin estridencias. Sino en una exploración permanente de puntos de vista, procedimientos y contenidos que alumbren posibilidades inéditas, en su caso concreto en la narrativa de imaginación. Y procedió de este modo también en su producción para todas las edades. Quiero decir con esto: no subestimó a nadie, cualquiera fuese su edad cronológica. Estaba pensando todo el tiempo en abordar a su literatura desde la integridad más que desde la división o clasificación por taxonomías. Por otro lado, uno se encuentra en su poética con un caso sin precedentes: sus libros pueden ser leídos desde los adultos tanto como por los adolescentes o incluso los niños. Este don de “escribir para todas las edades” es infrecuente. Con mediaciones mínimas, estoy convencido de que esto es posible y es lo que marca el contraste con otras poéticas argentinas e incluso universales. Liliana Bodoc aspiraba no solo a lo universal por el abordaje de sus argumentos sino por el modo de hacerlo. Su poética era una poética fundamentalmente accesible, sin obstáculos ni hermetismos. Ello no le restó una gota de excelencia estética a sus cuentos y novelas.
     Y concretamente en el caso de “El perro del peregrino”, una producción muy próxima a sus últimos años si tenemos en cuenta este reciente 2018 en lamentablemente para la comunidad argentina y del mundo partió, afrontó un desafío incuestionable. En efecto: se confrontó con el relato comprometido de una versión del evento probablemente más relevante de la Historia de la Humanidad, junto con su creación: el de la vida de Cristo. Y es aquí entonces cuando retomo la noción de temas de naturaleza polémica porque imagino que al momento de escribirla ella sabía perfectamente que se movería en un acantilado peligroso. Convertir a Jesús en asunto de una novela, esto es, el hombre más relevante de la Historia para la mayoría de la Humanidad en personaje de ficción, suponía un tratamiento de orden delicado. Respetuosa como fue siempre tanto con la diversidad como con la diferencia de toda índole y de toda naturaleza, Liliana Bodoc sin embargo afronta y confronta reelaborando a una personalidad a la que hace devenir personaje de una nouvelle, esto es, de una ficción. Procederá a una representación literaria de una figura de existencia constatable y de existencia constatable de orden públicamente mayúsculo. Lo desrealiza como persona para realizarlo como materia literaria. Eso por un lado. Por el otro, de modo casi irremediable (y yo considero que hasta deliberado) dialoga con el relato oficial que la Iglesia daba de él en el marco de su dogma de fe. Sin negar sus atributos magníficos, es una figura que es abordada desde su dimensión más humana. Porque le interesaba la figura de Jesús precisamente me parece más desde ese óptica. En tanto que hombre defensor de valores dignos, virtuosos y arquetípicos. Considero que la dimensión más interesante de este libro es que toma de los Evangelios menos su constelación de sentidos teológicas que sus posibilidades creativas. Este es el punto y desde aquí leo a Bodoc. Porque ella es una escritora de ficción y no una Maestra de la Iglesia, motivo por el cual no se sentiría, de modo humilde, como lo fue, autorizada a emitir juicios acerca de puntos de vista acerca de temas de la fe sin conocimiento, esto es, apresurados e infundados, ni tampoco invectivas en su congtra, porque no era una persona irrespetuosa o falta de modales. Era tal su sentido del pluralismo, a mi juicio, que en cambio sentía la consideración propia de quienes con responsabilidad hablan de lo que saben, que es la literatura y la escritura. Su territorio, su campo y su verdadero saber. No obstante, narrar la biografía de Jesús supone una visión particular (pero sin particularismos) de su mensaje así como de lo que de él hoy en día está vigente o quienes en él creen ponen en práctica a la hora de actuar y vivir. Así, Liliana Bodoc, trayendo la figura de Jesús al presente bajo la forma de una representación per evidentemente de naturaleza histórica y no una mera invención, restituye su mensaje, por un lado. Por el otro, nos lleva a una reflexión a fondo de qué de su mensaje quienes en él afirman creen ponen en práctica sus lecciones. Este punto lo veo clarísimo. No hay una casualidad en la llegada de Jesús a su ficción. Es una figura que encarna valores que estima, precisamente, intachables, preciosos y que deben permanecer inmarcesibles, sin ser ni adulterados ni manipulados desde la conveniencial.
      Liliana Bodoc no iba a cuestionar puntos de vista acerca de la doctrina cristiana por dos motivos. En primer lugar porque respetaba a una figura que ante todo predicó el respeto hacia el prójimo. Y en segundo lugar porque respetaba demasiado a su prójimo, incluso eventualmente disintiendo con él (cosa que a ciencia cierta ignoro y sería temerario de mi parte afirmar), para que nadie pudiera sentirse sensible a un mensaje que ofendiera sus creencias. De modo que he aquí nuevamente a una persona íntegra que, sin embargo, no hace concesiones. Va al rescate de la figura paradigmáticamente más digna de la Historia de la Humanidad alguien que ante todo lo fue y lo demostró.  
     Sabe que abordando un tema de esta naturaleza media Humanidad no le tendrá simpatía si no lo hace desde el repudio. Y la otra mitad no se la tendrá si lo hace desde una posición heterodoxa o bien Porque no todo el mundo tiene en claro que la ficción no es tan simplista como para ser confundida con un panfleto. Pero he aquí la grandeza (y la brillantez) de Liliana Bodoc. Porque en efecto, apoderándose de una historia que detentaba exclusivamente un libro sagrado venerado, lo toma como materia literaria desde una perspectiva narrativa singular. Pero su abordaje, es el justo. Ni más ni menos. Se comporta a la altura de las circunstancias. Se apodera de un relato oficial para cifrarlo según sus propios términos. Pero no es blasfema. En tal sentido, si bien no se arredra ante la inspiración por tomar como tema literario una historia que es Historia. Tampoco es una persona que se deje de comportar con todo el esmero y la consideración que le merece el semejante que asume esta historia como Historia Sagrada. Subyace al libro, entonces, esta encomiable tarea que Liliana Bodoc realiza de modo magistral. Ni agravia, ni se arredra. Toma de una Historia codificada durante siglos, solo lo que le conviene. Asume que seguramente el mundo ateo no verá con buenos ojos que ella otorgue crédito virtuoso a una persona que para muchos resulta alienante y enemiga de su cosmovisión materialista y que no concibe el espiritualismo sino bajo el ateísmo o el agnosticismo. Lo que no es sinónimo, me gustaría dejar en claro esto, que ser ateo sea sinónimo de no responder a una ética virtuosa.


     Plantearía entonces en estos términos la estrategia deslumbrante, de escritura capaz de crear a un Satanás con un clima ominoso de modo que pocas veces he visto a lo largo de toda mi historia de lector. De poner su imaginación potente y frondosa al servicio de narrar una Historia que ella convierte, con palabras modestas, en historia, con minúsculas. Esto es, en materia literaria. Y, el otro punto que considero primordial aquí, ya desde su título, consiste en que no admitirá la voz autoritaria que narre esta trama sino la de un humilde cachorro. Esto es: ni tan siquiera un humano. El más humilde de entre los seres de la tierra. Quizás ese ser que como nota dominante suele ser el apego, la fidelidad y un sentimiento de devoción hacia su amo que, en este caso es la palabra clave. La devoción. Pero que también quiere sea la valentía llena de bravura de quien suele defender un hogar con sus dientes, sus orejas y su olfato. Quizás fueron todos esos sentidos los que Liliana Bodoc puso a funcionar para, al momento de escribir su historia, hacerlo en los término apropiados y en el tono justo. Y el equilibrio y la armonía que no condujeran ni al odio y las divisiones. Sino la concordia. Y a la reconciliación. En el medio por supuesto que estaría el disfrute gozoso en su maestría del ejercicio literario. Y el abrazo del semejante que marcha al encuentro del semejante. Sin sectarismos, odios ni confrontaciones. Simplemente la comunión.


CUESTIONARIO ENTREVISTA CON LA NARRADORA Y CUENTA CUENTOS TERESITA BUSTOS 




-¿Cómo y cuándo descubriste que tu destino estaba ligado a la transmisión de la cultura a través de la oralidad?


Es una pregunta interesante,  dada mi personalidad de hacer  en forma continua nunca me detuve a pensar sinceramente sobre este hecho, pero se viene a mi mente un recuerdo que creo que fue determinante en mi vida y que me hizo asumir el compromiso cultural que implica la transmisión de historias a través de la oralidad. Te cuento, un día bastante complicado después de salir de una reunión poco agradable, iba caminando por las calles del centro de la ciudad y pasa por la calle un carro de los que juntan cartones en la calle con unos chichos,  ellos me gritan –Tere somos la banda de los vampiros uha uh uh ha…- ese es un cuento de una amiga Margarita Rodríguez de humor/miedo muy divertido que siempre narro.  El tema es que ese echo me lleno el alma de sentido, creo que ese día fue cuando encontré mi misión en la vida y asumí el compromiso de llevar las historias, la fantasía y el amor por la lectura a los espacios más vulnerables, los espacios donde los libros valen por que se pueden quemar para calentarse las manos o se venden por kilo de papel para comprar comida.  Esto sucedió una mañana en el mes de junio o julio en La Plata y en el mes de agosto  junto con otras soñadoras hermanas de la palabra  estábamos fundando la Asociación Narradores Argentinos en el año 2008.

¿Con quién aprendiste a narrar? 

 En una catedra de extensión libre en la Universidad de La Plata facultad de Humanidades con el grupo Cuento Encuentro y la profesora Luz Pepe,  después continué mi formación como narradora oral de historias, que continua hasta la actualidad.

¿Narrás para niños y adultos? En caso afirmativo ¿Cuál es la diferencia?

Si, narro para todo público, tanto niñes como adultos en el caso de los niñes  considero que hay que tener muchísimo material, la disposición continua y permanente a la improvisación, la flexibilidad y la escucha para con el público infantil.
 Contar a los niñes es mucho más adrenalínico, requiere de mayor entrega, requiere de un entrenamiento continuo de dinámicas y recursos. Fascinar y captar la atención de los chicos implica el darse permiso, como adulto narrador,  a jugar  con los errores y  los imprevistos,  disfruto mucho y me rio  cuando las cosas no salen como lo “planee” aunque poco planifico , será por eso que siempre voy con mi valija enorme de cuentos y libros cuentos, ya que para mí los cuentos vienen en múltiples formatos , no son títeres ni libros , o si … bueno como explicarte , las historias se visten de diferentes formas y así trato de plasmarlas , por ejemplo tengo un cuento de sumatoria que es una gran tela que se pliega de modo especial , otros vienen con algún mecanismo pop-up que yo misma construyo para mis espectáculos, o un libro de hechizos o un simple pañuelo que va transformando a medida que avanza la historia, todo el material que despliego en mis actividades llega a mi imaginación al leer una historia, luego pienso y planifico como hacerla realidad y como poder transmitirla, así  nacen las diferentes propuestas de construcción , digamos que es un proceso lúdico creativo que atraviesan las historias que  llevo en mi valija enorme.

En cuanto al público adulto a partir de los 40 años, podría decirte que tiene características propias, es  respetuoso, amable, que gusta de escuchar y reconoce la buena literatura , es más protocolar y formal  es a quien le cuesta más salir de su espacio de confort racional y socialmente establecido .
En el caso de los adultos, me parece muy importante destacar a los adultos mayores, o cuarta adultez, es decir pasados los 70 años de edad, en este sentido cuento con muchos años de experiencia  trabaje como cuenta cuentos en geriátricos durante  casi 15 años, también fui la responsable de la formación del grupo de abuelos cuenta cuentos de UPCN , trabajo que me permitió recibir el premio Ibero Americano Maravilladores , foro integrado por los países de Cuba, España, México y Argentina; Los adultos institucionalizados  en espacios de cuidado y contención como geriátricos y casas de guarda tienen su salud deteriorada por envejecimiento cerebral , problemas motrices  y deterioro físico entre muchos  otros, todo esto hace que el narrar en estos espacios sea especialmente diferente, y un tema que si desearas podríamos desarrollar en específico.
Ahora bien,  respondiendo a tu pregunta considero que  los adultos mayores,  se asemejan mucho a los niñes, es un público que no tiene reparo en expresar sus sentires cuando están escuchando un cuento, no reprimen sus deseos de participar si así lo quieren, del mismo modo que si no les gusta el cuento, relato u historia que están escuchando lo expresan a viva voz si pudor alguno. Sin embargo  las estructuras  de  prejuicio de un adulto son mucho mayores  con respecto de la de un niño.
También diré que a mi entender el adulto mayor necesita de la imagen anclaje histórico temporal para  darse permiso de entrar en el mundo de la fantasía, a diferencia  del niño que tiene  toda la curiosidad y frescura de quien está descubriendo el mundo y simplemente fluye en el mar de la imaginación.

¿Tu principal defecto? ¿Tu mayor virtud? (como narradora)

Mi principal virtud como narradora,  creo que es el amor que brindo e intento transmitir por el narrar. Pongo mucha importancia en la energía que a uno lo habita al momento de narrar, estimo es importantísima  ya que eso es lo que percibe quien nos escucha.
En cuanto los defectos que intento trabajar son  moverme menos  en el escenario, y hablar más pausadamente, cosa que tengo continuamente que tener presente al momento de narrar. 
-¿Cómo seleccionas tu repertorio?
Soy una gran lectora y coleccionistas de historias, soy viajera y escucha de relatos de la gente, me enamoro de un cuento lo preparo y lo tengo ahí, cuando llega su momento sale a la luz del público.  Los cuentos que considero que formaran parte de mi repertorio los guardo en carpetas, luego cuando me piden o es el momento de armar un espectáculo pienso en un hilo conductor que quiero seguir a lo largo de la presentación  y empiezo a buscar cuales para mi podrían serme útiles al objetivo que me he propuesto.

-¿Qué historias no debería desconocer ningún niño?

Nuestras leyendas, relatos  o mitos Argentinos  de tradición oral. Respecto de los cuentos literarios creo que los cuentos de la memoria e identidad, derechos del niño y los que relatan sucesos históricos argentinos.


¿Cuál fue el primer cuento que narraste en público? 

Siempre contaba desde pequeña a otros chicos, ya de adolecente  recitaba  el  Fausto Argentino  por Estanislao del Campo, o poemas como el Mio Cid, también me gustaba narrar las historias de los refranes populares, digamos con público de  familiares u amigos.  De modo profesional  mi primer cuento fue  el Sexo  y los ángeles de Mario Benedetti.

Te convocan frecuentemente a realizar narraciones en las escuelas ¿Qué le piden los maestros a un espectáculo de narración? ¿Qué valorizan los chicos? 

Bueno en mi caso los maestros me piden que hablemos mucho de nuestros cuentos, leyendas y mitos.  También me piden  abordar la oralidad  como puente vinculante para la comunicación con el otro y con la sociedad. Lo que valorizan los chicos es ser escuchados y divertirse, descubrir que se puede jugar con las palabras, la literatura y el saber  y que hay otras formas para acceder al conocimiento formal.

-¿Cómo describirías el panorama actual de la narración oral en   Argentina?

A mi entender la Narración Oral en Argentina está en  crecimiento , cada día somos más los narradores orales, y son más los que van naciendo en la enorme extensión de la Patria , antes éramos solo unos pocos y nos conocíamos tod@s  ahora no , algo que me parece muy  bueno hacen falta muchas voces  para que la historia  y la memoria estén siempre presentes y vivas, ahora bien esto implica asumir nuevos desafíos , para los más veteranos en este camino  es ser más creativos, renovar y actualizar el repertorio en fin seguir fascinando.  Para todos los narradores presentes y futuros el desafío es la creación de público, en mi primer viaje a Colombia como narradora me impacto  que en cualquier esquina o plaza uno dice:
-Cuentos, cuentos … llegan los cuentos-  y aparecen 200 personas  o más para escuchar una historia  espero que algún día pueda suceder lo mismo aquí en Argentina, el desafío es grande y está depositado en nosotros los narradores orales actuales ya que si una persona va al teatro y la obra no le gusta o no es muy buena , no deja de ir al teatro por eso , el espectador entiende que  no toda obra o puesta teatral  puede ser de su gusto , pero sí en cambio va por primera vez a ver o escuchar cuentos y no le gusta son muchas la posibilidades que no valla nunca más a otro espectáculo y que además  no recomiende ir a quienes aún no lo hicieron, por eso creo que los narradores y quienes forman narradores seremos los responsables del futuro del bello arte verbal que ejercemos como profesionales.

-¿Se puede vivir en nuestro país siendo cuentacuentos?

En lo personal, mi actividad como cuenta cuentos, es una  gran parte de mis ingresos. Pero como pasa en otras expresiones artísticas es necesario complementar con otro empleo.
La Narración Oral Escénica es una actividad temporal que se realiza a pedido o contratación puede ser convocada también  por algún motivo especial (festival, aniversarios, celebraciones , etc. )
En convocatorias puedo decir también que son pocas las que  incluyen la categoría narración oral, como verás  hay mucho camino que recorrer para formar público interesado en ir y abonar un derecho a espectáculo  de un cuenta cuentos. Soy optimista y creo que puede ser posible que en algún momento se revierta  y podamos  ser artistas reconocidos  en lo económico.
-¿Qué público te demanda mayor esfuerzo a la hora de narrar? ¿El público infantil o el público adulto?
Sin lugar a dudas los niños, ellos  necesitan que el Cuenta cuentos de  todo de sí en el escenario para enamorarse de las historias y los cuentos, y como todo amor juvenil  ha de ser intenso  y apasionado, como el amor de José de San Martín y Remedios de Escalada o  Romeo y Julieta.






Los desterrados del bosque

por María Cristina Alonso

   Hablemos de bosques que funcionan en los relatos para niños como fronteras entre lo real y lo maravilloso, como espacio en el que lo extraordinario sucede o donde se inicia el viaje.



   En El bosque dentro de mí, de Adolfo Serra (FCE, 2016), un álbum sin palabras, un niño encuentra en el agua no sólo su propia imagen sino a un misterioso ser que lo acompañará en un viaje a través del bosque. Este bosque diseñado con una reducida paleta de tintas negras y grises se irá poblando de ríos para vadear, de anchos cielos por donde pasan bandadas de pájaros, de sombras y de luces misteriosas, de pinos y abedules, de ojos y de estrellas. Por momentos la oscuridad parecerá ocultar por completo al niño que no está solo, la compañía del monstruo amigo le permitirá descubrir la maravilla de un cielo infinito.

   El camino parece largo pero al final el niño llega a la ciudad en donde su amigo, surgido de las entrañas del bosque, se diluye  y parece devorado por esa otra selva, la del cemento.


   El final surgiere la transformación del personaje y la vuelta al mundo natural, como subrayando que todos, en lo profundo, somos seres salvajes que huimos de los excesos de la civilización. El mismo autor ha escrito sobre su libro: “Yo quiero hablar de la naturaleza como algo abrumador, enorme, sencillo, brutal, bello. Los seres humanos como seres de la naturaleza. Pero también quiero hablar de la naturaleza interior. Crecer, madurar, evolucionar, cambiar. Descubrirse en otros, descubrirse en uno mismo, vernos y no vernos. El reflejo, la búsqueda, la identidad.”

   Italo Calvino publicó en 1966 un libro para niños titulado Marcovaldo, o sea Las estaciones en la ciudad. Está integrado por veinte relatos. Cada uno dedicado a una estación; el ciclo de las cuatro estaciones se repite cinco veces. Todos los relatos tienen el mismo protagonista, Marcovaldo, y siguen más o menos el mismo esquema.

   Marcovaldo es un  obrero un tanto caricaturesco, una especie de Charlie Chaplin, un hombre que viene de otra parte y que se encuentra exiliado en la ciudad industrial. Lo cierto es que Marcolvaldo no comprende el caos de la ciudad, las carencias en medio de la abundancia, la urbanización irracional.

   En uno de los cuentos, “El bosque sobre la autopista” (Ediciones de la Flor, 1976), Marcovaldo intenta paliar el frío que tiene su familia, pues en la noche del cuento se habían terminado las últimas astillas y sale a buscar leña. “Se puso cuatro o cinco diarios entre el saco y la camisa para hacerse una coraza contra los golpes de aire.” Calvino explica en el prefacio que escribe sus fábulas modernas de divagación cómico­ melancólica al margen del neorrealismo. Sus cuentos de Marcovaldo nacen cuando ya en Italia está agotado el tema de las familias pobres que no tienen nada para llevar a la mesa, la simple lucha por la supervivencia que tan bien documentó el neorrealismo en el cine y en la literatura. En esa Italia de los años sesenta el tema del hambre no se ha solucionado pero lo que denuncia la literatura ahora es la mercantilización de los valores humanos, la pérdida del sentido que convierte todo valor en términos de producción y consumo.

   En “El bosque sobre la autopista”, en el invierno helado de la posguerra, los niños confunden los grandes carteles publicitarios con los árboles de un bosque. La idea de salir a buscar un bosque en la ciudad la tiene Miguelito, el hijo menor de Marcovaldo que, lee un libro –sacado en préstamo en la biblioteca de la escuela, aclara Calvino-, sobre el hijo de un leñador que sale a juntar leña al bosque. Miguelito confunde a los árboles con los carteles luminosos de la autopista. El mismo Marcovaldo se suma a la empresa sorteando la mirada del policía y saca leña de los anuncios de madera terciada. “¿Libro para niños? ¿Libro para jóvenes? ¿Para adultos? Hemos visto cómo todos estos planos continuamente se entrecruzan. O más bien, ¿es un libro en el que el autor a través de la pantalla de estructuras narrativas simplísimas, expresa su propia relación, perpleja e interrogante, con el mundo?” Concluye en el prefacio.

   Otra fábula nos lleva a un bosque agredido por la sociedad industrial que construye una fábrica sobre la cueva a donde un oso se ha echado a hibernar. Se trata del cuento El oso que no lo era, escrito e ilustrado por Frank Tashlin, publicado por primera vez en 1946 y con sucesivas reediciones.

   Frank Tashlin, un norteamericano de  New Jersey fue en sus comienzos vendedor de periódicos y botones de un hotel, pero más tarde se convirtió en dibujante del equipo de Walt Disney y escribió varios guiones para las películas de Laurel y Hardy. Defensor de los oprimidos y marginados, escribió cuatro libros para niños llenos de humor y ternura, pero también con una denuncia implícita a la sociedad capitalista que deshumaniza al hombre.

   El oso del cuento al que nos referimos se despierta en primavera y encuentra que su cueva se ha convertido en una enorme fábrica. Es confundido con un obrero y nadie le cree que es un oso. “Usted es un hombre tonto, sin afeitar y con un abrigo de pieles”. Letanía que le van repitiendo el Capataz, el Gerente, el Vicepresidente, el Vicepresidente  Primero, el Presidente, los osos del zoológico y del circo. El oso sigue afirmando que sólo es un oso, pero se lo repiten tanto que al final pierde su personalidad y se suma al trabajo fabril despersonalizador. El Oso resiste hasta que la fábrica cierra y los obreros son despedidos. Vuelven a sus casas, pero el oso está solo y no tenía a dónde ir.  Como ve a una bandada de gansos que vuelan hacia el sur recuerda que el invierno está por llegar y busca una cueva para dormir durante toda la estación. No obstante, al trabajo de mentira sistemática al que había sido sometido (cualquier parecido con lo que los medios de comunicación hacen con la gente difundiendo noticias falsas es verdadero) dice: “Pero no puedo entrar en la cueva para invernar. No soy un oso. Soy un hombre, tonto, sin afeitar y con un abrigo de pieles.”

   Finalmente, en un acto de supervivencia, vuelve a sus raíces, escucha y lee lo que le dice el bosque y recupera su identidad.
   Estas tres obras, en donde el bosque y la sociedad urbana, industrial y consumista se muestran en contrapunto se alejan del estereotipo del bosque como aparece en los cuentos populares.

   Escondite de la bruja, lugar donde se abandonan niños, espacio de destierro o de desobediencia, escenario para ponerse a prueba y crecer, así ha sido contado el bosque en la literatura infantil por Perrault y los hermanos Greem. El locus horridus, tópico literario que viene de la cultura medieval en la que el bosque es un paisaje de complejo simbolismo, espacio de peligro, lleno de fieras, en especial lobos, territorio de temible oscuridad.

   Señala Bruno Bettelheim en sus libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas al referirse al bosque: “Desde tiempos inmemoriales, el bosque casi impenetrable en el que nos perdemos ha simbolizado el mundo tenebroso, oculto y casi recóndito de nuestro inconsciente. Si hemos perdido el marco de referencia que servía de estructura a nuestra vida anterior y debemos ahora encontrar el camino para volver a ser nosotros mismos, y hemos entrado en este terreno inhóspito con una personalidad aún no totalmente desarrollada, cuando consigamos salir de ahí, lo haremos con una estructura humana muy superior.”
   En los tres cuentos que hemos comentado, el bosque aparece como ese otro tópico de la literatura, locus amoenus, idealización de un mundo natural que la sociedad industrial, las ciudades de cemento y la aglomeración humana interceptan permanentemente para no permitirle al individuo encontrarse con su verdadero rostro.




Narradores y Cuentacuentos: Entrevista a la Narradora "Seño Norma"

  -¿Cómo y cuándo descubriste que tu destino estaba ligado a la transmisión de la cultura a través de la oralidad? Desde pequeña me encant...