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sábado, 31 de octubre de 2020

“El cancionero para adultos de María Elena Walsh”

 


                        

 por Adrián Ferrero

 

     Si tuviera que definir en unas pocas palabras de qué modo asisto como lector a este conjunto de piezas que leo (y no escucho), para el presente caso, como composiciones escritas, diría que se trata de producciones con un alto voltaje crítico respecto de la hipocresía, la doble moral, el autoritarismo, el machismo, la frivolidad, las ensoñaciones nostálgicas de ciertas mujeres cautivas del relato de un amor imposible, la rebelión contra las fuerzas de seguridad y su prepotencia, el desenmascaramiento de la avaricia, la denuncia irónica de la dominación del capital y sus agentes como vigorosos dictadores de la época contemporánea, las tramas del dolor social en todas sus facetas. Y, a cambio, una encendida defensa del pacifismo, la libertad de expresión, la realización de las personas, el encuentro entre semejantes desde la solidaridad, la posibilidad de construcción de un mundo cuyos conflictos puedan ser dirimidos según palabras y, como para cerrar, diría que proponen un ideal humanista de valores éticos en los cuales, de ser transgredidos, deberían ser sancionados (en términos ideales), por la comunidad o por la ley.

     El cancionero tiene una estructura tripartita que no respetaré linealmente para su análisis pero sí explicitaré. La primera, “Juguemos en el mundo”. La segunda, “Cancionero contra el mal de ojo” y, para cerrar, “Los sonidos del Nuevo Mundo”: Si bien guardan una cierta unidad temática, María Elena Walsh tiende a reincidir en torno de varios núcleos semánticos. A incorporar otros nuevos que sí comentaré. Y finalmente hay una unidad de tono que principalmente desde lo ideológico resulta incontestable. La edición que manejo es la primera de 2004 que reúne a los poemas y canciones en un mismo volumen, lo que ya otorga desde el principio una similar jerarquía estética a ambas manifestaciones verbales de expresión. Si tenemos en cuenta que se trata de artes distintas (la escritura literaria, la música), que esto suceda resulta de naturaleza excepcional. Porque es el indicio de que la autora o cantautora (según cómo se mire) ha  puesto similar atención cuidadosa además de similar talento en ambas clases de prácticas sociales. Si una está hecha para la soledad o, a lo sumo, la recitación o la lectura entre unas pocas personas, la otra está pensada para shows o grabaciones de cualquier clase de registro, de modo que los contextos dentro de los cuales ambas se sitúan así como se perciben sensorialmente y, por lo tanto,  se vuelven inteligibles, son radicalmente distintos.

     Las canciones son sin embargo en otros casos celebratorias de personalidades. Tal el caso de compositores, como J. S. Bach o bien Ravel. En otros se celebran países por las deudas culturales que el yo lírico (por llamarlo en un sentido más o menos estricto), declara mantener para con ellos. Así Francia, y concretamente París, es un espacio al que se regresa como un ámbito (que ya Walsh ha reconocido como fundamental en su educación), pero también España, en una canción puntual en un viaje por sus ciudades más importantes que se pone de manifiesto en un recorrido por los hitos de su geografía urbana. La misma Buenos Aires, se ve de modo permanente exaltada como el espacio en el que suceden y le han sucedido cosas al yo lírico de naturaleza crucial. Algunas de ellas narran capítulos políticos, con espacios emblemáticos como la Plaza de Mayo, pero también está la calle Corrientes como lugar de esparcimiento o bien de descubrimientos estéticos no solo ligada a los libros sino también a espectáculos.

     La reivindicación de la mujer se da en múltiples instancias, defensa de principios y libertades que no es nueva en Walsh sino que es un leitmotiv en toda su poética. Desde el padre machista azorado porque su hija un día irrumpe al llegar del colegio pronunciando ciertas palabras para él tabú. La presencia de la mujer feminista que se presenta como una amenaza desafiante frente al varón quien, al contemplarla en una avanza para él fuera de lugar, pretende desautorizarla y con prepotencia acallarla. Esa posición despectiva no hace sino azuzar aún más a la feminista que encuentra en la voz de Walsh el perfecto fraseo para dar en el blanco con palabras certeras, en contestación a las acusatorias de las que se hace blanco al yo líroco. El poema no hace sino poner en escena, en el teatro de la canción, la conflictividad social que se manifiesta en una esgrima verbal frente a la cual el yo lírico se muestra valiente pero también se muestra con un fuerte sentido de determinación y de perspicacia.



     La clandestinidad de los más jóvenes, que no encuentran un espacio en el que ejercer libremente su sexualidad, más que en ascensores, debajo de puentes, plazas, siempre a la intemperie, a las escondidas cuando sus padres no están presentes, en fin, un dilema que durante la adolescencia tiende a ocurrir con frecuencia. Las personas, a esa edad,  gozan de la libertad de elegir compañeros y compañeras bien parejas pero no la de libremente gozar de su cuerpo. Este capítulo por supuesto lo estoy refiriendo a la época en que Walsh la escribió canción. Hay que tener en cuenta que todo cuanto aborde en el presente artículo en lo relativo a los cuadros de costumbres ha de ser puesto en el contexto de su tiempo histórico, que en el  presente ha radicalmente superado sus premisas porque la sociedad ha ganado en conquistas en lo que hace a la libertad pero también en lo que hace a lo permisivo y a la rebelión. Las nuevas ideologías sociales que han ido ganando terreno dejan a las piezas de Walsh no diría en un estadio anacrónico, pero sí en ciertos casos como parte de una vigencia relativa. En su teatro narran momentos que se han transformado incluso de modo radical. De solo pensar que en universo virtual por entonces no era ni siquiera una sospecha, fácil resulta inferir el salto que supone para una sociedad pasar de un paradigma a otro en el que muchas otras cosas han cambiado, no solo el universo digital. Pero son tan perfectas las letras y dan cuenta de circunstancias tan cotidianas que analógicamente pueden ser atribuidas a nuevas escenas bajo otros términos que mantienen ese mismo espíritu. Quiero decir: hay un rasgo que tiene que ver con lo universal propio de la poética de Walsh que la hace atravesar temporalidades y costumbres, ideologías y conquistas. Es aquello que de inamovible se mantiene en cualquier poema sea leído en la época en que ello tenga lugar. A nadie se le podría ocurrir decir que los poemas de Quevedo, por ejemplo, han perdido vigencia. Simplemente porque lo que vale para ellos es el componente estético, no su dimensión verosímil.

     Otra constante del cancionero es el de las personalidades que tienen una cara pública decente pero que a espaldas de la sociedad desmienten cada uno de los actos virtuosos o su escala axiológicamente connotada de modo positivo. Esta paradoja siembra de sospechas a lo que la sociedad inviste como respetable de lo que efectivamente lo es o finge serlo. Especialmente en lo relativo a la religión este punto es un letimotiv. Personas que se manifestaban devotas pero que encubren rasgos de personalidad profundamente retrógradas y, en ocasiones, hasta inmorales. Padres de familia que dejan embarazadas a jovencitas por cuyos hijos damas de beneficencia de su propia familia luego deben velar.

     Hay una canción fechada en 1972 en Hanoi, de evidente apología del pacifismo, sobre la guerra de Vietnam, en una dedicatoria que evoca un capítulo trágico de la Historia del mundo en la cual también el imperialismo se vio involucrado con el enfrentamiento bélico que fue, en verdad, su origen. La canción es desoladora: un campo de batalla con objetos desordenados, las lágrimas silenciosas de las madres, el sonido de las armas, el campo destrozado por las bombas. El clima, sin ser patético, sí resulta emotivamente desconsolador. Esta circunstancia muestra a un Walsh que incorpora a la conflictividad de lo político incluso internacional hacia el centro de su poética musical.

     Y junto a todo esta panorama de seres indeseables o bien ideológicamente o bien éticamente  (si bien ambas dimensiones siempre se tocan) está la canción “Las aguasvivas”, que constituyen una figuración de esas típicas personas que rigen su conducta según la conveniencia, la posibilidad que tienen de escalar o trepar en su trabajo o en la sociedad, que no tienen convicciones profundas que defender ni por las que regirse, no responden ni respetan ideales, a las que no las guía la valentía, sino que se dejan llevar. Se dejan llevar para donde las conduce el provecho personal. Pero están dispuestas, ante la menor amenaza, a atacar y despedazar a quien atente contra su bienestar interesado. “Las aguasvivas” viene a hacer contrapunto con la biografía íntegra de Walsh, que se ha guiado históricamente por posiciones combativas, por un lado. Por el otro, por rechazar toda forma de indiferencia o, peor aún, connivencia con el poder, por considerarlas de nula dignidad. Y precisamente “Las aguasvivas” deviene la cara opositora que Walsh condena en la mayoría de sus canciones en el prójimo que en una dimensión que considera inaceptable. La poética de Walsh es la del riesgo. Pero no la del riesgo como meta para una marca sino la del riesgo para posibilidad de alcanzar una dignidad mayor para la condición humana.

     Agregaría que hay toda una serie de canciones que pintan escenas o bien costumbres de los tiempos en que el yo lírico era joven o adolescente y asistía a reuniones sociales o bien espectáculos que han desaparecido. La orquesta de señoritas, típica durante una etapa de la vida musical sobre todo de Buenos Aires, un grupo de mujeres interpretando obras, es una estampa que no por perdida deja de ser menos vívida en los versos de María Elena Walsh. También la ceremonia del té y de los primeros bailes o aquellos iniciáticos cantantes d jazz o melódicos especialmente estadounidenses de los años ’50.

     Viento Sur” es una composición que merece ser destacada de todo el resto porque diera la impresión de que estuviera pensada para ser recitada más que para ser interpretada como canción (así lo ha hecho Mercedes Sosa en sus shows, declamándola) en virtud de su forma y su distribución tipográfica en la página más en prosa o verso libre. No tiene estrofas sino párrafos. Si bien entre cada párrafo hay blancos tipográficos, no menos cierto es que salta a la vista que su verdadera melodía es la sonoridad de sus palabras, luego devenidas significado y sentido en la lectura. Se trata de una pieza que alude a lo terrible que puede suceder o está sucediendo en una sociedad arrasada por la banalidad, la tragedia, la nostalgia, las ausencias, los medios de comunicación que incomunican, la masificación en la vida moderna, en tanto sin embargo a esas escenas amargas se les contrapone una “estación claridad” a la que “vamos llegando”. Un destino que sin ser idealizado sí se presiente como más habitable pero sobre todo como uno de naturaleza éticamente más digna. Una canción con sinsabores, pero llena de contenido. Y que se manifiesta con fe en el porvenir. De ese dramatismo en el que el yo lírico y un nosotros inclusivo se hallan, es posible encontrar salidas alternativas que mediante la unión y la solidaridad entre conciudadanos o bien seres humanos a secas permitan asistir a un espacio y a una sociedad, por un lado, con más concordia. También en la que una cierta falta de sensatez evite hacer “perder el juicio” al punto de que las prioridades que hacen destacar éticamente a la especie  humana empalidecen. Por otro lado, la posibilidad de alcanzar una vida más armónica y más en consonancia con la naturaleza. Un optimismo nostálgico y doloroso se apodera del yo lírico. Constituye una narrativa del dolor y de la fragilidad de valores de una sociedad, avasallada por tiempos adversos. Pero ese “vamos llegando” es el veredicto de un yo lírico que de modo descriptivo narra un destino exitoso.



     Hay en María Elena Walsh un profundo respeto por toda la pluralidad de lo que significa su país y el mundo. Quiero decir: no se muestra despectiva ni de idiomas ni de toponimias sino, eso sí, de ideologías que considera nocivas para lo que ha sido la Historia de la Humanidad. Y la Historia de su nación en particular. Este cosmpolitismo de Walsh se advierte en el tipo de composición que elige para su cancionero (en ocasiones de origen español), en otros por sus contenidos exaltando, como dije, espacios extranjeros, en otros recupera de su formación producto de viajes un encuentro entre culturas e idiomas que le han brindado la posibilidad del acceso a estadios de la civilización para estar a la avanzada. Walsh no se muestra despectiva con Argentina. Sí se muestra descorazonada frente a capítulos de nuestra Historia o frente a ciertos prototipos de personajes que deambulan sobre todo  por la ciudad y que son profundamente dañinos.

     De María Elena Walsh admira todo lo que no ha callado junto con lo que dice en sus canciones. Su enorme capacidad de observación, de detección  de fenómenos sociales que permanecían velados por la invisibilidad propia de la costumbre, la taimada maldad encubierta por detrás incluso de gestos que parecían heroicos, lo que cierta belleza afectada disimula por detrás En  particular acentuaría el modo como traduce en canción, mediante operaciones de condensación, escenas que han sido altamente destructivas para la Historia del mundo (de Vietnam a la conquista americana, de las dictaduras a la violencia contra la mujer), lo han sido o siguen siendo para la sociedad aún de nuestros días. ¿Podría postularse un universal que atraviesa tiempos y espacios según el cual estas canciones compuestas hace ya tantos años prosiguen en una vigencia en curso en la crítica de costumbres? A mi juicio así es. Las escenografías han mutado. Los espacios han cambiado. Pero resulta evidente que al menos en ciertas zonas de Occidente las ideologías sociales emergen como perennes, pese a los aires nuevos. Por otra parte, las emociones de la condición humana de modo esencial son inmovibles. Particularmente en su dimensión ético/política.

     Hay composiciones sobre objetos primordiales para la vida de las personas, como la sábana y el mantel, ambos lienzos que si uno los tiene se cargan de una potente historia personal, privada, pero si faltan, en la distancia o por carencia, se vuelven objetos que se añoran y se echan de menos al punto de que esa pérdida o esa falta son ocasión de incluso de orfandad. En cambio, en posesión de sus dueños, se transforman en objetos preciosos y preciados, de naturaleza elemental, lo que también confiere dignidad. O acaso cuando son facilitados por alguien que generosamente los brinda también cobran un valor superlativo.

     Están las referencias a la conquista de América y a Fray Bartolomé de las Casas, quien denunció incendios, masacres y violaciones hacia los pueblos originarios. Esta vehemente defensa de María Elena Walsh de presencias españolas en disonancia con las de la metrópoli imperial de naturaleza inescrupulosa no hacen sino ser el indicio de que no se trata de una artista que generaliza o universaliza a toda la raza humana con motivo de que un grupo de bárbaros abusara de un territorio inerme, saqueándolo y siendo destructivos con sus habitantes, sino que destaca con énfasis la de quienes fueron dignamente personalidades que llegaron a ser opositores a sus propias naciones. Los disidentes no dudaron ni en denunciar ni en dejar valioso testimonio escrito de su posición disonante que discrepaba con la oficial.

 


    Más allá de estas notas dramáticas, algunas de las cuales acabo de enumerar, tampoco podía estar ausente junto con la tragedia, la cotidianidad de la vida social tal como es manipulada con malicia. La chismosa, en “Lengua filosa”, por detrás de los postigos está atenta a los sucesos del barrio para luego propagarlos, defendiéndose hasta con cierto orgullo envilecido, porque la profesión de dar a conocer lo que se ha visto de modo constatable a su juicio merece ser puesto en conocimiento de sus conciudadanos. Adoptando como derecho legítimo el manipular la vida privada de las personas. Este acto indefendible, lo sabemos, suele provocar graves daños a las personas, afectando una reputación en la que muchas de ellas se sienten heridas u otras simplemente ignoran, según los casos. Pero que pone en evidencia la curiosidad malsana por la vida ajena en su aspecto personal.

     El amor tampoco se sustrae a hacer acto de presencia en estas páginas. Así como el deseo de los adolescentes los hacía buscar espacios que les permitieran ejercer su sexualidad libremente, el amor de la adultez se manifiesta de diversas formas. Por un lado, está el amor desdichado, el de la muchacha que se casa con el hombre dominador que poco margen de libertad le deja, en una domesticidad que lentamente la marchita. Por otro lado, está el caso del amor de quien pretende a jovencitas pero es un hombre ya mayor que bien haría en irse a la cama con bolsa de agua caliente y alcanfor (como afirma la canción). Está el amor del Don Juan, acumulativo, que hace acopio de conquistas, en muchos casos razón de desdichas. Está el amor del hermafrodita, que posee ambos atributos y ni siquiera en el cielo se sabrá de qué modo asignarle un lugar o un espacio para su descanso definitivo, tal como lo indica la canción. Y está el amor en el cual hay plenitud porque hay equidad sin necesidad de represiones ni de prohibiciones ni pulseadas por el poder. Tampoco competencias.

     No quisiera dejar por fuera del repaso del contenido del libro el agradecimiento o, en todo caso, la gratitud. En efecto, “El buen modo” da cuenta de todas aquellas personas que en circunstancias de sed, de un techo cuando se estaba a la intemperie, en ocasión del hambre o el desasosiego apenado acompañaron al yo lírico, le brindaron lo que necesitaba para satisfacer sus necesidades más ingentes. Y la generosidad es celebrada con un canto que restituye a esas personas anónimas la gratitud y reconoce su desprendimiento pero también su grandeza.

     La crítica a la situación de la mujer también está presente en la canción “Requiem de madre”, en la que un ama de casa fregona explica a su familia apenada por su partida y al oyente en general que adonde se dirige, a punto de morir, ya no estará consagrada a los obligatorios quehaceres del hogar, de una circularidad paralizante de la que ahora quedará exenta. Entre esta ausencia de creatividad producto de la esclavitud y la posibilidad de un descanso celestial en el cual ella promete la salvación a sus rutinas de mujer producto de una época pero contra las que tampoco se ha rebelado, sí se presenta ahora un destino culminante de orden reparador.

     El punto de giro de las canciones de María Elena Walsh lo da, por un lado, el voceo. Por el otro, que echan por tierra con toda forma de solemnidad que se pretenda rastrear en ellos. Más bien se trata de composiciones que están a la mano para comprobar que un discurso crítico desde la canción popular en torno de varios ejes sémicos es posible sin caer en el panfleto. Y que más bien se trata de composiciones que desde la creación talentosa, desde la singularidad de la invención se concentran en el buen modo de dar cauce a una serie de componentes ideológicos que no comprometen a la forma artística. Cada canción es un fragmento de belleza. Para algunos será simplista, porque no acude a formas cultas o a una elaboración en la construcción verbal llena de tropos excesivamente complejos o sofisticados. Sin embargo, hay humor aquí, hay ocurrencia, hay perspicacia, hay capacidad de observación, hay inteligencia, hay atributos en profundamente inventivos y expresivos. Si tenemos en cuenta, por otra parte, que mi lectura consiste simplemente en la de las letras, estamos atentos tan solo a una  de la mitad de estas creaciones. Han sido concebidas para ser interpretadas acompañadas de música, no leídas como poemas. Pese a ello, sobreviven a esa condición de mitades bajo una condición estética que las hace devenir piezas poéticas.

     Hay en estas canciones por supuesto estribillos, como no podía ser de otra manera. Y la rima ocupa un lugar fundamental, además de que lo formal completa una construcción rigurosa a la que la palabra se ajusta. No se trata de obras carentes de toda estructura sino que esa estructura es algo primordial en el trabajo con el lenguaje según cierta clase de género musical por dentro del cual la letra se encauza.



     Y en lo que sí quisiera poner el acento es que de las canciones surgen ideas. De una variedad de registros notables nacen ideologías plasmadas en creaciones que no buscan demostrar, no convencer mediante tesis a priori,  sino más bien sí ser un canal a la libertad de expresión. María Elena Walsh en todo su magnífico esplendor devela esta faceta compositiva en la cual debe tener en cuenta a la hora de escribir también al componente fónico de una melodía. Lo logra con creces porque logra independizar al uno de la otra.

     Con cada una de estas piezas Walsh de modo revelador radiografía alguna propiedad de la sociedad argentina a propósito de la cual su lírica musical busca tomar partido. No se trata de una compositora que se mantenga al margen del tiempo histórico en el que escribe sino que está sumida su poética en una política que defiende para que, desde la palabra, afecte un statu quo que está claro no aprueba. María Elena Walsh sale al ruedo como agente activo, interviene con sus creaciones en el orden de lo real bajo distintas formas poniendo en acento además de el énfasis fónico en determinados momentos de la Historia o tramas sociales. Sobre el escenario. En álbumes. En grabaciones. Y puede circular libremente mediante los medios de reproducción sonora como la radio, la TV o según los más recientes de la tecnología virtual o digital. En tanto que figura pública sus intervenciones resultan poderosas a mi juicio. Que una creadora haya tenido la valentía de pronunciarse sobre temas erizados de complejidad, con la ductilidad estética y la altura cívica y ética con que lo hizo, con la desenvoltura que le confirieron sus dotes, me parece todo ello admirable, acudiendo a formas populares, sin hermetismos y sin imposturas. Da gusto leer este cancionero para adultos como un genial tránsito a todo lo largo de un libro de poesía. Se disfruta desde la capacidad inductora de belleza. Pero también condensa, bajo la forma de una síntesis, ciertas problemáticas sobre todo sociales de nuestro tiempo histórico, bajo los términos en que mujer de su edad supo responder a ellas desde la discrepancia o desde la adhesión. Pese a que fueron escritos en la segunda mitad de siglo XX en su mayoría, haber puesto en diálogo todo un arco de dilemas, conflictos, paradojas, delitos, una memoria del mundo, plasmándolas en el discurso lírico de la canción popular no hacen sino confirmar que, también por otros medios, supo conciliar convicción y  coherencia. De modo magistral.

domingo, 18 de octubre de 2020

“Fantasmas en el parque: la última novela de María Elena Walsh”

 


 por Adrián Ferrero

 

     Para quienes no estén familiarizados con la vida y la obra de la argentina María Elena Walsh (Bs. As., 1930-2011), circunstancia que no suele ser habitual, conviene hacer un somero repaso de algunas de sus múltiples facetas. En especial, antes de formular una lectura de Fantasmas en el parque (2008), la última novela que escribió antes de fallecer, a la que puso el punto final el 22 de noviembre de 2007. Porque en este caso no se trata exclusivamente de una escritora (lo que supone una serie de repercusiones no sólo en su imagen pública sino en la escritura misma). Hay una serie  de oficios o prácticas sociales en simultáneo que María Elena Walsh ejerció y entiendo también generan tensiones en el corazón de su poética. Intérprete, compositora, escritora de poemas para adultos y niños, musicóloga, arregladora, guionista, viajera incansable, periodista, traductora, conductora de programas de TV, con participación en films, ha ejercido todos estos trabajos (lo que aparentemente constituye una desmesura) con rigor, idoneidad  y una radical creatividad.



     No obstante, sus máximos esfuerzos estuvieron consagrados a la producción o recopilación de canciones y cuentos para niños, lo que produjo e introdujo un movimiento de renovación de tal envergadura en el seno de la cultura argentina que se recuerda como inédito. En especial teniendo en cuenta que se trataba de un público tan desatendido como subestimado. ¿qué podía esperarse de alguien consagrado a los “géneros menores”? ¿qué sumaba Walsh a esas rimas fáciles y esas moralejas edificantes, simplistas y aleccionadoras? ¿qué se podía esperar de una mujer artista de novedoso por entonces? Pues, precisamente, un incansable afán lúdico, un absurdismo cuyo nonsense provenía por ejemplo de Lewis Carroll, las nursery rhymes británicas u otras zonas de la tradición del juego verbal que ella supo traducir en una poética singular..

      El presente volumen, bastante peculiar si atendemos a alguna tipología en la cual procurar encuadrarlo, resulta complejo. En primer lugar porque por él desfilan tanto personajes de existencia constatable cuanto ficticios, episodios o anecdotarios evocados que se recuperan como una forma, acaso esforzada, de restituir significados y afectos que parecieran haberse diluido. En especial en una temporalidad en la que la enfermedad, las limitaciones físicas, la mayoría de edad y los malestares, inevitablemente nos confinan más a evocar que a generar o embarcarnos en iniciativas con proyección de futuro o que induzcan a nuevos desafíos.

     Ese movimiento retrospectivo se evidencia en el libro, donde si bien coexisten diversas y simultáneas temporalidades, es cierto que el rasgo definitorio de su poética se confina a un pasado que ya no se recuperará (pero sí en ocasiones se recompone) y que, en carácter de tal, si bien no se manifiesta bajo la forma del duelo, sí lo hace con una cierta mirada nostálgica. Esto es: hay una condición a la cual el sujeto de la enunciación deberá resignarse y ello genera un persistente aire desencantado. Pero sigue habiendo no obstante vitalidad, incluso en el modo de recordar.

     Lo cierto es que, como afirmábamos, María Elena Walsh elige dos tiempos dominantes, o varios, en todo caso. El tiempo presente, de la enunciación, donde mantiene diálogos ocasionales o deliberados, triviales o profundos, con personas de su círculo de amistades y afectos o bien con circunstanciales interlocutores que pretenden desde un autógrafo, una fotografía que rubrique el encuentro, hasta vendedores ambulantes de toda clase. Entre estos distintos matices naturalmente la invitación a reaccionar frente a ellas es muy diversa. Y no siempre de naturaleza simpática.  

     Ese parque, que como parque es un lugar público, fresco y permeable a la diversidad (como una biblioteca o una enciclopedia lo son en un sentido muy distinto), le sirve a Walsh para exhibir el deterioro de un universo ligado al eje de la exploración, del ocio, del descanso y la plenitud del contacto con la naturaleza en pleno marco urbano, que evidentemente experimenta de modo algo hostil pero que al mismo tiempo es la toponimia por excelencia del descanso. Procura entonces buscar mojones que le permitan escapar de ese encierro que también es encierro creativo. La autora insiste en la cantidad de perros y deposiciones que pueblan el césped, los vagabundos y pordioseros que mendigan monedas o comida, turistas que invasivamente aspiran a apoderarse con egoísmo de un lugar que deberían compartir y no pretender tomar por asalto, gente que tritura su salud con desperdicios. Como vemos, el espectáculo del mundo no deja de resultarle sorprendentemente ingrato y, en un punto, la irrita. Por otra parte, hay una particularidad: el parque adopta los matices de “un solárium”, como ella afirma. En efecto: hay hombres y mujeres que, por ejemplo, se asolean, untados en bronceador. Esta circunstancia mestiza el espacio y lo confunde al tiempo que lo degrada. Un parque es un lugar al que se va a pasear (sobre todo), no al que se va a exhibir el cuerpo en traje de baño. María Elena Walsh asiste a este espectáculo como si algo estuviera fuera de su sitio o fuera impertinente. Y también está la mirada del testigo que presta atención a este panorama con un cierto escándalo porque no admite el desvío a costumbres civilizadas que se transgreden. Sin poder naturalizar una situación a la que no asiente por sus modales.




      Entre ese presente del parque (al que, no obstante, se sigue asistiendo a tomar sol y hablar con amigas o amigos o conocidos sentada en un banco), se cuela la temporalidad pasada de encuentros, amores fugaces o de largo aliento, triunfos profesionales, retratos de personas famosas o célebres, en general ligadas a la república de las letras porteñas.

      Y entre relatos, diálogos, jirones de la memoria, productos de un montaje diestramente manejado, Walsh intercala fragmentos de textos literarios ajenos que “vienen a cuento”: de escritores norteamericanos, pero también de Marcel Proust o del distante Heródoto. Una “Agenda”, fragmentos de textos íntimos, citas de poemas, letras de canciones (por ejemplo de tangos), de conversaciones, entre otros.

    Topográficamente el texto se distancia o se aproxima con la presencia o ausencia de cursivas paratextuales que son indicativas de que la narración deja espacios a algún fragmento incidental, que se cuela en el largo derrotero del aliento narrativo: un sueño, una nota de diario, una anécdota o frase recuperada. Si cupiera una definición.

     Sin ser lapidaria, diría que Walsh sí juzga con severidad a figuras cuya sombra gravitaron en su vida o su carrera profesional, siendo selectiva, y planteando atributos (no siempre axiológicamente connotados de modo positivo) de varones o mujeres que intervinieron o frecuentó en alguna clase de carácter durante su vida.

     Hay una afinidad innegable con la bohemia citadina de los años cincuenta, sesenta y setenta, donde se menciona la ausencia de privilegios de cuna pero una sólida formación como autodidacta humanista y de asistencia a las Escuela Nacional de Bellas Artes.

      Feroz a la hora de asirse a un detalle que descompone a una mujer o a un varón hasta la cursilería o el ridículo, diera la sensación de que busca más la comicidad y el absurdo de ciertos protocolos que ni se envidian, ni se desean, ni se toleran en demasía. Esto es, María Elena Walsh ha aceptado sólo relativamente transigir con algunas ceremonias, especialmente solemnes. En este sentido, es fiel a una trayectoria que históricamente jamás se pudo tomar en serio las costumbres formales y los roles atributivamente obligatorios por el mero hecho de serlo. En ocasiones incluso que acontecen sin talento. En otro sentido, toda su obra puede ser leída en esa clave: como un enorme proyecto cuyo afán principal es neutralizar la solemnidad y la impostura.

      Atenta defensora de los Derechos Humanos, instalada en París en 1952 en un dúo de cantantes que integró junto a Leda Valladares, no faltaron entre sus frecuentaciones ni ámbitos (eclesiásticos, monumentales, artísticos, bohemios, sociales) ligados a lo cosmopolita y a figuras no solo argentinas. Y es que si el parque constituye una metaforización del espacio al que cualquiera puede asistir (es decir, es un ámbito público y, agregaría yo, democrático, significante de la libertad) y quedarse durante el tiempo que lo desee. Hay espacio para sentarse o deambular, también ese parque remite a todo tipo de franjas sociales, capaces de tolerar diferencias vestimentarias (esto es, semiológicamente diversas, técnicamente hablando), de admitir personas de distinto origen o linaje. Una suerte de gran cónclave según el cual las condiciones de ingreso a ese “club” son mínimas. Como si habláramos de un ritual o ceremonia colectivos. Pero simultáneamente atomizada. Y es que este rasgo profundamente inclusivo del parque, como lo fue el ágora para los helenos (o, en todo caso, para una parte de ellos), es del que, creo, se apropia Walsh para, analógicamente, desplazarlo hacia otros planos de su vida y de la de los demás.

      No obstante, los parques no son los lugares apacibles que se suele prometer. En ocasiones acontecen delitos, acosos de vendedores o admiradores, personas que abordan a quien descansa o pretende descansar de un modo intrusivo, animales que invasivamente agreden o, como dije, proceden a realizar sus ceremonias de evacuación, tienen lugar accidentes... Esto es: no siempre son del todo amables. Existen personas que llegan para cumplir ceremonias privadas o clandestinas.

      El semema de la invasión, es un tema rica y de larga tradición en la literatura  especial en la literatura argentina. Recordemos, por ejemplo, el cuento “Casa tomada” de Julio Cortázar, por citar un ejemplo, entre muchos otros. De modo que pensar la invasión a un parque como la intrusión de personas en un espacio acogedor que se piensa casi como propio, resulta perturbador para quienes lo visitan habitualmente. Y también constituye la imagen de un territorio que se poseía con dignidad y ahora es profanado.



     Los fantasmas aludidos en el título, no constituyen figuras vinculadas a supersticiones o universos fabulosos, sobrenaturales o fantásticos, como resulta evidente a poco de leer el libro. Más bien se trata de figuras que regresan en busca de atención, evocación, una reparación a un daño que les fue infligido, una añoranza. Matizados con los sueños, donde dichos fantasmas son referidos merced al registro con fecha y argumento que Walsh redacta concienzudamente para dar cuenta de sus contenidos y las reacciones que experimenta al despertar o registrar su impacto, los fantasmas podemos ser nosotros mismos de pequeños, que nos reprochamos no haber hecho o dicho tal o cual cosa. El universo onírico se torna narrativamente de un espesor consciente en un plano que iguala invención con inconsciente. Esto es, estrictamente ligado a lo que hemos dejado pendiente o acaso sin resolver, a los reproches que por lo menos imaginariamente ese coro de ausentes, de personas fallecidas, adultas, desaparecidas de nuestras vidas, emigrados llaman a respuestas o, simplemente, retornan como figuras que han sido importantes en nuestras vidas, como familiares, amigas y amigos, artistas o poetas. Hay una recurrencia en la mención de anécdotas con artistas, como Neruda, Juan Ramón Jiménez, Susan Sontag, entre muchos otros. Y aparecen citados nombres de personas que han estado ligadas a su historia, como por ejemplo Susana Rinaldi como cantante a la que van a ver un par de conocidas de la protagonista.

     Ni la Internet ni el progreso digital (por los que Walsh experimenta cierta repelencia), ni la erradicación de ciertas ceremonias pueden suplantar la destreza del contacto con objetos considerados aún vitales, inherentes a la propia identidad de quien escribe pueden ser eliminados. Precisamente, Walsh apuesta a escribir en contra del olvido. A favor de los suyos y de los que la sociedad argentina, mediante omisiones o negligencia, ha procedido a borrar o a ocultar cuando no a suprimir.

     Los rituales a los que se consagra, casi antropológicos y tribales, como reunirse en torno de un banco, el césped de un parque, una taza de café o una gaseosa, tienden incluso a verse inhibidos y disolverse en mera evaporación y es por eso que Walsh persiste en defenderlos y aferrarse a ellos. Como si algo de esas ceremonias de antaño preservara una cuota de un “tiempo sin tiempo” (como reza uno de sus poemas) en el que no todo era tiempo que corría o acaso eso sucedía a velocidades arrasadoras.

     Sin descuidar una actitud militante, puntos de vista que por momentos interrumpen el sigilo y la fluidez del relato, una mirada apocalíptica, incierta también, se abre camino entre las páginas de Fantasmas en el parque (2008). Ese rechazo no es arbitrario. Es producto de una convicción, de una experiencia y de una educación que no se está dispuesta a rescindir pero también a ser una atenta observadora de época.  

     Ni la vida privada de Walsh ni la de las personas que la rodean es exhibida (tampoco sustraída u ocultada) como ante un escaparate. Simplemente se celebran los encuentros, se lloran los desencuentros y, por fin, hacia el final, se agradece a la vida “que le ha dado tanto”. Ecos elegíacos pueden escucharse todo a lo largo de este libro. Y no sólo ello es absolutamente legítimo. Sino que es absolutamente natural que tenga lugar.

     Dicen un personaje de la novela en las últimas páginas:

“-¿Y si los muertos tuvieran ojos?

-No tienen, por eso inventamos fantasmas, para fabricar la ilusión de que seguimos viéndonos” (p.257). Con este remate queda el claro el contenido del libro, el espíritu que lo ha alentado, quizás su génesis y anhelo más puros.

     Entonces: entre lo que tuvo lugar en el pasado. Lo que tuvo y sigue teniendo lugar en los libros (porque sigue teniendo vigencia) y este tiempo histórico que pese a que puede avasallar también aún se presta a ceremonias de la tribu, María Elena Walsh se despide de la vida creativamente pujante con una obra del adiós que hace confluir todas las temporalidades y todas las prácticas a las que se consagró, en la síntesis de la escritura creativa. Más espectadora que agente de cambio en este caso (pese a que incuestionablemente la escritura no deja jamás de constituir incidencia en el orden de lo real), asiste a este mundo en el que, como sombras chinescas, tienen lugar todo tipo de sucesos. Desde los más inverosímiles hasta los más cotidianos. Su sentido común y “el buen modo” (en sus palabras), dictan las reacciones, las emociones y, sobre todo, de las cuales ese parque es a la vez metáfora y metonimia. Condensación del universo mediante recurso poético y fragmento que nombra a través de la parte, el todo. En estos términos cifraría entonces, también retóricamente, sus operaciones más complejas.



     Esta sociedad ha adoptado una fisonomía que María Elena Walsh desaprueba. Ello lo deja a las claras. Aún así, ciertas ceremonias de la complicidad todavía son posibles. Y Fantasmas en el parque se erige como una novela autobiográfica llena de ecos y resonancias, de reverberaciones y polifonías inesperadas para un oído atento e incluso para la protagonista misma. María Elena Walsh, azorada, sorprendida, escandalizada, todavía es capaz de sentir incluso aquello que no creía posible. Pero las emociones son tensas. También experimenta la perplejidad. Debe acomodarse a los tiempos que corren. Y lo logra, pero en parte a regañadientes. Como si existiera un desajuste. No obstanter, esta novela es una prueba contundente de su capacidad tanto adaptativa, creativa como persistentemente innovadora. No ha perdido un ápice de respetar el humanismo al mismo tiempo que tampoco lo ha hecho de descubrir territorios de la invención y, en este caso, también de la memoria. En ese contrapunto eficaz se juega la verdad imaginaria y memorialística de Fantasmas en el parque.

lunes, 5 de octubre de 2020

"Griselda Gambaro: apta para todo público"

 

         



 por Adrián Ferrero

 




     Si uno es escritor, pero no de teatro, después de haber leído el libro de Griselda Gambaro (Bs.As., 1928), El teatro vulnerable (2014) y haberlo cerrado pero no lo escribe, quiere fervorosamente empezar a hacerlo. A medida que recorre sus páginas reflexiona en profundidad acerca de las técnicas de escritura propias de la dramaturgia y las de Gambaro en particular, traza la diferencia entre texto literario no teatral y su diferencia con la dramaturgia, la Historia del teatro y la del teatro argentino en particular (con Armando Discépolo como figura paradigmática), el modo como ha habido una ausencia de tradición de dramaturgas argentinas, la circunstancia consecuente de haber escrito en soledad en sus comienzos, el costo de lo que significó haber sido habladas por el varón (una ventriloquia), de comenzar una tarea a sabiendas de que se está sembrando para otras mujeres que vendrán por detrás (no sólo escritoras), cómo los privilegios y los halagos hacia la mujer en muchas ocasiones encubren subestimación cuando no discriminación, el nuevo teatro y la descalificación “del sentido” (como si esa estética “no tuviera a su vez otro sentido”, agrega Gambaro), la censura de la que fuera objeto en 1977 por su novela Ganarse la muerte (1976), el exilio doloroso en Barcelona durante tres años y un punto que considero esencial para comprender la poética de Gambaro y también su posición en el campo teatral. Cómo su primer estreno, en 1965 de “El desatino” (la segunda obra que había escrito), sienta las bases del primer malentendido con el campo del teatro nacional. La obra produjo revuelo y polémicas. En efecto, los dramaturgos de su generación, todos varones (salvo casos aislados que además eran funcionales a esa estética), partidarios de la estética del realismo social que había hegemonizado la escena (Roberto Cossa, Sergio De Cecco, Osvaldo Dragún, Ricardo Halac, Germán Rozenmacher, Carlos Somigliana…), tildaron a Gambaro de snob y europeizante porque estrenaba en el Instituto Di Tella, de dar la espalda a la conflictividad de lo social o, en todo caso, más ampliamente lo real en su variante conflictiva, y a que su absurdismo era políticamente descomprometido. Gambaro explica que fue luego la dictadura la que se ocuparía de poner las cosas en su sitio. Y que simplemente había entre ellos una concepción distinta de la que consideraban “la realidad”. También, agrega, que ella en cuanto a sus posiciones políticas era más radical que ese grupo en términos de lo que se consideraba la política social. Se consideraba más a la izquierda aún.

     Gambaro se documenta escasamente para sus obras ambientadas en civilizaciones o tiempos distantes porque afirma que eso en cambio le brinda libertad imaginativa y cuando retoma piezas de la Antigüedad clásica (o mitos) lo hace desde la búsqueda creativa del mestizaje (por lo general el de la inmigración, en especial la italiana), no procurando ser fiel a modelos canónicos de esa Antigüedad que la separan de civilizaciones antiquísimas y probablemente inalcanzables para involucrarse con sus premisas culturales. Aprendió el oficio de dramaturga como una autodidacta, leyendo buena literatura (no sólo dramaturgia), pero no asistiendo a salas de manera asidua ni formando parte de la escena (de hecho afirma no haber sido una espectadora rigurosa de teatro). Su arte es sobre todo arte literario. Siempre afirma que la suya es una dramaturgia concebida “desde su escritorio”.    

     Escribe teatro y narrativa alternadamente. Los textos de El teatro vulnerable diría que son ensayos o intervenciones de autora o, en todo caso, de escritora, no de tono académico. Pero están escritos con una solidez, una lucidez, una formación, una fundamentación, una sensibilidad estética, una sensatez, con sentido de complejidad del fenómeno teatral y, más ampliamente, cultural, con sutileza y una profundidad de contenidos realmente contundentes. Tal vez sea ese el motivo por el cual resultan tan persuasivos. Y también por eso provoquen tal cantidad de resonancias productivas, además de adhesión quien los lee.

     Pero para completar el panorama del libro y del teatro de Gambaro más en profundidad, desarrollaré algunas hipótesis en torno de él o bien pasaré a describir ciertas ideas en torno del fenómeno teatral sostenidas por Gambaro a lo largo de la compilación que elegí tomar como material paradigmático porque registra una serie de núcleos de sentido que articulan perfectamente discurso teórico con dramaturgia. Quiero decir: hacen sistema.

     En efecto, con la fortaleza indestructible que otorga el sentido crítico indeclinable, Griselda Gambaro ha reunido por lo tanto en este volumen un conjunto de artículos, ensayos e intervenciones públicas acerca del teatro y la dramaturgia más destacados que son discursos, notas de diarios, presentaciones en ocasiones de estrenos, notas inéditas, entre otros textos que pueden ser incluso apuntes bajo la forma de reflexiones. El teatro vulnerable no calla prácticamente nada porque Griselda Gambaro tiene la sana costumbre (y la saludable reputación honrada) de no hacerlo y de hablar sin eufemismos. No sólo sobre materia teatral. A veces lo hace en torno de zonas de cruce entre política, arte y sociedad.



     Desde las primeras páginas, en las que afronta la circunstancia de la falta de una tradición de dramaturgas en el panorama histórico frente a la hegemonía masculina, acentuando el carácter fuertemente patriarcal de la producción de textos teatrales (y del sistema social en su sentido más amplio al cual el teatro naturalmente no escapa, porque es uno de sus emergentes), enfatiza por ejemplo, cómo ha sido invitada a encuentros de teatro “por ser la mejor dramaturga”. Y eso tiene lugar en condición de minoría casi absoluta por lo general en América Latina, ignorando al resto de sus colegas mujeres incluso de esos mismos países, lo que resulta, como mínimo, a sus ojos ofensivo. Así, el halago encubre la marca de una inferiorización. Al menos para quien no se deje encandilar por los brillos del glamour, tal como sucede con esta autora. De ese modo disimulado, la dominación masculina, según lo declara Gambaro, no ha permitido ni el florecimiento ni la consolidación de la mencionada tradición femenina a nivel continental ni mundial, a su juicio imprescindibles en el ejercicio de la escritura literaria y del pensamiento creativo donde se tiende a confundir lo femenino como un atributo y lo masculino como lo universal, en palabras de Karen Blixen citadas por la misma Gambaro. La dramaturga alude a la metáfora ya citada: la verntriloquía, al ser hablada la mujer través de una voz ajena. Habrá que esperar varios años a que surjan nuevas generaciones de dramaturgas (que llegarán). Es la voz del varón la que gobierna y otorga la voz y el tono, así como la ideología dominante que tendrá la mujer en sus parlamentos y sus papeles en el seno de sus obras de teatro. De esa voz ajena la mujer se desplaza en la economía de la representación literaria y luego escénica, lo que le confiere un valor aún más intenso a la ausencia de su enunciación.

     El libro también expone y desarrollo una reflexión muy profunda acerca de sus singulares métodos de trabajo. Y confiesa no necesitar asistir a ensayos, funciones de sus obras o bien realizar creaciones colectivas. Todo lo contrario del teatrista Eduardo Pavlovsky, quien llegó a afirmar, según el crítico Jorge Dubatti, una “dramaturgia de actor”.  Ella, por el contrario, trabaja exclusivamente en la más absoluta soledad de su escritorio y, eso sí, proyecta una hipótesis de puesta en escena que luego la realidad confirmará o se ocupará de desmentir o, en todo caso, de modificar leve o radicalmente. No menos importante que esta soledad ha sido la lectura de textos teatrales con los que asegura haberse formado. Esto en lo sustantivo. Afirma sentirse tentada por todo lo que implique el vuelo de la imaginación creativa, como por ejemplo situar sus obras en lugares distantes, como Oriente (pienso ahora en “Es necesario entender un poco” o “Del sol naciente”, incluso las obras basadas en la Antigüedad clásica) y ser renuente, como dije, a trabajos de documentación o archivo meticuloso. Esa clase de iniciativa inhibe en Gambaro la posibilidad de vuelo inventivo que es la que reivindica para su trabajo de libertad subjetiva.

     Asimismo, asiste con recelo y hasta -lo infiero- cierta antipatía hacia las mencionadas manifestaciones teatrales que pretenden descartar lo que llaman “el teatro de ideas”, que han trabajado a través de “la metáfora”, como si se tratara de una escritura anticuada y vetusta, necesaria de ser pasada a retiro, apostando a lo que se supone son otras propuestas superadoras. Gambaro, no sin lucidez, indica con una modesta pero firme reconvención que todo teatro inteligente trabaja a la luz de ideas, que las ideas no están reñidas con lo escénico ni pueden ausentarse del teatro (sino que suelen sostenerlo, inspirarlo y por supuesto estar implícitas en él) y que, por otra parte ¿cómo eliminar las ideas de una obra? Aún pretendiendo mantenerse por fuera de su injerencia, hacerlo ya constituye una toma de partido y, en definitiva, adoptar una o más ideas, de las que  ese teatro afirma poder prescindir. Las ideas irrumpen en una obra porque las obras mismas parten de una idea que despliegan más ideas a partir de procesos creativos. Conviene no confundir teatro de ideas con teatro de tesis, que propone instalar puntos de vista unívocos y monológicos. Gambaro, por otra parte, dialoga con la tradición de la dramaturgia de Occidente. No otra cosa es su obra “Antígona furiosa”, retomando la obra soflóquea y, por otro lado, “La señora Macbeth”, como es obvio, acudiendo al intertexto shakespeareano. Se percibe ya en esta contienda co las “nuevas dramaturgias” que aspiran a descubrir un panorama que aún sigue vigente y que los viejos dramaturgos prosiguen en etapa de experimentación incesante. Hay una rivalidad en el seno de una polémica entre la generación de los maestros y las generaciones más jóvenes que aspiran a cambiar las estéticas ignorando una tradición a la que probablemente adeuden más de lo que puedan sospechar (o se atrevan a declarar,  más de lo que se atreven a reconocer). O por ignorancia, o por conveniencia o por soberbia. También con un cierto desdén por un teatro que consideran que ya ha cumplido un ciclo y nada nuevo tiene para decir. Pues bien. Aquí llega Gambaro para demostrar que el teatro en un diálogo fecundo entre tradición y renovación, entre texto e intertexto, entre dialogismos y un coloquio imprescindible entre pasado y presente histórico interpela de modo permanente, como lo ha hecho siempre, por cierto.



     Mide y señala qué aportes puede realizar el teatro como fenómeno inteligente a una sociedad, en particular a la argentina, brindando la posibilidad de imaginar, de incentivar a su vez que a inducir más creaciones, de un contacto más directo y más tangible (además de inmediato) con la creación que la del libro (práctica que por cierto no desdeña, dado que, como ha quedado demostrado, también ella es narradora tanto para adultos, jóvenes como infantil). Explica asimismo cómo en ocasiones la escritura de obras de teatro desata ecos para libros de narrativos. Y sus dos primeras obras de teatro, también tienen su correspondiente versión narrativa en adaptación.     

     No deja de insistir en la relación entre teatro, política y sociedad. Agrega que en un país como el nuestro en el que los más poderosos explotan a las clases vulnerables (así como otro tanto ocurre con las naciones imperialistas a las que no podemos sustraernos tampoco en el orden de lo creativo en buena medida, según sus puntos de vista, además de en lo económico, por prepotencia del mercado del libro), cabe al teatro iluminar y trabajar para generar consciencia, pensamiento crítico, experiencias sensibles que nutran el fundamento de la reflexión  y que ese hiato entre poderes sea visibilizado, por un lado y, en  lo posible, ser revertido a través de promover  prácticas culturales y políticas de puesta y edición de teatro más equitativas para los sujetos de toda la comunidad de una nación. Sin desatender a la infancia, a la cual Gambaro estará especialmente atenta desde épocas tempranas. Su primer libro relativo a la infancia data de mediados de la década del ’70 y luego, hacia el final de su vida se abrirá hacia un abanico de propuestas que van desde la novela a la nouvella, del cuento al cuento breve.

     Gambaro, con sabiduría, indaga en el modo como el teatro puede tomar o, en todo caso, retomar algunos elementos de su tradición para desplegar volúmenes (pensando en la forma humana de los personajes como en su distribución en la ubicación en el espacio escénico), colores y texturas (evidenciados en la escenografía, casi como si se tratara de una pintura), espacialidades (la disposición del escenario en su amplitud), melodías que también inciden en el texto, rumores y entonaciones en el texto, ruidos ambientes, la cita de un clásico para traer a escena un núcleo relevante de la producción con la cual esa tradición puede dialogar o bien como, muchas dimensiones pueden colaborar para atender a una urdimbre compleja entre artes escénicas y el orden de la percepción en la sala o, naturalmente, desde el comienzo mismo, ya en los ensayos de las mismas.

     El teatro vulnerable es, por supuesto, todo teatro, porque se trata en estos tiempos de una práctica casi marginal, en especial en aflicción en ciertos continentes más que en otros, con menos recursos al menos, por fuera del circuito comercial (al menos el que a ella le interesa y para el que ella escribe). Hay escaso respaldo de políticas de Estado y suele contar con un público restringido, cada vez más desinteresado de sus propuestas. También, contra el que atentan buena parte de los discursos de otras prácticas y una economía de lo efímero puesta de  manifiesto en los discursos mediáticos y los del poder de la economía. El teatro que le interesa a ella asesta duros goles contra la hegemonía política y cultural. Así como contra ideologías represivas. Pero en esa misma vulnerabilidad Gambaro advierte una fortaleza indoblegable que incluso en los tiempos más aciagos, de mayor censura y de mayor hostilidad, lo han sostenido de modo poderoso. Menciona como ejemplo el caso de Teatro Abierto durante  la última dictadura militar, que consistió en una reunión y un concierto sin precedentes entre dramaturgos, directores, actores, escenógrafos, iluminadores, entre otros hacedores del quehacer teatral.

     Para cerrar, Gambaro se refiere a que el teatro consiste en la  exposición de la intimidad pero siempre mediada a través de la imaginación y la autoridad de un dramaturgo que digita a la perfección y con sentido del equilibrio lo que va a tener lugar en escena. Y hay una segunda autoridad; la de un buen director. De otro modo la exposición de esa intimidad deviene exhibicionismo o, en  el  mejor de los casos, confesión indiscreta. Motivo por el cual una arquitectura literaria resulta primordial.

     Este es un libro de una resplandeciente riqueza. Pero veamos algunos casos de su literatura infantil y de sus reconocimientos, que son múltiples y la ratifican no sólo como una gran dramaturga, narradora, ensayista sino también como autora de literatura infantil, una faceta que dentro de su  producción masivamente fue tardía pero reconoció dos antecedentes interesantísimos que vale la pena comentar en un espacio consagrado a la infancia, quienes la educan y quienes se ocupan de velar por su seguridad y su crecimiento.

     Un ejemplo paradigmático lo constituye la dramaturga infantil Adela Basch, quien me confesó en  una declaración privada haber decidido escribir teatro a partir de que viera una obra de Griselda Gambaro en el Instituto Di Tella interpretada  por Jorge Petraglia. De modo que ya vemos aquí de qué manera las nuevas generaciones, tanto narradoras como drarmaturgas infantiles encuentran en Griselda Gambaro una fuente de inspiración pero también de respaldo para su trabajo creativo, del que han estado necesitadas de modo incuestionable.

     Y ya hacia estos últimos años Griselda Gambaro comienza una sostenida producción de libros de literatura infantil, como lo adelanté, según lo declaró como producto de la llegada al mundo de sus nietos, pero evidentemente había un fermento que contribuyó a que esta  nueva vertiente de su producción se consolidara hasta límites insospechados. En el marco de los argumentos de sus libros aparecen tematizados nuevamente contenidos recurrentes, al igual que en su producción para adultos. La libertad como ideal a alcanzar y por el que luchar. Las limitaciones físicas o de cualquier índole que puedan atentar contra un sujeto infantil son rebatidas pero frente a las cuales los suejtos (varón o mujer) están en condiciones de sobreponerse con esfuerzo y poder de determinación. Gambaro lo demuestra con tramas que refieren justamente comportamientos superadores. Y respecto de su primera producción infantil, me gustaría mencionar, a título relevante, que  este antecedente en torno de iniciativas de producción e textos infantiles resulta fundamental para dar cuenta de una de sus preocupaciones “de comienzos”. Uno de ellos fue un  cuento: La cola mágica (1975). Y hubo otro libro anterior, notablemente original, Conversaciones con chicos. Sobre la sociedad, los padres, los afectos, la cultura (1976) en el cual Griselda Gambaro vuelca su experiencia de una serie de diálogos mantenidos con niños de edades tempranas del Gran Buenos Aires. En ellas demuestra lo disparatado en ocasiones que pueden resultar los malentendidos o la desinformación por falta de experiencia de los más pequeños por no asistir a salas de teatro, confundiéndolas con el cine o la TV. Lo cierto es que, Griselda Gambaro se muestra como una escritora de una enorme capacidad para sacudir con persuasión la modorra a todas las edades de la especie humana. Le interesa un pensamiento renovador, instalar ejemplos fundamentalmente de obras críticas del statu quo y, por otro lado, no  perder de vista jamás que lo lúdico no adormezca lo lúcido.



      Ha recibido una enorme cantidad de distinciones y premios. Es Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires,  obtuvo el Premio Konex de platino y el Konex diploma al mérito y, para la escritura de uno de sus libros, la prestigiosa beca Guggenheim de Nueva York. Sus obras han sido puestas en el mundo entero y traducidas a una gran cantidad de idiomas. Fue responsable del discurso de apertura de una de las Ferias Internacionales del Libro de Buenos Aires y de la Feria del Libro de Frankfurt, Alemania, cuando la Argentina fue país invitado. Estamos ante alguien que mantiene entre su vida privada, su vida cívica y su vida creativa una unidad indisoluble que, por añadidura, defiende por sobre todo los valores de equidad en todos los planos de la vida social, la defensa de los Derechos del Niño y la defensa de los DDHH. De ello dan prueba sus actos, no sólo sus palabras.

 

 

jueves, 1 de octubre de 2020

¡¡¡ Aquí están..., estos son !!!! los premiados con el HORMIGUITA VIAJERA 2020....!!! FELICITACIONES....!!!

 

ACTA DE PREMIACIÓN:

 

PREMIO NACIONAL Y LATINOAMERICANO DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL


“LA HORMIGÜITA VIAJERA”
Edición 2020


 (1)


 

La Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Madre Teresa ha dado a conocer a los ganadores del Premio Nacional y Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil “La Hormiguita Viajera”, edición 2020.-.

Acta Premio Nacional y Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil: “La Hormiguita Viajera” Edición 2020.-

En la localidad de Virrey del Pino, Partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires,  ARGENTINA,  en reunión plenaria la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Madre Teresa;

RESUELVE


aprobar y dar a conocer los nombres de las personas e instituciones que serán distinguidas con el Premio Nacional y Latinoamericano: “La Hormiguita Viajera”, Edición 2020.-

 

La entrega de las distinciones se llevará a cabo durante el año 2021 debido a los acontecimientos de público conocimiento productos de la pandemia de COVID 19, EN FECHA A DETERMINAR, en la primera quincena de Diciembre 2020,  recibirán el DIPLOMA DIGITAL correspondiente a su premiación.

 

 Los premiados son los siguientes, a saber:

 

1.    MAESTRA LATINOAMERICANA DE LIJ: SILVIA SCHUJER,(ARGENTINA)

 

por su trabajo de verdadera Maestra, por su compromiso con la palabra, el lenguaje, la lectura, para todos y con todos, en especial los niños y jóvenes, sin descuidar jamás la formación y capacitación de los mediadores de lectura (docentes, bibliotecarios, narradores, etc), por ser REFERENTE DE LA LIJ EN PLAN NACIONAL DE LECTURA DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN, por su amplio y extenso trabajo como ESCRITORA DE LIJ, ADEMÁS, porque desde las redes sociales diariamente promueve la LIJ, la escritura, de famosos y de ignotos escritores, para producir el goce de la palabra compartida, y de esa forma darnos herramientas de lectura y promoción.
Por toda una trayectoria desde el mundo de la PALABRA honesto, profundo y con una convicción que es contagiosa y beneficiosa para todos. Porque sus trabajos literarios (sus libros) han hecho y siguen haciendo el gozo de los lectores, docentes y bibliotecarios.

 

2.    MAESTRA LATINOAMERICANA DE LIJ:  LEIBI NG (REPUBLICA DOMINICANA),

 por su trabajo a favor de la lectura y la escritura, porque con sus libros ha sabido abrir surcos donde se siembran las letras y palabras que darán verdaderos frutos lectores, por ser una Maestra indispensable en las bibliotecas.  Por ser guía desde la lectura para docentes, padres y especialmente niños que sienten y agradecen su creación.
Por poseer una trayectoria honesta a favor de la LIJ, poniendo el énfasis en la formación de lectores desde su más tierna infancia. Por crear espacios para que la LIJ se conozca, se lea, se disfrute, por administrar el espacio en las redes sociales LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL RD (espacio de LIJ desde REPÚBLICA DOMINICANA).

 

 

3.    MAESTRA NACIONAL DE LIJ: SILVIA ARAZI (ARGENTINA)

 

por su trabajo literario que la lleva a recorrer el mundo de las letras y palabras con responsabilidad, haciendo literatura sin importar los adjetivos, sus obras tanto para niños como adultos son obras de arte que llevan al lector a buscar y esperar el nuevo desafío de una nueva elección. Sus trabajos en muchos casos son historias que vencen prejuicios y que desafían a cualquier lector a internarse en la vida de sus “personajes”.

 

4..- MAESTRA NACIONAL DE LIJ: SILVIA PAGLIETA (ARGENTINA)

por su trabajo literario que lleva muchos años, no sólo creando sus propios escritos, sino además, un trabajo como mediadora de lectura, tallerista en escritura creativa, fundando espacios en lugares vulnerables, y paralelamente desarrollando su vocación docente en escuelas e institutos. Es autora de libros de investigación y de literatura para niños. Referente en clubes de lectura en diferentes espacios de nuestro País. Una verdadera Maestra de la mediación lectora, de la enseñanza de las letras y una creadora comprometida con la LIJ.

 

5.- MAESTRA NACIONAL DE LIJ: ALICIA CRISTÓFARO (ARGENTINA)

Durante años se dedicó a la enseñanza de las matemáticas en establecimientos educativos, pero siempre tuvo una relación con la promoción de la literatura infantil y juvenil. Ha sido parte y organizadora de actividades y talleres, clubes de lectura, y su obra literaria se desarrolla en el ámbito de la escritura de teatro. Una verdadera Maestra que desde las ciencias exactas, recala en el mundo maravilloso de las letras, primero como gran lectora, y luego como escritora y tallerista.


6.-MAESTRA NACIONAL DE LIJ: PATRICIA AURELIO (ARGENTINA)


por una trayectoria de trabajo arduo, por su pasión en dar a conocer sus obras, por llevar a cuesta como una verdadera Hormiga sus proyectos lectores, nacidos en nuestra tierr,a, y disfrutado por niños de Uruguay, Paraguay y Costa Rica. Por saber recorrer con convicción el largo camino de la escritura para niños. Por su amoroso personaje "Pulgas" que le ha permitido desembarcar en el corazón de los niños y los mediadores docentes, narradores, bibliotecarios, etc.)

 

 

 

 

5.- BIBLIOTECARIA/O: VIVIANA CISNEROS, BIBLIOTECA ESCOLAR ESCUELA PRIMARIA Nro 106 “VIRREY DEL PINO, LA MATANZA,

 por su compromiso desde su lugar de trabajo a dar acceso a los niños y jóvenes y a toda la COMUNIDAD EDUCATIVA, haciendo de la BIBLIOTECA el centro de promoción y animación, llevando a los lectores al mundo maravilloso de la lectura, por haber formado un espacio propio para los lectores de literatura infantil y juvenil, porque a través de diferentes actividades hace crecer el gusto de la lectura de toda la Comunidad Educativa.



 

6.- DOCENTES PROMOTORES DE LECTURA, CULTURA y LIJ,

 

MIRIAM ZAVALA GÓMEZ  (PERÚ)

 

docente, escritora, promotora de lectura y de cultura, se ha desempeñado en diferentes ámbitos culturales de la Ciudad de Arequipa, Perú, y en varias localidades de la zona sur de dicho país. Sus labores como docente y promotora cultural han tenido como base de su acción al libro y a los lectores, en especial a los niños. Su mirada de gestora cultural ha sido universal, creando lazos de sus tradiciones patrias con las tradiciones latinoamericanas para así de esta forma poder formar las mentes de los niños y jóvenes con una mirada de respeto por la diversidad que posee la humanidad y que se refleja ampliamente en las actividades culturales. Desde hace varios años se desempeña como Directora de la Escuela Regional de Arte Dante Nava de Arequipa, República del Perú, llevando adelante diversidad de acciones y programas realmente muy exitosos para su comunidad y las comunidades afines.

 

JESICA GIGENA, (ARGENTINA)

 docente y promotora de lectura, con actividades que no sólo las plantea para su entorno escolar, sino que además, las lleva, donando su arte y tiempo a otros espacios. Este año ha colaborado muy activamente con los espacios y programas de animación y promoción de la lectura que realizó la BIBLIOTECA POPULAR MADRE TERESA a través de las redes sociales. La Docente JESICA GIGENA se desempeña en una Escuela de la localidad de GALVEZ, PROVINCIA DE SANTA FE. Nos ha demostrado su compromiso con su comunidad educativa y con el resto del país, colaborando y ayudando a otras instituciones como mediadora de lectura.

 

ARIANA ROJAS (ARGENTINA)

Por su labor como docente y promotora de lectura, invitando y creando productos visuales y digitales a través de la red Youtube, sobretodo ofreciendo su labor investigativo, su amor por la lectura, y la creación a través de la LIJ y dando apoyo visual y narrativo a efemérides y fechas patrias, temas que hacen a la enseñanza y que sirven tanto para otros docentes como para padres y alumnos. Ha colaborado con la BIBLIOTECA POPULAR MADRE TERESA en sus acciones de promoción de la lectura y los libros. Por la creatividad y la seriedad puesta en el trabajo lector. ARIANA ROJAS se desempeña en Escuelas de la localidad de GREGORIO DE LAFERRERE, PARTIDO DE LA MATANZA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

 

 

7.- . BIBLIOTECA POPULAR:    CASA DE LA CULTURA DE LONGCHAMPS Y BIBLIOTECA POPULAR ATAHUALPA YUPANQUI, LONGCHAMPS PCIA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA.

 Por su trabajo institucional a favor de la lectura en la formación de mediadores, HACER DE LA BIBLIOTECA UN CENTRO COMUNITARIO DE PROMOCIÓN Y ANIMACIÓN DE LA LECTURA  Y DE ACCESO A LA CULTURA, PARA TODA LA COMUNIDAD, remarcando su compromiso con las instituciones educativas y en poner todas sus potencias a favor de los lectores, HACIENDO QUE LOS LIBROS SEAN VERDADEROS CONSTRUCTORES DE CIUDADANÍA Y DERECHOS.

 

 

8 .—BIBLIOMOVIL ABRETE LIBRO de la CIUDAD DE DOLORES, PARTIDO DE DOLORES, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

por su trabajo planificado como comunidad educativa en donde el centro de las actividades está centrada en la biblioteca escolar y en la lectura, en dar acceso a los jóvenes, padres y toda la comunidad en todos los niveles educativos, al placer que despierta la lectura como puerta de acceso al mundo del arte y la cultura, para la construcción de la ciudadanía, lectura y derechos. Por abrir sus puertas a las actividades y sus propuestas lectoras y articular con otras Instituciones y Gestores Culturales en este proceso de formación y educación, por compartir la palabra, el arte y la comunicación.

 

9.-  REVISTA LEEMOS.

 Desde hace 4 años, Revista Leemos aborda al mundo editorial como eje temático desde una perspectiva netamente periodística. Se trata de una plataforma en la que se ofrecen tanto noticias e información vinculadas al libro y escritores, como diferentes análisis o críticas de publicaciones, destacándose la constante actualización y diversidad de contenido.

Leemos es producto del trabajo de profesionales de la comunicación de Mar del Plata y está dirigida a aquellas personas que disfrutan de leer como vivencia en sí misma y que están interesadas en el libro y la lectura como herramientas de desarrollo personal, pero esencialmente como experiencia gozosa.

Este medio de comunicación plantea también críticas, reseñas y análisis atendiendo a una gran variedad de géneros, que constituyen la materia prima para las diversas secciones que componen Leemos.

 

10.- NARRACIÓN ORAL: ROSANA GARCÍA

 

Una profesional que posee un gran compromiso con la narración, los libros, la lectura, en su triple función y preparación: DOCENTE, BIBLIOTECARIA Y NARRADORA llevando con sus interpretaciones y espectáculos una tarea de promoción y animación de la lectura en diferentes sectores sociales, culturales y educativos y con diferentes actores y con diversos grupos etarios. Por lograr en los escuchas una relación de amor con la palabra narrada y llevarlos al mundo maravilloso de la lectura, volando con la imaginación.

 

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11.- GRUPO DE NARRACIÓN: LAS ABUELAS CUENTACUENTOS DE VENADO TUERTO, SANTA FE.

Pertenecientes a la FUNDACIÓN MEMPO GIARDINELLI, son voluntarias que visitan escuelas, instituciones, talleres y donde se las invita para compartir el mundo maravilloso de las palabras, las leyendas, las historias y cuentos. Promoviendo la lectura, el libro como instrumento de libertad y crecimiento espiritual y humano.

 

12.-  ILUSTRADOR/A: PILAR CENTENO,

 

 por acompañar con sus ilustraciones a grandes plumas del mundo de la LIJ, por poseer un estilo que lo hace único, y que la representa, Por ser las ilustraciones lenguaje expresivo, que no solo acompaña al texto sino que se abre por su calidad, calidez y expresión en una lectura por si misma.

 

13.- EDITORIAL: PLANETA LECTOR ,

 por su oferta editorial cuidada, con grandes herramientas lectoras, con una oferta amplia y con la participación de grandes escritores e ilustradores, que permiten el acceso al libro desde el placer por la lectura, desde la estética y desde el contenido. Porque como dice la poesía popular: ha ido creciendo desde el pie…, por abrir la puerta para que muchos autores, en especial nóveles comiencen el camino de ver publicados sus creaciones.

 

14.- INSTITUCIONAL: CASA DE CUENTOS: BIBLIOTECA INFANTIL., VICTORIA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES

 

 Por su trayectoria, por sus espacios de promoción, animación y formación para los hacedores y mediadores de la LIJ, por su preocupación constante en poner en lugar de privilegio a la LIJ como lo que es y tiene que ser: LITERATURA.


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15. BLOG DE LIJ:  BLOG: LA BIBLIOTECA DE CRISTINA
https://labibliotecadecristina.blogspot.com/  de la ESCRITORA y DOCENTE MARÍA CRISTINA ALONSO.

Estos blogs son herramientas de consulta para los mediadores de lectura, son verdaderos pasajes al mundo de la LIJ, donde el lector especializado o el que lee por placer encuentra recomendaciones, ideas, propuestas para llevar al aula, a los estantes y lectores de nuestras bibliotecas populares, son llaves que abren el maravilloso mundo de la lectura, de la literatura y la escritura. Hay en el bloguero un compromiso con el lector, al que conoce, pero en especial teniendo en cuenta a aquel lector desconocido que en el ancho mar de las redes puede llegar a encontrarse con estos espacios de compromiso lector en un marco de libertad y creación de alto vuelo intelectual que llevan horas y horas de lectura, de pensamiento, de trabajo y análisis.

 

ESPACIO EN REDES: SITIO MI SALA AMARILLA en FACEBOOK, y EN BLOG

https://salaamarilla2009.blogspot.com/

 

Sandra Luz Martorelli,  de la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina. Ejerció la docencia durante 30 años en el Nivel Inicial como maestra de sala y en el año 2009 decidió cerrar su ciclo, despedir por última vez a los egresados de su sala amarilla que el año próximo ingresarían a primer grado y partir también como ellos, comenzando una nueva etapa en su vida, sin dejar de lado su vínculo con la docencia... Encontró en las redes (FACEBOOK) una nueva forma de continuar con SU vocación docente, traspasando fronteras, abriendo las puertas de "Mi Sala Amarilla" al mundo. Y además, complementando su labor en un variado blog de educación inicial para docentes, estudiantes, bibliotecarios y todo aquel interesado en la LIJ y la educación.

 

16.-. TEATRO: al Equipo de AMIA PARA LOS CHICOS,

 

 por sus propuestas de alto nivel profesional y escénico dedicadas para los chicos y sus familias, recuperando el amor por la lectura, por los libros, por el teatro y las artes conexas, que hacen que sus obras y trabajos todos ellos con acceso gratuito sean de una riqueza e importancia fundamental para el desarrollo armónico en la educación de los niños y los jóvenes. Esta decisión del equipo directivo de AMIA permite además, crecer en la diversidad, en la paz y la comprensión entre los diferentes grupos sociales que constituímos la sociedad argentina.

 

 

 

 

 

 

 

17.- PROGRAMA DE RADIO: EL CHIRINGUITO, POR RADIO ESTACIÓN SUR, LA PLATA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

 

 Dedicado a la promoción de la literatura en general y a la LIJ en particular, con invitados en vivo para conocer y hacer conocer a autores, obras, narradores, etc. Un espacio donde la lectura, la narración y el mundo de la Palabra se comparte con todos y todas..

Un programa de radio con un gran compromiso con el mundo y el desarrollo de la LIJ, y sus hacedores, con grandes entrevistas, reportajes, crítica de libros, participación activa de los radio escuchas, y un uso inteligente de las herramientas de las nuevas tecnologías como son las redes sociales para llegar, para llevar y dar acceso a miles y miles de futuros y a experimentados lectores.

 

 

18.-. LITERATURA Y DERECHOS HUMANOS:  “EL PAÍS DE JUAN”

Escrito por MARÍA TERESA ANDRUETTO,  durante el año 2001 y publicado por primera vez  en 2004 en España, la lectura permite sospechar que la trama comienza unas décadas antes de la última dictadura cívico militar. En este contexto conocemos a Juan y a Anarina como jóvenes adultos, ahora atravesando la violencia de esos años para retornar después y juntos al lugar que eligen para empezar de nuevo.  Así, en el final del libro el ciclo económico, político y social que insiste, se completa con la humanidad que no cesa de buscar lo mejor de sí misma.

En definitiva EL PAÍS DE JUAN es un relato que nos habla de una realidad social dura y muy cercana, pero que es también es el reflejo de una situación universal. Migrar del campo a la ciudad, migrar de un país a otro, siempre anhelando una situación mejor.

Una mudanza que es algo más que el traslado físico, y que obliga a hacerse preguntas sobre la propia identidad. Es la historia de Juan y Anarina, pero es además la historia de muchos, contada, como lo suele hacer la autora, desde un trabajo preciso y precioso con el lenguaje, y con una mirada que también deja lugar a la esperanza. Y que magistralmente, en esta edición en especial con la pluma de un artista de las formas y el color como es el Maestro Uruguayo Matías Acosta que dan fuerza al relato, imágenes que nos llevan a fortalecer la proyección de la historia en nuestro interior.

Andruetto, María Teresa. El país de Juan. Buenos Aires, Sudamericana, 2018.-

 





 

19.- EL LIBRO DEL AÑO: “DONDE NACEN LAS SIRENAS”  del escritor salvadoreño ALBERTO POCASANGRE  

Obra ganadora I Concurso Centroamericano de Literatura Infantil, convocado por ¡Libros para Niños!." (Nicaragua) Todas las cosas nacen en algún momento y en algún lugar", asegura la abuela Diana y, acto seguido, le relata a su nieto como nació la playa por la que están caminando. Ustedes también pueden conocer su asombrosa historia. Ahora bien, tienen que prometer que guardarán el secreto... A la manera de un mito de creación contemporáneo, este hermoso cuento es una celebración de la poesía, la imaginación y la creatividad, y también un valioso aporte a la literatura centroamericana y de toda América Latina y el Caribe para niños



 

Sin otro punto, ni tema que abordar, siendo las 18:00 hs, (dieciocho) horas del día 01 de octubre de año dos mil veinte, en la localidad de Virrey del Pino, La Matanza, Pcia. de Buenos Aires, Argentina, se da por finalizada la reunión sobre el Premio Nacional y Latinoamericano: “La Hormiguita Viajera”, Edición 2020, quedando cerrada definitivamente esta reunión, no pudiendo realizarse ningún cambio en las decisiones tomadas, autorizando a los Miembros de la Biblioteca Popular Madre Teresa, a dar aviso a los ganadores por todos los medios gráficos, radiales, digitales, redes sociales, correo postal, para que se informen de la decisión de haber sido galardonados con el PREMIO NACIONAL Y LATINOAMERICANO DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL: “LA HORMIGUITA VIAJERA”

(reiteramos que el acto de entrega se llevara a cabo durante el año 2021, recibiendo el diploma digital en la primera semana de Diciembre 2020, debido a la pandemia del COVID 19 que asola a la Humanidad)

 

Comisión Directiva
Biblioteca Popular Madre Teresa
Virrey Del Pino – La Matanza
Pcia. de Buenos Aires, Argentina
https://www.facebook.com/premio.lahormiguitaviajera/

bibliomadreteresabsas@gmail.com
fono: 011 15 5 9809764


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(1) Ilustración Hormiguita de Laura Michell

(2) Ilustración Hormiguita de Mónica Weiss


Narradores y Cuentacuentos: Entrevista a la Narradora "Seño Norma"

  -¿Cómo y cuándo descubriste que tu destino estaba ligado a la transmisión de la cultura a través de la oralidad? Desde pequeña me encant...