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jueves, 21 de noviembre de 2019

El universo poético de María Cristina Ramos. Algunas consideraciones personales.


                                                                                                por CRISTINA PIZARRO










Preliminares.
En este breve artículo, me propongo señalar ciertas cuestiones que inciden en la construcción del sujeto, ligado a los modos de leer discursos líricos que privilegian un lenguaje puramente genuino, en el uso preciso de la palabra, el encantamiento del plano fónico los que irradian sentidos plurívocos en la escucha placentera, en la fruición gozosa cuando se unen, en alianza dialéctica, el cuerpo y la palabra, en una cosmovisión global, en tanto el niño capta la totalidad en su conjunto sonoro, lúdico y que va directo a su  corazón expectante. Iré incluyendo citas de diversos libros de poemas de M.C. Ramos, sin hacer ningún tipo de análisis ni interpretación de los mismos.
“Te busco y te pillo/ nariz y flequillo/ carita de sueño/corredor pequeño/ te pido consuelo/ pájaro con cielo/ te espero en la esquina/ de arena marina/ con una barcaza/ de papel estraza/ con un bergantín/ con puerto aserrín/ y con un velero/ de papel te espero/ te espero en la huerta/ que no tiene puertas/ y en esta vereda/ donde el sol se queda/ y peina con brillo/ con peines de seda.” (“De papel te espero”)


El asombro y la sorpresa en el tratamiento de las cosas, los elementos de la naturaleza, la exaltación de lo minúsculo que solo puede percibir quien se entrega de lleno a su tarea, ya sea tanto la poeta Ramos cuanto el destinario niño y la necesidad de la impronta de los mediadores, es decir, docentes, bibliotecarios, especialistas y adultos en general, responsables de la formación educativa en su integridad, desde lo afectivo, expresivo, cognitivo, interpretativo y productivo. Cada texto generará un nuevo discurso en el transcurrir de la vida de los niños, cuyo fruto ha de madurar según sus propios ritmos, intereses, necesidades, deseos. Sabemos que no todos los frutos maduran al mismo tiempo, así como también conocemos que el período de gestación y también su duración vital es diferente en cada especie de la naturaleza.
“Se me ha perdido un botón/ y el ojal está asustado, /¿Alguien ha visto pasar/ a un gordito nacarado?/ Dicen que rodó esta tarde/ despeinado y con hilachas, / con aire de distraído,/ algo dudosa su facha”[…] ( “¿Y el botón”?)


Una autora que es testigo de su aquí y ahora.
María Cristina Ramos, escritora argentina coetánea, pone de manifiesto en su extensa obra literaria, su maestría en los diferentes discursos literarios destinados a los niños y jóvenes de hoy. Una lectura atenta a su vasta producción escrituraria nos demuestra su interés y compromiso por despertar el deseo que favorecerá la conquista creativa y la invención lingüística.
Podemos soslayar que de sus textos emergen aspectos fundamentales acerca de su concepción poética: desde la sutil intención de ‘captar los misterios de la naturaleza’, hasta ‘insinuar ese mundo representado y ficcional a través de sombras, silencios, transparencias y reflejos’.
Su escritura se detiene, con suspicacia, para descubrir los detalles del mundo. Serán las pequeñas cosas las que su mirada capta con un zoom y de ese modo, les otorga grandeza sin par hasta que logra penetrar en su secreto.


Personajes etéreos, elementos de la naturaleza, objetos de la vida cotidiana adquieren otra dimensión. Estos se ubican en una categoría semántica que juega con las oposiciones, con asociaciones, con ritmos en la rima y la métrica. Utiliza recursos tradicionales de la poesía que remiten a una intertextualidad, ligada a las coplas, romances, canciones, rondas que constituyen el acervo de nuestra cultura. En sus poemas, los versos se despliegan con un lenguaje metafórico que combina elementos conocidos, ya que pertenecen a los campos referenciales de los chicos.
“La luna en el patio/ se peina y se pinta,/ se pone un sombrero,/ se cuelga una cinta./ Se pone unos aros/ de colores raros/ y el collar violento/ de anunciar el viento[…]” (“ La luna en el patio”)
Con respecto de los objetos, me animo a expresar que los niños intuyen algo diferente a una común realidad. Acaso, podríamos pensar que cuando el objeto ha adquirido vida, el artista y el niño estarían en contacto con dicho objeto como si se tratara de su verdad psíquica. Es en ese proceso de creación, en que el objeto tiene vida propia, en esa nueva invención que hasta podría generarnos percepciones emocionales insólitas.
“Con este ruidito/ de llave llavero/ de llave que llave/ la puerta de acero./ Con este barullo/ de vara varilla/ del árbol que sombra/ membrillo membrilla./ Con esta jarana/ de lana madeja/ que teje la rana/ festejo festeja.[…] ( “Jarana”)
He allí, en donde se provoca el desconcierto, lo inesperado, lo que irrumpe sagazmente en nuestro mundo íntimo cuando leemos, especialmente en voz alta, o escuchar la sonoridad y el efecto de significados múltiples en esa galaxia poética.
“Vestido en verdes limones/ sonreía el limonero,/ y emplumaba en hojas verdes/ su azar de pájaro nuevo./ Vestido de nubes blancas/ lo pensaba el cielo entero/y lo tocaba la sombra/ con el aire de sus dedos.”/[…] ( “Al amor del limonero”)
Justamente, en ese universo gestado dará a luz lo que ‘sucede’. Lo que ‘sucede’ en lo geográfico y, también, en los espacios internos. Las escenas provocan una infinita red que no solo se circunscribe al entorno familiar y cercano. Se abren puertas y ventanas a lo desconocido, a lo ignoto, a lo insospechado que existe y que permanece en el universo poético, tejido con hilos de oro, con hebras de luz y de misterio.
La cebolla ha dicho/ que está enamorada/ y en la estantería/ no ha quedado nada.” […]  (“Los enamorados”)
Desde lo teórico, se hace preciso considerar que el poeta busca lograr la verosimilitud en tanto trabaja mediante el lenguaje en la transformación de lo confesional y espontáneo en materia poética. Esa ruptura del lenguaje estaría ligada con la dimensión vacilante del lenguaje, en el despliegue imaginario y de la dicción poética puesta de relieve en el poema.
“Todo árbol que crece/ mece la historia, / milenios de equilibrio/ sabia memoria./ (“ Bosques”)
El poeta se fusiona, de modo invisible, al mismo tiempo que se desdobla y busca ser el otro, el otro con el lenguaje, el otro que se mira en el espejo. Se produce una metamorfosis evocada en la experiencia, que ofrecerá, sin dudas, el rasgo distintivo de lo verosímil, es decir, de la ficción.
Aquí la escena es diferente en el tiempo, en el espacio. Predomina la imagen y la materia poética metaforiza cada trazo, cada señal esbozada en los niveles de significación, que podrá interpretar el lector según sus experiencias y competencias literarias.
“[…]Barco que busca un oleaje/ que le asegure su viaje/ y un agua de libre andar/ de un lado al otro del mar.” ( “Oleaje”)


A modo de cierre y nueva apertura.

En la obra total de María Cristina Ramos se ponen de relieve cuestiones inherentes a la condición humana: el amor, la libertad, el tiempo. El amor perpetrado en los follajes de un bosque, que no será solo el del paisaje patagónico, sino que se irradiará a otros sitios de la vida suburbana y barrial.
Observamos un campo semántico constituido por lo propio de la escritura y la comunicación: papel, carta, tinta, balbuceo.
“ […] La espada ha matado al aire/ en la calle de papel,/ castillo de naipes sueña/ que sopla sobre su piel/ […] (“ Espadas”)
Los juegos lingüísticos y la invención de palabras se ubican en lo que transgrede, se sale del límite convencional, se sitúa en ese espacio transicional dominado por el símbolo y el deseo.
“De aguasombra es la estrella/ que también es / en el nogal del cielo/ pequeña nuez./ […] ( “ Aguasombra”).


Un espacio que genera libertad de sentido y sonido. Los contrarios nos conducen a pensar en la complementareidad de los opuestos, ligadas a nuestro ser: luces y sombras, blanco y negro, cielo y tierra, solar y lunar. Estos sistemas binarios están presentes en las culturas de los pueblos primordiales, no solo de Asia, sino también en nuestra América.
Fantasía y libertad deambulan en el reino del absurdo y del disparate que afirman, una vez más, que la Literatura es ficción y lenguaje en el más alto plano de la metaforización.
Botón trapecista/ se cuelga de un hilo/ con aire de artista./ […] ( “Botón trapecista”).

Cristina Pizarro
 Buenos Aires, 9 de noviembre de 2019.


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