Hoy el Hormiguero Lector entrevista a una escritora comprometida con las letras, comprometida con la vida, con la memoria, la búsqueda de verdad...., su obra es un recorrido por hallar, defender y fortalecer la libertad individual y colectiva, desde los textos le hace un guiño al lector, para invitarle a ser parte, a ser complice de su creación, porque como ella sostiene "el que le da vida a los textos siempre es el lector".
El Hormiguero Lector los invita a leer y saborear esta entrevista para endulzar el paladar, y para poner cabeza y corazón en acción, porque Graciela Bialet es una mujer hecha y derecha con los pies y la cabeza bien puestas, porque sabe que es el leer lo que nos arrebata, a hombres y mujeres del desconocimiento.
—¿Por qué se te ocurrió ser escritor? ¿Se puede decidir ser
escritor, o se nace?
En realidad surgió como una
necesidad de seguir leyendo. Siempre recuerdo y cito la respuesta que dio a la
pregunta que le hicieron a Juan Rulfo: “¿Por qué escribió la novela Pedro Páramo?”. “Porque cuando fui a buscarla a la estantería para leer esa historia
no la hallé, entonces me la escribí”. ¿No es genial?
Bueno, salvando las distancias,
claro, yo siento lo mismo. Al escribir me sigo comportando como una lectora de
historias, y escribo las que necesito.
—¿Cuando escribís, dejás volar siempre tu imaginación o mirás
la realidad?
Creo que ambas perspectivas se
entrecruzan mientras defino la historia. Todxs estamos atravesados por la
realidad cotidiana, y la ficción no hace más que potenciarla, llevarla a otro
plano, a ese de fruición del que hablaba U. Eco.
La ficción es poderosa. Da
tantas pistas y mensajes como lectores la transiten (y ya dije que yo me
comporto como lectora siempre, a la hora de escribir). Por eso, ese pasaje de lo fantástico o maravilloso a lo realista es es inevitable en mi escritura. Porque
puedo estar dando vida animista a una hormiga (como en Gigante, Sudamericana) y
estar hablando de quién tiene la sartén por el mango en una relación desigual
de poder, de acuerdo a la lupa con que se mire... O sea, toda literatura da
cuenta de alguna realidad sobre la que quiero dialogar con lxs lectorxs.
En algunos casos, como el Los
sapos de la memoria (CB ediciones), la realidad –en este caso de un hijo de
desaparecidos en la última genocida dictadura argentina- está planteada
explícitamente, pero mientras el texto literario puede citar el libro Nunca
Más, también hay una jovencita que sale flotando de amor y una tía que espera a
su esposo secuestrado entre sapos que pueden estar encantados... La literatura
te permite todo eso.
De hecho la ficción es ese
tipo de pensamiento que nos facilita imaginar lo deseado, lo imposible, lo
buscado... Lo que nos hace evolucionar hacia otros lugares emocionales, y por
ende reales.
EL
ARTE LITERARIO POTENCIA MILES DE MEMORIAS. La literatura activa los procesos
creadores del pensamiento, tan necesarios para soñar como para investigar.
—¿De qué trabajaste antes de dedicarte a ser escritor?
Mientras estudiaba en la
universidad, trabajé en una Tienda de Afiche que vendía reproducciones de obras
de arte. Luego trabajé de maestra, fui directora de escuela primaria poco
tiempo, de la Biblioteca del Maestro de Córdoba varios años. Coordiné proyectos
de Literatura infantil en la Dirección de Investigaciones e Innovaciones
educativas, creé y gestioné el programa Volver a Leer del Ministerio de
Educación de Córdoba y me jubilé estando ya en áreas de publicaciones y de
regiones del Plan Nacional de Lectura, que luego clausuró el macrismo y que
espero vuelva a funcionar en 2020. Actualmente sigo siendo profesora de Post
grado en la Maestría de Literatura para niños de la UNR.
En todas esas etapas laborales
nunca dejé de escribir.
—¿Cuál fue el libro que más te gustó escribir?
Una pregunta difícil... Tengo
muchos libros publicados, y cada uno de ellos tiene una huella importante en mi
vida autoral. Creo que escribir Los sapos de la memoria fue reparador. El jamón del sánguche, divertido. Si tu signo no es cáncer, catártico. Un tal Bialet, emotivo. Un cuento GRRR, laborioso.
Neón, un perro reloj... creo que Neón... me encantó escribir esa novela para
chicxs que sale en la Colección Azulejos de Estrada.
- Se habla mucho de la lectura y la
escuela, ¿cómo es la relación dentro de la escuela en ARGENTINA? ¿Cómo te
gustaría que fuera la escuela de hoy para los niños?
Bueno, escribí mucho sobre este
tema en el libro de ensayos “Prohibido leer: reflexiones en torno a lectura,
literatura y aculturación” (Aique). La escuela tiene que cambiar su impronta de
S. XIX. Una escuela debe girar en torno a una medioteca, o sea un espacio
cultural educativo donde se encuentren los estudiantes con todos los textos en
los soportes que vengan. Porque la lectura es el camino infalible de la
educación, es como dice Chartier, la escuela después de la escuela, la manera
de aprender a aprender buscando la información necesaria, tanto la de la vida
cotidiana como la de la ficción.
Me imagino una escuela donde
apenas se entra hay un enorme patio con plantas, árboles frutales, un
invernadero, un insectario gigante, varios telescopios, canchas para deportes,
juegos de plaza... En el centro, una cúpula vidriada donde funciona la
medioteca y un bar con productos orgánicos; y al fondo, como en forma de de
herradura, aulas vidriadas con baños en cada sala, y toda la tecnológia que
coopere con los aprendizajes. En este escenario, veo docentes que juegan, que
ríen, que siempre leen y portan lecturas, que incitan a sus alumnxs a explorar
y a hacerse amigos de todos, que a través de su empatía convidan saberes y
proponen nuevas búsquedas, que hace currículum escolar viviendo y respirando el
pulso de los aprendizajes en la escuela. Veo directivos que favorecen todos
estos intercambios y entienden que la escuela es el lugar de la lectura.
—¿Sos muy sensible, como tus personajes?
Sí. Con ellxs río, sufro, sudo, me
enamoro, odio, reniego, amo, me enojo. Vivo mil vidas.
—¿Qué te hizo ser así?
Calculo que mi condición de
resiliente.
—¿Cómo ves la literatura infantil y juvenil en ARGENTINA? ¿Y
en Latinoamérica? Vos recorriste y viviste en varios países latinoamericanos.
Respondo con lo que escribí en “Prohibido leer: reflexiones en torno a lectura, literatura y
aculturación” (Aique):
¿Dónde circulan textos y lectores? en el
caso del lector infanto juvenil, es sin lugar a dudas la escuela –como eslabón
primordial de educación e integración cívica- quien decide, en primer término,
si genera escenarios donde textos y lectores puedan encontrarse (o
enfrentarse), y el segundo término, dispone con quién sí y con quién no, o sea,
que la escuela establece un canon que legitima títulos y autores.
La escuela decide si se va a leer
literatura o no, y las editoriales a través de sus propuestas y planes
editoriales, además, aportan qué se lee. Son decisiones estéticas, éticas,
presupuestarias y también ideológicas. Cabría preguntarse, a la hora de
reconocer la limitada circulación de LIJ entre provincias argentinas y entre
los distintos países latinoamericanos, qué sucede, qué preferencias operan
¿comerciales? ¿ideológicas?
La literatura opera con ideas, existe
por las ideas, y les guste o no a algunos, conlleva ideología, (por eso la
odian y queman los tiranos). Propaga las ideas de quien la escribe, las de
quien las re-significa al leerla y, como dicen los formalistas rusos, también
la de su contexto histórico y social del que da cuentas dejando marcas precisas
y legibles a través del tiempo.
Se utilizan en la LIJ
diversos procedimientos soterrados de invisibilización, como por ejemplo el
escaso uso literario del lenguaje coloquial popular. En los programas de
estudios de ningún ciclo de estudio, desde el preescolar hasta el
universitario, existe como segunda lengua alguno de los idiomas de los pueblos
originarios –por ende su literatura de neta tradición oral no puede ser
reproducida fuera del circuito íntimo familiar-, pero sí el internacional
inglés es obligatorio. Solo en las escuelas insertas en territorios que habitan
aún algunos pueblos originarios, desde la Nueva Ley Nacional de Educación
(2007), se educa en lengua materna - y también en castellano- propiciando sus culturas, sin embargo a
pesar de la sanción de esta ley, su práctica no se ha extendido aún a todas
las escuelas del país (sucede lo mismo con el portugués, idioma del vecino
Brasil). Es notorio que además de no enseñarse, ni nombrar los idiomas hablados
en el territorio argentino -quechua,
mapudungun, aimará, guaraní, qom, moqoit, wichi- desde la reforma
educativa de 1993, del idioma heredado de España dejó de llamarse “castellano”,
al que tampoco se lo refiere como “español”. Todo un tema de identidad, que
impone como válido que el idioma que se habla y se enseña en la escuela
bajo, se lo hace con la denominación disciplinar “Lengua”, ni como “idioma argentino” o idioma nacional
(así denominado durante el Segundo Plan quinquenal del gobierno peronista de
1949-1955, del cual Mara Glozman concluye: “la lengua aparece como uno de los
elementos que conforman un espacio simbólico de soberanía nacional y el Estado
argentino se considera soberano para intervenir sobre la lengua”[1]),
o castellano americano[2],
como lo define Mempo Giardinelli, o brasileño o portugués americano[3].
Legitimaciones culturales anodinas que actúan como procesos de aculturación,
puesto que perder el nombre del idioma es como perder el apellido, la familia,
las raíces de las palabras, o sea, el modo de nombrar el mundo, la realidad y
la ficción. Cosas de la semiótica y de la colonización cultural que modeliza
subjetividades.
Acercar literatura
regional y latinoamericana es poner ideas a disposición de los potenciales
lectores. Es dotar ideológicamente al joven lector de recursos para su
interpretación y construcción de opiniones, para su autonomía como libre
pensador. Puede, a partir de estas reflexiones, pensar que no fue ingenuo que
en casi todas las reformas educativas de los 90 –a tono con propuestas
“neoglobalizadas”-, desaparecieron los espacios disciplinares llamados
anteriormente “Literatura”, que pasaron a ser incluidos en el área de Lengua, y
en muchas jurisdicciones a grandes disminuciones en sus horas de enseñanza.
No circular y brindar
variada literatura regional argentina y latinoamericana es una elección que
conlleva a vaciar de ideas divergentes los repertorios identitarios a
legitimar. Es notorio el desconocimiento
acerca de autores y textos de los países de la Unasur,[4]
de Centroamérica y el Caribe. La falta de circulación de estos bienes culturales
es elocuente. Editoriales internacionales que escasamente trasladan títulos de
sus propios catálogos de un país a otro. Autores y ediciones regionales apenas
conectados en su propios países, impedidos de favorecer la socialización del
conocimiento de sus obras. Es mucho más sencillo conseguir un libro europeo o
norteamericano, que hallar uno paraguayo, neuquino o de Panamá. La colonización
cultural reinante no solo impone y legitima contenidos y estéticas, sino que
básicamente limita a la LIJ
latinoamericana reconocerse como un tejido cultural fructífero con una inmensa
producción de calidad que casi ignorada, porque los catálogos y los cánones
circulantes que validan las editoriales comerciales (en su mayoría monopólicas
y multinacionales) y aún muchas de las Universidades Públicas Argentinas,
permiten visualizar mucho más cercana la obra LIJ de matriz sajona o
eurocentrista, antes que la propia.
La libertad de leer
siempre está sujeta a la propuesta de quien edita y circula, aún cuando hoy la
tecnología permite tiradas pequeñas, a costos bajos y a demanda. Es preciso
avanzar en el proceso de legitimación de la maravillosa producción LIJ de los
países latinoamericanos, alertando y alentando a la editoriales acerca de la
necesidad de mayores intercambios de obras por toda Iberoamérica.
Se vienen realizando avances
en la investigación y ensayos: Las
palabras pueden[5],
De aquel lado del Atlántico[6];
Historia de la Literatura Infantil en
América Latina[7],
el Gran diccionario de autores
latinoamericanos[8];
los dos volúmenes 300 libros[9]
y 300 libros iberoamericanos[10],
ensayos que pueden ser objeto de
múltiples búsquedas y lecturas, por países, por biografías autorales, reseñas
por temáticas abordadas, por edades de los posibles lectores, por la estética
de sus tapas e ilustraciones que develan huellas americanistas tantas veces
devaluadas por algunos circuitos de legitimación simbólica. Aun siendo recortes
de informaciones van abriendo nuevos caminos investigativos, como el presente
trabajo, para adentrarnos en la búsqueda de más textos que revelen la esencia
ficcional americana.
—Si un niño o niña quiere ser escritor, ¿qué tiene que hacer?
Leer mucho y participar de
talleres literarios en la escuela, en la biblioteca popular, en el centro
cultural. Pedirle a sus tutores que le acompañen a cumplir esta misión.
—¿Crees que la literatura debe ser estremecedora,
conmovedora, molesta o indomable?. ¿Por
qué?
Por supuesto. Por eso los tiranos
siempre queman libros, porque la literatura y el arte son revolucionarios.
Toda ficción, en nuestro caso
la literaria, ya sea fantástica o realista, es transgresora y revulsiva, pues
da oportunidad de discernir, de despejar paja de trigo, contribuye al sano
ejercicio de entrenar ideas y sentimientos, de argumentar opciones, de tener
otros temas para conversar más allá de la agenda que nos imponen las pantallas.
Porque leer literatura nos permite reencontrarnos con lo no dicho, con lo que
jamás de los jamases nadie sentirá como nosotros; nos permite ser únicos,
originales y exclusivos en un sistema neo-medieval que obstinadamente nos
quiere domesticar, que nos quiere aislar para que veamos solo nuestro propio
ombligo, que nos obstaculiza el mirarnos como un tejido social solidario que
necesita de cooperación y empatías.
La literatura enciende
miradas diversas. Y es necesario leerlas, y brindarle a los pequeños y jóvenes
lectores esa oportunidad de encontrarse con otras realidades, con otras
diversidades, otras culturas. Las ideas de libertad y verdadera independencia
están hechas de palabras y por ellas, la literatura justifica su cuota de
existencia.
@ Eduardo Raúl Burattini
[1]
Glozman, Mara (2012) Lengua, nación y
Estado: representaciones de la cultura lingüística en la normativa legal del
primer y del segundo gobierno de Juan D. Perón (1946-1955) En: www.filo.uba.ar/contenidos/carreras/letras/catedras/.../glozman.doc
[2] Giardinelli, Mempo (2012) La lengua que hablamos.
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-178415-2011-10-07.html
[3]
En Bélice, aunque los idiomas predominantes son
el castellano español y el criollo beliceño,
el idioma oficial es el inglés, que es
la lengua colonizadora materna de tan solo habla el 3% de la población.
[4]
Organismo internacional conformado por los 12 países de la región sudamericana:
Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú,
Suriname, Uruguay y Venezuela.
[5]
UNICEF (2007)
Las palabras pueden: los escritores y la infancia. Oficina Regional para
América Latina y el Caribe, Panamá.
[6] Yubero, Santiago y Cerrillo, Pedro (2009) De aquel lado del Atlántico. CEPLI, Unv. Castilla La
Mancha, España.
[9] Plan Nacional de Lectura / ALIJA (2011) 300 libros
recomendados para leer en las escuelas-1. Ministerio de Educación, Argentina.
[10] Plan Nacional de Lectura (2011) 300 libros Iberoamericanos
para niños y jóvenes, recomendados por el Plan Nacional de Lectura-2.
Ministerio de Educación, Argentina.
http://planlectura.educ.ar/pdf/300%20LIBROS%20IBEROAMERICANOS%20para%20niños%20y%20jóvenes.pdf
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