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viernes, 15 de noviembre de 2019

ENTREVISTA A LA ESCRITORA GRACIELA BIALET


Hoy el Hormiguero Lector entrevista a una escritora comprometida con las letras, comprometida con la vida, con la memoria, la búsqueda de verdad...., su obra es un recorrido por hallar, defender y fortalecer la libertad individual y colectiva, desde los textos le hace un guiño al lector, para invitarle a ser parte, a ser complice de su creación, porque como ella sostiene "el que le da vida a los textos siempre es el lector".
El Hormiguero Lector los invita a leer y saborear esta entrevista para endulzar el paladar, y para poner cabeza y corazón en acción,  porque Graciela Bialet es una mujer hecha y derecha con los pies y la cabeza bien puestas, porque sabe que es el leer lo que nos arrebata, a hombres y mujeres del desconocimiento. 





—¿Por qué se te ocurrió ser escritor? ¿Se puede decidir ser escritor, o se nace?

En realidad surgió como una necesidad de seguir leyendo. Siempre recuerdo y cito la respuesta que dio a la pregunta que le hicieron a Juan Rulfo: “¿Por qué escribió la novela Pedro Páramo?”. “Porque cuando fui a buscarla a la estantería para leer esa historia no la hallé, entonces me la escribí”. ¿No es genial?
Bueno, salvando las distancias, claro, yo siento lo mismo. Al escribir me sigo comportando como una lectora de historias, y escribo las que necesito.


—¿Cuando escribís, dejás volar siempre tu imaginación o mirás la realidad?

Creo que ambas perspectivas se entrecruzan mientras defino la historia. Todxs estamos atravesados por la realidad cotidiana, y la ficción no hace más que potenciarla, llevarla a otro plano, a ese de fruición del que hablaba U. Eco.
La ficción es poderosa. Da tantas pistas y mensajes como lectores la transiten (y ya dije que yo me comporto como lectora siempre, a la hora de escribir). Por eso, ese pasaje de lo fantástico o maravilloso a lo realista es es inevitable en mi escritura. Porque puedo estar dando vida animista a una hormiga (como en Gigante, Sudamericana) y estar hablando de quién tiene la sartén por el mango en una relación desigual de poder, de acuerdo a la lupa con que se mire... O sea, toda literatura da cuenta de alguna realidad sobre la que quiero dialogar con lxs lectorxs.
En algunos casos, como el Los sapos de la memoria (CB ediciones), la realidad –en este caso de un hijo de desaparecidos en la última genocida dictadura argentina- está planteada explícitamente, pero mientras el texto literario puede citar el libro Nunca Más, también hay una jovencita que sale flotando de amor y una tía que espera a su esposo secuestrado entre sapos que pueden estar encantados... La literatura te permite todo eso.
De hecho la ficción es ese tipo de pensamiento que nos facilita imaginar lo deseado, lo imposible, lo buscado... Lo que nos hace evolucionar hacia otros lugares emocionales, y por ende reales.
EL ARTE LITERARIO POTENCIA MILES DE MEMORIAS. La literatura activa los procesos creadores del pensamiento, tan necesarios para soñar como para investigar.

—¿De qué trabajaste antes de dedicarte a ser escritor?

Mientras estudiaba en la universidad, trabajé en una Tienda de Afiche que vendía reproducciones de obras de arte. Luego trabajé de maestra, fui directora de escuela primaria poco tiempo, de la Biblioteca del Maestro de Córdoba varios años. Coordiné proyectos de Literatura infantil en la Dirección de Investigaciones e Innovaciones educativas, creé y gestioné el programa Volver a Leer del Ministerio de Educación de Córdoba y me jubilé estando ya en áreas de publicaciones y de regiones del Plan Nacional de Lectura, que luego clausuró el macrismo y que espero vuelva a funcionar en 2020. Actualmente sigo siendo profesora de Post grado en la Maestría de Literatura para niños de la UNR.
En todas esas etapas laborales nunca dejé de escribir.


—¿Cuál fue el libro que más te gustó escribir?

Una pregunta difícil... Tengo muchos libros publicados, y cada uno de ellos tiene una huella importante en mi vida autoral.  Creo que escribir Los sapos de la memoria fue reparador. El jamón del sánguche, divertido. Si tu signo no es cáncer, catártico. Un tal Bialet, emotivo. Un cuento GRRR, laborioso. Neón, un perro reloj... creo que Neón... me encantó escribir esa novela para chicxs que sale en la Colección Azulejos de Estrada.



- Se habla mucho de la lectura y la escuela, ¿cómo es la relación dentro de la escuela en ARGENTINA? ¿Cómo te gustaría que fuera la escuela de hoy para los niños?

Bueno, escribí mucho sobre este tema en el libro de ensayos “Prohibido leer: reflexiones en torno a lectura, literatura y aculturación” (Aique). La escuela tiene que cambiar su impronta de S. XIX. Una escuela debe girar en torno a una medioteca, o sea un espacio cultural educativo donde se encuentren los estudiantes con todos los textos en los soportes que vengan. Porque la lectura es el camino infalible de la educación, es como dice Chartier, la escuela después de la escuela, la manera de aprender a aprender buscando la información necesaria, tanto la de la vida cotidiana como la de la ficción.
Me imagino una escuela donde apenas se entra hay un enorme patio con plantas, árboles frutales, un invernadero, un insectario gigante, varios telescopios, canchas para deportes, juegos de plaza... En el centro, una cúpula vidriada donde funciona la medioteca y un bar con productos orgánicos; y al fondo, como en forma de de herradura, aulas vidriadas con baños en cada sala, y toda la tecnológia que coopere con los aprendizajes. En este escenario, veo docentes que juegan, que ríen, que siempre leen y portan lecturas, que incitan a sus alumnxs a explorar y a hacerse amigos de todos, que a través de su empatía convidan saberes y proponen nuevas búsquedas, que hace currículum escolar viviendo y respirando el pulso de los aprendizajes en la escuela. Veo directivos que favorecen todos estos intercambios y entienden que la escuela es el lugar de la lectura.


—¿Sos muy sensible, como tus personajes?

Sí. Con ellxs río, sufro, sudo, me enamoro, odio, reniego, amo, me enojo. Vivo mil vidas.

—¿Qué te hizo ser así?

Calculo que mi condición de resiliente.

—¿Cómo ves la literatura infantil y juvenil en ARGENTINA? ¿Y en Latinoamérica? Vos recorriste y viviste en varios países latinoamericanos.

Respondo con lo que escribí en Prohibido leer: reflexiones en torno a lectura, literatura y aculturación” (Aique):
¿Dónde circulan textos y lectores? en el caso del lector infanto juvenil, es sin lugar a dudas la escuela –como eslabón primordial de educación e integración cívica- quien decide, en primer término, si genera escenarios donde textos y lectores puedan encontrarse (o enfrentarse), y el segundo término, dispone con quién sí y con quién no, o sea, que la escuela establece un canon que legitima títulos y autores.
La escuela decide si se va a leer literatura o no, y las editoriales a través de sus propuestas y planes editoriales, además, aportan qué se lee. Son decisiones estéticas, éticas, presupuestarias y también ideológicas. Cabría preguntarse, a la hora de reconocer la limitada circulación de LIJ entre provincias argentinas y entre los distintos países latinoamericanos, qué sucede, qué preferencias operan ¿comerciales? ¿ideológicas?
La literatura opera con ideas, existe por las ideas, y les guste o no a algunos, conlleva ideología, (por eso la odian y queman los tiranos). Propaga las ideas de quien la escribe, las de quien las re-significa al leerla y, como dicen los formalistas rusos, también la de su contexto histórico y social del que da cuentas dejando marcas precisas y legibles a través del tiempo.
Se utilizan en la LIJ diversos procedimientos soterrados de invisibilización, como por ejemplo el escaso uso literario del lenguaje coloquial popular. En los programas de estudios de ningún ciclo de estudio, desde el preescolar hasta el universitario, existe como segunda lengua alguno de los idiomas de los pueblos originarios –por ende su literatura de neta tradición oral no puede ser reproducida fuera del circuito íntimo familiar-, pero sí el internacional inglés es obligatorio. Solo en las escuelas insertas en territorios que habitan aún algunos pueblos originarios, desde la Nueva Ley Nacional de Educación (2007), se educa en lengua materna - y también en castellano-  propiciando sus culturas, sin embargo a pesar de la sanción de esta ley, su práctica no se ha extendido aún a todas las escuelas del país (sucede lo mismo con el portugués, idioma del vecino Brasil). Es notorio que además de no enseñarse, ni nombrar los idiomas hablados en el territorio argentino -quechua,  mapudungun, aimará, guaraní, qom, moqoit, wichi- desde la reforma educativa de 1993, del idioma heredado de España dejó de llamarse “castellano”, al que tampoco se lo refiere como “español”. Todo un tema de identidad, que  impone como válido que el idioma que se habla y se enseña en la escuela bajo, se lo hace con la denominación disciplinar “Lengua”,  ni como “idioma argentino” o idioma nacional (así denominado durante el Segundo Plan quinquenal del gobierno peronista de 1949-1955, del cual Mara Glozman concluye: “la lengua aparece como uno de los elementos que conforman un espacio simbólico de soberanía nacional y el Estado argentino se considera soberano para intervenir sobre la lengua”[1]), o castellano americano[2], como lo define Mempo Giardinelli, o brasileño o portugués americano[3]. Legitimaciones culturales anodinas que actúan como procesos de aculturación, puesto que perder el nombre del idioma es como perder el apellido, la familia, las raíces de las palabras, o sea, el modo de nombrar el mundo, la realidad y la ficción. Cosas de la semiótica y de la colonización cultural que modeliza subjetividades.
Acercar literatura regional y latinoamericana es poner ideas a disposición de los potenciales lectores. Es dotar ideológicamente al joven lector de recursos para su interpretación y construcción de opiniones, para su autonomía como libre pensador. Puede, a partir de estas reflexiones, pensar que no fue ingenuo que en casi todas las reformas educativas de los 90 –a tono con propuestas “neoglobalizadas”-, desaparecieron los espacios disciplinares llamados anteriormente “Literatura”, que pasaron a ser incluidos en el área de Lengua, y en muchas jurisdicciones a grandes disminuciones en sus horas de enseñanza.
No circular y brindar variada literatura regional argentina y latinoamericana es una elección que conlleva a vaciar de ideas divergentes los repertorios identitarios a legitimar. Es notorio el desconocimiento  acerca de autores y textos de los países de la Unasur,[4] de Centroamérica y el Caribe. La falta de circulación de estos bienes culturales es elocuente. Editoriales internacionales que escasamente trasladan títulos de sus propios catálogos de un país a otro. Autores y ediciones regionales apenas conectados en su propios países, impedidos de favorecer la socialización del conocimiento de sus obras. Es mucho más sencillo conseguir un libro europeo o norteamericano, que hallar uno paraguayo, neuquino o de Panamá. La colonización cultural reinante no solo impone y legitima contenidos y estéticas, sino que básicamente  limita a la LIJ latinoamericana reconocerse como un tejido cultural fructífero con una inmensa producción de calidad que casi ignorada, porque los catálogos y los cánones circulantes que validan las editoriales comerciales (en su mayoría monopólicas y multinacionales) y aún muchas de las Universidades Públicas Argentinas, permiten visualizar mucho más cercana la obra LIJ de matriz sajona o eurocentrista, antes que la propia.
La libertad de leer siempre está sujeta a la propuesta de quien edita y circula, aún cuando hoy la tecnología permite tiradas pequeñas, a costos bajos y a demanda. Es preciso avanzar en el proceso de legitimación de la maravillosa producción LIJ de los países latinoamericanos, alertando y alentando a la editoriales acerca de la necesidad de mayores intercambios de obras por toda Iberoamérica.
Se vienen realizando avances en la investigación y ensayos: Las palabras pueden[5], De aquel lado del Atlántico[6]; Historia de la Literatura Infantil en América Latina[7], el Gran diccionario de autores latinoamericanos[8]; los dos volúmenes 300 libros[9] y 300 libros iberoamericanos[10], ensayos que  pueden ser objeto de múltiples búsquedas y lecturas, por países, por biografías autorales, reseñas por temáticas abordadas, por edades de los posibles lectores, por la estética de sus tapas e ilustraciones que develan huellas americanistas tantas veces devaluadas por algunos circuitos de legitimación simbólica. Aun siendo recortes de informaciones van abriendo nuevos caminos investigativos, como el presente trabajo, para adentrarnos en la búsqueda de más textos que revelen la esencia ficcional americana.

—Si un niño o niña quiere ser escritor, ¿qué tiene que hacer?

Leer mucho y participar de talleres literarios en la escuela, en la biblioteca popular, en el centro cultural. Pedirle a sus tutores que le acompañen a cumplir esta misión.






—¿Crees que la literatura debe ser estremecedora, conmovedora, molesta o indomable?.  ¿Por qué?

Por supuesto. Por eso los tiranos siempre queman libros, porque la literatura y el arte son revolucionarios.

Toda ficción, en nuestro caso la literaria, ya sea fantástica o realista, es transgresora y revulsiva, pues da oportunidad de discernir, de despejar paja de trigo, contribuye al sano ejercicio de entrenar ideas y sentimientos, de argumentar opciones, de tener otros temas para conversar más allá de la agenda que nos imponen las pantallas. Porque leer literatura nos permite reencontrarnos con lo no dicho, con lo que jamás de los jamases nadie sentirá como nosotros; nos permite ser únicos, originales y exclusivos en un sistema neo-medieval que obstinadamente nos quiere domesticar, que nos quiere aislar para que veamos solo nuestro propio ombligo, que nos obstaculiza el mirarnos como un tejido social solidario que necesita de cooperación y empatías.
La literatura enciende miradas diversas. Y es necesario leerlas, y brindarle a los pequeños y jóvenes lectores esa oportunidad de encontrarse con otras realidades, con otras diversidades, otras culturas. Las ideas de libertad y verdadera independencia están hechas de palabras y por ellas, la literatura justifica su cuota de existencia.




@ Eduardo Raúl Burattini



[1] Glozman, Mara  (2012) Lengua, nación y Estado: representaciones de la cultura lingüística en la normativa legal del primer y del segundo gobierno de Juan D. Perón (1946-1955) En: www.filo.uba.ar/contenidos/carreras/letras/catedras/.../glozman.doc
[2] Giardinelli, Mempo (2012) La lengua que hablamos. http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-178415-2011-10-07.html
[3] En Bélice, aunque los idiomas predominantes son el castellano español y el criollo beliceño, el idioma oficial es el inglés, que es la lengua colonizadora materna de tan solo habla el 3% de la población.
[4] Organismo internacional conformado por los 12 países de la región sudamericana: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay y Venezuela. 
[5] UNICEF (2007) Las palabras pueden: los escritores y la infancia. Oficina Regional para América Latina y el Caribe, Panamá.
[6] Yubero, Santiago y Cerrillo, Pedro (2009) De aquel lado del Atlántico. CEPLI, Unv. Castilla La Mancha, España.
[7] Muñoz, Manuel (2009) Historia de la Literatura Infantil en América Latina Peña. SM, Colombia.
[8] García Padrino, Jaime, coord. (2010) Gran diccionario de autores latinoamericanos. SM, Madrid.
[9] Plan Nacional de Lectura / ALIJA (2011) 300 libros recomendados para leer en las escuelas-1. Ministerio de Educación, Argentina.
[10] Plan Nacional de Lectura (2011) 300 libros Iberoamericanos para niños y jóvenes, recomendados por el Plan Nacional de Lectura-2. Ministerio de Educación, Argentina. http://planlectura.educ.ar/pdf/300%20LIBROS%20IBEROAMERICANOS%20para%20niños%20y%20jóvenes.pdf


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