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domingo, 10 de noviembre de 2019

Infernales, de Laura Ramos


Una biografía gótica
por María Cristina Alonso


Así como James Boswell, para escribir la biografía de Samuel Johnson, partió de la correspondencia, de los testimonios orales, de la frecuentación directa puntillosa y obsesiva del biografiado, fundando la biografía moderna como género, Laura Ramos arma en su libro Infernales (Taurus, 2018) -con la misma obsesiva indagación en anteriores biografías, en relatos de viajes al corazón de Haworth y en lecturas meticulosas de las obras ficcionales- las fantasmales y productivas vidas de los hermanos Brontë.
Hay mucho de novelista en un biógrafo que crea un mundo y debe poblarlo alrededor de sus personajes, con la diferencia de que la biografía exige basarse en testimonios más o menos fiables.

Laura Ramos nos lleva con su libro de viaje a la región de Yorkshire en la primera mitad del siglo XIX y nos deja instalados en un páramo cruzado por los vientos que da, entre sus mejores frutos,  escritores. Y no cualquier escritor, tres novelistas formidables que encendieron la curiosidad y despertaron devociones en los lectores de todas las épocas, y un poeta que hubiera sido brillante si el opio, los amores desdichados, el alcohol y la decisión de sus hermanas de ignorarlo, no lo hubieran casi borrado de la historia. Tales son las vidas de Charlotte, Emily, Anne y Bradwell Brontë.
La reconstrucción del mundo Brontë no puede ser más minuciosa, y a la vez fascinante. Tiene la virtud de incitar al lector que se inicia en la reconstrucción de esa factoría donde se forjaron novelas inolvidables como Jane Eyre y Cumbres borrascosas, a completar el repertorio de ficciones que estas inglesas de Yorkshire legaron a la humanidad. Biografía, entonces, que no sólo reelabora los pensamientos de estos escritores e imagina opciones de ese pasado cuando era presente, sino que nos insta a releer sus textos.  

En Infernales encontramos la explicación y el origen de una de las literaturas más potentes del siglo XIX. Desde los juguetes que inspiraron los primeros textos literarios de los hermanos, como la caja de soldaditos de madera que el padre les llevó de Leeds, pasando por la literatura edificante que se leían en las escuelas para hijos de clérigos pobres a las que asistían. Cuentos poblados de niños sufrientes que mantenían la fe pese a las adversidades como los que integraban  El amigo de los niños del reverendo Wilson. Y los fantasmas que escapaban de los cuentos que Tabby, la cocinera, les contaba junto al fuego hasta el clima melancólico del cementerio junto a la rectoría donde vivieron, los efluvios de El Toro negro, la taberna sobre cuyo mostrador Brandwell escribió algunos versos, y el otro fantasma inevitable, el de las enfermedades que fueron diezmando a la familia impiadosamente.

¿Qué tiene de nuevo este libro sobre unas escritoras bastamente visitadas por biografías y películas? La autora sobre el final nos comparte su plan de trabajo. “Me apropiaría de todas las investigaciones hechas hasta el momento, haría la ruta Brontë británica, la irlandesa y la belga, pero también abrevaría en las fuentes desacreditadas chismes, videntes, farmacéuticos, borrachos, fantasmas, la cuñada del guardia.”
Sobre el final de Infernales, Laura Ramos nos cuenta el origen de esta obsesión Brontë, de “su trauma” como ella misma lo denomina, que le llevó diez años de investigación y escritura. El descubrimiento de Jane Eyre en la edición española  titulada Juana Eyre de Carlota Brontë, hallada en el banco de la iglesia del colegio donde estaba pupila una vecina. Libro cuya lectura le borró el mundo hasta que las monjas la rescataron,  y el incumplido deseo del padre, Abelardo Ramos, de que su hija visitara el Museo Británico  para ver el escritorio de Carlos Marx. Ella, en su lugar, se fue a Haworth, a casa de las hermanas Brontë.
Y lo nuevo que trae este libro es el rescate del hermano ignorado, despejando la leyenda maldita de Patrick Brandwell Brönte, un romántico  poeta  cultísimo que escribió poemas en prosa y fue el primero de los hermanos editados.
También devela aspectos de las tres hermanas que comenzaron a publicar bajo seudónimos, como Curren, Ellis y Acton Bell desmintiendo la imagen de solitarias muchachas virginales perdidas en un páramo escribiendo novelas. Nos presenta a Charlotte, Emily y Anne como mujeres cultas, que viajaron, que se educaron en Bruselas, como Charlote y Emily, que  se enamoraron,  (Charlotte de dos hombres casados), que fueron egoístas con su hermano cuando decidieron utilizar la herencia de la tía muerta para financiar sus obras, que despreciaban el único trabajo que las mujeres cultas y pobres podían hacer, el ser institutrices y gobernantas, y que abandonaron sus sueños modestos de crear una escuela para convertirse en escritoras profesionales.


Laura Ramos nos revela la génesis de estas escritoras que fueron feministas cuando nadie tenía conciencia de la igualdad de género, que decidieron no casarse y hacerse cargo de sus vidas, que escribieron una obra que limita con las pasiones humanas más salvajes, más tenebrosas. Los tiempos en que siendo niñas escribieron pequeños libros en retazos de papeles contando historias de mundos como la Confederación de la ciudad de Cristal, Angrial o Gondal, y los poemas escritos a la luz de las velas mientras pelaban papas.
Infernales es una biografía gótica que se propone deconstruir el mito Brontë con una escena fundante. La noche en que Charlotte y Emily se presentan ante George Smith, de la librería y editorial Smith & Elder, en Londres, para dejar en claro que ellas eran las autoras de las famosas novelas firmadas con los seudónimos de Currel, Ellis y Acton Bell. “Somos tres hermanas”, dijeron al editor y terminaron en la ópera donde daban El barbero de Sevilla.  Capítulo introductorio  que concluye con los puntos suspensivos con que la autora invita al lector a visitar los páramos de Yorkshire y no abandonarlos más hasta la última página. 






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