El patio interno de Federico y Florencia
por María Cristina
Alonso
Una librería no surge
porque sí, nace cuando se alinean los planetas, dice Federico Namavuel mientras
repasa los títulos de los estantes de su reciente negocio. Patio interno fue pensada, soñada, buscada y ahora ofrece un
interesantísimo catálogo de libros en la diagonal Jorge Bell de City Bell, La
Plata.
Se inauguró en Julio
pero ya es un lugar de referencia para quienes buscan libros que quizá no
encuentren en otro lado. Federico Namavuel y Florencia Alconada decidieron, en
medio de la crisis, abrir una librería a medida de sus sueños lectores.
Federico, arrellanado en uno de los cómodos sillones
de la librería que invitan a la lectura recupera, para El hormiguero lector, el largo camino que recorrió para concretar
su sueño.
¿Cómo surgió la idea de abrir una librería en medio de la crisis?
La idea nació hace mucho tiempo. Estudié derecho, soy abogado y casi
inmediatamente empecé a trabajar en el Ministerio de Agricultura. De chico
siempre me gustó escribir, tuve la pulsión de la escritura y de la lectura. No
fui criado en un hogar de lectores.
Crecí con la televisión prendida veinticuatro horas al día, era la que marcaba
el ritmo de la casa, esa televisión de los noventa, pero ahí no sé qué pasó con
los libros, empecé a mirar los libros que estaban en las casas de mis amigos
motivado por la curiosidad por saber. Llegaba a la casa de mis amigos y me iba
directamente a sus bibliotecas. En casa había pocos libros, mi familia era
lectora de verano y no tenía el hábito de charlar sobre literatura. Con el
tiempo seguí escribiendo, nunca dejé de escribir y nunca dejé de prestarle
atención a los libros. En 2007 empecé a escribir, invitado por un amigo, en un diario
de rock que se llamaba El garaje. Era una publicación mensual que daba cuenta
de los que pasaba en música en la ciudad de La Plata. En ese diario yo era el
encargado de escribir las contratapas. Eso encendió una llama.
En 2009 comencé a trabajar en Buenos
Aires. El viaje de una hora y media desde City Bell era tedioso y, para aliviar
ese tiempo, empecé a leer en los viajes, a entender que ese era un momento para
la lectura. Tener tres o cuatro horas para leer en días de trabajo era
maravilloso.
Así, cuenta Namavuel,
comienza a acumular lecturas, encuentra libros que lo deslumbran como La conjura de los necios
de John Kennedy Toole.
Por ese camino
se encuentra con Carver, con Puig. Florencia, su mujer, estudiante de letras en
ese entonces, lo iba orientando. Crece
su pasión por los libros y, aunque confiesa que le encantaba trabajar en lo público, la estructura
institucional lo afectaba y le hacía sentir que había otro camino. Piensa,
entonces, en armar un proyecto que tuviera que ver con su pasión lectora. Esa
librería en donde repasa los intentos frustrados, fue construyéndose, dice,
mentalmente. La imaginaba mientras daba vueltas por City Bell y veía posibles
locales.
Federico pensó
convertirse en un editor artesanal, aprendió a hacer libros, experimentar
técnicas artesanales de editar, pero sintió que no tenía la voluntad para estar
cosiendo libros todas las semanas, que quería otra cosa.
Finalmente renunció
al ministerio y encontró ese local inmejorable de la diagonal Jorge Bell, justo
en su barrio de la infancia. Consiguió, además, un inversor y se empezaron, dice Federico, a alinear los planetas. Por eso, para los
dos, concretar el proyecto de una librería en este momento era ideal a pesar de la crisis. Es que no había otro
momento, afirma, era ahora.
El nombre ya venía
con historia. Federico cuenta que siempre hubo un patio interno en su vida, que
muchas veces se sentaba a trabajar mirando un patio interno de su casa, y así
también pensó llamar a la editorial no concretada. También el local lo tiene,
por lo tanto los patios internos lo han seguido en este largo camino hasta ver
realizado su sueño de la librería. Por eso el local tiene plantas y mucho
verde.
¿Cómo elegís los libros?
La primera idea fue hacer una Librería solo con sellos independientes
pero después comprendimos que debíamos respetar a cada lector, a cada lectora,
por eso la librería tiene una oferta muy
amplia de precios, hay libros para todos. La idea es que aquí encuentre lo que
vino a buscar o algo similar. Por eso nos abrimos a grandes proyectos editoriales.
La curaduría de todos los catálogos la hice yo. Me pasé un mes mirando excels
gigantes de 45000 títulos. Investigando, eligiendo, marcando. A muchos les
gustan los libros que hay acá. A mí me gusta escribir y pensé: me voy a hacer
una biblioteca para mí y para todos los que vengan. Tenemos libros de Anagrama,
de Eterna Cadencia, de Lumen, de Seix
Barral, de Alfaguara, todo lo que a mí me gustaría ver en la librería.
La parte de niños está pensada por Florencia que
es profesora en Letras, da clases en el secundario y participa en un proyecto
educativo alternativo, Centro de Arte y Ciencia. Y además porque nos gustan los
libros, libros álbum, los de Rebecca Dautremer, por ejemplo. Dijimos, vamos a
darle mucho énfasis a la Literatura infantil, no sólo porque los libros son
atractivos sino también por una cuestión
de sustentabilidad económica. Hoy los libros infantiles se están vendiendo
mucho, algunos de ellos los compramos los adultos. Hicimos un taller con niños
en vacaciones de invierno, cuatro encuentros.
¿Cuál es el libro más raro que tenés?
Los libros más raros son los libros artesanales que hace Eric Schierloh, creador de la editorial artesanal
Barba de Abejas. Su taller es una mesa en dos
metros cuadrados. Tiene una página completa en Internet. Ese es el próximo
proyecto de Patio Interno, tener su propia editorial.
¿Qué aprende un librero de los lectores que llegan al local?
-Mucho. Este es
un lugar donde la gente se encuentro sin pudor hablando de lo que leyó y de lo
que no leyó.
No sé ser librero, no vengo de una tradición librera, pero mi fortaleza
es que soy un lector, que amo los libros, que tengo ganas de hablar de libros y
estoy aprendiendo con cada lector. La experiencia de hablar de libros es algo
que no sucede en la vida cotidiana. Queremos reivindicar a la librería como un
espacio para compartir lecturas.
Los chicos del barrio vienen a la librería. Nos gustan los chicos, tenemos
tres hijas. Los chicos vienen y abren los libros y no ejercemos vigilancia
sobre los textos que sacan de los estantes, no queremos alejar a los chicos de
los libros. En vacaciones de invierno venía una barrita de chicas de 8 a 10
años y pasaban horas leyendo. Me hacían compañía y además estaban entre libros
y no en los jueguitos electrónicos. Era espectacular escucharlas conversar
sobre lo que leían.
Convencido de que
cada lector traza sus propios caminos para desplazarse por los textos, Federico
Navamuel y su esposa María Florencia Alconada pensaron y crearon la librería Patio interno, un pequeño oasis, un lugar cálido y amable en el corazón de
City Bell.
Muchas gracias por la nota María Cristina! Te esperamos en tu próxima visita a City Bell. Abrazos!
ResponderBorrarGracias a vos, Federico.
ResponderBorrarbuen dia. quiero inscribirme para el cursillo de libro artesanal, de los dias de noviembre. gracias
ResponderBorrarTenés que comunicarte con la página de la librería: https://www.facebook.com/patiointerno.libros/
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