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viernes, 6 de marzo de 2020

Lecturas de Pinocho



Por María Cristina Alonso

Cuando Carlo Collodi publicó los primeros capítulos de la historia de su muñeco de madera lejos estaba de imaginar que, en torno a las aventuras un tanto descabelladas de un trozo de leña, se pudiera escribir tanto acerca de las enseñanzas que se desprenden del texto.

Sin embargo, Las aventuras de Pinocho no es un tratado de pedagogía, aunque esté lleno de mensajes aleccionadores propios de la educación en valores común en la literatura infantil de su tiempo. Simplemente es la historia de un niño desobediente que quiere alargar su infancia y, aunque sabe que su deber es ir a la escuela, extiende todo lo posible el momento de incorporarse al sistema educativo, es decir, convertirse en un niño de verdad los ojos de la sociedad.

La primera pregunta que nos surge al releer este clásico infantil publicado por primera vez en 1883 es por qué sigue vigente aún hoy. ¿Por qué es una historia que sigue conmoviendo a les niñes  y las osadas peripecias de Pinocho, siguen resonando en nuestros oídos adultos?

Acaso el éxito de Pinocho resida -en primer lugar-en que es un muñeco, un juguete que habla y que se mete en problemas. Gianni Rodari, en su Gramática de la fantasía, nos dice: “el juguete es el mundo que el niño quisiera conquistar y con el que se mide (de aquí la necesidad de desmontarlo para ver cómo está hecho; o de destruirlo) pero también es su proyección, una prolongación de su persona.


Ilustración: Sara Fanelli

Rodari también quiso jugar con el muñeco de Collodi y escribió un cuento, “Pinocho el astuto”, que integra el libro Cuentos para jugar. Su personaje es un individuo desaforado que construye su enorme fortuna merced a la madera que extrae de su nariz que crece, como en el relato de Collodi, cada vez que dice mentiras. Y, para que el lector se divierta, coloca tres finales distintos. En el primero, Pinocho se convierte en un miserable; en los dos siguientes, su fortuna se hace polvo y ni el “sugeridor de mentiras” que contrata lo salva. Claro que Rodari nos advierte que ese Pinocho no es el del libro sino otro, uno de madera que no había hecho Gepetto, sino que se había hecho a sí mismo.

Carlo Lorenzani (Florencia de 1826- 1883) -que luego firmará como Collodi- escribió Las aventuras de Pinocho sobre el final de su vida. Fue soldado y periodista. Luchó en las guerras de la independencia italiana y sobrevivió para regresar convertido en un republicano. Fundó un periódico. Publicó sus primeros libros y se volvió un jugador empedernido que pagaba sus deudas cediendo espacio en su periódico. 

 Comenzó a firmar con el seudónimo de Collodi en 1860 usando el nombre del pueblo natal de su madre. Cuando volvió de la segunda guerra de independencia a Florencia y la Toscana pasó a formar parte del reino de Vittorio Emanuele, Collodi asumió dos cargos burocráticos y tuvo tiempo para dedicarse a la literatura. Escribió la obra que le dio fama y, antes de morir, alcanzó a ver publicado su Pinocho en un volumen ilustrado por Enrico Mazzanti, en 1883.

Te mando esta niñería (bambinata, en el original), haz con ella lo que te parezca, pero si la publicas, págame bien, para que me den ganas de continuarla". Con esta nota dirigida al director del diario Giornali per Bambini, Carlo Lorenzani envió los primeros capítulos de Pinocho.

El éxito fue inmediato, los niños se apropiaron de un texto que contaba las múltiples transformaciones que sufría un muñeco de madera, exactamente como les sucede a los niños. Y en esas continuas mutaciones, quizá esté lo que Rodari llama la proyección que el niño hace en el juguete, una prolongación de su persona. (Rodari, 1973). Las aventuras de Pinocho es la historia sobre un muñeco que se convierte en niño y al que en el camino le van sucediendo las peripecias de la vida.



Ilustración Roberto Innocenti

Recordemos un poco el argumento: La historia comienza con un carpintero, Maese Cereza que, al tallar un trozo de madera, escucha que éste se queja y le pide que no continúe porque le hace daño. Este trozo será regalado a Geppetto, que hace un muñeco que habla.

Pinocho es un muñeco travieso que se mete en problemas permanentemente, pero el amor de Geppeto es inmenso y llega al sacrificio de vender su saco para comprarle un libro para ir a la escuela. Pero Pinocho no irá a la escuela, las tentaciones empezarán demasiado pronto: Vende el libro para ver una función de títeres y vive una aventura con Tragafuegos, el titiritero que casi lo hecha al fuego para terminar su asado en castigo por haber interrumpido la función. Tragafuegos es-en el fondo- sensible, y lo deja en libertad regalándole cinco monedas de otro. Estas monedas serán las culpables de que Pinocho se meta en nuevos problemas, porque en su camino de regreso a la casa de Geppetto, se encuentra con el Zorro y el Gato y se deja convencer para ir a enterrar las monedas en el Campo de los Milagros y así multiplicarlas.

En los momentos más terribles, aparece el Hada de los cabellos azules para salvarlo de la muerte. También el Grillo que es su conciencia- aparecerá cuatro veces para recordarle cómo debe actuar.. Cada vez que Pinocho mienta, le crecerá la nariz.


Ilustración Enrico Mazzanti

 Son múltiples las aventuras y los duros desafíos que deberá  enfrentar: será colgado de una encina por el Zorro y el Gato disfrazados, pasará  meses en la cárcel, se convertirá  en perro guardián, volará  junto al palomo a la orilla del mar para encontrar a su padre, protagonizará peleas con sus compañeros de escuela y se verá  envuelto en sospechas, intentará- por consejo del Hada Azul- convertirse en un buen estudiante, pero se dejará  convencer por su amigo Pabilo para ir al País de los juguetes. Allí, se convertirá en burro y deberá afrontar otra serie de desventuras: será comprado para hacer pruebas en un teatro, será revendido a un hombre que quiere matarlo para sacarle su piel. Pero el Hada velará siempre por su vida.



Ilustración Attilio Mussino

Finalmente, comido por el terrible Tiburón, encontrará -en su interior- a su padre Geppetto, que ha sobrevivido dos años en el vientre del animal. Con astucia y mucho amor, ayuda a Geppetto a escaparse y -en una acción osada- llega a nado a la costa. Así comenzará la transformación de Pinocho en un ser que, con trabajo y sacrificio, mantendrá a su padre. El Hada lo premiará convirtiéndolo en un niño de verdad.

Paul Auster, en su ensayo La invención de la soledad, dice que Pinocho es un libro de la memoria, que el libro es una búsqueda de la infancia perdida a la manera de En busca del tiempo perdido, de Proust, y que-incluso el nombre que elige para firmarlo, Collodi- es un regreso a la infancia. El autor estadounidense agrega que, en un cuento escrito sobre el final de su vida, Collodi deja claro que el títere es su doble.

Para ilustrar esta afirmación recuerda el episodio en que Pinocho es tragado por el tiburón. En esa oscuridad “…ni siquiera podía recordar en qué mundo estaba. Todo alrededor no había más que oscuridad, pero una oscuridad tan negra y profunda que le parecía haber entrado en el cuerpo de un calamar lleno de tinta”. Auster traduce: “…por un momento pensó que lo habían sumergido de cabeza en un tintero”.

Y deduce, “al situar a la marioneta en la oscuridad del vientre del tiburón, Collodi nos dice algo, moja su pluma en la oscuridad de su tintero”. Después de todo, Pinocho está hecho de madera y puede ser usado como instrumento­-una pluma- que le sirve para contar su propia historia.


Ilustración Justine Brax

Paul Auster señala, en su ensayo, que Pinocho es un libro de memoria, un relato autobiográfico que el autor escribió al final de su vida.

En su libro Nuevo elogio a la locura, un compendio de reflexiones sobre la cultura, Alberto Manguel lee a Pinocho como las aventuras de un aprendizaje, puesto que –sostiene-“…la saga de Pinocho corresponde a la educación de un  ciudadano.”

Escribe Manguel: “…en la sociedad de Collodi, la escuela es la que enseña al niño a formar parte de la sociedad humana, es un campo de entrenamiento en donde los niños aprenden a devolver a la sociedad lo que ésta hace por ellos.”

En el mundo de Pinocho los libros se convierten en armas y vuelan por el aire. En el capítulo XXVII, el muñeco de madera se ve envuelto en una pelea con sus compañeros que quieren convertirlo en un mal estudiante, en un holgazán como ellos.
“...los muchachos, rabiosos al no poder medirse con el muñeco cuerpo a cuerpo, pensaron en echar mano a unos proyectiles y, desanudando las correas con que llevaban atados sus libros de escuela, comenzaron a tirarle con los Silabarios, las Gramáticas, los Giannetinos, los Minuzzolos, los Cuentos de Thouar, el Pollito de la Baccini y otros libros de escuela; pero el muñeco, que era rápido y avispado, los esquivaba a tiempo, y los libros, pasándole por encima de la cabeza, terminaba todos en el mar.”

Finalmente, un Tratado de Aritmética que iba destinado a la cabeza de Pinocho termina matando a un compañero y Pinocho va preso.


Ilustración Paolo Romani

Entre estos libros estaba uno encuadernado en cartón grueso, con el lomo y los bordes de pergamino. Era un Tratado de Aritmética. ¡Dejo que ustedes imaginen lo pesado que era!”, nos dice Collodi convirtiéndonos en cómplices de su ironía,

Concluye Manguel en su ensayo que, en una sociedad en la que no se satisfacen las necesidades básicas de los ciudadanos, los libros son un pobre alimento, y -si se los usa mal- pueden ser mortales”

Porque lo cierto es que Pinocho es un personaje que vive la pobreza con intensidad. El estómago le ruge de hambre, va vestido con una casaca de papel y un sombrero de miga de pan y es hijo de una sociedad en la que la escolarización todavía no es un derecho universal. No obstante, tanto Gepetto como el hada hacen esfuerzos para que el muñeco, que se convertirá en niño, se eduque aún en las condiciones más miserables.

Collodi escribió una fábula llena de enseñanzas educativas, pero los niños la leen en clave fantástica a pesar de que está llena de alusiones a la muerte.

Para algunos autores este libro es un "texto ambivalente", según la categoría que utiliza Zohar Shavit Esta autora denomina texto ambivalente a aquel que viola las restricciones de la literatura para niños, recurriendo a modelos ya consagrados en la literatura para adultos, pero inexistentes en el sistema de los libros para niños. Los textos ambivalentes, señala Shavit, son aquellos que se colocan en el centro del sistema de los libros para niños al dirigirse simultáneamente a dos destinatarios: el infantil y el adulto, colocando -en primer término- al segundo.


Ilustración Richard Floethe 

 Así como otros textos infantiles suponen un único lector implícito y una única comprensión del texto, el texto ambivalente y, por muchas razones que hemos mencionado, Pinocho lo es: tiene dos lectores, un destinatario supuestamente niño y otro real. El niño es el lector oficial del texto, como señala Shavit, y no se pretende que lo entienda todo, casi es una excusa para hablarle al genuino destinatario que, en este caso, es el adulto.


Ilustrador Alexiev Gandman

Miles de versiones cuentan una y otra vez las andanzas de un simple muñeco de madera que tiene la virtud de meterse todo el tiempo en problemas. Disney lo vuelve sentimental y trata de aligerar las tenebrosas alusiones a la muerte, ediciones simplificadas se quedan en unas pocas anécdotas como las orejas de burro que les crecen a los niños después de holgazanear en el país de los juguetes.

Una y otra vez, el clásico de Collodi nos insta a hacer múltiples interpretaciones, aunque sepamos, en el fondo, que solo estamos leyendo la historia de un niño en un mundo hostil.

Bibliografía

Collodi, Carlo. Las aventuras de Pinocho. Ilustraciones de Carlo Chiostri. Traducción de Guillermo Piro.

Garralón, Ana, Historia portatil dela literatura infantil y juvenilAna Garralón. Zaragoza. Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2017.

Lluch, G. (2004). Cómo analizamos relatos infantiles y juveniles. Bogotá, Colombia: Grupo Editorial Norma.
Manguel: Alberto, Nuevo elogio de la locura, Emecé, 2006
Auster, Paul, La invención de la soledad, Edhasa, Barcelona, 1990
Piro, Guillermo, Qué cómico resultaba cuando era un muñeco, ediciones Godot, Buenos Aires, 2013.
Rodari, Gianni, Cuentos para jugar, Buenos Aires, Alfagura.
Rodari, Gianni, Gramática de la fantasía, Hogar del libro, Barcelona 1973.
Vasco, Irene. Las aventuras de Pinocho. Historia de la mentira más larga del mundo, en https://www.cuatrogatos.org/detail-articulos.php?id=121#
Shavit,Zohar “La posición ambivalente de los textos..El caso de la literatura para niños, en Teoría de los polisistemas, Arcos Libros, Madrid, 1999.








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