Por
María Cristina Alonso
Cuando
Carlo Collodi publicó los primeros capítulos de la historia de su muñeco de
madera lejos estaba de imaginar que, en torno a las aventuras un tanto
descabelladas de un trozo de leña, se pudiera escribir tanto acerca de las enseñanzas
que se desprenden del texto.
Sin
embargo, Las aventuras de Pinocho no es un tratado de pedagogía, aunque
esté lleno de mensajes aleccionadores propios de la educación en valores común en
la literatura infantil de su tiempo. Simplemente es la historia de un niño
desobediente que quiere alargar su infancia y, aunque sabe que su deber es ir a
la escuela, extiende todo lo posible el momento de incorporarse al sistema
educativo, es decir, convertirse en un niño de verdad los ojos de la sociedad.
La
primera pregunta que nos surge al releer este clásico infantil publicado por
primera vez en 1883 es por qué sigue vigente aún hoy. ¿Por qué es una historia
que sigue conmoviendo a les niñes y las
osadas peripecias de Pinocho, siguen resonando en nuestros oídos adultos?
Acaso el éxito de
Pinocho resida -en primer lugar-en que es un muñeco, un juguete que habla y que
se mete en problemas. Gianni Rodari, en su Gramática de la fantasía, nos dice:
“el juguete es el mundo que el niño
quisiera conquistar y con el que se mide (de aquí la necesidad de desmontarlo
para ver cómo está hecho; o de destruirlo) pero también es su proyección, una
prolongación de su persona.”
Ilustración:
Sara Fanelli
Rodari
también quiso jugar con el muñeco de Collodi y escribió un cuento, “Pinocho el astuto”, que integra el
libro Cuentos para jugar. Su personaje es un individuo desaforado que
construye su enorme fortuna merced a la madera que extrae de su nariz que
crece, como en el relato de Collodi, cada vez que dice mentiras. Y, para que el
lector se divierta, coloca tres finales distintos. En el primero, Pinocho se
convierte en un miserable; en los dos siguientes, su fortuna se hace polvo y ni
el “sugeridor de mentiras” que contrata lo salva. Claro que Rodari nos advierte
que ese Pinocho no es el del libro sino otro, uno de madera que no había hecho
Gepetto, sino que se había hecho a sí mismo.
Carlo
Lorenzani (Florencia de 1826- 1883) -que luego firmará como Collodi- escribió Las
aventuras de Pinocho sobre el final de su vida. Fue soldado y
periodista. Luchó en las guerras de la independencia italiana y sobrevivió para
regresar convertido en un republicano. Fundó un periódico. Publicó sus primeros
libros y se volvió un jugador empedernido que pagaba sus deudas cediendo
espacio en su periódico.
Comenzó a firmar con el seudónimo de Collodi en 1860 usando
el nombre del pueblo natal de su madre. Cuando volvió de la segunda guerra de
independencia a Florencia y la Toscana pasó a formar parte del reino de Vittorio
Emanuele, Collodi asumió dos cargos burocráticos y tuvo tiempo para dedicarse a
la literatura. Escribió la obra que le dio fama y, antes de morir, alcanzó a
ver publicado su Pinocho en un volumen ilustrado por Enrico Mazzanti, en 1883.
“Te mando esta niñería (bambinata, en el original), haz con
ella lo que te parezca, pero si la publicas, págame bien, para que me den ganas
de continuarla". Con esta nota dirigida al director del diario Giornali per Bambini, Carlo Lorenzani
envió los primeros capítulos de Pinocho.
El
éxito fue inmediato, los niños se apropiaron de un texto que contaba las múltiples
transformaciones que sufría un muñeco de madera, exactamente como les sucede a
los niños. Y en esas continuas mutaciones, quizá esté lo que Rodari llama la
proyección que el niño hace en el juguete, una prolongación de su persona.
(Rodari, 1973). Las aventuras de Pinocho es la historia sobre un muñeco que se
convierte en niño y al que en el camino le van sucediendo las peripecias de la
vida.
Ilustración Roberto Innocenti
Recordemos un poco el argumento: La historia comienza con un
carpintero, Maese Cereza que, al tallar un trozo de madera, escucha que éste se
queja y le pide que no continúe porque le hace daño. Este trozo será regalado
a Geppetto, que hace un muñeco que habla.
Pinocho es un muñeco travieso que se
mete en problemas permanentemente, pero el amor de Geppeto es inmenso y llega
al sacrificio de vender su saco para comprarle un libro para ir a la escuela.
Pero Pinocho no irá a la escuela, las tentaciones empezarán demasiado
pronto: Vende el libro para ver una función de títeres y vive una aventura con
Tragafuegos, el titiritero que casi lo hecha al fuego para terminar su asado en
castigo por haber interrumpido la función. Tragafuegos es-en el fondo- sensible,
y lo deja en libertad regalándole cinco monedas de otro. Estas monedas serán
las culpables de que Pinocho se meta en nuevos problemas, porque en su camino
de regreso a la casa de Geppetto, se encuentra con el Zorro y el Gato y se deja
convencer para ir a enterrar las monedas en el Campo de los Milagros y así
multiplicarlas.
En los momentos más terribles, aparece el
Hada de los cabellos azules para salvarlo de la muerte. También el Grillo que
es su conciencia- aparecerá cuatro veces para recordarle cómo debe actuar..
Cada vez que Pinocho mienta, le crecerá la nariz.
Ilustración Enrico Mazzanti
Son múltiples las aventuras y los duros
desafíos que deberá enfrentar: será colgado de una encina por el Zorro y
el Gato disfrazados, pasará meses en la cárcel, se convertirá en
perro guardián, volará junto al palomo a la orilla del mar para encontrar
a su padre, protagonizará peleas con sus compañeros de escuela y se verá
envuelto en sospechas, intentará- por consejo del Hada Azul- convertirse en un
buen estudiante, pero se dejará convencer por su amigo Pabilo para ir al
País de los juguetes. Allí, se convertirá en burro y deberá afrontar otra serie
de desventuras: será comprado para hacer pruebas en un teatro, será revendido
a un hombre que quiere matarlo para sacarle su piel. Pero el Hada velará siempre
por su vida.
Ilustración Attilio Mussino
Finalmente,
comido por el terrible Tiburón, encontrará -en su interior- a su padre
Geppetto, que ha sobrevivido dos años en el vientre del animal. Con astucia y
mucho amor, ayuda a Geppetto a escaparse y -en una acción osada- llega a nado a
la costa. Así comenzará la transformación de Pinocho en un ser que, con trabajo
y sacrificio, mantendrá a su padre. El Hada lo premiará convirtiéndolo
en un niño de verdad.
Paul
Auster, en su ensayo La invención de la soledad, dice que
Pinocho es un libro de la memoria, que el libro es una búsqueda de la infancia
perdida a la manera de En busca del tiempo perdido, de
Proust, y que-incluso el nombre que elige para firmarlo, Collodi- es un regreso
a la infancia. El autor estadounidense agrega que, en un cuento escrito sobre
el final de su vida, Collodi deja claro que el títere es su doble.
Para ilustrar esta
afirmación recuerda el episodio en que Pinocho es tragado por el tiburón. En
esa oscuridad “…ni siquiera podía
recordar en qué mundo estaba. Todo alrededor no había más que oscuridad, pero
una oscuridad tan negra y profunda que le parecía haber entrado en el cuerpo de
un calamar lleno de tinta”. Auster traduce: “…por un momento pensó que lo habían sumergido de cabeza en un tintero”.
Y deduce, “al situar a la marioneta en la oscuridad del
vientre del tiburón, Collodi nos dice algo, moja su pluma en la oscuridad de su
tintero”. Después de todo, Pinocho está hecho de madera y puede ser usado
como instrumento-una pluma- que le sirve para contar su propia historia.
Ilustración
Justine Brax
Paul Auster señala,
en su ensayo, que Pinocho es un libro de memoria, un relato autobiográfico que
el autor escribió al final de su vida.
En su libro Nuevo
elogio a la locura, un compendio de reflexiones sobre la cultura, Alberto
Manguel lee a Pinocho como las aventuras de un aprendizaje, puesto que –sostiene-“…la saga de Pinocho corresponde a la
educación de un ciudadano.”
Escribe Manguel: “…en la sociedad de Collodi, la escuela es la
que enseña al niño a formar parte de la sociedad humana, es un campo de
entrenamiento en donde los niños aprenden a devolver a la sociedad lo que ésta
hace por ellos.”
En el mundo de
Pinocho los libros se convierten en armas y vuelan por el aire. En el capítulo
XXVII, el muñeco de madera se ve envuelto en una pelea con sus compañeros que
quieren convertirlo en un mal estudiante, en un holgazán como ellos.
“...los muchachos, rabiosos al no poder medirse con el muñeco cuerpo a
cuerpo, pensaron en echar mano a unos proyectiles y, desanudando las correas
con que llevaban atados sus libros de escuela, comenzaron a tirarle con los Silabarios, las Gramáticas, los Giannetinos, los Minuzzolos, los Cuentos de Thouar, el Pollito de la Baccini y
otros libros de escuela; pero el muñeco, que era rápido y avispado, los
esquivaba a tiempo, y los libros, pasándole por encima de la cabeza, terminaba
todos en el mar.”
Finalmente, un Tratado de Aritmética
que iba destinado a la cabeza de Pinocho termina matando a un compañero y
Pinocho va preso.
Ilustración Paolo
Romani
“Entre
estos libros estaba uno encuadernado en cartón grueso, con el lomo y los bordes
de pergamino. Era un Tratado
de Aritmética. ¡Dejo que ustedes imaginen lo pesado que era!”,
nos dice Collodi convirtiéndonos en cómplices de su ironía,
Concluye Manguel en su ensayo que, en
una sociedad en la que no se satisfacen las necesidades básicas de los
ciudadanos, los libros son un pobre alimento, y -si se los usa mal- pueden ser
mortales”
Porque lo cierto es que Pinocho es un
personaje que vive la pobreza con intensidad. El estómago le ruge de hambre, va
vestido con una casaca de papel y un sombrero de miga de pan y es hijo de una
sociedad en la que la escolarización todavía no es un derecho universal. No
obstante, tanto Gepetto como el hada hacen esfuerzos para que el muñeco, que se
convertirá en niño, se eduque aún en las condiciones más miserables.
Collodi escribió una
fábula llena de enseñanzas educativas, pero los niños la leen en clave
fantástica a pesar de que está llena de alusiones a la muerte.
Para algunos autores este libro es un "texto
ambivalente", según la categoría que utiliza Zohar Shavit Esta autora
denomina texto ambivalente a aquel que viola las restricciones de la literatura
para niños, recurriendo a modelos ya consagrados en la literatura para adultos,
pero inexistentes en el sistema de los libros para niños. Los textos
ambivalentes, señala Shavit, son aquellos que se colocan en el centro del
sistema de los libros para niños al dirigirse simultáneamente a dos
destinatarios: el infantil y el adulto, colocando -en primer término- al
segundo.
Ilustración Richard Floethe
Así como otros textos infantiles suponen un único
lector implícito y una única comprensión del texto, el texto ambivalente y, por
muchas razones que hemos mencionado, Pinocho lo es: tiene dos lectores, un
destinatario supuestamente niño y otro real. El niño es el lector oficial del
texto, como señala Shavit, y no se pretende que lo entienda todo, casi es una
excusa para hablarle al genuino destinatario que, en este caso, es el adulto.
Ilustrador
Alexiev
Gandman
Miles
de versiones cuentan una y otra vez las andanzas de un simple muñeco de madera
que tiene la virtud de meterse todo el tiempo en problemas. Disney lo vuelve
sentimental y trata de aligerar las tenebrosas alusiones a la muerte, ediciones
simplificadas se quedan en unas pocas anécdotas como las orejas de burro que les
crecen a los niños después de holgazanear en el país de los juguetes.
Una
y otra vez, el clásico de Collodi nos insta a hacer múltiples interpretaciones,
aunque sepamos, en el fondo, que solo estamos leyendo la historia de un niño en
un mundo hostil.
Bibliografía
Collodi, Carlo. Las aventuras de Pinocho. Ilustraciones de Carlo Chiostri. Traducción de Guillermo Piro.
Garralón, Ana, Historia portatil dela literatura infantil y juvenil. Ana Garralón. Zaragoza. Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2017.
Lluch,
G. (2004). Cómo analizamos relatos infantiles y juveniles. Bogotá, Colombia:
Grupo Editorial Norma.
Manguel: Alberto, Nuevo elogio de la locura, Emecé, 2006
Auster,
Paul, La invención de la soledad, Edhasa, Barcelona, 1990
Piro, Guillermo, Qué cómico resultaba cuando era un muñeco, ediciones
Godot, Buenos Aires, 2013.
Rodari,
Gianni, Cuentos para jugar, Buenos Aires, Alfagura.
Rodari,
Gianni, Gramática de la fantasía, Hogar del libro, Barcelona 1973.
Vasco,
Irene. Las aventuras de Pinocho. Historia de la mentira más larga del
mundo, en https://www.cuatrogatos.org/detail-articulos.php?id=121#
Shavit,Zohar
“La posición ambivalente de los textos..El caso de la literatura para niños, en
Teoría de los polisistemas, Arcos Libros, Madrid, 1999.
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