por el Dr. Marcelo Bianchi Bustos
Profesor
del Instituto Superior del Profesorado de Educación Inicial Sara C. de
Eccleston – Vicepresidente de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil de
la Argentina – Director del Departamento de Literatura Infantil y Juvenil del
Instituto Literario y Cultural Hispánico
"Así
como no cabe ser niño en dos países diferentes, es preciso haberlo sido en
alguno y seguir en él, en cierto modo, siéndolo para ser poeta, pues es el
poeta quien más a flor de alma tiene su infancia"
Miguel
de Unamuno
En la historia de la Literatura Infantil Argentina hay
muchos autores olvidados o desconocidos a pesar de que alguna de sus obras
pueden circular oralmente. La memoria hizo que algunas creaciones literarias
fueran pasando de generación en generación sin ser relatos folklóricos y que aún
hoy sean cantadas o recitadas, tanto en los hogares como en los colegios.
Este es el caso de José Sebastián Tallón, el autor de Las
Torres de Nuremberg, un libro que fue publicado en el año 1927 y que
desde mi perspectiva es el primer libro de poemas para niños, desde una
concepción moderna, de la Argentina. Si bien otros escritores ya habían creado
una serie de relatos para niños y jóvenes desde comienzos del siglo XIX, fue
este autor un verdadero pionero al animarse a crear una obra con
características particulares que lo hace ser considerado como el primero que
escribe un libro destinado a los niños. En la obra de Tallón se hacen eco las
palabras del gran escritor español Miguel de Unamuno que se usaron a modo de
epígrafe pues como se verá más adelante, en Las
Torres crea un mundo ficcional fantástico que tiene como destinatarios a
los niños pero lo hace desde su alma plagada de los más bellos recuerdos de la
infancia.
Tallón nació en Barracas en el año 1904 y murió en
1954. Fue un escritor argentino que puede ser vinculado con el grupo de Boedo
al que pertenecieron otros grandes de la literatura argentina y colaboró con la
revista Claridad que fue publicada
entre 1926 y 1941. En toda su obra, y particularmente en ésta, se hacen
presentes las descripciones y las imágenes que permiten que al leer el texto (o
escucharlo por medio de la voz de otra persona), el lector se imagine lo que
lee o escucha. Esto sucede cuando se está frente a una obra literaria que hace
un uso estético del lenguaje, es decir que las palabras construyen imágenes que
a su vez posibilitan al lector que se las imagine libremente.
En este artículo se hará referencia a la poética de
Tallón en el libro mencionado pues fue su gran obra destinada a los niños. Para
las referencias se han utilizado dos ediciones, la primera de ellas del año
1927 de la Editorial Monigote que publicó este libro en su Biblioteca Infantil
Santa Claus, ejemplar que se encuentra en la Biblioteca Nacional de la Maestra
y del Maestro, y otra sin fecha de Editorial Kapelusz, patrimonio de la
Biblioteca Margarita Ravioli de ISPEI Sara C. de Eccleston.
El libro comienza con una advertencia preliminar en la que el autor explica que lo
que él llama Nuremberg no es la ciudad alemana sino otra ciudad con el mismo
nombre que le fue dada a conocer cuando era niño por medio de los cuentos y en
su imaginación que hacía que viera un ciudad en las nubles o en el cristal del
botellón de agua. Esa advertencia preliminar y la descripción que hace de esa
ciudad la ponen al mismo nivel de las descripciones literarias de Las ciudades imaginadas de Italo Calvino
Ya desde esta introducción apela a la imaginación de
los niños y se mete en el mundo de la infancia.
“Esta que llamo
Nuremberg, no es la ciudad fabulosa de Alemania, sino la otra Nuremberg que
tiene, para sus torres, la primera infancia.
Es la que vino en
labios de los cuentos.
Es la ciudad
iluminada que mi alma niña descubrió en las nubes y en el cristal del botellón
del agua.
Y todo ocurre en
Nuremberg. Aquella que hasta la gota de rocío alzaba su torrecilla luminosa.
Quise renovar mi niñez; y fui a buscarla en una gota en la que un día triste se
me fue al suelo la ciudad enana”.
Esa ciudad que él va a crear en este libro permite el
ingreso de los niños a un mundo en el que lo cotidiano se hace cita y en el que
las cosas sencillas que le pueden llamar la a atención a un niños están
presentes. No sólo por la temática sino por su estilo claro y por la extensión
de cada una de las piezas que la componen es que se está frente a una obra
fundacional de la Literatura Infantil de la Argentina.
Desde lo estructural el libro está formado por treinta y seis textos
literarios que pertenecen a distintas tipologías (adivinanzas, canciones,
romancillos, pequeños cuentos versificados) y se encuentra ordenado en
cuatro partes: Las torres de Nuremberg, Juguetes, Una vez había un tesoro y
Otros cuentos.
En su libro hay muchos poemas y cuentos, pero tal vez el
más conocido y que forma parte - más allá del tiempo - del repertorio de muchos
docentes es EL SAPITO GLO GLO GLO:
Nadie sabe dónde vive.
Nadie en la casa lo vio.
Pero todos escuchamos
al sapito: glo... glo... glo...
¿Vivirá en la chimenea?
¿Dónde diablos se escondió?
¿Dónde canta cuando llueve
el sapito Glo Glo Glo?
¿Vive acaso en la azotea?
¿Se ha metido en un rincón?
¿Está abajo de la cama?
¿Vive oculto en una flor?
Nadie sabe dónde vive-
Nadie en la casa lo vio.
Pero todos escuchamos
al sapito: glo... glo... Glo...
Llena de musicalidad y de
ritmo, esta poesía es una invitación a jugar y a disfrutar (¿no es este en
realidad al propósito de leerles un poema a los niños pequeños, tal como lo ha
señalado María Elena Walsh en una célebre conferencia que brindó en un congreso
de la OMEP?). ¿A quién alguna vez no le llamo la atención el canto de un sapo y
lo ha buscado? Ese “nadie” con el que comienzan muchos de los versos incluye al
lector y lo hace partícipe de algo cotidiano pero visto a través de la palabra
de un poeta. Lo mismo sucede con el “todos escuchamos” de carácter inclusivo
que aparece y que genera una conexión del lector con el texto y lo que en él se
describe.
Ese mundo de los niños y del
amor al juego se hace presente en otras de esas piezas literarias en las que el
humor se vislumbra gracias al juego del lenguaje. Se trata de RAPA TONPO CIPI
TOPO, un hermoso poema escrito en jeringozo:
Sipi
sepe duerpe mepe
Gapa
topo Lopo copo,
Rapa
tonpo cipi topo
quepe
sopo ropo epe.
Pepe
ropo tanpa topo
quepe
sopo ropo epe
quepe
sepe duerpe mepe.
Rapa
tonpo cipi topo.
¡Opo
japa lápa quepe
Gapa
topo Lopo copo
duerpe
mapa máspa quepe
Rapa
tonpo cipi topo!
El juego del lenguaje
irrumpe en este poema que podría ser caracterizada como lúdico ya que se observa un manipuleo del lenguaje
poético en el que el contenido significativo (Bornemann, 1992: 38) pasa a un
segundo lugar al estar escrita utilizando la jerigonza. Aquí estamos en
presencia de otro texto en el que el destinatario es el niño pues él se siente
maravillado por los efectos sonoros del lenguaje, por esa musicalidad y el
ritmo que toma el poema.
Aparecen canciones de cuna,
como por ejemplo la bellísima CANCIÓN DEL NIÑO QUE VUELA:
El niño dormido está,
¡y qué sueño está soñando!
¿Qué sueña? Sueña que vuela.
¡Qué bien se vuela soñando!
Abre los brazos, los mueve
como un ave, y va volando...
¿Qué sueña? Que no es un sueño.
¿Qué bien se sueña volando!
En la cuna quieto está.
Pero sonríe, soñando.
¿Qué sueña? Que vuela, vuela.
¡Qué bien se vuela soñando!
Los juegos de palabras, los retruécanos que se hacen
presentes repitiendo lexemas pero con cambios en el significado están todo el
tiempo presentes en la obra. El motivo tradicional del sueño se hace presente pero
esta vez para saber qué sueña un niño y ese poético final en el que se expresa
la posibilidad que dan los sueños de volar.
Por momentos se evidencia en esta obra algo de
angustia y en todo momento la voz de los niños para describir imágenes con una
belleza exquisita. La belleza de las cosas simples está presente y en algunos
momentos una cierta denuncia social ante la desigualdad. Por ejemplo hace un ELOGIO DE LA MUÑECA DE TRAPO en el que
la caracteriza como la primera muñeca que existió, que es muy viejita y que es
la madre de todas las muñecas. En esta poesía aparecen referencias a algunos
juegos infantiles y el clásico arrorró:
“Y le cantamos el arrorró,
Y la mecemos en los brazos,
Y le hicimos la cuna, la cuna más pobre,
Que es también, como ella, de trapo.
La acostamos vestida para no despertarla,
Mientras dice la nena que ha de ir al mercado
Para comprar azúcar, y una ollita
Donde le hará bombones para su cumpleaños”.
En concordancia con otros escritores contemporáneos a
él, como Gabriela Mistral, Germán Berdiales o Federico García Lorca, Tallón
propone su propia versión de Caperucita que lamentablemente nunca es tenida en
cuenta cuando se trabaja con versiones del cuento tradicional. La titula RESURRECCION DE CAPERUCITA ROJA y lo
interesante es que plantea una resolución distinta, un final feliz a la
conocida historia, en el que el lobo escupe luego de haberlas comido a la niña
y a su abuela debido a que tomó algo tan amargo que les permitió que volvieran
a la vida. El intertexto es claro y lo que llama la atención es la forma de
darle un giro distinto al cuento, romper con los finales conocidos de los Grimm
y de Perrault y hace algo que provoca en la niñez la risa, el humor (que es sin
duda una manera excelente de acercarse a los niños). Esta es una demostración
más del conocimiento que el autor tenía del mundo de los niños y de sus
intereses pues el humor escatológico les resulta sumamente atractivo pero no lo
hace desde un lugar desagradable sino con maravillosas y cuidadas
descripciones.
Como parte de ese universo infantil sobre el que
escribe y al que se dirige introduce una poesía que se llama CANCIÓN DE LAS
PREGUNTAS con el que presenta una serie de cuestiones en las que pregunta como
si fuera un niño porque después de todo, ¿no aman acaso los niños las
preguntas? Mucho tiempo después distintos autores van a usar este mismo estilo
para alguna de sus obras, como Gianni Rodari en El libro de los por qué, Oche Califa en “Su pregunta no molesta”, “Yonofuí”
de Elsa Bornemann en su libro Disparatario,
y muchos otros.
Si bien a lo largo de toda la obra aparecen algunos
elementos vinculados con la función que tenía la literatura para niños en esa
época que era de tipo didáctico – moralizante, al final hay una poesía llamada
EL NUDO:
“Para acordarte de algo lindo
No hagas un nudo en el pañuelo,
Porque el recuerdo que así guardas
Lo has lastimado al retorcerlo.
Y vendrá un día, ya verás,
Que aprovechando tu silencio,
Pondrán un nudo en tu garganta
Para vengarse, los recuerdos”.
Como se puede ver en esta última estrofa, el uso del
hipérbaton sirve para destacar colocando en último lugar a los recuerdos.
Un dato
interesante de la primera edición
Como se ha dicho, la primera edición del libro es del
año 1927 y posee ilustraciones de Ramón Baldomero Muñiz Lavalle que firma con
el seudónimo Billiken. No son muchos los datos que se conocen de este
ilustrador que nació en 1911 y murió en 1968, aunque otras fuentes difieren en
las fechas señalando los años 1909 y 1969. Era descendiente de Juan Lavalle y
del doctor Francisco Muñiz. El inicia su carrera colaborando en varias
publicaciones argentinas como ilustrador con el seudónimo de “Billiken”, hecho
que en un momento determinado la editorial Atlántida le cuestionó el uso de ese
nombre pues coincidía con el de la revista pero desistieron de iniciar un
juicio “al comprobarse que efectivamente, el título de su revista era
posterior” al uso de ese nombre por parte de Muñiz Lavalle. Hacia la década del
30 abandona la ilustración al viajar a Oriente como corresponsal de guerra y a
su regreso al país se dedicará a la carrera diplomática.
En esa primera edición se incluye un poema de Tallon en
el que cuenta algo sobre el ilustrador pero desde una perspectiva poética
Para ir cerrando
Como dijo Fryda Schultz de Mantovani (1958, 268) “José
Sebastián Tallón canta en Las Torres de Nuremberg a la infancia, sí; pero no a
la de éste ni de aquel muchacho, ni si quiera
a esa etapa de la existencia como edad cronológica, con sus apetencias y sus
rechazos, sino a la infancia como categoría de la vida humana, y con ella a la
infancia del alma, es decir, a su ímpetu original, a su naturaleza primigenia
hecha de pura inocencia y olvido”. Tal como se ha dicho en la introducción, su
obra que sigue siendo editada, muchas veces pasa inadvertida y queda dormida en
las estanterías de las bibliotecas.
Él tuvo durante su corta vida muy poco reconocimiento
a su labor. “Consideraba que había obtenido un
solo premio: el voto de Alfonsina Storni en un concurso y la declaración que
ella hiciera posteriormente consagrándolo uno de los libros más hermosos de
nuestra poesía”. (Walsh)
Se trata sin dudas de un libro fundante de la
literatura infantil que puede ser recuperado y disfrutado por docentes y niños.
Es un libro que, desde la perspectiva de Ana María Machado, ya se ha convertido
en un clásico y que ha pasado la barrera del tiempo. En él, como se ha dicho,
se observa la
mirada de asombro del escritor, que se preocupa por hacer ingresar al mundo de
los poético aquellas cosas más sencillas, usando un lenguaje acorde y
reflejando en todo momento una capacidad para mostrar los sentimientos del niño,
expresándolos con total claridad en un universo poético plagado de ritmo y
musicalidad.
Referencias
bibliográficas
BORNEMANN,
Elsa (1992) Poesía infantil, Buenos Aires: Editorial Dimar.
SCHULTZ
DE MANTOVANI, Fryda (1958) Vida y Poesía de José Sebastián Tallon, Disponible
en https://bibliotecavirtual.unl.edu.ar:8443/bitstream/handle/11185/3856/RU038_13_A011.pdf?sequence=1&isAllowed=y
TALLÓN,
José Sebastián (s/f) Las torres de
Nuremberg. Versos para niños, Buenos Aires: Editorial Kapelusz.
TALLÓN,
José Sebastián (1927) Las torres de Nuremberg. Versos para niños, Buenos Aires:
Editorial Monigote.
WALSH,
María Elena (sf) La poesía en la primera infancia, disponible en http://www.amia.org.ar/Amia/upload/download/2018/06/08/download_152847387993.pdf
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