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domingo, 5 de mayo de 2024

Identidad latinoamericana de la literatura infantil del Caribe. 2da Parte



por Germán Torres

   

 En el cuento “La muñeca negra” (p.163-171), Martí (1972) presenta la emancipación no sólo como asunto nacional, sino también racial y de clase social. Vincula estas tres emancipaciones para enfrentarnos ante un problema existencial: el amor es más grande que las demarcaciones raciales o la situación económica.



    Hostos (1988) en el cuento “En barco de papel” mueve al lector a través de una reunión familiar donde el juego con los niños es la forma del relato, y el motivo para contar sobre la lucha emancipadora. Esta lucha es el motivo del juego y, a la vez, el problema a resolver. Usa el juego porque es parte esencial del mundo infantil, pero pone al niño –que no es tan inocente aquí como lo presentan los románticos– frente a la liberación de los pueblos latinoamericanos. Esta combinación juego-fantasía-historia es presentada en el relato mismo como parte de la trama, que va de lo real a lo imaginario por decisión del narrador y de los participantes. Con un pedazo de papel construyen un barco en el cual se van a liberar a Cuba. No es una decisión puramente estilística del autor; narrador y personajes están conscientes de que es juego y verdad, realidad y fantasía. El principio de una anécdota aparentemente desvinculada del resto del relato es el final: un artículo perdido, una realidad, resultó ser el papel que se convirtió en el barco, un juego, y en el barco, destruido al final, un juego que representa la realidad. El lenguaje mismo sirve para presentar esta supuesta oposición: lo lírico, juego - la descripción literal, historia. 

   Las ideas sobre América Latina y su gente se convierten en contenido obligado. Se advierte la presencia de lo latinoamericano en todas las situaciones, tanto en un cuento sencillo como en las situaciones lúdicas, convirtiendo así al niño en sujeto activo frente a esta realidad y no en un ente pasivo al que hay que amoldar o proteger solamente. La emancipación se hace parte del argumento cuando los niños hablan sobre el nombre del barco.



    La vasta gama de preocupaciones de estos autores los lleva a trascender lo provinciano que, tantas veces, en defensa de lo nacional, puede limitar un texto. Los personajes del cuento “En barco de papel” salen a otras tierras, a defender otros pueblos. Martí (1972) escribe para los niños sobre Homero y les traduce autores norteamericanos y franceses. Pero un recuento histórico del desarrollo de la literatura infantil en el Caribe hispánico revela que la identidad no consiste en un solo modelo al cual se está atado para siempre; la identidad, además de ser conjugación interior, como bien demuestran los trabajos de Hostos y Martí, es también construcción histórica.

    El corpus de la literatura infantil hispano-caribeña cobra forma definida a fines del siglo XIX, junto con la formación de una identidad nacional. Pero esa identidad no se formó de la noche a la mañana, ni tampoco esa literatura; se gestan estas letras a lo largo de todo un proceso histórico que ya había comenzado trescientos años antes de los trabajos de Martí y Hostos. 

   Ángel Rama (1985) sostiene que las letras latinoamericanas en todas sus manifestaciones nacen, “... de una violenta imposición colonizadora” (p. 11). Y, al igual que todas las letras latinoamericanas, de esa imposición colonizadora surgen otras fuentes, formadas en el contexto de los primeros años de la Colonia, que más tarde influyen sobre la literatura infantil: las crónicas y la narrativa folclórica.

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