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domingo, 10 de septiembre de 2023

Presencia del Hormiguero en el VII Coloquio Internacional del Papiro a la Biblioteca Virtual




 Del 4 al 7 de Septiembre se llevó a cabo en La Habana CUBA el VII COLOQUIO INTERNACIONAL DEL PAPIRO A LA BIBLIOTECA VIRTUAL organizado por las Bibliotecas de Casa de las Américas, el Hormiguero estuvo muy bien representado por nuestra Hormiguita la Dra María Laura Burattini (abogada y escritora 



María Laura tuvo a su cargo las palabras inaugurales  de la muestra de LIBROS DE LITERATURA INFANTIL en la Sede de la Biblioteca Pública Echeverría de Casa de las Américas, según reza en el Programa del Coloquio Internacional: "

Biblioteca José Antonio Echeverría

5:00 p.m. Inauguración de la exposición bibliográfica Casa de cuentos para niños y niñas. Palabras inaugurales a cargo de María Laura Burattini (Universidad de Buenos Aires, Argentina)



Acá compartimos el discurso de nuestra Hormiguita Dra María Laura Burattini :



La lectura como una casa 

María Laura Burattini (Universidad de Buenos Aires)



La literatura infantil no es solo la que se escribe para niños, sino la que sortea el tiempo y los niños hacen suya.


La literatura infantil no es un juguete, un divertimento envuelto en papel de letras. La literatura infantil es literatura, sin vueltas. Es un mundo transformado en lenguaje.


La literatura infantil recoge la musicalidad de los textos, las repeticiones propias de los chicos y este modo de concebirla supone que resulte más propia y adecuada para jugar con el lenguaje literario. Chicos, familias y comunidades como protagonistas y partícipes activos de ese proceso.


Sin embargo, pese a la reconocida importancia de la literatura infantil, hubo tiempos lamentables en los que leer un libro, acción que hoy se reconoce como un derecho incuestionable, era percibida como una amenaza. Esa persecución a la literatura, como a todo el campo cultural, fue tan brutal que llegó incluso a los ejemplares destinados a los lectores más pequeños. El mundo de la infancia es un blanco en el que la represión se ejerció especialmente, en los libros y también en el sistema educativo. 


En Argentina, voy a citar sólo dos para no demorarnos en ejemplos dolorosos, en 1977, un decreto militar prohibía el clásico infantil Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann, acusado de contener “cuentos destinados al público infantil con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria para la tarea de captación ideológica del accionar subversivo”. Y dos años después, se censuraba La torre de cubos, el primer libro para chicos de Laura Devetach, por “simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético e ilimitada fantasía”. 


¡La fantasía! Intentaron – digo, intentaron- porque la prohibición fue temporal. Causaron daño, por supuesto, pero no se salieron con la suya. Tanto es así que hoy podemos observar esos libros en esta muestra fantástica.


Decía que intentaron prohibir la fantasía cuando es la fantasía lo único transformador. Es la imaginación la que transgrede y es lo que permite vislumbrar la posibilidad de modificar un mundo que es profundamente injusto.


Los pensamientos de los chicos son siempre revolucionarios. Y la literatura escrita con la mirada de esa curiosidad infantil viene a subvertir el orden imperante.


La infancia tiene que ser así. Yo estoy cien por ciento a favor de los niños inquietos y preguntones. Y cuando una elige escribir y publicar textos para jóvenes y para niños, el espíritu siempre es el de mantener despierta la curiosidad, la inquietud, la pregunta, la ocurrencia, cuestiones todas que están a flor de piel en chicos y jóvenes.


La especialista Yolanda Reyes al referirse a las lecturas literarias y el impacto subjetivo en los primeros años, señala que niñas y “niños puedan descubrir que los libros guardan objetos y experiencias y que, en ese conjunto de líneas y de colores (...), que esos personajes y esas historias, representan algo de sí mismos” 


La literatura es una aliada de la interioridad y pone en movimiento el pensamiento, relanza la construcción de sentido, de simbolización, y suscita, a veces, intercambios inéditos.


Lo literario impacta, genera miedo o incertidumbre frente a un personaje de un cuento; gusto y alegría por la sonoridad de un poema, fascinación por la relación entre el texto y la imagen en un álbum ilustrado. Estos efectos resultan una experiencia artística. 


Pensar a la literatura como arte posibilita concebir la práctica de oralidad, lecturas y escrituras con un sentido estético en articulación con otros lenguajes y expresiones. 


No se trata de leer literatura como “disparador” para adentrarnos en los procesos subjetivos de niñas y niños, ni como un “medio” para conversar sobre sus experiencias personales. 


Nos referimos a habilitar la lectura como medio para conmoverse frente a los estados anímicos de un personaje de un cuento o a partir de la atmósfera o el clima que se genera en un relato. 


Así, como refiere Blake, la literatura se vuelve experiencia de acercamiento estético con otras expresiones entramadas entre diversas manifestaciones artísticas.


En los primeros meses de vida se inicia el contacto con la experiencia literaria. Se incorporan las voces de su entorno más cercano, las y los bebés van conectándose con lo poético a través de la musicalidad de las palabras, los ritmos, melodías y sentidos que les permiten descubrir las diversas formas que adquiere la experiencia literaria.


Esta iniciación en el uso poético de las palabras se va complejizando con nuevos desafíos. Leer y cantar poemas que son canciones, jugar con las palabras, escuchar y participar de juegos de palabras, los versos, las coplas, las jitanjáforas, los límericks, con los que nuestra fantástica María Elena Walsh creó el maravilloso “Zoo Loco”, las rimas, los trabalenguas, las adivinanzas, las canciones de ronda, los versos libres y el coqueteo con el sentido constituyen no sólo un derecho lúdico y poético de las infancias, sino también un bagaje básico para el acercamiento a la lectura y la escritura.


Entonces, sin duda podemos responder a Graciela Montes y afirmar que sí hay lugar para el lector hoy, pese a los tiempos que corren. Porque el lugar de lector no se otorga, se conquista. 


Si hay lugar para el empecinamiento, para la memoria, para la insatisfacción y la búsqueda, hay lugar para el lector. Si en medio del bombardeo de mensajes, de la fragmentación y la profusión globalizada, hay quien elige, se demora y construye sentido, allí hay un lugar para la lectura.


La lectura como conquista, como derecho. La lectura como una casa, en la que estar, de alguna manera, resguardado.


Felicitamos a nuestra socia y colaboradora María Laura por representarnos tan eficazmente, pero mucho más por su labor en favor de las infancias a través de la literatura y la poesía, ya que además, presentó su colección de poemas infantiles: "UN MUNDO MÁS LEVE" con la participación de niños de escuelas de La Habana.





Agradecemos a las autoridades de la Casa de las Américas por la invitación y el tratamiento hospitalario y de solidaridad entre los Pueblos, por el trabajo intenso al crear este espacio de reflexión y debate. Muchas gracias 👏👏👏👏🐜🐜🐜🐜🐜❤❤❤







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