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jueves, 19 de septiembre de 2024

El emprendedor (profecía manifiesta)

 


Por Ricardo Mariño (*)


El emprendedor


Hacía más de media hora que estaba sentado en una de las mesas de afuera fingiendo concentración en la lectura del menú, con el celular en el borde más alejado de la mesa. Contra lo que esperaba, hasta el momento nadie había intentado robar el teléfono. Sólo un tipo bastante sucio había posado sus ojos en el aparato con fría precisión de tasador, pero al parecer optó por no tomar riesgos. Más tarde se detuvo un chico que vendía flores. Ofreció su mercadería de modo inentendible y a la vez pidió una moneda, todo sin quitar la vista del celular, pero se fue incluso antes de escuchar la negativa del hombre.

El café era el más elegante de la zona y a esa hora del mediodía las mesas estaban ocupadas por maridos que leían el diario y esposas que regresaban de la clase de gimnasia. Impaciente, el hombre ya no levantó la vista del menú para dar mayor impresión de descuido, y empezaba a perder la esperanza de que algo sucediera cuando al fin apareció quien lo robó: una chica. Surgió de la nada, como si se hubiera acercado oculta detrás de algún grupo familiar que pasaba. Podía tener quince años, o veinte o treinta y cinco. Con un movimiento suavísimo y rasante, que sugería el de un pájaro que recoge del mar un pequeño pez, su mano pasó por encima del celular llevándoselo en su vuelo. Era un brazo delgado como un alambre en el que un tatuador se las había arreglado para grabar una Virgen de Luján. 

 Apenas desapareció el teléfono, el hombre extrajo otro celular del bolsillo de la campera y comenzó a contar mentalmente sin sacar la vista de la pantalla. “Uno, dos, tres…”, cuando llegó a quince rozó con el dedo un ícono que era el dibujito de una piñata. La piñata estalló y volaron golosinas por la pantalla. El hombre alzó la cabeza contrariado: la chica ya no se veía y tampoco había escuchado lo que esperaba.  Se puso de pie, dejó dinero en la mesa, guardó el celular y salió en la dirección que llevaba la chica.

 Caminó mirando a los lados y se detuvo en la esquina. Rescató el celular del bolsillo y, nervioso, insistió con la piñata. Entra tantos ruidos y bocinazos de la calle le pareció percibir una detonación pero no estaba seguro si era real o imaginaria. Siguió caminando y casi al término de la cuadra escuchó gritos y vio gente amontonada en la entrada de una galería. Apartó sin miramientos a los que se interponían entre él y la entrada. Había dos círculos de personas, formado el exterior por curiosos de pie, y el interior por gente agachada o arrodillada que aparentemente asistían a alguien que estaba en el piso. Una anciana bajita daba gritos histéricos mientras salía y reingresaba al círculo interior, como si su interés estuviera tomado por dos alternativas que se negaban: buscar socorro afuera del círculo y no dejar de mirar desde esa posición de privilegio. El hombre se asomó por encima de los dos grupos. 

Sentada en el piso, la expresión de la chica del celular era la de alguien más aterrorizado que dolorido. Debía estar en ese instante en que el dolor todavía no se abre paso, bloqueado por el asombro. Miraba hacia arriba, hacia las caras que a su vez la miraban, y su expresión era la de pedir, tal vez, que la ayudasen a no mirar hacia abajo. Lo que estaba más abajo y se resistía a mirar era su propio brazo delgadísimo con el tatuaje de la virgen. En el extremo del brazo no estaba ya su mano sino una especie de andrajo, una cosa mal trillada por una máquina desafilada.

  El hombre no pudo evitar un gesto de repulsión y se apartó. Permaneció unos segundos detenido y ausente, pero lo sacó de ese estado una joven que le preguntó qué había pasado. Su respuesta fue negar con la cabeza y salir caminando hacia el interior de la galería hasta acceder a la calle transversal. Trataba de controlarse. Cuando llegó a la otra salida lo alivió ver que en esta otra calle hubiera tan poco movimiento y nada de ruidos. Con ese fondo de silencio escuchó, amplificados por el túnel de la galería, los agudos chillidos de dolor que ahora sí soltaba la chica, que más que nada parecían los de un animalito desesperado que ha caído en una trampa. 

Se alejó y para cuando había hecho cincuenta metros estaba en completo dominio de sí. Podía caminar con normalidad, respirar bien, pensar, evaluar los hechos, sacar conclusiones. La novedosa sensación triunfal le daba ahora un toque deportivo a sus pasos. La prueba había sido satisfactoria aunque había cuestiones a considerar. Había que calibrar mejor la señal del celular base hacia el celular señuelo. Acaso la carga de explosivo fuera excesiva.


(*) escribí este cuento hace un tiempo. Tiene una cruel coincidencia  con la noticia de  hoy sobre los beepers o pagers en El Líbano)


lunes, 9 de septiembre de 2024

CERNUDA Y LORCA


Por Reina Roffe

El Hormiguero Lector se complace n compartir este articulo de la prestigiosas escritora e investigadora  Reina Roffé (*) sobre la amistad de dos grandes poetas de nuestras letras castellanas.



Cuando el joven, y todavía desconocido, Luis Cernuda va al encuentro de Federico García Lorca, que ya era un autor popular, nota en él algo que le disgusta, algo de matador histriónico, de niño mimado y presumido. Pero advierte, al mismo tiempo, que, bajo la fachada de triunfador, había otra cosa, un ser tímido y humano que buscaba aceptación, calidez desinteresada. Entonces, se hacen amigos. De inmediato, el sentimiento compartido de no ser aceptados íntegramente por una sociedad prejuiciosa y homofóbica los une, profundiza la relación. El día del primer encuentro, Lorca depone su teatralidad no bien puede abrirse paso entre la corte de admiradores que lo asedian. Teatralidad, cuenta Cernuda, que se desvaneció con una sonrisa de alivio y, quizá también, de reconocimiento. Posiblemente, había captado el punto de confluencia entre ellos, ese que no sólo era el de la poesía. Tiempo después, Cernuda publica en el “Heraldo de Madrid” un retrato de Lorca y dice que el poeta había sido tocado por muchas hadas prodigiosas que le otorgaron una cantidad sin fin de dones; entre ellos, destaca el de la simpatía, el de la poesía y, muy especialmente, el don de saber vivir, que es extraordinario en él, porque infundía en los demás tal entusiasmo por las cosas que no parecía ser de este planeta. Cernuda no estaba errado. Había en Lorca una energía vital muy impresionante, que algunos adjudicaron al carácter andaluz y a los éxitos que cosechaba. Pero no era sólo eso, habitaba en el poeta un espíritu realmente excepcional, de Ave Fénix, pues resurgía espléndido, desbordante de energía y de amor por las personas cada mañana sin importar la noche de angustia y llanto que hubiera pasado. En ese retrato, Cernuda le adjudica a su amigo otra cualidad importantísima. Pocos autores la tienen, ni siquiera los que más fervorosamente desean triunfar, y es lo que el escritor sevillano llama esa “exquisita oportunidad del momento” que posee Lorca para conocer su valor y exaltarlo. Como los poetas orientales, el granadino supo “dar perennidad a lo transitorio”. 

(*) Del muro de Reina Roffé.

jueves, 5 de septiembre de 2024

Nuestras pioneras y pioneros de LIJ: María Elena Walsh

 

@Sara Facio foto

Osías el Osito en mameluco

Paseaba por la calle Chacabuco

Mirando las vidrieras de reojo

Sin alcancía pero con antojo.


Por fin se decidió y en un bazar

Todo esto y mucho más quiso compra


Quiero tiempo pero tiempo no apurado

Tiempo de jugar que es el mejor

Por favor, me lo da suelto y no enjaulado

Adentro de un despertador.


Osías el osito en el bazar

Todo esto y mucho más quiso comprar.


Quiero un río con catorce pescaditos

Y un jardín sin guardia y sin ladrón.

También quiero para cuando este solito

Un poco de conversación.


Osías el osito en el bazar

Todo esto y mucho más quiso comprar.


Quiero cuentos, historietas y novelas

Pero no las que andan a botón

Yo las quiero de la mano de una abuela

Que me las lea en camisón.


Osías el osito en el bazar

Todo esto y mucho más quiso comprar.


Quiero todo lo que guardan los espejos

Y una flor adentro de un raviol

Y también una galera con conejos

Y una pelota que haga gol.


Osías el osito en el bazar

Todo esto y mucho más quiso comprar.


Quiero un cielo bien celeste aunque me cueste

De verdad, no cielo de postal

Para irme por el este y el oeste

En una cápsula espacial.


Osías el osito en el bazar

Todo esto y mucho más quiso comprar



MARÍA ELENA WALSH 🇦🇷 (1930 - 2011)

Poetisa, escritora, cantautora, dramaturga y compositora argentina,


Les dejamos el link para que dñpuedan rememorar esta bella y dulce canción de María Elena.


https://youtu.be/VEVBv4p71_k?si=5XVriJQmdGnufM7X



#MarchaDeOsías

#ElPaísDelNoMeAcuerdo 

#Año1966

#MaríaElena

#HistoriaXRedes

lunes, 2 de septiembre de 2024

Cabalmente: seguimos recordando y festejando en su obra a Graciela Cabal

 

Continuamos recordando a Graciela Cabal;nuestra Cabalita, Hada Madrina de esta Biblioteca y su Hormiguero Lector.  Hoy lo hacemos trayendo el recuerdo de su "JACINTO", primera edición, (1977) con las ilustraciones de la Maestra Martha Greiner. Para disfrurar...




Título: Jacinto

Ilustradora: Martha Greiner (Nacida en Rosario, Santa Fe)
Escritora: Graciela Cabal
Lugar y editorial: Buenos Aires, Centro Editor de América Latina
Año: 1977-1978
Número de páginas: [84]p.
Colección: Los Cuentos de la Luciérnaga 3




Link de la fuente: http://arnoldogualino.blogspot.com.ar/2013/04/martha-greiner-artista-visual.html

Martha Greiner nació en Rosario y egresó de la Facultad de Humanidades y Artes de esta ciudad.  Estudió en el taller de Julián Usandizaga. Desde 1965, participa en muestras individuales y colectivas. Desarrolló la docencia y dirigió su taller. En los noventa estuvo en Europa, viviendo dos años en Marbella, llevando a cabo muestras de sus obras. Greiner experimentó y llevó a cabo obras bidimensionales como también en el espacio, manejando diferentes lenguajes expresivos y procedimentales. Sus primeras obras de dibujo y pintura datan de 1964; identificadas con las producciones vanguardistas neofigurativas y de arte experimental. Llevó a cabo ilustraciones para libros infantiles, de las siguientes editoriales: de la Escuela Vigil, el Centro Editor de América Latina, Kapeluz y Crea. En simultaneidad inició un abordaje por diferentes problemáticas y lenguajes expresivos del espacio, llevando a cabo: collage, objetos,  instalaciones y performance



El emprendedor (profecía manifiesta)

  Por Ricardo Mariño (*) El emprendedor Hacía más de media hora que estaba sentado en una de las mesas de afuera fingiendo concentración en ...