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martes, 28 de noviembre de 2023

Caperuci y el "Bolo del Quebos"

 


El Hormiguero Lector presenta esta reversión del clásico de todos los tiempos: "Caperucita Roja",  en la maravillosa pluma de nuestra Hormiguita Maestra  Alicia Cristófaro




                                            Por Alicia Cristófaro.

 

Caperuci a los saltos y saltos la llevaba, 

a la pesada y enorme canasta.

Su abuela que vivía en el bosque la esperaba,

Recibiría pastelitos, naranjas, tomates, manzanas

Y algunas hojas verdes recién cortadas.


Hasta que un día. cansada se sentó,

 en un tronco acostado que encontró.

Palabras irreproducibles casi gritó,

 pero no, pero no…pero no.

Buscó otras que fueran más reproducibles y habló:


  -¡Madre! ¡Ya estoy harta de llevar la canastita!

 No te olvides que hace poco dejé de ser chiquita.  

Su peso aumenta, como el recorrido a la casa de Marita,

 tu madre, mi abuelita.


  Me quedaré acá sentada un ratito.

 ¡Este horrible paisaje tan angostito! 

¡Ahora me están matando los atacantes mosquitos!


Plaf, plaf, plaf, los manotazos

 se abrían en pedazos

.

Algún grito cercano y leve se oyó:

 -Ay, ay…oh.

 -¡Uy, uy! ¿Qué pasó? 

 Caperuci se asombró.

 (Una voz profunda y grave respondió)


-¡Que yo sepa los mosquitos nunca gritan!

¡Niña, qué torpe son tus manos finas!

  Ese sombrero que usas, y que veo,

 Parece un guante de boxeo.

          

-¡Ay! -dijo Caperuci. ¡Qué voz tan hueca que yo escucho!

-¡Soy el lobo del bosque! ¿No me conoces mucho?

-¡No! Siempre me contaron que eras engañoso, feo y el peor.

-Yo soy un trabajador, cuido el bosque, soy anti leñador.


-Puede ser…tus dientes son más chicos que los míos.

Y no tienes ningún colmillo filoso, como un cuchillo.

-Claro que no Caperuci, muchas veces los que escriben cuentan mentiras,

Y me hacen una fama que deliran.


     Ante estas últimas palabras del lobo,

Que no parecía tan lobo.

Hubo un movimiento y de pronto algo apareció; 

una arrulladora y silenciosa marcha se mostró


 Era gente que parecía dormida

 y con ropa muy antigua vestida.

 No traían palabras para decir, solo libros en lo alto

 con palabras escritas y a los saltos.


 Algunas decían así: 

      “Vivan los cuentos contados y escritos.

        Que ya han sido leídos, muy leídos

        No les cambien el contenido

        ¡Vivan los originales! ¡Vivan los libros!


 Caperuci saltó del banco tan incómodo,

 fue la única que puso voz: -¡Vivan, vivan todos!

¡Yo quiero estar alegre, libre y actualizada!

Con mi amigo el Bolo, estoy encantada

 yo lo llamo así

Porque es al revés de lo que cuentan todos por aquí





Los dos vamos a leer antes de la cena

Los cuentos que me regaló mi abuela; 

“Negranieve y los siete esquiadores”

“Aladino y los cuarenta ratones”

“El gato con moto” y “Cenicuenta”

¿Qué me cuentan?


  Total, silencio… Sólo el lobo aplaudió un poco apabullado

Parecía que estaba de su lado. 

Ella perseguía a los marchantes

A los gritos y corriendo les leía cuentos

Que eran de desopilante invento.


-Caperuci no te vayas-dijo el lobo,

 en voz un poco débil, medio flojo

Yo te ayudo, leo otro

Lo guardo en mi memoria: “El gato con moto”


Leyeron muy poco porque no pudieron…

Los extraños marchantes desaparecieron.

 

Pero dejaron en los árboles, los mensajes.

Como si fueran cartas en un viaje.

“Vivan los cuentos contados y escritos

Que ya han sido leídos, y muy queridos… 


 -Uy mira, mira, te persiguen, más mosquitos

Tendrás que tomar otro caminito.

Si quieres yo te acompaño, 

-Sí, amigo -dijo Caperuci, yo me apaño.


 Pero entre los dos llevamos la canastita,

Pronto tendré que volver, con mi abuelita

a los marchantes tenemos que repeler.

   Dijo el Bolo: -Yo comienzo a leer.  


“El gato ya no tenía botas

A veces, andaba en ojotas.

Pero eran incómodas, le hacían cosquillas,

 ahora viajaba con zapatillas

Que usaba poco porque siempre iba 

en su plateada moto deportiva…”


 Nuevamente aparecieron los manifestantes

 con más carteles e integrantes.

 Hasta que Caperuci los empezó a correr, corriendo.

Mientras les leía el cuento que se estaba escribiendo.


Entonces, los marchantes dejaron de aparecer.

¿Ellos llegaron a entender?

Los nuevos mensajes 

decían así:

Queremos también los cuentos de aquí,

 


“¡Vivan, vivan, vivan todos ellos!

 Siempre tan leídos y bellos!

¿Podrán atreverse a renacer.

de algún novedoso modo aparecer?

¿Todos, todos?

  ¡Entonces sí!”


-¡SÍ! -Se alegró Caperuci. Y empezó a cantar:

¡Vamos a festejar!

a la casa de Marita.

Ayúdame a llevar la pesada canastita.

¿Bolo estás? 

-Yo soy el lobo que siempre está.

Acá estoy yo… Caperu…cita.


Volvieron a encontrarse en el nuevo camino.

Era su nuevo destino.

 Un trecho corto caminaron,

 y un curioso lugar encontraron


El luminoso Shopping del Quebos

Nadie se imaginará a quién vieron.

Del bolso que llevaba, salía una caperuza 

Que era parte de una moderna campera roja de gamuza,

 

  Sorpresa, abrazos, presentación del nuevo amigo

Y regalos compartidos.

¡La abuela, era la abuela! les obsequió un nuevo ordenador.

Luego del festejo, la canastita quedó vacía, hecha un primor.

Los tres volvieron a sus casas conectados.

  Un nuevo fin de semana virtualmente comunicados

Se encontrarán, más allá, en las redes, enredados.


-¿Bolo estás? ¿Podemos hablar?

- Estoy cerquita, en mi muro Caperucita.

-Me gusta, respondió con la manita

-Me encanta, respondió Marita, 

 Y agregó. Ay disculpen, alguien golpea a mi puerta.


-¿Lobo estás? escribió Caperucita alerta.

Y así toda la noche se quedó despierta.

Las redes no daban respuesta…

¡Abuela… Lobo… ¿Dónde están?

  

 

 

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