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viernes, 15 de julio de 2022

Poemas que tejen el aire . Puntos de contacto de Cecilia Restiffo

 

por María Cristina Alonso



 Fuera de mí, ¿quién anda? / ¿quién me despierta sin voz?” se pregunta Chantal Maillard en el epígrafe que abre el libro de poemas de la poeta mendocina Cecilia Restiffo, Puntos de contacto (Primer Premio Certamen Literario Vendimia 2020). Cada poema parece responder a esa pregunta inicial que se formula como un viaje a través de la vida, o mejor, “a través de una noche, de todas las noches que se pierden en la perplejidad de lo que no existe”. (Costura)

En el prólogo, Restiffo esboza su poética: “la palabra busca tejer en el aire un camino de encuentro con otros”. Y aparecen tres elementos que se repetirán a lo largo del libro: mapa, tejido, camino.

 Continuando una tradición de voces femeninas  que ingresan a sus poemas los festones de lo cotidiano, la voz que enuncia el pequeño mundo de todos los días, el que transitan tantas mujeres que le dan sentido, encuentra espacios para ahondar en lo trascendente.

En Costura, rinde homenaje a la abuela que canta y cose “para zurcir la trama del tiempo” y que reaparece en la memoria al abrir un ojal, un pasaje que la poeta instaura como encuentro de los mundos del presente y del pasado. Porque ella entreteje palabras para edificar el recuerdo (Metonimia) o cocina y, los aromas del pasado emanan del “plato servido como un búmeran del tiempo”.

Poemas en los que los objetos -la máquina de coser, los libros, las plantas, los alimentos- señalan la contundencia de lo real.  En ese espacio que se desarrolla en el interior de la casa, en el jardín, en las calles del barrio, se escucha esa música que nos habla sin voz para recordarnos la fragilidad de la felicidad, la fugacidad de la vida.

Retomando el  tópico del viaje como metáfora de la vida humana, el sentido de la propia existencia se busca  en encuentros entre generaciones. Hay un pasaje secreto donde ese enlace se produce.  En Dejá vu dice: “la infancia  no valdría la pena sin esa ilusión que nos iguala”. De ahí los puntos de contacto, pequeñas escenas que de alguna manera perturban, porque detrás de cada cosa late la escritura como refugio contra el desamparo.

Poemas en los que las hormigas vuelven a su tarea doméstica, las abejas colonizan las flores, las enredaderas trepan hasta el techo del lavadero, mientras se anotan las  pequeñas rutinas que van dejando un rastro de tiempo en esa casa que aparece en los poemas “como refugio, como retorno de la tormenta”.



La música, igual que la costura y la memoria familiar da sentido a estos poemas. Voz de mujer que no se deja vencer y renace: “Como la cigarra, dice María Elena, /así me levanto y vuelvo a empezar”. Lucha que se materializa en la escritura, porque escribir, también es recordar “entretejo las palabras para edificar mi recuerdo” y es también “esta música labrada por mis manos” (Puente)

Y la lectura, contada en el poema como un viaje sin brújula, la lectura que construye también el sentido de la vida, que  traza un mapa que permite explorar los parajes del miedo, esa otra vida que propone la ficción. (Tarde de lectura).

Como lo señala Cecilia Restiffo en Máquina, las cosas ordinarias nos dicen que estamos vivos. Y en estos poemas, que aparentemente se refieren a las rutinarias acciones diarias (cocinar, leer, coser) hablan también, en forma oblicua sobre las profundas razones de la existencia. Porque las cosas son, en estos poemas, lo esperado, pero también lo secreto, eso que la mirada de la poeta puede advertir y expresar con el lenguaje. El libro se cierra con los versos de Joaquín Gianuzzi que condensan lo que nos han dicho estos textos de la poeta mendocina: la poesía está ahí para ser doblada, repetida, citada. De la inmensidad de lo pequeño, de lo cotidiano, habla este hermoso libro.

Estamos sentadas bajo la luz de las lámparas,

hace frío y escucho que los pájaros vuelven,

arrinconan sus alas en los árboles y esperan

que la oscuridad termine su tarea,

que cada sonido se adormezca bajo la luna.

 

Los hilos de la conversación se anudan, se enmarañan

envuelven los silencios que ya no son incómodos,

somos dos mujeres que habitan la existencia

de reconocimiento y aceptación,

fuera del miedo.

 (Fragmento de Encuentro, Punto de Contacto, 2020. Ediciones Culturales de Mendoza. Primer Premio Certamen Literario Vendimia 2020)

 

Cecilia Restiffo, San Martín (Mendoza) es profesora de Lengua y Literatura, ejerce la docencia en el nivel secundario y universitario. Sus poemas participan de diversas antologías y ha participado en diversos proyectos literarios. Punto de encuentro obtuvo en 2020 el Primer Premio Certamen Literario Vendimia.

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