Se está escribiendo desde la vida, desde las calles, desde
la provincia, y no solo desde el escritorio.”
Escritor colombiano y profesor universitario, es uno de los
pioneros de la novela gráfica en Colombia. Su trabajo mezcla la literatura, el
cómic y el cine. Es autor de la novela El hijo; las novelas gráficas Gabo,
memorias de una vida mágica, Rulfo, una vida gráfica y Borges, el laberinto
infinito; los libros infantiles de cómic Tumaco, Cómbita y Cazucá; y las
adaptaciones a cómics de Tanta sangre vista y La vorágine.
¿De qué manera crees que contribuyen el cómic, la historieta
y la novela gráfica al acercamiento de los y las jóvenes a la literatura,
especialmente a la canónica y a los clásicos?
El cómic es como la literatura, el cine o la poesía: cuando
todos ellos están bien escritos, bien hechos, acercan a los jóvenes al arte,
acercan a los jóvenes a la lectura, a la ficción. Y si esto ocurre, si el joven
entra en la lectura, desarrolla pensamiento crítico, imaginación, placer,
otredad. La idea es que al leer un cómic no necesariamente acerque a la
literatura, sino al mismo cómic, al mismo lenguaje artístico. Si leo un cómic
de Joe Sacco, el mismo lenguaje me remita a un cómic de Daniel Clowes o a uno
de Julie Doucet, Keum Suk Gendry-Kim o de Art Spiegelman, etc. También puede
ocurrir que un cómic remita a la literatura y que después de leer El eternauta
vayas y leas Operación Masacre de Rodolfo Walsh. Esto tiene que ocurrir, pero
lo valioso es que el mismo lenguaje artístico remita al mismo lenguaje para
conocerlo, para explorarlo, para entenderlo, y luego sí cruce hacia otros
lenguajes como el literario o el audiovisual. El cómic no es literatura, es
arte secuencial, así como la literatura no es cómic, sino que es el arte de la
palabra y cine es el arte de la imagen y el sonido en movimiento. Yo soy
escritor de cómics, pero también soy escritor de literatura y escritor de cine;
los tres lenguajes son distintos, cada uno tiene su gramática y su sintaxis,
pero a los tres los une el arte. ¿Qué es el arte? El placer estético de
transmitir y entender una historia contada de forma bella, así sea horrible en
su contenido, pero que esté bellamente contada: Pedro Páramo, Vértigo, Hierba.
Es encontrar la humanidad y su complejidad reflejada en viñetas, párrafos o fotogramas
en movimiento.
¿Cómo ha sido tu experiencia y tu relación con los y las
lectoras jóvenes? ¿Cómo reciben tu trabajo?, ¿qué es lo que más les gusta de
ese lenguaje visual narrativo?
Siento que los jóvenes no se dejan engañar. Cuando han
descubierto la lectura y quieren las historias, descubren cuáles están bien
hechas, bien construidas, y se emocionan con ellas. Yo soy un afortunado con
los jóvenes, les gusta los cómics que hago con dibujantes con los que me uno
para sacar adelante una historia en viñetas. Me hablan de Rulfo, o de La
vorágine, o de Tanta sangre vista y ahora de Neruda con mucha gratitud y
emoción. Yo trato de dar lo mejor de mí, de mi escritura y de mi forma de
estructurar una historia para ellos. Trato de no ser plano, obvio, estereotipado;
en resumen, trato de no subestimarlos. Lo que más odia un lector joven es que
lo subestimes y no trabajes duro en una obra, y le entregues algo que no tiene
mucha forma ni profundidad. Hablando del cómic, en especial, les gusta la
secuencialidad, las páginas de viñetas enteras y profundas que los lleva a
descubrir el lenguaje de la imagen. Se quedan leyendo las imágenes y subtextos
que hay en ellas. Leen Watchmen, Desde el Infierno, Aquí o Sabrina y sabe que
lo que hay allí no es un pasatiempo sino una historia profunda contada a través
de imágenes y textos.
¿Cómo ves a los jóvenes hoy en Colombia en su relación con
la literatura?
Hablando de literatura y no de cómic, veo el paisaje
literario nacional en buena forma. Muchas mujeres, jóvenes escritoras, que
ganan premios y que son reconocidas internacionalmente, están dando la pelea
por contar historias de otra forma. Ese es un gran punto para los lectores
jóvenes. Yo mismo me uní a ese proceso con una obra juvenil que lleva una
historia muy compleja. Mi novela Madre intenta contarles a los jóvenes, de otra
forma, quiénes somos como país, cómo viven las mujeres de mi país. No sé si lo
logré, pero lo intenté. Y siento que cada vez más, desde las universidades
donde se dictan las carreras de escritura o creación literaria, van saliendo
voces poderosas con mucho que decir, y eso, en un futuro muy próximo, lo van a
recibir los jóvenes. Se está escribiendo desde la vida, desde las calles, desde
la provincia, y no solo desde el escritorio. ¡Y en el lenguaje de cómic ocurre
lo mismo! Veo un muy buen panorama para el futuro.
(*) extraído de la Revista Libros & letras Revista literaria de Colombia y América Latina
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