Lo que nos enseña un relato infantil. Entre la contingencia y la experiencia.
Un cuento es un modo de relato infantil, oral o escrito, una narración artística y breve, de hechos reales o imaginarios. Lo narrativo es un carácter esencial en el cuento, acompañado de cierto estilo impregnado en el lenguaje acorde a quién va dirigido, y con intensidad emotiva. Los hay de todos los estilos y en su origen se encuentran diversidad de motivos, siempre anudados a la necesidad de una transmisión.
La hormiguita viajera, un cuento de Constancio Vigil[i], fue El cuento de mi infancia, tal vez porque viviendo en el campo lo desconocido constituía para mí un enigma gigante y también porque a su vez, me seducían las historias de quienes traían noticias de ese más allá; pero ese es otro relato –el de los linyeras.
La hormiguita viajera nos enseña sobre el valor de la experiencia por sobre la manzana del paraíso y lo disciplinario occidental y cristiano, en este caso como respuesta posible a la contingencia de un avatar de la vida que lleva a una pequeña e inexperta hormiguita, lejos de su casa.
Digamos de entrada que el personaje central del cuento hace de ese infortunio una experiencia de la que se extrae un valor y se convierte en un relato novedoso para las demás integrantes de la comunidad.
Walter Benjamin en un bello texto “El narrador”[ii] escrito en el año 1936, sostiene que la experiencia, esa “que se transmite de boca en boca (y) es la fuente de la que se han servido todos los narradores” nos está siendo expropiada, “(…) una facultad que nos pareciera inalienable, la más segura entre las seguras, nos está siendo retirada: la facultad de intercambiar experiencias. Una causa de este fenómeno es inmediatamente aparente: la cotización de la experiencia ha caído y parece seguir cayendo libremente al vacío (…) Con la guerra mundial comenzó a hacerse evidente un proceso que aún no se ha detenido. ¿No se notó acaso que la gente volvía enmudecida del campo de batalla? En lugar de retornar más ricos en experiencias comunicables, volvían empobrecidos”.
Entonces, más allá o no tanto, de la excusa que utiliza el cuento para meternos en una bella historia, haciendo gala de la diferencia en esos encuentros que la búsqueda del camino de regreso a casa confronta al personaje principal, es un relato que nos enseña sobre el lugar a la experiencia, la experiencia que se inscribe sobre la pérdida, la búsqueda, la desorientación, la brújula que pueden ser los otros, las limitaciones de cada quien en torno a su propio mundo, los encuentros y los desencuentros. El personaje central del cuento, una hormiguita en particular, nos va a decir que tiene ella en su comunidad una función especial, la de ser exploradora y por lo tanto su función es salir a buscar en las inmediaciones víveres, y allí donde son encontrados volver, avisar a las demás para traer pedazo por pedazo, parte por parte, el hallazgo alimenticio.
Así las cosas, frente a un hallazgo, algo inesperado la sume en la oscuridad y la deja presa de una situación ajena a ella.
La contingencia[iii].
Luego de zafarse de aquello que la dejó cautiva, a los ojos de nadie, intenta emprender el regreso a casa. En ese camino se encuentra con innumerables personajes minúsculos del mundo chiquito[iv atraviesa lo desconocido, lo adverso, la desorientación, hasta que uno de ellos, personaje mágico de la literatura infantil, es brújula que le permite el retorno
La vuelta a casa, la llegada una vez reconocida como parte, abre la dimensión de lo valioso de la experiencia. Por más exploradora que se defina, es una hormiguita, chiquita ella, sin embargo no hay la sanción, la recriminación, por el contrario hay la escucha de lo que tiene para decir sobre la contingencia y de lo que a partir de allí hace experiencia, por un lado un relato del mundo más allá del hormiguero; lo desconocido para el resto es introducido vía la contingencia y por otro lado, lo que le permite ante esa contingencia volver, eso que en el relato se llama “voluntad” y desde otra perspectiva podríamos situar como deseo decidido, es eso lo que le permitió volver y lo que se extrae como lo que esa experiencia enseña, y a su vez le da un nombre “Hormiguita viajera”.
Entonces, entre la contingencia y la experiencia, el carozo de la cosa está en el deseo que funciona como causa, como motor.
[i] Vigil, C., nacido en Rocha, Uruguay el 4/9/1876, fallecido en Buenos Aires el 24/9/1954.
[ii] Benjamin, W., (1936) “El narrador”. Trad. Roberto Blatt. Taurus Ed., Madrid, 1991.
[iii] Contingencia: en la lógica modal, define un modo de ser de aquello que no es ni necesario ni imposible.
[iv] Lo pequeño ves. Anita Iniesta.
Griselda Enrico
https://labanquina.com/2021/05/01/la-hormiguita-viajera/
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