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sábado, 21 de noviembre de 2020

"Adela Basch: La trilogía de la Revolución de Mayo"

 


 

por Adrián Ferrero

 

     Bien podría postularse una trilogía a propósito de un conjunto de obras dramáticas de la escritora infantil argentina Adela Basch (Bs. As., 1946) a propósito de la Revolución de Mayo de 1810, fecha en que se produce la que definiría primero las Invasiones inglesas (como un hito preliminar), el levantamiento contra el gobierno imperial español y la instauración de la Junta de Gobierno. En efecto, si bien solo una de ellas toma como referente nítido la totalidad de todos los acontecimientos en directa correlación con esa etapa de la organización nacional de nuestro país, el resto de las obras conforman una trama de conjunto que arma el espacio escenográfico que tendrá  dicho capítulo de la Historia argentina.

     Las tres obras datan de 2010, motivo por el cual conjeturo este núcleo sémico ocupaba las cavilaciones de la autora por entonces. O quizás (eso lo ignoramos) tuviera que ver con la intención deliberada de conmemorar momento histórico tan determinante. El presente caso es el de una etapa durante la cual una autora argentina se ve fuertemente comprometida con su identidad en tanto que sujeto histórico, motivo por el cual resulta perfectamente natural pensar en que bajo la forma de sistema se interrogue y plasme en la escritura distintas vertientes de esos compases que desembocarán en la Revolución y el levantamiento contra el reino de España. Así, empapada de este capítulo de la Historia argentina, Adela Basch acomete la empresa de su abordaje desde distintas perspectivas de un episodio que también las tuvo.

     La poética de Adela Basch ha trabajado de modo paradigmático la relación con España desde múltiples puntos de vista, tanto  parodiando a su clásico paradigmático en Abran cancha que aquí viene Don Quijote de la Mancha (1997) hasta tomando como protagonista de una de sus piezas al líder conquistador Cristóbal Colón en Colón agarra viaje a toda costa (1999). Habrá con el paso de los años (eso puede advertirse con nitidez), desde jocosa parodia, humor y desparpajo hasta toma de distancia crítica en particular en lo referido a España como reino imperial, su arremetida conquistadora avasallando a los pueblos originarios, además del saqueo de riquezas y templos sagrados, junto con los actos de violencia física y simbólica contra los aborígenes americanos. Otro tanto su anexión de colonias.

 
   
En las presentes tres obras lo que puede vislumbrarse es un universo sémico que remite denotativamente desde su referente histórico a la época colonial de la gesta revolucionaria de mayo. La que aborda de modo frontal el relato o la puesta (mejor) de dicha gesta, es En estas hojas detallo cómo llegó el 25 de mayo. El resto de las dos obras reconstruirán mediante el discurso dramático o bien episodios en estrecha vinculación con aquél o bien la sociedad de ese tiempo histórico, su población, sus costumbres, sus oficios, sus trabajos, su alimentación típica, su vestuario o harán irrumpir a algún personaje de existencia histórica puntual, como el Virrey Cisneros o el Virrey Sobremonte, los integrantes de la primera junta, entre otros. De todas formas, predomina el componente ficcional por encima del dato histórico. En las tres es más lo que crea y recrea Basch que lo que reproduce desde la mímesis constatable. Ese es el punto aquí. Quiero decir: se percibe una orfebrería delicada sobre el lenguaje y la retórica que no solo están abordos a dar cuenta de la realidad. De allí que contrapuntísticamente el dilema histórico se conjugue con el trabajo ficcional. Por otra parte, el modo en que dichos episodios son reescritos por una pluma que es evidente toma partido pero sin incurrir en panfleto ni propaganda. Más bien se inclina por nombrar una verdad histórica de orden inocultable, que ha sido estudiada por la disciplina de la Historia y la ciencias sociales con eficacia y profundidad. Poniéndola en evidencia pero también analizando sus factores, sus causas, sus procesos y sus consecuencias. Pero Adela Basch pondrá en escena. Posicionándose naturalmente según una opción ideológica pero sin incurrir en una apología pedagógica con moraleja. En todo caso sí se defienden principios y valores que subyacen a la gesta.


     Los recursos habituales propios de Basch no se ven modificados en lo sustantivo. Si bien diera la impresión de estar atenta a respetar un ideal de verosimilitud con el objeto de no desvirtuar la versión de la Historia argentina sino la de buscar fidelidad a los acontecimientos verificables, también se tomará algunas libertades. Desde el habla con que se expresan sus personajes (los ingleses hablarán en un español con acento, una de las protagonistas será amiga de la autora, irrumpirá una suerte de voz de San Martín que prospectivamente anuncia lo que vendrá) hasta ciertas formas de socialización que se van urdiendo. Sin embargo jamás se desembaraza del humor ni pierde un ápice de desparpajo. La rima permanece, invariable, como instrumento formal de construcción de la frase. Y los juegos de lenguaje que resultan ya parte de su idiolecto vienen a confirmar una poética consolidada que acude a recursos que no por reincidir pierden ni eficacia, ni vigencia, ni dejan de resultar efectivos desde el punto de vista de sus repercusiones en el lector y la lectora. Por otra parte, su atractivo cautiva de un modo que vuelve más eficaz aún la lectura.

     Adela Basch  en estas tres obras se abocará a momentos distintos de la etapa de la Revolución. En una de ellas, mediante recursos textuales y contextuales de modo inclusivo se consagra a la puesta y narración del sojuzgamiento del Reino de España, a las Invasiones inglesas en dos oportunidades y a las juntas de gobierno. En esta obra en particular, un personaje, el de Pilar, se presenta en dos etapas de su vida: el de Pilar-abuela y el de Pilar-niña (denominadas según esta nomenclatura). Resulta evidente que la capacidad y la mirada histórica que el personaje tendrá será radicalmente otro en un caso y el otro. La trama está planteada como una historia que este personaje de Pilar-abuela que todo conduce a pensar deja por por escrito o, en todo caso, está escribiendo en ese momento siendo ya anciana, lo que ha tenido lugar. La trama entonces contiene la presencia de un personaje de cuya vida se da cuenta de modo contemporáneo a los hechos y contiene también otro momento de la biografía del mismo personaje, quien de modo ulterior con distancia histórica juzga a la luz de la experiencia vivida lo que considera ha sido su evolución o consumación. Y lo hace con la suficiente objetividad e información que requiere un detallado testimonio de los sucesos mediante su registro. Por otra parte, en la medida en que Pilar crece, crece también la patria, en una diacronía notable que señala un compás que compromete a un país además de a un enfoque maduro. Esta obra se titula En estas hojas detallo cómo llegó el 25 de mayo. Y esta abuela es capaz de restituir memoria pero también de plasmarla.

     Otra de las obras, Las empanadas criollas son una joya, constituye a mi juicio más un cuadro de costumbres que una puesta de un episodio de la Historia argentina, si bien irrumpe en ella un personaje histórico. En todo caso, podría ser definido como una ficción histórica o un teatro de asunto histórico. En efecto, queda plasmada en ella la costumbre nacional de comer empanadas rellenas con carne. Del mismo modo lo será la mazamorra en ¡Contemos uno, dos, tres y vayamos a 1810!, la otra que compone la trilogía. Se pondrá entonces el acento en lo que hace de la sociedad argentina de ese tiempo histórico un contexto habitado por personas con costumbres singulares que las distinguen de los españoles (también de los ingleses) a quienes, sin embargo, se los muestra codiciosos por consumir estas comidas criollas. También por dar órdenes de modo prepotente y avasallante. La comida criolla ejerce sobre estos personajes una avidez, además de una fascinación, producto seguramente del exotismo suculento que poseen por pertenecer y provenir de otras tierras de las que son oriundos. Desconocen y asisten con perplejidad codiciosa a este alimento. Les guste o no, en ese territorio son extranjeros. O invasores, con la mirada desde el punto de vista emancipatorio. El Reino de España no es rico (precisamente) en este delicioso plato.



     Las fechas en estas tres obras constituyen un dato importante. La de escritura (como dije, 2010), así como la de 1810, un siglo XIX agitado para la acción política en el Río de la Plata porque no solo la población criolla soporta el yugo español sino que también padece, como es sabido, en dos oportunidades las Invasiones de la Corona británica con ánimos tanto de enriquecerse cuanto de ampliar sus colonias, esto es, que la ambición territorial corre pareja como la codicia. Sabida es la resistencia que se les opone en ambos casos, sin ser los combatientes soldados profesionales en lo esencial sino civiles rasos.

     Las modalidades que adopta la dramaturgia son en algunos casos las de la analepsis y la prolepsis, esto es, saltos hacia adelante y/o retrospectivos en el tiempo en lo relativo a la vida de las personas. Este punto permite que la mirada que tienen sobre los mismos hechos sea distinta y que, por otro lado, cuando son adultos sean capaces de plasmar los acontecimientos por escrito. En efecto, la Pilar-niña de la citada obra no puede sino estar llena de preguntas, rebelarse frente al silencio (el así llamado “silencio histórico” de la mujer) que se le aspira a imponer y no tener capacidad de simbolización sencillamente porque a su edad no se escribe y probablemente a una mujer no se le permitiría saberlo hacer. Más tarde, será todo lo contrario. Será la voz que deje un registro de una etapa de la Historia que le ha tocado vivir. Hay un soldado realista que aspira a impedir que la Pilar-niña lea libros de humanidades o históricos en general. Pero la citada voz de San Martín, una voz serena, pone límites a ese atropello. Sin embargo, es primero ella misma la que contesta a ese intento de censura, en un acto de insurgencia notable.

     Hay presentadores y presentadoras que por cierto constituyen un rasgo que identifica a la poética de Adela Basch presente en otras obras. Se trata de figuras que luego se incorporarán a la acción dramática bajo la acción de actores mujeres y varones, denotando su carácter identitario revelar del juego dramático. Pero también se trata de un conjunto de personajes que se salen de la acción histórica propiamente dicha para ingresar en la acción escénica en diálogo directo con los espectadores, interpelándolos a partir del tiempo histórico presente. Este doble juego de ingreso y egreso en la acción es el señalamiento de dos planos ficcionales. El de la historia que se narra al que se suma el de quiénes desde un presente histórico más próximo al del lector serán los responsables de fechar y dar las coordenadas fundamentales de las cuales la obra se ocupará de poner en escena. Esta suerte de informantes no son figuras menores. Se constituyen en operadores que desde el rol de personajes con una doble identidad (por llamarlo de alguna manera) o, en todo caso, una identidad actoral de la cual mutan, anuncian el pasaje de los dos planos de la obra. De aquel que se mantiene por fuera de los sucesos históricos del cual la obra dará cuenta en lo sustantivo. Me refiero, concretamente al caso de la obra Las empanadas criollas son una joya.

     Su rol no es meramente el de anunciar una fábula que bajo la forma de una dramaturgia histórica tendrá lugar. Sino la de poner en juego también ciertos procedimientos propios de la poética de Basch que luego desplegará a lo largo de otra serie de piezas. El presentador y la presentadora también son la llave de ingreso en un universo ficcional al cual en forma directa no siempre resulta tan sencillo acceder sin mediaciones Anuncian pero también proveen de datos. Quien anuncia el contenido de una obra también es capaz de introducir curiosidad y cierta expectativa en un lectorado o un conjunto de espectadores que, de ese modo, se mantendrán ávidos por conocer, en una suspensión inquietante, lo que vendrá. Es el que plantea de entrada las reglas de juego a partir de las cuales estará plasmada una obra desde su poética, desde un cierto tono, desde el énfasis en ciertos procedimientos, su nivel de complejidad y, en un punto, definirá cuál es su lector implícito así como el lector ideal, en particular para el adulto que lo lea, con más capacidad de discernimiento. Munido de una cantidad superior de saberes y un nivel madurativo mayor, el adulto estará en condiciones de discernir de modo más complejo y más completo una obra que efectivamente propone una mirada no unívoca sino que plasma recorridos múltiples por el sentido.  




     Pienso que estas tres obras de Adela Basch que nacen de modo contemporáneo y que vienen también a conmemorar el bicentenario de la Revolución a la que aluden, son la excusa para reflexionar acerca de fenómenos histórico/políticos con procesos interculturales, por un lado. Por el otro, que involucran a los niños en su dimensión cívica. Adela Basch está interesada en lograr una adhesión, sin propagandas (como dije) pero sí con interés anhelado, por la lograda conquista de que un conjunto de espectadores sea capaz de valorar la libertad de expresión, la libertad política, la libertad de una nación de no ser sojuzgada por otras o por otra, en el caso de concreto España, allende el océano. También se muestra inquieta por promover la vida independiente, la vida que posee convicciones y es capaz de defenderlas en los hechos mediante una cierta forma de organización entre semejantes. 

     Las piezas por otra parte llenan de preguntas veraces a los niños y niñas ¿Es admisible o lo ha sido que un pueblo fuera gobernado por un reinado del que lo separaba un mar? ¿resulta legítimo dejarse manipular por las manos tramposas de Virreyes y Reyes cuyo único objetivo es el expansionismo y el enriquecimiento a costa de la limitación ilícita de la libertad de las personas tanto ética como cívicamente?

     Obras de revisión de la Historia argentina entonces a través de su literatura nacional, esta trilogía mediante recursos que acuden a toda clase de rasgos propios de la época (desde personajes a herramientas, desde escenarios hasta acontecimientos efectivamente sucedidos) buscan dar cuenta de un momento culminante de nuestra nación, en sus albores independentistas.

     La alimentación, los oficios, los medios de transporte, la forma de gobierno, los representantes del pueblo con referente histórico dan cuenta de un conjunto de hablas que son las que Basch les imprime y que si bien resulta evidente no se remonta a la de por entonces sí respeta un modelo comunicativo que permite al público infantil de por estos días la accesibilidad a una claridad feliz. Se trata de una cierta clase de obra atenta a recuperar y recrear (así como lo hiciera con Colón, con San Martín, con Belgrano, con los pueblos originarios, entre otros) una instancia histórica trascendente para un país y un continente que para estos niños y niñas es la configuración de su patria. Ficción de la identidad política, entonces, esta trilogía define los términos según los cuales esa identidad se constituyó, su génesis tuvo lugar, se desenvolvieron sus avatares, se consumó su final, sus repercusiones se propagaron, incluso su cotejo con nuestro presente histórico. Cada objeto, nombre, característica identitaria propios de un personaje o de varios cuando funcionan en grupo cumplen la misión de dar cuenta de ese conjunto de personas que, por un lado, conforman un nosotros inclusivo por dentro del cual se encuentran los criollos. Por el otro, la alteridad encarnada en los ingleses, primero, y en los españoles hasta que finalmente se conquista el logro de la Revolución mediante un fuerte poder de determinación además de factores sociohistóricos que están por fuera del control humano en forma total pero bajo los cuales sí surgen condiciones de posibilidad que establecen su realización concreta exitosa.

     En el medio, como corresponde a toda obra dramática, las intervenciones y los diálogos, los parlamentos y los intercambios permiten una interacción que afecta a unos y a otros. Informa a un grupo acerca de las prácticas sociales de los demás acerca de quienes se manifiestan ignorantes. Y en otro sentido quienes reivindican la libertad en sus hablas lo hacen prácticamente declamando una serie de reivindicaciones según las cuales también ratifican sus convicciones para volverlas certeza colectiva. En efecto, las tres obras en su final, el punto culminante de su cierre, consiste en una declamación grupal por parte o bien de los integrantes de la Junta, o bien de los personajes que comunitariamente hacen alusión a la definitiva y necesaria revolución o ya conquistada o de requerida y necesaria urgencia, y que han actuado en las  piezas. Las obras que contemplan una declamación hacia el final hacen referencia a la ubicación temporal y espacial por dentro de las cuales tienen lugar la gesta. Se mencionan nombres propios y espacios concretos. Al tiempo que construyen un conjunto de personajes que están ávidos por  nombrar en un acto de presencia múltiple, autodesignan su propia condición de sujetos históricos. Pero también de habitantes de un país emancipado del Reino de España, luego. Pero antes del intento de usurpación de la Corona británica.



     La Revolución se canta, se celebra, se cuenta, se vitorea como una conquista de muchos y que es motivo de encuentro, de socialización, entre compatriotas para conformar un país que a esta altura constituye una población con rasgos que lo caracterizan. Se confraterniza y se reúne en un convivio según el cual los personajes dieran la impresión de integrar un coro como en ciertas viejas obras griegas de la Antigüedad clásica. No obstante, para ello hicieron falta antes una serie de episodios así como de acciones concretas que se tomaran con el objeto de alcanzar una libertad que no fue por cierto espontánea. Esa causalidad es acentuada por Adela Basch. No se trata de un logro que se produjo como un producto natural de la evolución social azaroso. Sino de una intervención resultado de acciones meritorias que tuvieron lugar gracias al accionar de muchos que, mediante consensos, cansados de ser esclavos, realizaron estos levantamientos o estas defensas de sus territorios. El regocijo, la felicidad, la realización están presentes porque se llega a “la mayoría de edad”. Esa etapa de la vida civil (para el caso) en el que la emancipación de tutelas por fin es posible  merced a una actividad planificada. Pero también de una toma de consciencia de una ilegitimidad de la cual se era víctima. Se ha persistido en una acción producto de acuerdos que arrojaron como saldo el éxito.  

     Estas tres obras retrotraen la escritura literaria a una temporalidad en estrecha relación con la realidad nacional, no solo con la realidad histórica a secas. Se trata de revisitar un momento de la Historia concretamente argentina durante la cual el país comienza a desperezarse, a ser concebido como el que sería. Argentina comienza a ser Argentina. Se despierta al mundo porque en verdad se está creando a sí misma en un proceso de autoconstrucción en el que se organizan sus actores sociales así como sus instituciones, de naturaleza en un comienzo endeble producto de la inmadurez y la anterior tutela española. Que una dramaturga infantil se remonte a una etapa de las tramas históricas que hacen referencia a los procesos de autoconstrucción de la identidad nacional no hace sino trazar un paralelo con lo que anhela, como dije, para la gente menuda que asiste a sus espectáculos o la lee. Estas voces por escrito o en escena formarán tanto como informarán a la niñez acerca de cómo tuvo lugar el nacimiento del país en el que viven, acerca de cómo se vivía por entonces y de qué modo los criollos y el resto de mestizos, negros e indios que habitaban el suelo del Virreinato tomaron la decisión de afrontar la misión de gobernarlo por decisión propia. La deliberación también inocula en los niños capacidad de toma de partido, de elección por dentro de un electo de comportamientos que Adela Basch hace notar con sus obras que no dan lo mismo. Asimismo, Adela Basch invita gratamente a estos niños y niñas espectadores o lectores a contemplar sus vidas como ese universo del que pueden ser pasivas y desdibujadas figuras que se dejan gobernar por terceros. O bien, muy por el contrario, personas que aspiren con el paso del tiempo, al crecer y madurar, alcanzar una autonomía que también sea rica en libertad y consolidación de su subjetividad. Esta es su apuesta (lo que también es una respuesta a un pasado de autoritarismo). Y logra su cometido.

1 comentario:

  1. Muy interesante y valiosos el artículo. Me parece fundamental pensar en una macropoética de la obra de Adela Basch, una de nuestras grandes de la LIJ.

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