1. Cómo nace la historia
Desde la biblioteca de Chist
Church College de Oxford, donde tiene un
despacho como subdirector, el Reverendo
Charles Lutwidge Dodgson mira con deleite a las hermanas Liddell que juegan al
cricket.
Ilustración: Mirella Musri
El aburrido profesor de matemática, un poco tartamudo y asimétrico como sostienen sus biógrafos y muestran sus retratos, oye las risas de Lorina, Alicia y Edith Liddell, hijas del decano del College y quisiera volar hacia ese jardín para jugar con sus amiguitas. Porque si en algo destaca este solterón exigente, irritable y asexuado, es por su enorme facilidad para entablar relación con las niñas. Por ellas, abandona su adusta expresión de catedrático y hace un ratón con un pañuelo, un barco con papel, les enseña a jugar el ajedrez, inventa acertijos, juegos, rompecabezas y trucos de magia.
En la rígida sociedad
victoriana, no se ve mal que un adulto se entretenga con niñas despiertas e
imaginativas como Alicia Liddell. Por lo tanto, la famosa tarde del 4 de julio
de 1862, el profesor Dodgson acompañado por su amigo el becario del Trinity
College Robinson Duckworth, lleva de paseo a las tres hermanas Liddell a una excursión
en barca por el Támesis.
En su diario, Lewis Caroll,
como firmaría sus ficciones el Reverendo Dodgson, consigna que el recorrido fue
de tres millas, desde Folly Bridge hasta el pueblo de Godtow en cuya orilla tomaron
el té. Y siete meses más tarde añade:”En
esa ocasión les conté el cuento de las aventuras de Alicia bajo tierra.”
Así nace la primera versión de Alicia en el país de las maravillas.
Dodgson reconstruye las insólitas aventuras de Alicia en un manuscrito con letra
cuidada y clara para facilitar la lectura de la niña y lo ilustra con dibujos
hechos con pluma.
En noviembre de 1864 Alicia recibe el manuscrito con
la historia requerida e ilustrado por el mismo Dodgson. Tiene 90 páginas y una
dedicatoria: «a una niña querida, en memoria de un día de verano»
El libro que hoy leemos y releemos fue publicado en
mayo de 1865 por la editorial Macmillan and Co. Esta vez ilustrado por un
dibujante profesional, John Tenniel, cuyos dibujos han quedado grabados en la
memoria de lectores de todos los tiempos y son los más populares y reconocidos.
Años más tarde, en 1871 escribe una continuación,
ilustrada también por John Tenniel , Alicia
a través del espejo.
Las sesiones de fotos y los paseos por el campo
contando historias a las chicas Liddell se terminan. Sin embargo Dodgson, que
firma relatos infantiles como Lewis Carroll, no olvida a su amiga y le sigue
enviando cartas.
Ilustración: John Tenniel
En la época de los viajes a lugares desconocidos, lo que cuenta Lewis Caroll es un viaje iniciático, de transición del niño al adulto. Alicia debe afrontar nuevos retos, encuentros casi de pesadilla, incomodidades propias de toda persona que crece.
3. Nonsense
Dice Chesterton en su ensayo Defensa del desatino que Charles Dodgson vivía con un pie en cada
uno de los dos mundos: el de los serios profesores de Oxford y el de las
historias absurdas que escribe bajo seudónimo. “Su país de las maravillas es una región
poblada por matemáticos locos. Sentimos que todo es evasión hacia un mundo de
mascarada; sentimos que si pudiéramos penetrar sus disfraces, habríamos de
descubrir que Humpty Dumpty y la Liebre de Marzo eran profesores y
doctores en teología disfrutando transformando sus reglas de un feriado
mental.”
Ilustración: John Tenniel
Lo que estos escritores decimonónicos presentan son
juegos del lenguaje, asociaciones fortuitas de sonidos, mensajes que
producen desconcierto porque estamos en
el reino del absurdo.
—Toma un poco de vino
—dijo la Liebre de Marzo en tono conciliador. Alicia miró por toda la mesa,
pero no había más que té.
—Yo no veo vino
—comentó.
—No lo hay —dijo la
Liebre de Marzo.
—Entonces, no es muy cortés por su parte
ofrecérmelo —dijo Alicia con enfado. (Alicia, capítulo VII)
Como lectores de estos diálogos absurdos tendemos a
pensar como Alicia que, aunque parezcan carecer de sentido, resultan
disquisiciones correctas.
Parece confusa esta afirmación, pero el nonsense no es algo reñido con el
significado de las cosas, sino que se trata de formar un nuevo significado bajo
otro sistema referencial.
4. Sueño dentro
del sueño
Borges, que en un cuento de su libro Ficciones, “Tlön
Uqbar Orbis Tertius”, había imaginado que una de la escuelas de Tlon, un
planeta desconocido que figura en una reimpresión de la Encyclopaedia
Britannica, sostenía que, mientras dormimos aquí, estamos despiertos
en otro lado y que así cada hombre es dos hombres.
Por eso escribe un artículo que titula “El sueño de
Carroll” pensando en los innumerables casos en la literatura cuyo tema es
el sueño y nos dice que los más ilustres se hallan en los libros de Lewis
Carroll.
Es que las dos aventuras de Alicia son sueños. Alicia en el País de las maravillas
concluye con el despertar de Alicia que le cuenta el sueño de sus aventuras
locas a su hermana y esta se adormece contemplando la puesta del sol y sueña
con Alicia y vuelve a pasar el Conejo Blanco y el Ratón asustado chapoteando en
un charco cercano. Y de paso imagina, en el sueño a Alicia adulta contando a
unos niños que la rodean el sueño remoto del País de las maravillas.
El tema del sueño dentro de otro sueño reaparece en
Alicia a través del espejo
Alicia sueña con el Rey Rojo, pero el Rey Rojo está soñando con Alicia
que también está soñando con el Rey Rojo. Un espejo frente a otro espejo.
Y dice Borges en su artículo
sobre Carroll “Alicia sueña con el rey Rojo, que está soñándola, y
alguien le advierte que si el rey se despierta ella se apagará como una vela,
porque no es más que un sueño del rey que ella está soñando. Los dos sueños de
Alicia bordean la pesadilla.”
Ilustración: Gabriel Pacheco
Encuentra Borges detrás de los sueños de Lewis Carroll
la melancolía y la soledad de un hombre que no conoció
el amor y no tuvo otros amigos más que algunas niñas de amistad efímera
y la pasión por la fotografía que, en su época, aún no era valorada.
Como concluye Carrol en la segunda Alicia: “La vida,
acaso, ¿no es más que un sueño?”
5. Lectores de Alicia
La chica que lee Alicia
en el país de las maravillas en la década del 40 se llama Flora y más tarde
escribirá poemas que firmará como Alejandra Pizarnik. Hija de inmigrantes ruso-
judíos que llegaron a la Argentina huyendo del nazismo, crece escuchando historias
del Holocausto. La tristeza de esos relatos llenos de persecución y muerte la
destierran de la Infancia, que se
convertirá en un lugar inaccesible. Escribe:
Hora en que la yerba crece
en la memoria del caballo.
El viento pronuncia discursos ingenuos
en honor de las lilas,
y alguien entra en la muerte
con los ojos abiertos
como Alicia en el país de lo ya visto. (Pizarnik, Infancia, de Los trabajos y los días).
Ilustración
de Ana Juan
Alejandra se siente expulsada de la
infancia donde está el jardín al que Alicia accede cayendo por la madriguera.
Reescribe Alejandra ese viaje hacia el mundo subterráneo que el personaje de
Carroll realiza con cierta lentitud. Titula su relato “El hombre de antifaz
azul” que está incluido en su libro El
deseo de la palabra.
Alejandra lee en Lewis Carroll uno de sus
temas predilectos: la infancia y sus espejismos, la expulsión de ese paraíso y
el regreso desde su propia escritura.
Ilustración Yayoi Kusama
Charly se inspira en el disco de Génesis,
Nursery Cryme que parodia las nursery rhymes, las rimas de las canciones
infantiles británicas del siglo XIX. Y, a partir del libro Alicia en el país de las maravillas, escribe Canción de Alicia en el país. Omite deliberadamente la palabra
“maravillas” y cuenta el mundo de pesadilla que se vive en tiempos en que ya no
hay tortugas, refiriéndose al ex presidente Illia, ni morsas como el dictador
Onganía, ni brujos como el ministro de Isabel Perón, López Rega. “No
cuentes lo que viste en los jardines,/
el sueño acabó/ ya no hay morsas ni tortugas”.
por el mismo pie
juegan cricket
bajo la luna
Estamos en la tierra de nadie,
pero es mía
los inocentes son los culpables,
dice su señoría,
el rey de espadas
No cuentes que hay
detrás de aquel espejo,
no tendrás poder
ni abogados, ni testigos
Ilustración de Ester García
Estamos en la tierra de todos,
en la mía
sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas,
querida Alicia
Quién sabe Alicia, este país
no estuvo hecho porque sí
te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?
Ilustración: Mirella Musri
6. Final del juego
Los libros de Alicia proponen juegos. Ludwig Wittgenstein nos dice que las palabras son cáscaras a las
que encontramos significado por el contexto y a este fenómeno lo llama juegos
del lenguaje. En las matemáticas
como en el lenguaje ordinario, se trata, de hecho, de aplicar reglas.
Lewis
Carroll nos propone en sus relatos para niños, que descubramos cómo construimos
el lenguaje, cómo experimentamos con él.
Carroll era un maestro de la experimentación. Ya
hablamos de su amistad con diversas niñas, además de Alicia. Cuentan sus
biógrafos que les escribía muchas cartas, entre ellas ideó la
carta-jeroglífico, las cartas en forma de molinete circular, cartas que sólo
podían leerse si se las ponía frente al espejo, las cartas mínimas que sólo
podían leerse con lupa, las cartas con efectos visuales por las que se
deslizaba una araña o un escarabajo, cartas con garabatos, chistes y dibujos.
Solía
pasear por la playa con un maletín negro que contenía rompecabezas de alambre y pequeños
regalos insólitos para atraer a las niñas. Pero nada le dio más resultado que
atraer a las infancias de todos los tiempos con los dos libros de Alicia. Y
también a los grandes. Dadaístas y
surrealistas pusieron atención en el mundo absurdo de Carroll. El absurdo y la
exploración de lo onírico fue la estética predominante de principios del siglo XX.
Los dibujos de John Tenniel
contribuyeron a crear ese mundo de ensueños, ese juego infinito que nos propone
Alicia y todos los habitantes del mundo subterráneo. Lirones, tortugas,
sombrereros, duquesas, reyes, cerditos, orugas, grifos, dodos, gatos con
sonrisa, reyes y reinas, ratones y conejos nos enseñan a los lectores que todos
somos partes del sueño de Carroll y que, como escribe Borges, esos sueños son porciones
de nuestra felicidad. “Ojalá- nos dice- compartan esa
felicidad quienes, más allá de los años y la repetida vigilia, siguen, como yo,
volviendo sus páginas.”
Bibliografía
.Borges,
Jorge Luis, El sueño de Lewis Carroll , El
país, 9 de febrero de 1986
.Carroll, Lewis. Alicia en el país de las maravillas. A
través del espejo. Edición de Martin Gardner. Akal Ediciones: Madrid,
1984
.Chesterton,
Gilbert Keith “Defensa del desatino”. En Baeza, Ricardo (comp.): Ensayistas
ingleses. Buenos Aires, Jackson. 1901
.De Santis,
Pablo. Las
narrativas para niños y el género fantástico. Diploma Superior en Culturas y
narrativas para la infancia y la juventud, 2018.
.Garralón,
Ana, Historia portátil de la literatura infantil. Ed.
Anaya. 2ª edición. Madrid, 2005.
.López
Orcón, Mónica. En busca de la infancia perdida, Caras y Caretas, Año 60 N°2376
Abril de 2021
.Pizarnik,
Alejandra. Prosa completa. Lumen, Palabra en el tiempo, Barcelona, 2001.
.Wittgenstein,
L. Investigaciones filosóficas. México: Instituto de Investigaciones
Filosóficas. 1988.
¡Qué lindo artículo!
ResponderBorrarGracias por este trabajo! Me gustó mucho la edición y las imágenes, disfruté mucho leyéndolo. Interesante como el absurdo, amigo del equívoco, habilita las múltiples interpretaciones y la creación de nuevos sentidos. Como mirar nubes que ofrecen caprichosas formas y donde encontramos diferentes animales.
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