Por María Cristina Alonso
La noche boca arriba en el Hospital Italiano
Pensé, mientras atravesaba la ciudad de La Plata a las seis y diez de la mañana, todavía de noche, con esa soledad contenida que tienen las ciudades antes de que estalle la madrugada, que esa situación ya la había leído. Mi hermana conducía sin decir nada. Ya habíamos dicho todo antes de salir hacia el Hospital italiano para que me hicieran una operación programada. También la había imaginado hasta el cansancio en todos los meses que transcurrieron hasta que llegó mi turno. El motociclista del cuento de Cortázar atravesaba la ciudad un poco más tarde, a las nueve de la mañana y, mientras avanzaba por una calle bordeada de árboles tiene la mala suerte de que se le cruza una mujer, cae y debe ser llevado al hospital y operado de un brazo fracturado.
No dije nada, el miedo hace que pase una barredora por la cabeza y uno ejecute todos los actos que le dicen como si se tratara de otra persona. Llegar, sacar número, esperar junto a otros atribulados como uno en la recepción hasta que alguien te registra, te pone una pulserita con tu nombre y te envía a despojarte de todo y ponerte la ropa quirúrgica.
Y estás ahí, con otras mujeres que serán operadas de dolencias diversas, obligada a sacarte hasta los minúsculos aritos, la cadenita que es tu amuleto de la buena suerte, hasta la ropa interior. No me podrán sacar los libros que he leído pienso, y me río como si se me hubiera ocurrido un chiste bueno.
La noche boca arriba, el cuento de Cortázar, vuelve cuando el camillero me lleva por los pasillos, justamente, boca arriba. Lo único que veo es el techo, las luces que van pasando sucesivas, con esa toma tan común en las películas en las que la cámara muestra lo que ve el personaje mientras lo llevan al quirófano.
(En el cuento, el motociclista que ha sido operado y tiene fiebre, pasa de la realidad del hospital a la persecución en la selva durante una guerra tribal, en tiempos pre coloniales. Va y viene en dos espacios distantes en el tiempo, uno en el que se siente seguro, otros amenazante)
No es la guerra florida, pienso, no pasa de ser una operación de rodilla como tantas que ha hecho este equipo, me digo, pero tiemblo como una hoja mientras el cielo se pone azul oscuro y ya no veo luces sino la copa de los árboles y mis pies se hunden en un colchón de hojas.
Nada más fantástico que dejar tu cuerpo que vaya y vuelva por el Hospital italiano y la selva del la guerra florida, mirar al muchachito que es tu anestesista y preguntarle si te va a doler y él dice que piensa que no y pone la peridural mientras yo no me quejo y todos lo aplauden.
Me llevan a una habitación y pienso que ya no seré el moteca al que van a sacrificar sobre una piedra. Ahora ingreso al territorio del dolor, ese lugar en el que todavía voy , acolchada por familia, amigas y amigos, gente que me salva de caer en la noche donde triunfan las marismas y los tembladerales de donde, dice Cortázar, no vuelve nadie.
#hospital italiano #literatura fantastica
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