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domingo, 29 de marzo de 2020

EN EL MES DE LA MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA. La casa de los libros perdidos (subtítulos en Inglés)




Para ver, para pensar, para reflexionar, en este mes de marzo, mes de la MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA....!!!
Imprescindible verlo, analizarlo... compartirlo.
GRACIAS a la Universidad Nacional de Córdoba.


Los Gerchunoff eran una familia más de barrio Parque Vélez Sarfield. Como familia sufrieron en carne propia la persecusión política durante la época del proceso. Eva Maltz y Salomón Gerchunoff sabían que tener libros se había vuelto peligroso. Sabían de familias que los enterraban, que los quemaban. Y también sabían que había personas que desaparecían, como esos libros. El matrimonio decidió entonces, esconder su biblioteca en una pared. Tan simple como eso.



En su propia casa, este abogado y militante tapió su biblioteca completa. Sin embargo, ocultar libros no lo salvó de la detención. Esa militancia y simpatía por las ideas comunistas durante esos tiempos oscuros fueron motivo suficiente para que Salomón pasara años de su vida detenido. Durante más de cinco años, Salomón no pudo ser sustento de su familia y la casa de Vélez Sarfield cambió de manos, junto con la biblioteca escondida.

Años después, en democracia, los hijos de Eva y Salomón lograron recuperar la casa, y con ella, esos libros que habían permanecido a salvo tras el cemento.

Este relato salió a la luz en 2008. Para Josefina Cordera, una de las realizadoras, esa historia pedía a gritos ser contada, documentada. Y sus propios protagonistas debían ser quienes relataban cómo la historia de la época del proceso atravesó a su familia. Sin embargo, el propósito fue abordar una temática que tal vez no ha sido tan explorada hasta el momento. La prohibición cultural como eje. A partir de la historia de los Gerchunoff, muchos cordobeses fueron contando de qué manera escondieron y recuperaron sus libros.

Junto con la colaboración de la Prosecretaría de Comunicación Institucional de la UNC, Diego Julio Ludueña , Josefina Cordera, Glenda Mackinson, Sebastián Cáceres, Rocío Montamat y Eliana Piemont pusieron la idea en movimiento. Y hoy, podrá verse el resultado.


La historia de la familia Gerchunoff es el hilo conductor que lleva la trama del documental de casi 50 minutos. Los nietos de Eva y Salomón interpelan a sus hijos y en medio de su relato comienzan a entrecruzarse otros de familias de Córdoba. Así, aparecen los relatos de Oscar Pettina, Patricia Palacios y Carolina Ávila. Además, aportan datos del contexto la bibliotecaria Silvia Fois, la escritora Laura Devetach y el librero Rubén Goldberg.
Historia viva que entre el horror de la época vivida y lo surrealista del relato, este documental logra un equilibrio reparador, que sana heridas.

jueves, 26 de marzo de 2020

Literatura infantil: cómo huir de la educación emocional y la educación en valores



Por María Cristina Alonso


Hace un tiempo, a lxs docentes se les pedía que  enseñaran por medio de las emociones y todxs andaban a la caza de cuentos "con emociones". Y ni hablar los que buscaban literatura en valores. Por suerte María Cristina Ramos escribió un texto para aclarar las cosas que tituló “Mensaje urgente”. Dice, entre otros conceptos: "La literatura es para acompañar los sueños, para sostener y entender los deseos, para desplegarse, para conocer espacios de nosotros mismos que permanecen aún calladitos. Si buscas cuentos con valores, nunca tuviste la suerte de que te dieran a leer verdadera Literatura. Estás a tiempo: buscá y leé Literatura."



Hace un año, una maestra que había hecho un curso sobre educación emocional me pidió, para acreditarlo, que le sugiriera cuentos para chicos en los que hubiera emociones.


¿Emociones?, pensé. Toda la literatura apunta a nuestras emociones. ¿No escuchamos, acaso, los lectores de La isla del tesoro el latido del corazón de Jom Hawkns escondido en el tonel de manzanas de la Hispaniola mientras se  producía un motín?  ¿No sentimos nuestro estómago retorcerse de hambre mientras acompañamos a Hansel y Gretel por el bosque, antes de encontrar la casita de chocolate? ¿No nos crecen cosquillas en nuestro interior mientras descendemos con Alicia por la madriguera persiguiendo  al Conejo Blanco?




¿No nos angustia el crecimiento de la Nada que se va devorando el reino de Fantasía mientras leemos La historia sin fin de Michael Ende? ¿No nos alegramos cuando cantamos  la Canción del jardinero de María Elena Walsh? (Mírenme, soy feliz, entre las hojas que cantan, cuando atraviesa el jardín, el viento en monopatín), o sentimos el odio incontenible del capitán Ahab por la Ballena Blanca?



Muchos teóricos han escrito sobre la literatura infantil como medio para favorecer la educación emocional, del cuento como recurso para trabajar el miedo o para superarlo. Es decir, piensan en la literatura como instrumento para eso que todos vagamente definen como “educación emocional” pero que, en definitiva, está pensadas para educar a individuos que se adapten a la sociedad capitalista. Es la educación que impone a los pueblos el neoliberalistmo que desplaza las problemáticas sociales al ámbito de las emociones, políticas en las que el “Mercado” configura la constitución de la subjetividad debilitando la cohesión social y la solidaridad.

Por algo no se habla de educar, sino de entrenar. En el neoliberalismo la cuestión de la vulnerabilidad afectiva se resuelve en la “gestión de los afectos”. En tanto “el Mercado” predomine en la constitución de la subjetividad, se debilitan la cohesión social y las solidaridades. Ante ello, para el aprendizaje, el Estado descentraliza su responsabilidad en las emociones de los individuos.
En el campo de la educación emocional circula “el cuento de la tortuga”utilizado como estrategia de regulación emocional. Y dice así: “Cierto día una tortuguita se encontró con una tortuga mayor, con mucha experiencia y sabia en muchos aspectos. La tortuguita le dijo a la mayor: ‘La escuela no me gusta. No puedo portarme bien. Y si lo intento, no lo consigo. ¿Qué puedo hacer?’. La tortuga mayor le respondió: ’La solución está en ti misma. Cuando te sientas muy contrariada o enfadada y no puedas controlarte, métete dentro de tu caparazón. Ahí dentro podrás calmarte.’

Traducido: si de niño calmas tus emociones podrás ser un engranaje obediente del sistema. Nada de preguntas, nada de pensamiento crítico. Proclamemos la felicidad y controlémonos.

Pero la literatura es otra cosa, es peligrosa, por algo durante la última dictadura se quemaron libros y se prohibieron cuentos como Un elefante ocupa mucho espacio de Elsa Bornemann o La torre en cubos de Laura Devetach.


La literatura nos permite entender más allá de los conceptos cristalizados de la publicidad, de la religión, de los mensajes televisivos.

 De la misma manera, la Literatura infantil ha sido sierva de la educación en valores. En el pasado con sus moralejas, en la actualidad con textos para difundir modos de entender la realidad y los conflictos del mundo desde una mirada progresista. Con este criterio, en una biblioteca escolar de Cataluña, fueron retirados más de doscientos libros porque un grupo de madres los había leído con “perspectiva de género” y había vetado hasta a Caperucita roja por sexista.


Es que los censores nunca fueron buenos lectores de literatura, ni tampoco los predicadores. Me auxilia Gianni Rodari para explicar esta cuestión intrínseca de la literatura. En su libro La gramática de la fantasía, en un capítulo titulado “En defensa del gato con botas” cita  algunas lecturas de este cuento popular.
Se  ha sostenido que la moral de esta fábula recogida por Perrault  radica en que, con astucia, con  engaño, es posible llegar a ser potente como los reyes o, si, se quiere, la historia enseña como la humildad, la paciencia, el ingenio y la inteligencia, pueden obtener más beneficios que el dinero.

No obstante, Rodari transcribe una lectura de Laura Conti en la que rescata que el Gato vencía al Rey pero no se transformaba en Rey, continuaba siendo gato, y eso era lo conmovedor; que los pequeños, los humildes pudieran vencer a los poderosos. Ya vemos, la literatura es plurisignificativa, no hay lecturas unívocas.



Ya lo  señala María Adelia Díaz Rönner  en Cara o cruz de la literatura infantil: “Los educadores, padres o docentes, tergiversan a menudo la dirección plural de los textos para consumarlos en una zona unitaria de moralización. (…) lo literario se subordina a la ejemplificación de pautas consagradas que tienden peligrosamente a homogeneizar las conductas sociales desde la infancia. O, sencillamente, sugieren que se las acate sin ninguna crítica."

Es que la literatura no es sierva de nadie. Nos conmueve, nos enseña, nos convierte en seres críticos, nos habla de la belleza y de la maldad, de la sociedad patriarcal, de lo oscuro y de lo luminoso, de la felicidad y de la soledad, pero nunca se propone expresamente adoctrinarnos. La literatura trabaja con la tela suave e invisible de la imaginación. No adoctrina; eleva, fascina, nos hace discutir. Calma, enerva, inquieta, tranquiliza, pero se empobrece cuando la  escuela la utiliza como panfleto pedagógico.

Volviendo al texto de María Cristina Ramos: “Si buscas cuentos con valores -yo agregaría cuentos con emociones-nunca tuviste la suerte de que te dieran a leer verdadera Literatura”.

martes, 24 de marzo de 2020

Continuum

                                                     por María Cristina Alonso


Está ahí, siempre creciendo, siempre en movimiento. Tiene algunas zonas transitadas con frecuencia, repasadas con dedos veloces y  otras,  territorios desiertos, olvidados, de esos por los que no pasan ni los bandidos que se pierden en la niebla.
No es una ciudad pero contiene miles, desde las que cuelgan del aire a las que se derrumban en medio de la guerra.
No es un pueblo, pero muchos Macondos, Comalas, Santa Marías, Colonias Velas, Yoknapatawphas encienden sus faroles justo en el momento en el que el sol se oculta con último suspiro.

No es un bar ni un salón de baile, pero he creído ver, a lo lejos que una mansión se ilumina y una multitud elegante baila y bebe champagne mientras Gabsy, o alguien que se le parece, se aleja solitario. No es un barco, pero a veces, cuando me acerco, veo surgir, desde las profundidades del mar, a una ballena diabólicamente blanca.
Suele permanecer en silencio. Sin embargo, cuando ando buscando esa palabra esquiva, me aturde con sinónimos y murmura poemas sobre antiguas batallas o amores que no cesan.

No es, a simple vista, una máquina del tiempo, pero de tanto en tanto, rugen sus motores  cuando me instalo cómodamente en la cabina central donde están los mandos. Me pongo los anteojos para inspeccionar el mapa y le digo a alguien que quiere parecerse a Nemo que deseo marchar hacia el planeta rojo donde los yanquis ya han levantado puestos de salchichas en el lugar en el que había ciudades de cristal, o mejor, viajar hacia atrás y caerme de visita en la isla de Polifemo, para ver si era cierto eso que dicen de la sagacidad de Ulises.
Cápsula, reservorio, depósito, coto, artefacto, residencia, sostén, navío, a simple vista parece receptar en silencio el polvo que entra por la ventana, pero se estremece imperceptiblemente cuando fusilan a poetas en la madrugada o encarcelan a los que escriben nanas a los hijos que no pueden abrazar.
Por las noches, cuando apago las luces y dejo sólo encendida la del escritorio, de ella se escapan para flotar levemente en el aire violeta del sueño los británicos fantasmas de Henry James o el mismísimo padre de Hamlet desde  la fría noche de Elsinor.

Parada frente a ella entrecierro los ojos y, entonces se encienden las fogatas de Pavese, relumbran los cuchillos de Borges, se ensombrece la selva de Quiroga, huele al cianuro que una muchacha llamada Ema está por beber, o se agitan las patas del insecto que anticipa metamorfosis y soledad.
Por ella me paro tan pronto en una esquina de Brooklyn o me largo  con el coronel Mansilla  a los ranqueles. Aunque no bebo, me tomo unos  tragos con Marlowe cuando está triste y solitario o me deslizo en el Metro parisino para evitar que la Maga  siga llorando por Rocamadour.

No es mi biografía, pero desde sus maderas arqueadas veo a la niña que fui paseando por los jardines troquelados de Aladino, tomando el té bajo las lilas con las mujercitas de la colección Robin Hood, caminando hacia la casa holandesa de atrás para vivir el encierro de Ana.
No es un avión ni una goleta, pero a veces me sumo al vuelo de Antoine para repartir  cartas con el Correo del Sur y hablo entre amigos con algunos piratas escapados del mapa de Stevenson.


Frecuento algunos estantes más que otros, confieso arañas en las estancias de bests sellers adquiridos vaya a saber cómo y suelo detenerme en los girasoles de Van Gogh, en las bailarinas de Lautrec, en los cuellos infinitos de Modigliani. Se me estruja el corazón cuando el Nunca más aprieta sus hojas inundadas de horrores o elijo las infancias de Alejandra en el país del no me acuerdo.
Ha ido creciendo conmigo, se ha hecho grande a mi ritmo, la miro, nos miramos, nos reconocemos. Cuánto tiempo ha pasado, nos decimos. Ya casi no te queda lugar, me advierte.

Pero siempre hay un  espacio para un libro más en mi biblioteca.

sábado, 21 de marzo de 2020

ENTREVISTA A LA NARRADORA SILVIA GAM




-¿Cómo y cuándo descubriste que tu destino estaba ligado a la transmisión de la cultura a través de la oralidad?

De niña me acunaron con cuentos :  leídos, contados, cantados, actuados.
 Criada en una familia de actores , directores, docente y dramaturgo , fui a la escuela de arte en la que estudié teatro, danza clásica, moderna, música, instrumentación, flauta dulce, percusión, títeres, pintura y escultura y títeres  .
Cada expresión artística implicaba un relato. Con cada lenguaje construía historias.
Más que un descubrimiento  fue una necesidad
Todo contaba historias. En todo armaba historias.
Mi  necesidad siguió creciendo  a medida que yo lo hacía. Comencé mi carrera como actriz profesional a los  11 años . Así conté historias elaborando y habitando personajes.
Así pasaba el tiempo. Siendo más grande también ejercí mi trabajo docente  en primaria  y como profesora de teatro para niños y adolescentes. Habité otros modos de contar y transmitir educación y cultura . Posteriormente trabajé difundiendo y haciendo gustar la literaratura en inicial, primaria, secundaria y terciaria en un proyecto mío llamado” Biblioteca Viva” en el Normal Superior Número 7.
La  oralidad es la herramienta primera con la que se nos transmite todo. También la gestualidad. He dado clases enteras sin hablar , sólo con los gestos .
Mis abuelos me transmitieron cultura a través de historias y de canciones.
Y yo lo sigo haciendo.



¿Con quién aprendiste a narrar?

Primero con mi madre, Marta Gam. Ella fue mi primera profesora de teatro en la escuela de arte del teatro IFT.
Luego hice seminarios con diferentes maestros /as de la narración.
Mis grandes maestros fueron los propios narradores y narradoras que me deleitaban desde mi niñez.




¿Narrás para niños y adultos? En caso afirmativo ¿Cuál es la diferencia?

Narro para la gente. 
La diferencia está en los textos que abordo para cada edad. Nunca en las formas. Para los/as niños/as  soy tan lúdica como para los “ mayores”.


¿Tu principal defecto? ¿Tu mayor virtud? (como narradora)

¿Es un defecto ser meticulosa en la búsqueda de textos, de historias para narrar? ¿ Es una virtud disfrutar con cuerpo y alma de lo que hago?
Imagino que he de tener defectos y virtudes como toda persona. Nunca me detuve a analizarlos. Yo me entrego al oyente, le regalo lo mejor de mí en la transmisión de la historia que relato o del personaje que encaro.



-¿Cómo seleccionas tu repertorio?

Primero, me tiene que gustar. Leo mucho, me divierto buscando material y si me atrapa, lo tomo para mi repertorio.
Me ha sucedido que encontré textos que los críticos habían descartado sugiriendo que eran malos o simples o que no se entendían y, de pronto , los dí vuelta , sin modificarlos, imprimiéndoles una impronta diferente.
Me gustan los desafíos, marcar la  diferencia, buscar los subtextos y las intenciones  sugeridas pero no explicitadas. Me gusta jugar y crear sobre lo creado.

-¿Qué historias no debería desconocer ningún niño?

Aquellas que tienen que ver con sus orígenes, con sus ancestros.
Si esas historias atrapan y gustan, por añadidura aparecerá la necesidad de los clásicos.
Creo que la respuesta correcta a esa pregunta , desde mi visión sería: todas las historias que sea capaz de disfrutar .

¿Cuál fue el primer cuento que narraste en público?    


Fue un texto mío que hablaba de la necesidad que tiene una persona de vivir el arte.
Luego los clásicos y durante mucho tiempo preferí a mis colegas autores y autoras argentinos/as.
Recuerdo , de adolescente, con guitarra en mano, después de haber terminado mi participación en un festival artístico, la figura principal no había llegado .Detrás del escenario me dijeron que alargara, que no saliera de escena.
No me amedrenté y en vez de interpretar otra canción ( porque las que me quedaban por cantar pertenecían al repertorio de esa cantante) comencé a contar la vida de un juglar que iba de pueblo en pueblo contando historias. Allí fui mechando poemas satíricos de Francisco de Quevedo mezclados con otros de autores anónimos, otros de Federico García Lorca y concluí , cuando me dijeron que ya había llegado “ la Negra”, con un poema de Armando Tejada Gómez. ( mezcla rara , ¿no es verdad? Pero les aseguro que gustó mucho)

Te convocan frecuentemente a realizar narraciones en las escuelas ¿Qué le piden los maestros a un espectáculo de narración? ¿Qué valorizan los chicos?

Generalmente  los/as maestros /as piden que les narre cuentos del autor o autora que están trabajando. No lo descarto, lo hago pero agrego más narraciones probablemente de otros autores o autoras.
Los chicos valorizan la entrega, que el narrador /ora no cuente” pour la galerie”, valoran su compromiso y  que disfrute de lo que está haciendo y se los transmita.
Es muy  importante para mi tener una lectura del grupo de niños/as que están escuchando para saber qué necesitan y cómo puedo hacerlo . La narración tiene magia porque en ella se brinda cariño.




-¿Cómo describirías el panorama actual de la narración oral en   Argentina?

La Argentina tiene excelentes narradores y narradoras. Hay un campo vasto para contar historias. Debería haber escenarios en las plazas, convocar a todos /as y cada uno/a de los narradores /as  para que eleven historias a los oídos  de cada quien . Creo que todavía no se han dado cuenta de que el narrador es un cofre de tesoros.

-¿Se puede vivir en nuestro país siendo cuentacuentos?

Depende. Sobre eso no se puede generalizar. Hay quienes lo hacen sólo por gusto y otros lo toman como trabajo. Falta, todavía, darle al narrador más posibilidades .



-¿Qué público te demanda mayor esfuerzo a la hora de narrar? ¿El público infantil o el público adulto?

¿Esfuerzo? Es un gran gusto contar. 
Los niños son muy directos: si les gusta, se quedan y escuchan. Si les disgusta no atienden.
¿ Hay alguna diferencia con los adultos? Ustedes dirán.

viernes, 20 de marzo de 2020

“Borges y la literatura infantil”


                                                                                 por Adrián Ferrero



     Siempre insistí en que sobre algunos autores o autoras (más autores que autoras) se había escrito más de lo conveniente. El trabajo crítico se obstina en torno de ciertos corpus a los cuales se les ha hecho decirlo todo. En tanto toda otra zona de la experiencia literaria permanece bajo el manto del silencio crítico. O por indiferencia o por resistencias. De modo que, más modestamente, es el propósito del presente artículo tomar nota acerca de los silencios por parte de Borges en torno de la literatura infantil y juvenil. En particular de la infantil. Procuraré analizar los desplazamientos de  públicos de la literatura para adultos hacia la juvenil que en el caso de Borges fueron decisivos.   Y, finalmente, me interesa una dimensión productiva de su poética  en relación con la infancia: la escritura de narrativas de escenas de lectura o de traducción.  

     Dicho esto con toda franqueza, he leído y releído la obra de Borges en varias y distintas etapas de mi vida con diferentes niveles de profundidad y complejidad. También buscando encontrar en ella no siempre las mismas pistas. Y en otras encontrándome de forma sorpresiva con temas o formas inesperados. Por otra parte, esas lecturas tuvieron lugar en contextos diversos. Desde un secreto comedor adolescente familiar hacia mis 17 años, los circuitos institucionales ligados a planes de estudio del colegio secundario o bien de la carrera de Letras en la Universidad de La Plata. Diría entonces que hay para mí muchos Borges en el orden de la imaginación crítica. Porque para un crítico su objeto, el corpus sobre el que trabaja o trabajará en el futuro, como para cualquier lector, es de naturaleza imaginaria. Con la diferencia de que a partir de esa representación plasmará una cierta lectura del mismo. En esa lectura progresiva de la poética de un escritor, es de desear que, tal como lo esbocé, la complejidad aumente en refinamiento de nivel interpretativo. Una interpretación que realice abordajes cada vez más agudos. Porque en la medida en que se vaya formando contará con mayores recursos. Y porque por otro lado conocerá más acerca de teoría y crítica literarias, conocerá otros saberes ligados a las humanidades y las ciencias sociales o, en particular, acerca de la literatura misma. De la literatura de ese autor o de otros. Todo ello facilitará enfoques intratextuales e intertextuales día a día más fecundos.


     Desde que empecé a ahondar en la literatura infantil argentina, especialmente en algunos autores y autoras además de en temas de teoría en torno de ella pensé,  siendo el referente mayor de la de nuestra Historia literaria, en un autor como Borges. Precisamente en sus silencios en torno de ella. No había escrito literatura infantil. No había sido un corpus que él hubiera indagado en sus ensayos (lo que por supuesto no era ninguna obligación) o incluso mediante operaciones intertextuales como sí lo hizo sin embargo en cambio con autores que, como veremos, de ser “para adultos” comenzaron a engrosar las bibliotecas juveniles. En efecto, el académico especializado en la obra de Borges Daniel Balderston en su libro El precursor velado: R.L. Stevenson en la obra de Borges (1985), explora de modo tan pormenorizado como elocuente el envés secreto de las tramas de la literatura de Robert Louis Stevenson con la poética de Borges. Se trata de una meticulosa investigación hasta encontrar cuál es el factor Stevenson en la poética de Borges. Rastreando, también sus citas, razón por la cual debió, entre muchas otras cosas, proceder a  leer  y releer las  Obras completas del autor anglosajón en dos oportunidades en su idioma originario.

     Y aún estando Borges rodeado de escritores y escritoras amigos que sí habían cultivado la literatura infantil, en algunos casos con intensidad (tales los casos de Silvina Ocampo, Sara Gallardo, Manuel Mujica Láinez con su célebre “El hombrecito del azulejo”, entre otros), el creador de Ficciones hizo caso omiso de esta  producción. Hubo naturalmente autores infantiles argentinos con valiosos corpus por fuera de este circuito endogámico de clase. No era un campo el de la literatura infantil de naturaleza prestigiosa. Era más bien marginal (el caso argentino, por entonces sobre todo, pero siempre lo ha sido), pero sí Borges había consagrado largas páginas de sus libros a autores que serían contemplados como infantiles, como Lewis Carroll con las Alicias. Y también Borges se había ocupado de producir obras que tampoco estaban en el centro de los géneros más consagrados o de la escena literaria. Lo había hecho mediante distintas operaciones teórico/críticas concretas en torno de autores (varones sobre todo) que respondieran a las expectativas más frecuentes de quienes asistían al fenómeno literario.

     Sin embargo (y a este punto quiero llegar) hay dos vertientes que vinculan a Borges con la infancia y con la literatura infantil. La primera de ellas, es la cita y el abordaje crítico de algunos nombres: Stevenson, H.G. Wells, Oscar Wilde, Lewis Carroll (como dije), Mark Twain, entre otros. También operaciones editoriales en el mercado, en la dirección de colecciones. Esta literatura, que no había sido toda escrita originariamente para niños, niñas o jóvenes (en su mayoría), había sido luego apropiada por la literatura así llamada infantil o juvenil como parte de su territorio. Esto es: desde la industria editorial y sus lectorados se había producido un desplazamiento o corrimiento. Con vistas a un público ávido por aventuras y prodigios. Los marcos de referencia eran ahora otros. Esta experiencia traslaticia, según la cual un universo simbólico durante largo acotado a un dominio de la literatura durante una etapa de la Historia y de la Historia literaria en  particular (oriundos de Inglaterra, Irlanda y EE.UU., para el caso) luego era apropiado por otro país, selló también la poética de Borges. Pero Borges, por motivos muy distintos a mi juicio, la desviaba hacia un lectorado adulto en tanto que experiencia crítica y creativa. Recordemos que Borges no lee adaptaciones para jóvenes, sino que lee a los originales en su lengua nativa (este es un primer punto importante). Por otro lado, su persistente trabajo desde el género ensayo sobre estos escritores, marcaba un cierto tipo de lectura de ellos (y no otras). No era un lector. Dialogaba con esas poéticas. También trabajó o había trabajado sobre sus cartas, diarios y ensayos, no solo sobre su ficción. Lo que sumaba desconcierto al desconcierto. Y  también saberes al saber.  


     Agregaría por último, que de estos autores fundamentalmente se tomaban los contenidos de la fábula de sus libros, no su discurso, en términos de los formalistas rusos. Esto es: resultaban más interesantes sus tramas, sus argumentos y no el modo en que esas tramas habían sido referidos siguiendo una determinada escritura o retórica. Porque se trataba una literatura (en términos generales)  por lo general clásica, cuyas búsquedas no se cifraban precisamente en el modo de narrar sino en qué avatares eran contados en sus historias. Eran más narrativas parecidas al cuento tradicional que al cuento experimental (llamémosle así).

     En segundo lugar, el otro punto que siempre llamó poderosamente mi atención en Borges, fue esa ensoñación nostálgica en la que consistieron las evocaciones de escenas de lectura. O incluso escenas de traducción de infancia también. Borges había traducido al español como nadie, de modo muy precoz, a sus 8 años “El príncipe feliz” de Oscar Wilde. Y esa traducción, firmada en el diario en el que había aparecido de modo tal como presumiblemente solía hacerlo su padre, había provocado desconcierto y confusión entre quienes la leyeron. Todos  la habían atribuido a su padre. Esto es: se desplazado (nuevamente) de la función de traductor a su verdadero artífice para atribuírsela a su progenitor. Circunstancia que también constituye una marca fuerte de origen de escritor. Borges es capaz de ejercer mejor que nadie un oficio, al punto de ser confundido con un adulto. Esto es, alguien que no pertenece a su edad cronológica. Alguien que tiene las aptitudes de un adulto. Alguien avezado que en los términos más corrientes jamás sería capaz de medirse con un adulto en la práctica de la traducción. Y que ese adulto fuera su padre, volvía más radical y precoz práctica cultural.



     Hay multitud de escenas de lectura en Borges, de las cuales me gustaría recuperar algunas en las que se lo ve regocijado, haciendo lo que más le gustaba en una etapa en la que además podía ver y podía leer lo que se le antojara cuando así lo deseara. Declaró sentir que jamás se había marchado de la biblioteca de su padre, colmada de libros en inglés. Lo que también marca pero esta vez desde la ideología a la literatura en el orden del la jerarquía del idioma. Mucho más aún declarando que había leído el Quijote, la obra hispánica magna por excelencia, la paradigmática, su clásico fundacional, antes en inglés que en español. Esto tiene repercusiones en el orden de lo ideológico y en lo estético indudablemente. Leer el clásico de su lengua en otra lengua es una forma de afirmar que la operación de leer consiste en traducir. Esto en primer lugar. En segundo término, en afirmar que el español es su segunda lengua, la lengua que llegará en una segunda instancia. No es la lengua de la lectura. Pese a que sería la de la escritura. En forma édita, Borges dio a conocer contenidos bajo la forma de libro que yo sepa (los expertos siempre saben más muchos más por supuesto, y seguramente Borges debe de haber escrito otras obras literarias en esa lengua) solo sus “Two English Poems”, dos poemas de amor.

     Asimismo, afirmar algo así posiciona a Borges respecto del capital simbólico que maneja (una segunda lengua, no la materna, o la materna en un segundo plano, no de paridad en la lectura), como si fuera la primera. Ubica al inglés como la sede natural de su formación, como un lugar simbólicamente prestigioso. Él se ha formado como lector en una biblioteca con libros en inglés. Una biblioteca de la cual ocurre algo así, tal como él lo refiere, en términos de haber quedado cautivo de ella, por más que aparentemente no exista sinsabor en la experiencia. Hay sensación de seguridad. Una seguridad que ahora se ha diluido. Cautivo de una literatura, cautivo de un corpus, Borges también está cautivo de una imagen de sí mismo y de una construcción de la literatura. Esta etapa de la vida de Borges es la infancia. Y considero que queda bastante claro que Borges leía libros que no eran para niños siendo de corta edad. Este es otro punto interesante para estudiar en relación a Borges y a la literatura infantil. En cómo fue capaz de leer libros que no eran infantiles a edad muy temprana. Dotándolo, naturalmente, de un capital simbólico muy por encima del de los niños de su edad. Además de configurar un sistema de lecturas que no era el más frecuente en la infancia.

     De modo que en estos términos definiría una relación tensa entre literatura nacional y literatura extranjera mediada por la traducción cultural (no solo literaria) en relación con la producción de relatos sobre su protoimagen de escritor en  primer lugar en estrecha relación con la de lector. Porque Borges lee literatura inglesa y estadounidense en un espacio (también cultural) que no es Inglaterra o EE.UU. Sino su barrio, una casa donde hay un molino, un aljibe, palmeras y una biblioteca en Argentina. Esta escenografía para esa escena, presupone entonces, efectivamente una cierta clase de traducción: la que va del universo significante y material de la cultura de una nación a otra. Entonces Borges está diciendo muchas cosas con estas escenas de lectura en la casa de su familia, con libros que tampoco son suyos sino que de modo hereditario recibe o le son prestados, de ahí precisamente la palabra “biblioteca”. De una biblioteca “se piden prestados” los libros. Él no los compró. Él no los eligió. A él le tocaron en suerte. A él le son facilitados. Le son dados esos libros. Él recibe un legado bajo la forma de un capital simbólico en un cierto sentido impuesto. Recibe la tradición de una literatura y la de un idioma (también por consanguinidad) que no son los de su lengua materna. Por más que sabemos que Borges era bilingüe (además de haber hecho un culto de sus antepasados). De modo que él se hace cargo de una tradición literaria que no es la propia, de poéticas que lee como lo hace un argentino pero en el idioma originario en que esos libros fueron escritos. Borges es una suerte de ciudadano inglés apócrifo. Con documentaos de identidad argentinos. Es un argentino que también es inglés, con un salvoconducto a Inglaterra en una tierra donde se hablas español. Que lee libros en inglés que han sido escritos antes en español. Es alguien que “hace contrabando”. La figura del oxímoron es la que se impone, me parece, a esta definición de las operaciones culturales de Borges. Las que le tocaron pero también las que él eligió.


     Las genealogías de Borges han sido trabajadas magistralmente por el escritor y crítico Ricardo Piglia aludiendo a “los dos linajes”: el inglés y el criollo viejo. Dos líneas en estrecha relación no solo con universos sociales sino con tradiciones literarias prácticamente divergentes. Pero de cuya mezcla Borges conseguiría ser ese escritor magnífico y esclarecido que con su poética pondría patas arriba a la literatura del mundo para siempre. Ricardo Piglia dirá que Borges sería en adelante el gran maestro de todos los escritores y escritoras que le siguieron. Y se reconoce como parte de la generación de los parricidas. Borges será, a partir de cierta altura de su vida, quien dicte las pautas a partir de las cuales se deberá ajustar la literatura y la poética. Esto provoca irritación y conflicto  dado que cada escritor o escritora aspira a definir su proyecto creador no por oposición a una poética todopoderosa sino según una afirmación contundente de la propia. Si bien, lo sabemos, el funcionamiento de todo campo intelectual supone el dinamismo complejo y ambiguo de la competencia por la legitimidad cultural.

     Así, el trabajo fino de Borges en torno de estas narrativas de escenas de infancia construyen una imagen de escritor más cerca del escritor/lector que del escritor profesional que ejerce exclusivamente su oficio por  fuera del universo de la lectura. Borges no concibe la escritura sin la lectura. Solía afirmar que otros se jactaran de los libros que les había sido dado escribir. Él lo hacía de los que le había sido dado leer. Bajo estas circunstancias considero que queda fundado un rasgo identitario crucial para Borges. Será alguien que está, mientras escribe, leyendo todas las tradiciones literarias, no solo la propia. Pero en particular estará leyendo cuando escriba (este es el punto). Pero lo que lea será caudaloso. Tanto como el nivel complejidad de sus lecturas. Entiendo que esta será su operación crucial. Y en particular estará leyendo la gran tradición de las culturas anglosajonas muy en particular. Porque en ella ha sido educado (o en ella se educó él mismo, es una suerte de self made child). Ese es un punto ambiguo. Porque si uno se encuentra como escenografía de su vida literaria al llegar a este mundo con una biblioteca en inglés, su futuro ya está sellado de antemano, precisamente, por otra mano. Un futuro que no ha elegido. Pero uno puede, en un ejercicio opositor, como ha sucedido en tantos casos, tomar distancia del  origen. Y hasta ir a contrapelo de esa guión prescriptivo, sin repetirlo. ¿Borges lo hizo? Pienso que sí y pienso que no. Escribió en lengua española cuando la herencia primordial era inglesa. Hizo esa opción. Es cierto que pudo no haberlo hecho. Como Héctor Bianciotti escribió en francés y Juan Rodolfo Wilcock en italiano. Pero ambos se habían radicado en esos países. Borges estuvo toda su vida, excepto sus últimos días, en Bs. As.

    Borges escribe todo el tiempo leyendo. Esto resulta nítido. No estamos hablando de un escritor espontaneísta ni ingenuo. Tampoco irreflexivo. Mide cada paso que da. Tiene todo bajo control, conoce cada movimiento de la pieza del ajedrez que va a jugar. Su jugada maestra será, naturalmente, su poética. ¿Llegó Borges a un jaque mate? Esto lo dirá la evolución de la Historia literaria y de los distintos campos intelectuales, no solo el argentino. Además de cómo el canon se vaya construyendo, destruyendo, tensionando, diluyendo, renovando y siendo puesto en cuestión por los propios escritores, escritoras además de los estudiosos inicesantemente. Borges realiza  operaciones  difíciles en las que somete a la literatura del mundo a los efectos de escribir condensándola en su poética en  una operación de síntesis de una radical originalidad.


     Ahora bien: ¿tiene sentido objetar a Borges la lectura y consagración de ciertos autores en desmedro de otros que consideramos hubieran sido o son más valiosos? Pienso que no. Y no  tendría el menor sentido cuestionar su canon porque Borges es Borges merced a que leyó esos libros y no otros. Su corpus está cerrado. Su poética ha sido construida según las bases en que él las ha dejado sentadas. Y me parece que pretender poner en cuestión algo que ha alcanzado su punto culminante en el mundo entero no tendría fundamento alguno. Sería como buscar el defecto malintencionado en un virtuoso de naturaleza superlativa. Porque ¿qué se logra con impugnar lo que Borges dejó de leer si en cambio lo ha leído todo de ciertos autores sobre los cuales solo él tenía noticias? Sobre los que nosotros no hemos leído ni media palabra. Menos aún en su idioma nativo. Y seguramente sobre los que ello así seguirá ocurriendo para siempre. Nadie leerá nunca libros que Borges sí leyó porque nadie sabrá nunca de su existencia. O nadie tiene su prodigiosa inteligencia como para con esa lucidez extrema interrogarlos de ese modo. O libros incluso que otros descalifican pero en los que Borges encontró claves de lectura primordiales para la experiencia creativa ¿Tiene sentido reprocharle a Borges haber ignorado a muchos autores argentinos o del mundo cuando él mismo podría decir lo propio de nosotros alegando similar argumento? Él podría decirnos ¿por qué no han leído tal autor, tales libros esenciales para hacer o desentrañar la literatura? Borges murió llevándose el secreto (varios).

     Como operación crítica me resulta tanto más interesante (además de mucho más productiva) pensar en cuáles realizó Borges con las poéticas argentinas y las del mundo. Qué posición adoptó desde la ideología literaria respecto de la cartografía literaria internacional, por ejemplo. Cómo eligió ubicarse respecto de las grandes literaturas hegemónicas del mundo, con grandes tradiciones letradas por detrás. Con culturas literarias antiquísimas. Proviniendo de una patria joven con una cultura literaria de naturaleza escasa. Esto resignifica las escenas de lectura a las que me estoy refiriendo. Inglaterra era una potencia imperial. Él habitaba la periferia. Sin embargo contaba ya siendo un niño con el capital simbólico de lo más rico de Inglaterra en ese idioma nativo en su propia casa. Con tiempo y conocimientos para leerlo. Las narrativas de escenas de lectura o traducción de infancia de Borges, esto vale anotarlo, están girando también siempre en torno de la figura de su padre.
     Y, como para cerrar, evoco a ese niño que se regocija entre libros y que seguramente entre ellos ha de haber sido revoltoso. Por opción y transgresión. Ese niño que fue un niño que tuvo una infancia diría yo que letrada. Que fue un niño, efectivamente, de letras. Su padre le explicó libros así como (en otra escena que ahora recupero) mediante una partida de ajedrez le hace descubrir algunas perplejidades filosóficas acerca del universo. Y probablemente eso haya hecho toda su vida: divertirse leyendo. Divertirse escribiendo sus propios libros dentro de los cuales había algunos jamás escritores con autores inexistentes.




     Estas narrativas de escenas de lectura de Borges lo pintan como un niño feliz. Pero también como un niño voraz. Un niño que abusa de la lectura. Y a la traducción (si es que un niño concibe la peregrina idea de traducir del inglés un cuento infantil). Y en esta evocación de ese Borges con escenas superpuestas, traigo a mi memoria la fundacional de su poética que es la narrativa de escena de traducción. Aquella reescritura (como toda traducción) de un cuento infantil de un clásico (pero para el caso de autor polémico) que ahora soy yo el que en una escritura crítica reescribo a mi vez en abismo. Porque en ese momento, Borges fue alguien feliz. Fue lo que es y sería para siempre. El príncipe feliz. Del espléndido reino de la literatura del mundo.

viernes, 13 de marzo de 2020

ENTREVISTA A LA ESCRITORA ALICIA CRISTOFARO








¿POR QUÉ SE TE OCURRIÓ SER ESCRITORA?

Te diría que nunca se me ocurrió ser escritora. Escribir para mí siempre fue un acto de libertad, de compañía –aunque se realiza en soledad-  El lápiz y el papel, la máquina de escribir, luego la computadora; juntos, éramos y somos, un grupo de rebeldía y libertad.

Mi tarjeta de presentación dice: “Andando caminos entre números y palabras”

Creo que luego de la gestación, llegamos al mundo por la maravillosa regularidad del número, nueve meses, no más, en pocos casos algunos meses menos. Ese es mi caso; siete mesina.  En algún lugar escribí: “Nací apurada para tomar el nombre que ya habían elegido mis padres para nombrarme. No fue por seguir  al conejo, aunque me hubiera gustado conocerlo…”

El Universo, la Naturaleza, todo reglado por el número… y es la palabra que lo interpela, lo sacude, lo delata y lo demuestra. Dos lenguajes que se entrelazan, para discernir el valor de la palabra. El número es parte de algunos de mis escritos. Aunque no lo fue cuando era niña y necesité de las palabras para enredarlas en las historias de mis artesanales títeres. Ahí comenzó mi escritura imaginaria; crear un cuerpo para dar lugar a las palabras en movimiento. Siempre tuve necesidad de escribir: poemas, cuentos, letras de canciones, guión, teatro…según la época y mis actividades. Hoy me dedico a la escritura!!!  

A veces para presentarme digo, o escribo: “Docente que lee y escribe” al menos en mis actividades en LIJ. En mis escritos para adultos, soy yo, pero con otra mirada.

¿SE PUEDE DECIDIR SER ESCRITOR, O SE NACE?

           No podría responder con seguridad, creo que todos tenemos cierta habilidad que nos distingue.  Seguramente yo no podría cantar, tampoco ser artista plástica, sé que aunque lo ejercitara no lo lograría. Desde chica necesité crear algo para sentir que mi juego se realizaba.



       ¿CUÁNDO ESCRIBÍS, DEJAS VOLAR SIEMPRE TU IMAGINACIÓN O MIRAS LA REALIDAD?


Dejo volar la imaginación, luego que fue atrapada por algo que perturba; un objeto,  un niño, una persona, o algún  hecho de la realidad. Quiero decir que en mi caso ambas se encuentran en el preciso momento de ocasionar el destello y provocar  ese instante; una pintura, una imagen visual que buscará las palabras para encontrarse con  la escritura.

Felisberto Hernández lo dijo en su original manera: “…como el viento me tomó desprevenido y dio casualidad que se produjo el hecho de volarse mi sombrero cuando pensaba en aquel gorro, mi espíritu ensombrecido aprovechó a volar en el misterio…”

Ese misterio, ese instante que se cruza y provoca nuevas palabras para contar. Hay que detenerse y seguir su juego. Aunque hay momentos que se los lleva el viento.


      ¿DE QUÉ TRABAJABAS ANTES DE SER ESCRITORA?


Soy Docente, he trabajado como maestra de primaria y profesora de secundaria en el área de Matemática, esta última actividad, aún continúo realizando.


        ¿CUÁL FUE EL LIBRO QUÉ MÁS TE GUSTÓ ESCRIBIR?


Ante esta pregunta, yo pienso en los personajes que han armado mis historias…algunos están en libros editados, o en obra de teatro representada, además de cuentos que van siendo contados y que aun caminan sin formato.

No podría elegir, todos surgieron de un momento sensible y significativo.  . No podría decirte qué idea me gustó más para escribir, por momentos, uno tiene muchas, pero cuando esa idea es realidad, y llega a ser; comienzo, desarrollo y casi final de una historia, y digo casi final, porque siempre me cuesta dejarla, generalmente aunque el lector no se dé cuenta tiene tres finales, o final abierto. Cuesta dejar los personajes, aunque luego ellos toman vida propia en sus lectores, o actores.

Podría contar varias anécdotas al respecto.


       SE HABLA MUCHO DE LA LECTURA Y LA ESCUELA, ¿CÓMO ES LA RELACION DENTRO DE LA ESCUELA?

¿CÓMO TE GUSTARÍA QUE FUERA LA ESCUELA  DE HOY PARA LOS NIÑOS?.


Bueno esta pregunta es muy sensible para mí! Yo me sigo emocionando cuando atravieso las puertas de una escuela o una biblioteca, lugares amorosos y muy queridos.  Hoy principalmente llevando mi libro y mis cuentos. Lo principal de todo es la mirada, el encuentro con ellos, quienes esperan de nosotros que llevemos las mejores palabras para su imaginación, que les contemos, que  los escuchemos, que integremos ese momento único en el que ellos quizá transformen nuestro escrito. Recuerdo que hace poco tiempo fui invitada  a una escuela  pública de Vicente López, leí mi cuento “Armemos el nombre claro” En el camino pensé, que algo me faltaba para que ellos también sean protagonistas, pedí parar  al auto que me llevaba,  en una juguetería, lugar que conocen mis gustos, me llevé una cajita que guardaba el mundo… letras que se amontonaban para ser palabras. Perfecto! Todo se acomodaba para el encuentro!


Escucharon, participaron, nos aplaudimos .Luego de armar el nombre que pedía el cuento, yo les pedí que armaran su nombre, con las letras que ya se habían desparramado en el escritorio. El tiempo corría y algunos no llegaron a armar su nombre, pero mientras se iban y me saludaban, con alegría me decían el suyo. Al final pensé que resulto un cuento de identidad, de la identidad de ellos. Cada encuentro de lectura es una nueva y significativa historia.  


Hay mucha y linda gente  que se mueve para que el libro y sus escritores lleguemos  a comunicarnos con quienes  tienen que ser el objeto de nuestra mirada amorosa; el niño, el adolescente, el principal protagonista, de toda educación. Nos convocan los directivos de escuelas, docentes, y muy especialmente promotores de lecturas y bibliotecarias. También madres que al conocernos nos proponen en los colegios de sus hijos.




 ¿Cómo me gustaría que fuera la escuela de hoy para los niños?


¡Tanto para decir…! Quizá lo sintetizo en un pequeño tramo de un cuento que escribí, recordando aquella niña curiosa e inquieta, que se sentía  analfabeta, al no tener aún la edad escolar. Lo  dedique a mi Escuela Primaria N° 22 de San Fernando y se llama: “UNA MUERTE PASAJERA”


 “… Comenzaba mi gran aventura! Allí estaba el lugar que me salvaría.
Parecía un hospital, una iglesia, un castillo que enfrentaba las vías del ferrocarril Mitre, y desafiaba con puertas y ventanas abiertas… Desde lejos, se veía su mano de Bandera, en un vaivén de cielo, nube y sol, llamando a todo niño… para que entrara a jugar, a saber… ¡A intentar aprender!”

“… Expectante… yo,  iba a recibir la medicación de sus regalos…”


Para que no se pierdan “esos regalos” que durarán toda la vida, tienen que ser comprometidamente entregados.

           La  escuela siempre enfrentó desafíos, aunque creo que hoy más que                           nunca. El tejido social se ha deteriorado, esto perjudica toda la comunidad educativa  

Los cambios tecnológicos  alteran el proceso, ese desafío hay que aceptarlo, y seleccionadamente incorporarlo, para ello  hay que  promover la capación de quienes comparten el “acto educativo”  Nada es estanco, todo se transforma.

El libro es un recurso material indiscutiblemente  necesario en las escuelas. El libro en las manos del niño, es un poder mágico que abre todos los mundos y enriquece la vida de quien los  lee.  


¿Para qué sirve leer? 

Se cuestiona la escritora y crítica periodística Silvia Hopenhayn

 “…El vértigo de no saber lo que se está a punto de comprender: ´ésa es la gracia de la lectura. Aquel borde del entendimiento, un atisbo de la belleza del mundo…”
  

           También la antropóloga  Michele Petit, sobre el mismo tema, nos dice:

 “…leer sirve quizá ante todo para elaborar sentido, dar forma a la propia experiencia, o a su parte de sombra, o a su verdad interior, secreta… Para abrir un camino hacia los territorios de la fantasía sin los cuales no hay pensamiento, no hay creatividad.”


Ese vértigo, el borde del entendimiento…la verdad interior, el camino de la fantasía, necesarios para que se instalen en el pensamiento y la creatividad.

Hacer disfrutar la lectura nos compromete ampliamente y también nos enriquece.

Sera el libro papel, o el digital, yo apuesto al papel…

“La escuela es un espacio de formación de subjetividades desde lo que se vive y ofrece”





¿Qué se ofrece, que ofrecemos? Siempre quise que la escuela esté centrada en el niño o adolescente, ellos, los educandos. Que sean recibidos con las mejores y cómodas instalaciones, no quiere decir que sea oneroso,  pero si pensado para su mejor estar, con aulas dedicadas a las materias, con la tecnología necesaria, para que el tiempo sea distribuido mejor en el hacer y pensar. Por supuesto la Biblioteca el mejor lugar, y pequeñas bibliotecas en los espacios recreativos para leer y debatir. Libros e instrumentos musicales recorriendo sus recorridos, estos últimos con los límites y espacios acordes al sonido y al silencio.

Las Artes en sus vastas  expresiones, para que atraviesen todas las áreas. Esto puedo afirmar que se puede.   El teatro es una gran herramienta, que aúna vínculos, aporta a la buena lectura, la dicción y promueve las inteligencias múltiples. Siempre se necesita, en la puesta de escena, un músico un escenógrafo, un dibujante, tantas cosas más ligadas a lo social y cognitivo. Experiencias inolvidables. Para ello siempre escribía pequeñas obras que luego se perdían porque eran para determinado proyecto, hasta que llego una que pensamos en serio, aunque siempre quisimos hacer teatro  como en un teatro. Pero esta era singular; una familia matemática… ¿A quién se le ocurrió? A la profe de Matemática que tanto cree en el teatro, los vínculos, y en este caso también en los contenidos que desparramaban los comediantes personajes de “La Familia Numerales” Gran disfrute de quienes la interpretaron, y también de quienes nos acompañaron como espectadores en las distintas representaciones¡ Mucho para contar! se realizó por diferentes grupos, de primaria, secundaria y en una escuela de matemática con alumnos participantes de la Olimpíada de Matemática de quinto primaria a segundo año de secundaria. Nadie se olvido la letra, siempre tomados por su personaje, todo fue mágico!!!  Hoy esta obra junto a un posible libro de cuentos están en una editorial. Espero poder contarles que los personajes salen a la calle y yo los acompaño a las escuelas!

La matemática también tiene que ver con una transmisión de cultura. Se tiene que tratar de que los alumnos entren en el juego matemático. Entre varios ejemplos podría señalar

El proyecto de “Teselado” con figuras planas, verificando el posible encastre de ángulos, y llegar en la demostración a lograr  originales figuras,  cuadros en dos dimensiones,  que asemejaba al arte. En otra oportunidad, fue en tres dimensiones: adosar distintos cuerpos regulares e irregulares, según sus bases y lograr en ambos proyectos, creatividad plástica. La matemática siempre presente.

¡Los alumnos siempre superaban el proyecto pensado!         

          El docente tiene que ser un sincero “provocador” de actitudes que lo muestren  al alumno y lo entusiasmen a ir juntos a encontrarse con el conocimiento a aprender.

El placer de leer, difícilmente se pueda trasmitir si antes no fue sentido por el educador que intenta provocarlo.

¿Qué ofrecemos a la educación?  La pasión y el compromiso, parte necesaria del maestro, del profesor, del educador.


Finalmente ¿Cómo me gustaría que fuera la escuela de hoy para los niños? La escuela de hoy, con tantos y sugerentes desafíos, me gustaría que el educador, responsable ofrezca de tal modo los contenidos, que el alumno lo sorprenda por su interés
.

   ¿Sos tan sensible como tus personajes?


          Son ellos, los personajes,  que me delatan. “Jaque mate caballero al rescate”  es una historia especial  ese pequeño caballero sale  a los caminos tratando de imitar a nuestro admirado Hidalgo, aunque a pesar de los malos entendidos, no será burlado, como aquel  qué tanto nos dijo en su  derrotero universal,  este será ayudado en su pequeña aventura. Digo especial, porque nació como un relato oral, y los personajes llevan los nombres de mis nietos hasta ese momento, menos Elisa o Hechita, dos personajes femeninos, junto con la abuela, que necesite para engarzar la historia. También Problemático nació singular y sensible y mucho más cuando fue representado. Todos  tienen un porqué de ser así. Creo que todos los personajes de todo escritor, son sensibles en la acción, porque fueron creados.  





  ¿Qué te hizo ser así?


Soy, o qúe, o quien, me hizo ser así? Algo decidió quedarse en la memoria de todos los sentidos, para dejar huellas y empujarnos a seguir andando nuestro camino, algunas no se borran, se profundizan.

La familia y esas profundidades en el tiempo. Mis padres, mis maestras, mis vecinas, alguna en mi adolescencia me conseguía  libros para que leyera, otra española próxima a mi casa, a quien yo visitaba, en época de mi escuela primaria. Ella Luisa; cierto día descolgó de su pared dos grabados, porque yo reconocí que eran figuras de mi amado “Don Quijote de la Mancha” Me regaló ambos grabados. A esa edad, yo no lo había leído totalmente, pero algo de el había llegado a mí. Quiero decirles que yo misma dudaría de esta historia, si no fuera que nunca se separaron de mí y que ahora algo vetustos, por el recorrido de no muchas paredes, están ahí cuidados, y los observo mientras escribo esta nota.      

Mis padres: toda la sensibilidad estaba en mi madre: dadora de amor, solidaria. ¡Tanto,  tanto más! A mi padre hoy,  lo veo como personajes mezclados de Bradbury, El hombre ilustrado por fuera  con el valor del trabajo, y que escondido llevaba la lectura de libros que yo no recuerdo ver, pero que él comentaba, quizá la música y estos relatos, eran parte de los  distintos viajes que realizaba como niño de padres inmigrantes y de hermanos europeos y argentinos. Recuerdo sabrosas anécdotas, de estos largos viajes por el mar.

Curiosidades de este hombre serio con improntas de chispazos de humor.

La familia recuerda, cuando sus habilidosas manos, nos entretenían con las figuras de sombras que proyectaban en la pared. También cuando en alguna reunión familiar, sorprendía a los niños, con el salto del conejo que el armaba con los nudos en una servilleta, lo hacía como nadie, y nos sorprendía siempre.

Hace poco tiempo leí que “el padre de Alicia”, la Alicia de un país de su ficción, también entretenía a sus pequeñas amigas haciendo nudos en un pañuelo. Lo curioso es que él, Carrol lo llamaba “el salto del ratón” y mi padre “el salto del conejo”


Uno de mis cuentos, habla del lugar de encuentros con la familia materna, diría que es un relato casi no ficcional y de ´posible futuro… se llama: “Vengo a quedarme”

           “Apresuro el camino para volver a verlos (…)

            Tantos recuerdos amados de mis mejores años (…)

             Casona del Centenario, Ayacucho y las vías,

             Allí invente una biblioteca, con las historias que pasaban en la casa.

            La dinastía mostraba y escondía, los años y la vida escribían.

            Estaba la Comedia, el Drama; enredos de trama complicada…

            Y la otra cotidiana; la risa entre los juegos y equívocos alegres de la               

            Abuela.

            Y los cuentos de los cuentos… que quería escribir cuando leía.

            La biblioteca se hacía casi librería

           Cuando nos reuníamos todos y celebrábamos.

 Y por ello vengo a celebrar (…)”

      

  ¿Cómo ves la literatura infantil y juvenil en Argentina y Latinoamérica?


            Creo que toda Latinoamérica vive situaciones similares en lo político y social que dificultan las industrias, la industria editorial también pasa por lo mismo. En nuestro país, una importante editorial emigró y otras se fusionaron. Hay editoriales independientes que se mueven con creatividad. Pero no es fácil acceder a la edición en general. Hoy me emociona, y  a todos, saber que vuelve renovado el Plan Nacional de Lectura. Gran estímulo y esperanza para todos los actores de esta empresa. Principalmente para que el libro sea más accesible a las manos del niño y del adolescente y a todos los establecimientos educativos.

Siempre destacamos la gran labor de los mediadores de lectura, y hacemos un llamado a las editoriales para que sus puertas sean más abiertas, para recibir nuevos escritos y su posibilidad de edición. Hay ávidos lectores esperando.   



       ¿Sí un niño o niña quiere ser escritor, ¿qué tiene que hacer?


Qué lindo encontrar a una niña o niño que quieran inventar historias! Leer, siempre leer, observar a su alrededor, principalmente los secretos de la naturaleza, ser curiosos investigadores. Cuando aparece una historia escribirla, que no se la lleve el viento…Leerla, corregirla, y seguir escribiendo, escribir es un juego de gran libertad, y como el libro, nos puede acompañar  a todos lados y sorprendernos.          ¡Que no los sorprenda el viento!!!


     ¿ Crees que la literatura debe ser estremecedora, conmovedora, molesta o indomable?. ¿Por qué?


Para Nabokov: “El arte no es sin juego” En ese gran juego de la literatura, el escritor y el lector tienen que encontrarse para que ese andar equilibrista de la palabra pueda llevar  a un lugar lejano, o tan cercano que nos estremezca  y conmueva.  La literatura necesita de la rebeldía, ´para delatar, para mostrar lo que no se ve, para decir… Lo indomable y la libertad están en la lengua.









@ Eduardo Raúl Burattini


Narradores y Cuentacuentos: Entrevista a la Narradora "Seño Norma"

  -¿Cómo y cuándo descubriste que tu destino estaba ligado a la transmisión de la cultura a través de la oralidad? Desde pequeña me encant...